Cambió todo, y su vida dio un giro de trescientos sesenta grados...

—Perdone, señor narrador.

¿Quién eres y por qué me interrumpes?

—Soy yo. Dice que mi vida cambiará, es que verá... no he podido evitar oírlo y...

Pues claro que no lo has podido evitar, ¡soy el narrador! Todo el mundo me puede oír. ¡Soy el maldito narrador omnisciente!

—Perdone, perdone, señor narrador. Omnisciente es que sabe todas las cosas, ¿no?

Efectivamente. ¿Me vas a dejar narrar de una vez?

—Uy, sí, perdón. Siga, siga.

Ejem... Cambió todo, y su vida dio un giro de trescien...

—Disculpe. Disculpe de nuevo, señor narrador omnisciente.

¡¿Ahora qué?!

—Es que usted se supone que lo sabe todo porque es omnisciente y todo eso. No entiendo cómo es que no sabe que dar un giro de trescientos sesenta grados es quedarte mirando hacia el mismo lado.

Esto... ¿qué?

—No que me quiera meter, es que es una vuelta completa, y claro, es un poco absurda esa expresión...

Cambió todo, y su vida acabó cuando el autobús le pasó por encima. Fin.

¿Y ahora qué, so listo? Eso por no callarte. Omnisciente y omnipotentes, así somos los narradores.