capítulo diez.

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Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. Jennie!Alfa x Rosé!Alfa x Lisa!Omega

***

~Dame tu mano, sálvame, sálvame...

Lisa quiso fingir que ese rompimiento no le hizo daño, pero sería mentir consigo misma, porque le estaba provocando mucho dolor en el corazón.

Apenas tenía ganas de hacer algo, no se concentraba en clases, estaba más distraída en el trabajo que lo normal y ni siquiera trataba de disimularlo. Sabía que debía aparentar que todo estaba bien o llamaría la atención de SeungHyun, sin embargo, le costaba demasiado fingir sentirse bien cuando tenía su corazón roto.

—¿No te han llamado? —preguntó Mina, cinco días después de que ocurrió todo.

Lisa dudó mucho en llamar a Mina y pedir que se vieran, considerando que iban a escuelas distintas y tenían horarios diferentes. Además, le sentaba muy mal contarle sus problemas, en especial los relacionados al tema amoroso. Sin embargo, no tenía con quién más hablarlos, pues ya tenía claro que JiHyo le diría que no era algo tan importante.

Así que recurrió a Mina, queriendo desahogarse, aunque fuera un poco. Ahora estaban en el centro comercial, sentadas en una mesa, mientras NaYeon iba a comprar unas brochetas de cordero a la que las invitó.

—No —suspiró Lisa, deprimida—, y no sé si eso me hace sentir mejor o peor. Todos los días, despierto con la esperanza de tener un mensaje de ellas, pero...

—Son unas cretinas —contestó Mina, tomándole la mano con cariño—. Vendrá un alfa que valga la pena, Lils. Y si no, bueno, ¡Qué importa! Los alfas no son tan interesantes.

—¿Eso debería ofenderme? —farfulló NaYeon, que apareció con la comida.

Lisa sonrió levemente al escuchar el chillido de Mina, diciendo algo acerca de ‹‹pero tú eres la única que vale la pena, mi Yeonnie hermosa›› mientras le apretaba los mofletes con las manos.

Le encontró la razón a las palabras de su amiga, después de todo, era cierto. Un alfa no era importante para su vida. Si se lo proponía, podía surgir... Hasta que recordaba las leyes del Estado. Los y las omegas debían encontrar una pareja antes de los veinte años, era una ley.

—Sabes que es imposible. —dijo Lisa, suspirando.

Mina dejó de apretar las coloradas mejillas de NaYeon, volteándose a verla. Hubo un breve instante de silencio entre las tres, ese tipo de silencio que parecía anticipar un comentario capaz de cambiarlo todo.

—Lalisa —habló NaYeon, con pausa y cuidado—, Mina lo ha conversado conmigo, acerca de eso. Si tú lo deseas... —vaciló un momento—. Podría tomarte como segunda omega.

La propuesta la hizo levantar la cabeza en señal de shock, aturdida y atónita por lo que acababa de escuchar. ¿Qué?

Miró de Mina hacia NaYeon y viceversa, esperando que estallaran en carcajadas y soltaran un escandaloso ‹‹¡Es broma!›› entre risas. Pero eso no ocurrió. NaYeon seguía manteniendo una expresión seria, mientras que Mina tenía la vista baja.

—¿Cómo, Unnie? —tartamudeó, desconcertada.

NaYeon humedeció sus labios.

—Mina lo sugirió —continuó hablando—. Luego de casarnos, planeamos irnos a vivir juntas.

—Hemos... Hemos estado viendo una casita —intervino Mina, queriendo sonreír, pero se veía muy incómoda. Muy fuera de sí—. Yo pienso seguir trabajando en la clínica de ortodoncia, mientras NaYeon estudia y también trabaja en la mecánica de su papá.

Mina estudiaba en una secundaria técnica y se estaba especializando en secretariado. Ese tipo de instituciones eran muy útiles para que los omegas pudieran salir con un pequeño título, y en este caso, Mina llevaban realizando su práctica en una pequeña clínica dental. Según lo que le comentó, estaban muy contentos con ella y querían contratarla una vez se graduara. Por otro lado, NaYeon trabajaba los fines de semana en el taller de autos de su padre, pero quería estudiar arquitectura en la universidad para mejorar su futura vida con Mina.

—Es una casa pequeña, pero podríamos caber las tres —agregó NaYeon—, y no sería raro que dos omegas vivieran con... Con su alfa. Después del matrimonio, podemos esperar unos meses y luego hacer los trámites legales de tutor.

Eso sería lo más parecido a un matrimonio que conseguían los segundos omegas de un alfa.

Volvió a mirar a sus amigas unos minutos de eterno silencio.

—Mina-chan —dijo con voz grave—. ¿Estás bien con eso? ¿Y tú, NaYeon Unnie?

—Es lo mejor —contestó Mina—, así, tú podrías...

—No —sacudió la cabeza, sonriendo con amabilidad—, Mina Unnie, no. Yo sé... —hizo una pequeña pausa—. Yo sé que tú eres muy celosa y esto podría arruinar nuestra amistad.

—No soy celosa. —rebatió Mina.

Qué mentira más grande. Lisa vio en primera persona varias veces en las que Mina les siseaba a los omegas que veían a NaYeon, la forma en la que le agarraba de la mano y extendía feromonas de posesión alrededor de su novia. Hasta le mordía en el cuello para dejarle marcas. Lisa sabía que Mina jamás compartiría a NaYeon con nadie.

NaYeon no habló.

—Imagínate —siguió la menor—, sólo imagínalo, Unnie, cuando estalle mi celo. ¿Qué crees que ocurriría? Tal vez no ocurra, NaYeon sabe controlarse muy bien, pero si no pudiera... Si perdiera el control... —bajó la voz—, ¿Serías capaz de soportar que me folle, Unnie?

Mina gruñó. NaYeon no se movió, pero se veía un poco avergonzada.

—Estaré bien, Unnie —mintió Lisa, fingiendo tranquilidad—, pero muchas gracias por la propuesta. Es... Es agradable saber que ustedes están preocupadas por mí.

—Piénsalo —insistió Mina, luciendo amedrentado por la forma en que reaccionó—, en caso de...

—Si las cosas se ponen mal, muy mal, me iré con ustedes —suspiró Lisa, dándole un apretón a su mano—, pero por ahora, no es una opción, ¿Bueno?

NaYeon también suspiró, asintiendo con la cabeza antes de voltearse hacia Mina, que hacía un pequeño puchero con sus labios.

—Mira, nuestro hija está creciendo. —le comentó, antes de ganarse un golpe en el hombro.

A pesar de la tristeza en su interior, Lisa se rió, y fue agradable escucharse a sí misma reír.

Tal vez, pensó brevemente, no era tan monocroma como le gustaba pensar.

***

Jennie y ChaeYoung estaban en pánico.

A pesar de haber dicho que la apuesta seguiría, ninguna era capaz de dar el primer paso con Lisa para volver a hablar con ella. Cada una, por su lado, se imaginó mil escenarios en el que citar a Lisa y tratar de explicarle, lo mejor posible, que querían salir con ella. Sin embargo, no podían evitar pensarlo: ¿Y si la chica las volvía a rechazar?

De sólo pensarlo, las dos sentían como algo en su pecho se apretaba.

Jennie fue la que decidió hablarle, por primera vez, casi una semana después de que transcurrió todo. En especial porque enero acabaría en menos de diez días y pronto llegaría el día de los enamorados, por lo que tenía una especie de cita pendiente con Lisa.

Armándose de un valor que no sentía, le escribió por mensaje.

Jennie

Hola, Lisa.

¿Cómo estás?

Lisa no contestó enseguida, sino que se tomó su tiempo. Respondió casi a las diez de la noche.

Lis

Hola, Unnie, estoy bien, gracias

¿Y tú?

Lamento haber respondido tan tarde, estaba en el trabajo.

Soltó un suspiro de alivio al ver la respuesta. Por largas y horrorosas horas, pensó que Lisa no le contestaría ni daría alguna señal de vida.

Jennie

No te preocupes

Yo estoy bien

Es decir

Lisa

¿Es posible que nos podamos juntar?

Te extraño.

Ni siquiera supo de dónde sacó el valor para decir esa última frase, porque jamás la dijo a ningún omega en su vida. Jennie siempre era muy cuidadosa con cada palabra que dijera, pues no quería que las cosas se malinterpretaran.

Sin embargo, no pudo evitarlo. Y era cierto. Por Dios que era cierto.

Lis

Oh...

Pues...

Claro, Unnie

¿Lo dices en serio?

Pensé que ya no querías que nos viéramos.

Jennie mordió su labio inferior, leyendo los mensajes mientras iba a la cocina a servirse un té. Se encontraba sola en el departamento, ChaeYoung dijo que iría a una fiesta o algo así. De seguro, buscaba enrollarse con alguna omega para distraerse un poco. Jennie también lo consideró un par de días, pero al final se dijo que eso sólo serviría para confundirla más de lo que ya estaba.

Jennie

Yo jamás dije eso.

Quiero verte, ¿Podemos?

Mañana.

Te invito al cine, luego de almuerzo.

La respuesta tardó en llegar. Jennie sabía que Lisa debía estarlo pensando seriamente.

Lis

Está bien, Unnie.

¿Te parece si nos juntamos a las cuatro?

Jennie suspiró por el alivio de la respuesta, contestándole con una afirmación y el lugar dónde podrían juntarse. No lo admitiría abiertamente, pero se moría de ganas por ver a Lisa y decirle algo, cualquier cosa, para que volviera a mirarla con esos bonitos ojos brillantes que poseía.

No le contó a ChaeYoung sobre eso, aunque no parecía demasiado preocupada en lamentarse cuando la sintió llegar en la madrugada con un omega. Lo único que hizo fue ponerse los audífonos para evitar oír todo el escándalo, con la presión en su pecho mucho más aliviada ante la perspectiva de poder ver a Lisa en menos de veinticuatro horas.

Incluso no le reclamó a su mejor amiga el haber llevado a alguna de sus conquistas al departamento a la mañana siguiente. ChaeYoung apareció en la cocina cerca del mediodía, con aspecto dormilón. Traía unos chupetones en el cuello.

—Que no te los vea Lisa. —le dijo con tono inocente.

ChaeYoung hizo un leve mohín con su boca, yendo a servirse leche con cereal.

—¿Qué, hice algo mal? —bufó—. Lisa no es mi novia.

Jennie sonrió, algo adusta ante esas palabras.

—Sí —dijo Jennie, amable—, ella jamás sería novia de alguien como tú.

Su amiga se volteó a verla con una expresión de furia en su rostro, luciendo incrédula por lo que acababa de oír, pero Jennie no se arrepentía. La competencia entre ellas parecía haber alcanzado un nuevo punto de disputa, en el que ya no sólo peleaban por la virginidad de la chica, sino también por su atención.

—¿Qué mierda? —gruñó ChaeYoung—. ¿Te crees mejor que yo, Jennie?

—No, claro que no —Jennie se encogió de hombros—, yo sólo digo... Tú eres un alma libre, Rosie, sin ataduras ni cadenas.

—¿Piensas que soy incapaz de comprometerme o qué mierda?

—No lo pienso —Jennie no borró su sonrisita—, estoy segura de eso.

—Vete al diablo. —escupió la alfa, marchándose de allí entre gruñidos de amenaza.

La mayor no sabía cómo sentirse exactamente respecto a lo que acababa de ocurrir. Esa parte orgullosa que poseía, su alfa, estaba regocijante por haber hecho enfadar a ChaeYoung, por haberla sacado de sus casillas. Sin embargo, otra parte estaba un poco preocupada ante lo obvio: ellas, se supone, eran mejores amigas. Ellas, más que amigas, podían considerarse casi hermanas, pues desde pequeñas se volvieron inseparables. Hasta estudiaban lo mismo, medicina.

Pero ahora, a esas alturas, parecían sólo dos alfas enfadadas que peleaban por una omega, como si fueran completas desconocidas. Era, como mínimo, preocupante: ¿Estaban dispuestas a arruinar su amistad por Lisa?

Antes, ambas habrían dicho que no, riéndose por lo estúpida que era esa idea. Jamás pelearían por una omega.

Sin embargo, ahora no estaba tan segura de eso. Cada vez que el tema de Lisa salía a colación, terminaban actuando como dos alfas posesivas y rabiosas.

Jennie no quería darle muchas vueltas a ese asunto. Trató de eliminarlo de su mente, y por lo mismo, decidió dejar eso de lado. Otro día lo analizaría más detenidamente.

Luego de almorzar, se preparó para ir a su encuentro con Lisa. Se vistió lo más guapa que pudo, con unos pantalones ajustados, una blusa negra y su chaqueta de cuero, además de ir con sus gafas. Sabía que atraería la mirada de algunos omegas, pero ahora, lo único que le interesaba era tener los ojos de Lisa en ella.

Se encontró con la muchacha cerca del centro comercial, fuera de la biblioteca municipal. Lisa estaba sentada en una de las bancas, luciendo particularmente joven con un jean de corte ancho, una playera negra y encima una camisa abierta. Su cabello, las últimas semanas, parecía haber crecido un poco, enmarcando mucho más ese bonito rostro de patito. Sus hermosos ojos dispares brillaban a la luz de ese sol invernal que salió aquel día.

—Lils —le saludó, sentándose a su lado, y Lisa sonrió con timidez—, ¿Te hice esperar mucho?

—¡Oh, no, Unnie! —Lisa no sabía a dónde mirar exactamente, nerviosa por el encuentro—. Um, llegué hace unos minutos.

—Bien.

Silencio entre ellas. Lisa no sabía qué decir, cohibida por completo. No quería admitir que el mensaje de Jennie le tomó por sorpresa el día anterior, y que no le contestó enseguida por lo alterada que estaba. Hasta le pidió consejo a Mina, que la animó a responderle algo agradable y tener alguna conversación. Es decir, las cosas terminaron un poco tensas entre ellas la última vez, pero Jennie dijo que la extrañaba y que quería verla.

Por último, podían tener sólo una conversación agradable en la que tratar de hablar sobre sus confundidos sentimientos. Lisa sentía que lo necesitaba, en especial para decirle, a cada una por separado, que lamentaba que todo hubiera acabado así y que no quería entrometerse entre ellas.

Incapaz de aguantar más el silencio, abrió la boca para preguntar si caminaban hacia el cine.

—Lis —llamó su atención Jennie, callándola—, lo siento mucho, de verdad.

Su disculpa la dejó muda, atónita por lo que acababa de escuchar. ¿Qué?

Tuvo que haber puesto una expresión desconcertada, pues Jennie siguió hablando.

—Lo ocurrido hace varios días... —Jennie rascó su nuca—. Lo siento, me tomó por sorpresa y no supe cómo reaccionar. Lo que quiero decir es que... —mordió su labio inferior—. Estoy muy confundida contigo.

—¿Confundida?

Lisa no sabía de dónde sacó voz para hablar, sintiendo a su omega temblar ante lo que estaba escuchando. Cada palabra que soltaba Jennie provocaba que se volviera gelatina, con sus piernas temblando y su corazón acelerándose.

—Me... Gustas —admitió Jennie con lentitud—, y eso me tiene muy confundida, Lis.

—¿Por qué, Jennie?

—Porque no sé cómo comportarme contigo —confesó la alfa—. ¿Sabes qué siento cuando te veo? —Lisa negó con la cabeza—. Quiero tomarte en mis brazos, besarte y marcarte. Y eso me asusta un poco.

Jennie ni siquiera sabía de dónde sacaba todas esas palabras que barboteaban de su boca, pero no podía evitarlo. No podía callarse. Era como si todo eso saliera de su corazón, y ni siquiera tenía vergüenza alguna para decirlo. Eso era... Eso era cierto. Todo lo que estaba diciendo era cierto.

—¿Te asusta? —los ojos de Lisa se veían muy abiertos, atónita por lo que escuchaba—. A mí igual, Unnie. Yo...

—¿Tú...?

Lisa se coloreó de rojo y bajó lo ojos. Sin embargo, Jennie le agarró la barbilla y se la levantó, obligándola a levantar la cabeza y así mirarla directamente. A pesar del rubor en el rostro de la omega, seguía viéndose hermosa.

—Tú también me gustas mucho —admitió Lisa, con la voz temblando—, y tengo tanto miedo, Unnie, de que puedas romperme el corazón.

Jennie le acarició el labio inferior, sintiendo la forma en que tiritaba bajo su toque. Lisa lucía a punto de llorar, tan vulnerable ante ella, y Jennie no sabía cómo sentirse exactamente. Una parte suya quería prometerle que jamás le haría daño, que jamás lo heriría.

Pero ¿Eso no sería mentir?

Jennie nunca se caracterizó por ser una mentirosa. Ella siempre trataba de ser lo más honesta posible con sus sentimientos.

—Tal vez tú podrías romperme el corazón a mí. —sugirió Jennie, sonriendo con suavidad.

—No, eso nunca —aseguró Lisa, todavía tímida, pero un poco más valiente—, jamás me atrevería.

La alfa tuvo la tentación de inclinarse a darle un beso, aunque se aguantó a último minuto. Primero, quería llevarla al cine y a comer algo más tarde. Y quizás...

—¿Vamos por nuestra película? —preguntó, inclinándose un poco y olisqueando las feromonas de bebé que soltaba la omega.

La menor asintió con la cabeza y se puso de pie. Se tomaron la mano y como si fueran novias, se dirigieron al centro comercial.

Se decidieron por ver una película de terror, a pesar de que Jennie no era muy partidaria de ellas. Sin embargo, Lisa pareció entretenerse bastante, y Jennie lo aprovechó para acurrucar a la omega contra ella, que se acomodó enseguida en su costado. Así, tenía mejor acceso a su cuello y a su glándula de feromonas, por la que soltaba ese aroma que la volvía loca.

Al salir, la invitó a comer. Lisa parecía muy feliz con ese gesto, y mientras esperaban su pedido, Jennie lo aprovechó para sacar otro tema a colación.

—Lis —le dijo, haciendo que le mirara—, ¿Todavía sigue en pie lo del catorce de febrero?

Oh —Lisa lo pensó un momento, aprovechando que les dejaron la comida frente a ellas—, si tú quieres...

—Claro que quiero —dijo Jennie, tomándole la mano—. Estoy segura de que te va a gustar mucho ese lugar, Lili. ¿Te parecen tres días?

Tres días. Eso era un montón para Lisa, considerando que no sabía cómo iba a mentirle a su mamá y a SeungHyun para ir. Mamá le diría que fuera y volviera con una marca, y SeungHyun... Él se enfurecería y, con toda probabilidad, la violaría para marcarla antes.

Un escalofrío recorrió su espalda.

—¿O te incomoda la idea, Lili? —preguntó Jennie, repentinamente preocupada al ver lo pálida y tensa que lucía Lisa ante sus palabras—. Si no quieres ir, puedes decírmelo y hacemos otra cosa.

—¡No, sí quiero! —contestó Lisa, y sintió ganas de llorar de pronto—. Jennie Unnie —barboteó, como si se estuviera ahogando—, ¿Podría ser la primera?

Jennie parpadeó, sorprendido ante sus palabras.

—¿La primera?

—Tu primera omega —soltó Lisa, moviendo su pie de forma errática—. No importa... No importa si luego tienes a otros, pero ¿Me darías tu marca, si yo te lo pidiera? Si ese día te lo pidiera, ¿Lo harías?

La primera marca. La importante. La que sellaba la unión entre ellas para siempre. La que la pondría a salvo y lejos de las garras de SeungHyun. Con una marca, pasaría a ser propiedad de Jennie y, por lo tanto, si alguien le hacía daño, tendría que responder ante la alfa. Y Lisa sabía, además, que Jennie venía de una buena familia, de una familia con dinero y poder, al igual que ChaeYoung.

ChaeYoung. Rosé.

¿Qué estaba haciendo?

El pánico estalló en su vientre.

—Si tú me lo pides —dijo Jennie con pausa, analizando bien cada palabra que iba a decir—, yo lo haría más que feliz, Lis.

El pánico burbujeó, hirvió, parecía quemar en su garganta, porque pensar en ChaeYoung hizo que su mundo diera un vuelco. ¿No era una gran traición, considerando que se había besado con ChaeYoung? ¿En que la convertía, exactamente? Lisa no quería ser como esas omegas que... Que...

Sin pensarlo demasiado, se inclinó y besó los labios de Jennie en un beso sorpresivo, tan fuera de sí, pero tratando de buscar desesperadamente un ancla que no la hiciera enloquecer.

Jennie saltó en su lugar, sorprendida ante el gesto, pero no tardó en devolvérselo. Y, por Dios, Lisa se sintió desgraciada al darse cuenta de que el beso le hizo sentir casi ese mismo placer dulce que obtuvo con el de ChaeYoung.

Su omega se derritió, se volvió agua, cuando Jennie se alejó y volvió a besarla con más ganas, apenas dando espacio al aire entre ellas, pero a Lisa le importaba una mierda. Quería más, mucho más, de ese beso. Quería volverse un desastre húmedo por Jennie, dejarse tomar y envolver por ella, hasta el punto de no ser nada más que parte de la alfa.

La lengua de Jennie tocó la suya y fue peor aún, haciéndola soltar un gemido bajo.

Shhh, shhh —susurró Jennie, con una sonrisa de lado en su rostro—, no ahora, bebé. No ahora.

—Unnie —jadeó Lisa, avergonzada—, lo siento, Unnie.

—No, no lo sientas —Jennie le dio un nuevo beso, pero corto y dulce—, me gusta besar a mi bebé.

Lisa no sabía cómo esas simples palabras podían desarmarla. ¿Un beso tenía esa capacidad? Qué peligrosa arma era, entonces.

—¿Puedes besarme más? —pidió Lisa, derrotada, rendida ante Jennie.

—No tienes que pedirlo —le dijo Jennie—. Puedes besarme cuando quieras, Lis.

Lisa sonrió, tan feliz, tan contenta, tan enamorada. Era como si flotara en una nube que se elevaba por los cielos, arriba, arriba, más arriba, tan arriba, tan cerca del sol...

***

Cuando Lisa regresó a casa, ignoró por completo cualquier mirada que le pudiera dirigir su padrastro. Su omega se retorcía con la emoción de lo que acababa de pasar, tan eufórica por la sensación de los labios de Jennie sobre los suyos.

Cada vez que lo recordaba, era como si pudiera ponerse a bailar de felicidad.

Lisa se dijo mil veces que no se haría ilusiones, que no caería tan rápido en las redes de Jennie ni de ChaeYoung, pero ahora, ni siquiera le importaba. Recordar cada palabra de Jennie hacía que una gran sonrisa se extendiera por su rostro.

Ella le gustaba. Le gustaba a Jennie. Le gustaba más que un capricho. Le gustaba hasta el punto en que le aseguró que, si se lo pedía, podía hacerla su primera omega.

Sin embargo, Lisa quería gustarle más. Mucho más, y que fuera su única omega. Ser el único amor de su alfa.

Espantó esos pensamientos. No, no debía enfrascarse en eso, porque sólo le provocaría dolor. Ya era suficiente con lo dicho por Jennie, ¿Para qué pedir más? ¿Para qué rogar por más? Eso, con toda probabilidad, hastiaría a Jennie y, quizás, le haría recapacitar acerca del lugar que podía tener Lisa.

La emoción pareció reventarse ante ese pensamiento, y más aún cuando su móvil sonó en señal de un mensaje.

Rosé:

Lili, hola.

Oye, ¿Estás muy ocupada?

Me preguntaba si quisieras, no sé, salir conmigo.

Pensaba en la pista de hielo, como la otra vez.

Te echo mucho de menos.

Lisa se dijo que no debería darle alas a ChaeYoung. De alguna forma, le dio una respuesta a Jennie, ¿No es así? Una respuesta indirecta. Estaban saliendo, ¿Cierto? A pesar de que ellas no lo hablaron, pero estaba implícito en toda esa cita que tuvieron. Iban a salir.

Por lo mismo, no debía seguir ese jueguito con ChaeYoung. Debería ser una persona decente y cortar cualquier relación con la alfa.

Aunque...

Lili:

Hola, Rosie

Mmm, la pista de hielo suena como una buena opción

¿Te parece mañana?

¡Sé que los domingos va menos gente!

Rosie:

¡Claro!

Y...

¿Podría besarte cuando nos veamos?

Tengo algo importante qué decirte.

Lili:

Todo depende de lo que me digas...

Rosie:

😉

Lisa releyó mil veces los mensajes que intercambiaron, sin entender un poco el motivo por el que contestó de esa forma, como si no hubiera pasado nada entre ellas. Como si fuera una omega sin compromiso alguno y estuviera coqueteando con ChaeYoung, a pesar de que ella todavía no era clara respecto a sus emociones.

Volvió a pensar en el beso que compartió con Jennie. Se besaron porque ambas se gustaban, ¿No es así? Y también besó a ChaeYoung porque le gustaba. ¿Y si eso no era recíproco? ¿Y qué tal si lo que le decía ChaeYoung era que sólo buscaba una relación abierta, sin compromiso, algo sólo para pasar el rato?

En ese caso, Lisa le diría que no. Le diría que ella no estaba para esas cosas, y que prefería que cada una siguiera su camino. De esa forma, ella podría aceptar su relación con Jennie sin sentirse mal, a pesar de lo mucho que le gustaba también la otra alfa.

Pero, ¿Y si ChaeYoung le decía que quería algo con ella?

¡Qué complicadas eran las cosas!

Lisa vería a ChaeYoung, escucharía lo que fuera a decirle y tomaría una decisión. Era la única forma de lograr solucionar todo eso.

Sin embargo, su domingo se vio enturbiado cuando anunció que saldría con Mina. Su madre la miró con el ceño fruncido.

—¿Otra vez? —le dijo con voz dura—. Te la pasas saliendo con esa chica y te estás despreocupando de tus cosas, Lalisa.

—Mamá... —trató de decir, queriendo lucir relajada y no culpable.

—HyoYeon tiene razón —replicó SeungHyun, molesto—. Mientras tu madre trabaja, no hay nadie aquí para atenderme.

Lisa se hundió en su asiento, bajando la vista para no estallar en gritos de discusión. Sabía que su madre se pondría del lado de SeungHyun sin ningún problema, así que no sabía si lo ideal sería rebatirle sus palabras.

—Lo estamos aprovechando con Mina, mamá —barboteó Lisa, buscando cualquier excusa que pudiera ayudarle—, pronto tendrá sus exámenes y cuando salga del colegio, se casará con NaYeon.

—¿Casarse? Qué estupidez más grande —bufó SeungHyun.

Sin embargo, Lisa alcanzó a ver la tristeza en los ojos de su madre cuando SeungHyun se calló. Ella no se había casado nunca, ni con su padre, ni con su actual alfa. Muchos consideraban una boda como un gasto de dinero, pues una marca era suficiente compromiso entre un alfa y un omega. Pero eso no quitaba que muchas personas quisieran hacer bodas para legalizarlo todo de mejor forma, además de ser un bonito gesto de amor.

Cuando era más pequeña, Lisa se imaginaba eso: ella caminando hacia el altar mientras un guapo alfa la esperaba, sonriente y feliz. Sonaba muy, muy bonito para ella.

—Luego de que se case, es poco probable que lo vea como ahora. —continuó Lisa.

—Bien —bufó su mamá, todavía con ese aire de pena, pero tratando de no verse muy afectada por ello—, pero no quiero que llegues tarde.

Le prometió que estaría en casa temprano, y antes de que SeungHyun pudiera intervenir para impedir su escapada, Lisa salió de casa. No lo iba a admitir abiertamente y se lo negaría si se lo hubieran preguntado, pero extrañaba un poco a ChaeYoung.

Era raro, pensó mientras iba en el bus, pero cuando pensaba en Jennie o ChaeYoung, las cosas no parecían tener tanta lógica para ella. Cada vez que se le venía a la cabeza alguna de las dos chicas, su omega se derretía y se volvía polvo, era machacada hasta convertirlo en alguien que no podía ver las cosas con razonamiento. Peor era cuando recordaba los besos, ese íntimo intercambio entre ellas.

Lo más sorprendente para ella, era el hecho de que ni siquiera parecían interesadas en propasarse como alfas. Lisa se repetía mil veces que era de piedra, pero si ellas se lo hubieran propuesto, no habría dudado en decir que sí. Tal vez un mes atrás las cosas serían distintas, sin embargo, ahora ya no lo eran. En ese último mes, las cosas entre ellas habían cambiado, sus sentimientos se volvieron mucho más intensos de lo que alguna vez pensó y no era capaz de resistirse un poco a las mayores.

Pero lo peor no era ni siquiera eso. Lo peor era que, si tuviera que escoger a una, Lisa no sabía a cuál de ellas elegiría. La sola idea de decidirse por una se le hacía terriblemente imposible. Cada una llegaba, le decía un par de palabras dulces y era suficiente para rendirse a las alfas.

No quería darle muchas vueltas a ese asunto, aunque la idea estaba allí. La idea de que debería escoger en algún momento.

Llegó poco después al lugar donde quedó en verse con ChaeYoung, en el centro comercial. La alfa ya estaba allí, observando la vitrina de una tienda.

Um, Unnie. —le dijo, llamando su atención.

ChaeYoung se giró y Lisa sintió un poco de melancolía. Otra vez, no lo iba a admitir, pero añoró a la alfa esos días, así como también extrañó a Jennie. ¿Cómo las cosas podían cambiar de un día para otro?

—Lili —saludó ChaeYoung, luciendo algo incómoda en su lugar, como si no supiera qué hacer—, yo...

—Te estás dejando crecer el cabello. —dijo Lisa, mirando hacia otro lado.

Ah, sí —ChaeYoung vaciló un momento, sin embargo, de pronto le agarró de la barbilla—. Lalisa, necesito... Quería decirte que lamento lo que ocurrió el otro día. Fui una cretina.

La omega la miró, parpadeando por escuchar esas palabras. Sin poder evitarlo, a su mente vino la disculpa de Jennie, y pensó si ellas lo habían conversado. Si se pusieron de acuerdo para eso.

—¿Cómo,Unnie?

—No estuvo bien... —ChaeYoung rascó su nuca—. No tuve que quedarme callada, cuando la verdad es que me gustas, Lili.

Su mundo se desestabilizó como el día anterior, cuando besó a Jennie. Aquí también dio vueltas, pues pensó en la otra alfa. En la alfa que era mejor amiga de ChaeYoung. En otra alfa que besó.

—¿De... De verdad?

—Te lo juro —aseguró ChaeYoung, y le agarró la mano—. Y eso me da un poco de miedo, porque nunca antes sentí esto por una omega.

Lisa estaba en medio de dos alfas que eran mejores amigas. Estaba en medio de dos chicas, y lo peor no era eso, sino que los dos le gustaban de la misma forma. Lisa iba con la idea de esperar que ChaeYoung no quisiera algo serio, así sería más fácil rechazarla, pero ahora parecía desarmarse ante lo que escuchaba, incapaz de decirle que no siguiera. Que ya eligió.

Aunque la verdad era que eso era mentira. No escogió a ninguna de los dos, ya que cada una se lo ofrecía, y Lisa aceptaba a ojos cerrados. No se veía capaz de elegir.

Lo correcto sería decirle a ChaeYoung que se detuviera, pues ya aceptó la propuesta de Jennie. Iba a pasar el día de los enamorados con ella, iban a ir a un hotel y puede que eso llegara a más. Lisa debería ser alguien decente y contarle la verdad a ChaeYoung.

Pero no lo hizo. Y eso la hizo sentir como una basura. No, mucho peor: la hizo sentir como si fuera una puta.

Sin pensarlo un poco, dio un paso y abrazó a ChaeYoung. Se dejó inundar por su aroma, ese aroma que se le hacía tan conocido, y tembló al sentir su nariz encima de su piel, sobre su glándula de feromonas.

—¿No estás bromeando, Unnie? —titubeó, aferrándose a ella.

—Claro que no —dijo ChaeYoung, sintiéndose como una mierda cuando recordaba al omega con que se acostó un par de noches atrás—, jamás bromearía con eso, Limario.

ChaeYoung ni siquiera recordaba el nombre de ese omega, no le interesaba ni planeaba volver a verlo. Era un omega insignificante, que no importaba y con el que sólo necesitaba descargar un poco su frustración. Esos días alejada de Lisa, sin poder verla ni siquiera un momento, y después de haber conseguido sus besos, la tenía irritada a más no poder.

Pero eso no quitaba la culpa. Casi inmediatamente después de hacerlo, sintió como si hubiera traicionado a Lisa y lo que sea que ellas tuvieran. Fue mucho peor cuando Jennie la encaró, como queriendo burlarse de su actitud sin compromiso y fanfarronea, y llegó a tal punto que no lo soportó más y le habló a Lisa. Ya no podía negárselo más: estaba enganchada con ella, demasiado para su propio gusto, aunque poco podía hacer por eso.

Lisa la miró, con esos bonitos ojos como ciervo, tan grandes y expresivos, que se sintió débil ante ella.

—¿Te gustaría hacer algo conmigo, más adelante? —le preguntó, sin poder evitarlo.

—¿Algo como qué, Unnie? —murmuró Lisa.

—Podríamos... —ChaeYoung no pudo evitarlo, y besó el cuello de Lisa, oyendo su jadeo suave—. Podríamos escaparnos un fin de semana, ¿Qué te parece el del catorce de febrero? E ir... E ir a algún lugar bonito, Lili, un bonito lugar donde te haré muy feliz.

El corazón de Lisa latía a mil y su cabeza era un revoltijo de ideas. Parecía parpadear ante la advertencia de ‹‹ya te comprometiste con otra alfa››, pero lo ignoró y sólo se concentró en la sensación de flotar. Esa misma sensación que le invadía con Jennie.

—Chaeng —le dijo, con la voz como un hilo—, ¿Me harías tan feliz como para ser tu primera omega?

ChaeYoung ni siquiera lo pensó. Cuando se trataba de Lisa, a esas alturas, ya no le importaba nada más.

—Claro que sí —le prometió, volviendo a besarle el cuello, sobre su glándula de feromonas—, aquí, aquí te marcaría.

—Unnie...

La voz de Lisa se disolvió en el aire cuando ChaeYoung la besó, tan dulce, tan amorosa, como si fuera un bonito objeto al que cuidar y proteger. Qué bonito era sentirse así, amada y querida.

A Lisa le gustaba esa sensación, flotando en su nube de amor, yendo más y más arriba, sin preocuparse de nada, sólo subiendo más cerca del sol.

Como Ícaro cuando voló por primera y última vez.

***

¡Gracias por leer!

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