Cinco

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-Cathleen, ¿acaso estás loca? Como puedes permitir que Harry haga algo como eso.-
-Realmente no encuentro la "rareza" que tú dices qué hay en esto, solo salió con sus amigas Desmmond.-
-¡¿Sabes todo lo que le puede pasar ahí afuera mujer?! Encima con niñas, él es un hombre y debería estar jugando fútbol o algo con sus amigos. -
-Escúchame bien Desmmond, no voy a dejar que tus prejuicios maldigan a mi hijo. Así que o te aguantas o te vas de esta casa.-
-Es tú problema que esto esté pasando, todo esto es tu culpa por negarte a mandar a Harry al internado.-
-¡Sabes bien que será infeliz allí! Los hombres le hacen burla Des, que no lo entiendes.-
-¡O se queda en la casa con nosotros o se va al internado! Elige Cathleen, o sabrás cuál es tu maldito destino.-
-ESTAS LOCO DE REMATE SI PIENSAS QUE PUEDES MANIPULARME DE ESTA MANERA.-
-Sabes bien que soy capaz de hacerlo.- dijo apuntándola -Y lo haré si es necesario para quedarme yo con él y criarlo como es debido.-
-Esto es todo, estoy cansada de ti y tus porquerías, eres un abusivo obsesivo y narcisista. Esta noche, cuando Harry vuelva empacaremos y jamás nos volverás a ver.- La mujer le da la espalda a su esposo para subir la escaleras para luego girar su cabeza hacia Desmmond que golpeó la pared con su puño, dejando una grieta en esta.
-Perra, te vas a arrepentir.-

La tarde llego y con eso Harry también a su casa, tenía una sonrisa de mejilla a mejilla que pronto se vería borrada.
Eran sólo las 8 de la tarde pero su casa estaba en un silencio absoluto y completamente a oscuras. Le pareció raro no ver a su madre en la cocina bailando mientras cocinaba o no ver a su padre en la sala leyendo.
Subió las escaleras dirigiéndose al cuarto de su madre para ver si estaba allí, luego pasaría por el cuarto de su padre.
Lo raro era que mientras más se acercaba más escuchaba sonidos raros, como sollozos silenciosos.
Llegó a la habitación de su madre pero no estaba, lo único que escuchaba era llanto proveniente del baño de su mamá.
Parecía que su padre estaba llorando.
Llegó al baño y lo primero que vió fue a su padre llorando en el piso, pero cuando alzó la mirada palideció y su corazón paró.
Su madre. Era ella.
Estaba colgada de la lámpara que estaba en el techo de la ducha, tenía dos cortes en sus muñecas que goteaban sangre que caía en la bañera.
Tenía que ser mentira. Tenía que ser una pesadilla.
Su mami le prometió que mañana harían una tarta de frutillas por pascua, le prometió que verían una película juntos, le prometió que lo protegería.
Pero allí colgaba ella pálida y sin vida, la veía tan pequeña, tan indefensa.
Cayo al piso.
No lloró, ni gritó.
Se quedó en el piso plasmado con lágrimas que no podían salir.
-Papá...-

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