𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

( ☆. 𝐸𝑃𝐼𝐿𝑂𝐺𝑈𝐸 )
𝚏𝚒𝚗𝚊𝚕 𝚜𝚎𝚌𝚝𝚒𝚘𝚗.











━━━━━ iii. 𝘵𝘩𝘦 𝘦𝘱𝘪𝘭𝘰𝘨𝘶𝘦.

Harry y Ginny llegaron a la enfermería. Allí, Neville se encontraba acostado en una cama cerca de la puerta, durmiendo; Ron, Hermione, Luna, Archer, Tonks y Lupin se apiñaban alrededor de una cama al fondo de la habitación. Todos se volvieron hacia la puerta. Hermione se alejó del lado de Archer para correr hacia Harry y lo abrazó; Lupin también fue hacia él, con gesto de aprensión.

—¿Te encuentras bien, Harry?

—Sí, estoy bien. ¿Cómo está Bill?

Nadie contestó. Harry miró por encima del hombro de Hermione y vio una cara irreconocible sobre la almohada; Bill tenía tantos cortes y magulladuras que costaba identificarlo. La señora Pomfrey le aplicaba en las heridas un ungüento verde de olor penetrante. Harry recordó la facilidad con que Snape le había cerrado las heridas causadas por el Sectumsempra a Malfoy, al pasar sobre ellas la varita.

—¿No puede curarlo con algún encantamiento? —Le preguntó a la enfermera.

—Para esto no hay encantamientos. He probado todo lo que sé, pero las mordeduras de hombre lobo son incurables.

Harry carraspeó con fuerza al pensar que Alaska sabría el conjuro que realizó Snape esa noche, ella sabría utilizarlo a la perfección o encontraría algo contra la mordedura de hombre lobo. Ella siempre sabía ese tipo de cosas. Eso lo hizo enojar aún más.

—Pero no lo han mordido con luna llena —Objetó Ron, que contemplaba el rostro de su hermano como si creyera poder arreglarlo con la fuerza de la mirada—. Greyback no se había transformado, así que Bill no se convertirá en un… en un… —Miró vacilante a Lupin.

—No, no creo que Bill se convierta en un hombre lobo propiamente dicho —Observó Lupin—, pero eso no significa que no exista cierto grado de contaminación. Esas heridas están malditas. Es poco probable que se curen por completo y… Bill podría desarrollar algunos rasgos lobunos a partir de ahora.

—Seguro que a Dumbledore se le ocurre alguna solución —Insistió Ron—. ¿Dónde está? Bill peleó contra esos maníacos bajo las órdenes de Dumbledore, así que el director está en deuda con él, no puede dejarlo en la estacada…

—Dumbledore ha muerto. —Dijo Ginny.

—¡No! —Lupin, atónito, miró a Harry con la esperanza de que éste lo desmintiera, pero al ver que se quedaba callado, se desplomó en una silla, al lado de la cama de Bill, y se tapó la cara con ambas manos.

Era la primera vez que Harry o cualquier otro lo veía derrumbarse; como tuvo la impresión de que interrumpía algo íntimo, se dio la vuelta y miró a Ron, con el que intercambió una silenciosa mirada que confirmaba las palabras de Ginny.

—¿Cómo ha muerto? —Susurró Tonks—. ¿Qué ha sucedido?

—Lo mató Alaska. —Declaró Harry, seguido de inmediato de una reacción en cadena de sorpresa.

—¿Qué dices? —Saltó Archer, visiblemente molesto—. ¿Cómo puedes bromear con eso?

—Yo estaba delante, lo vi con mis propios ojos.

—No te creo —Se apresuró a decir el pelinegro, con el corazón en su garganta—, mientes. Le tienes rencor desde el curso anterior, dirías cualquier cosa para...

—Archer, por favor. —Gimoteo Hermione a su lado, posando sus manos sobre el antebrazo del chico en un intento de calmarlo—. Si Harry dice que lo vio...

—¿Qué sucedió exactamente? —Pidió saber Tonks.

—Dumbledore y yo fuimos directamente a la torre de Astronomía porque ahí había aparecido la Marca. Él no se encontraba bien, estaba muy débil, pero creo que sospechó que nos habían tendido una trampa cuando oyó pasos que subían por la escalera. Entonces me inmovilizó; yo no podía hacer nada, y además llevaba puesta la capa invisible. Luego Malfoy abrió la puerta y lo desarmó.

Hermione se tapó la boca con la mano y Ron soltó un gemido. A Luna le temblaban los labios y Archer no parecía estar escuchando, su mirada estaba perdida en un punto muerto del techo, pensando.

—Luego llegó Alaska, por un momento creí que estaba allí para detener a Malfoy, y entonces… ella… lo mató. Con el Avada Kedavra. —Harry no pudo continuar.

La señora Pomfrey rompió a llorar y entonces Tonks habló:

—Siempre lo supe —Y se volteó hacía su hermano menor—, te dije que había algo malo en ella. Nunca ha sido de confiar.

—Ya lo conozco —Le espetó Archer con seriedad—, ella nunca...

—¿Nunca mataría a alguien? —Con el mentón apretado Archer dió un paso atrás, no respondió.

—¿Y fue así cómo así? —Preguntó Lupin—. ¿Sin siquiera meditarlo?

—Bueno... —Harry se rascó la nuca— ella dijo muchas cosas.

—¿Cómo qué?

—Parecía muy molesta, como si ambos guardaran un secreto. Decía que Dumbledore la traicionó, a ella y a alguien llamada Elizabeth.

—¿Elizabeth? —Repitió Hermione confundida—. ¿Quién es?

—No... no estoy seguro —Harry mintió. Recordaba bien que Dumbledore la había mencionado como su madre, pero por alguna razón no sentía que era correcto decirle a los demás—. Todo fue muy confuso y complicado, pero...

Harry bufó, sin creer que diría aquellas palabras en voz alta.

—Parecia que tenía un motivo.

—¡Eso no lo justifica Harry! —Saltó Tonks, preparada para discutir.

—No digo que haya estado bien —Aclaró el pelinegro—, estoy tan afectado como todos ustedes. Solo quiero creer que las cosas no son tan simples como ser malvada o no, si Archer cree que ella es diferente...

—Archer es un idiota que sigue enamorado de esa chica —Lo cortó Tonks, ganándose una mirada de soslayo por parte de Hermione—. Y tú debes ser más inteligente Harry. Alaska asesino a Dumbledore, es una mortifaga leal a Voldemort; esa es la realidad.

Harry asintió bajando la mirada, repitiéndose esas palabras una y otra vez, pensando que tal vez, solo tal vez, esa era la verdad. Y no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo.










Mientras tanto, en una de las salas de la Mansión Malfoy, Alaska se encontraba ya frente a frente con el Señor Tenebroso, de pie y en silencio, esperando por sus palabras.

El hombre, si es que podía llamarse de esa forma, se encontraba sentado ante el fuego. Su silueta estaba fuertemente marcada contra las llamas color naranja y su rostro brillaba a través de las sombras, resaltando sus vibrantes ojos rojos parecidos a los de un reptil.

—Alaska —Siseó finalmente—, está noche me has sorprendido.

—Mi Señor. —Dijo ella, indicando que estaba escuchandolo.

—Dime que ha sucedido.

—Me he enterado de la misión que le ha dado a Draco Malfoy, mi Señor —Comenzó ella—. Aunque no es mi deber, supuse que usted no creía en realidad que el pudiera completarlo con éxito.

—Así que decidiste hacerlo por tu cuenta.

—Así es señor, yo estaba dispuesta a completar la misión —Le aseguró Alaska—. Sabía que era capaz, y lo he hecho porque ese era su deseo. Era más que necesaria la muerte de Dumbledore, y debo admitir que no me ha disgustado para nada.

Su falta de respuesta le indicaba que quería seguir escuchandola.

—Dumbledore no era más que un obstáculo. Ahora, con él fuera de su camino, su carrera contra Harry Potter llegará a su fin.

El Señor Tenebroso se quedó en silencio, observaba fijamente a la chica con una mueca en su rostro mientras Nagini, su serpiente, se arrastraba alrededor de él.

—Como siempre, superas las expectativas que tengo sobre ti. —Declaró, con un tono jovial en su voz.

—Es mi deseo que usted sepa que tan leal soy a usted, no quiero que piense que no soy capaz de completar una orden, por usted mi Señor, por el futuro del mundo mágico, haré lo que me pida.

—Tal vez sea hora de que te dé un nuevo rol en nuestro camino al poder —Alaska asintió, esperanzada de que así fuera—, siempre y cuando no me decepciones... En cuánto a Draco, me temo que su futuro no se ve muy brillante.

—Si me permite sugerirle, mi Señor, tal vez unas sesiones con Severus le sean de ayuda a Draco —Alaska mantuvo la mirada baja mientras hablaba—. Es él quien me ha enseñado el valor de nuestra misión, de servirle. Pienso que puede ayudar a Draco de la misma manera.

—Si es lo que crees, lo tomaré en cuenta —Con un movimiento de varita Voldemort comenzó a girar su asiento, para quedar frente a la chimenea—. Puedes descansar de ahora en adelante, te lo mereces. Te haré saber cuándo tenga nuevos planes para tí.

—Gracias, mi Señor.

La chica dió media vuelta y atravesó la sala, sin embargo, antes de abrir una vez más la puerta escuchó el siseo de su voz llegar hasta ella:

—Y Alaska —Su cuerpo tembló al escuchar su nombre—, bien hecho.

El eco de las puertas cerrarse resonó por el vestíbulo, llamando la atención de todos hacía ella. Ninguno se había movido de su lugar, y ahora Danniel también de encontraba esperandola.

—¿A dónde vas, pequeña? No piensas escapar, ¿o sí? —Dijo acercándose a ella con una gran sonrisa cuando tenía intenciones de irse—. Aún tenemos mucho que celebrar, ¡es tu primer asesinato! Hay que festejar —el hombre se inclinó hacia ella—. Y si eres como tu tío, déjame decirte que vienen muchos más en camino.

Danniel se carcajeo con una sacudida de todo su cuerpo.

—Tengo grande planes para nosotros, no veo la hora de contarte todo.

—No me interesan tus planes o lo que pienses de mí, Danniel —Exclamó Alaska luego de empujarlo fuera de su vista—. Aléjate de mí y no vuelvas a tocarme.

Sus deseos de escapar de aquel vestíbulo eran grandes. Comenzaba a darle jaqueca y en lo único que podía pensar era en la privacidad que su habitación designada podía brindarle, un gran silencio y una cama donde poder descansar. Era lo único que Alaska quería en ese momento.

Pero por más que ella estuviera decidida a no escuchar a nadie, no podía ignorar a Cissy.

La mujer se había acercado con una mueca de pena, sus ojos vidriosos le dieron a entender que ya sabía todo, pero no sintió angustia ni tristeza. Solo una sensación de incomodidad en cuanto ella la envolvió en un fuerte abrazo.

—Oh Alaska —Sollozaba Cissy contra su oreja—, no tenías porque... No sé cómo podré pagarte, Draco... él...

Pero el resto fue ininteligible.

—Cissy, por favor... —Alaska intentó alejarse de ella, pero la mujer parecía estar pegada como una babosa a su cuerpo.

—Cissy —Habló Severus, acercándose—, creo que lo mejor será dejar a Alaska ir a descansar.

—Claro, claro —Soltó la mujer limpiándose las lágrimas que aún empapaban su rostro—. Tienes razón Severus, es lo mejor.

—Yo la acompañaré a su habitación.

Alaska no se quejó.

A pesar de que prefería ir a solas, desapareció por el vestíbulo junto a Severus y en completo silencio subieron las escaleras, dirigiéndose a la habitación en la que Alaska siempre dormía.

Se adentraron en ella y Snape cerró lo puerta tras él, empleando los hechizos necesarios para no ser interrumpidos ni escuchados por nadie más fuera de la habitación.

Alaska se sentó en el taburete que se encontraba a los pies de la cama, sabía que Severus la regañaría, ya podía imaginarse la mitad de sus palabras pero no había nada que ella pudiera hacer para evitar esa discusión.

—Así no es como debía terminar la noche. —Murmuró.

—Pues así es como se dió. —Le respondió Alaska, en el mismo tono de voz.

Severus sujetaba su muñeca con su mano derecha, aplicaba bastante fuerza y eso se veía en sus nudillos blanquecinos. Su rostro se encontraba solemne, los labios fruncidos como de costumbre y observaba a Alaska con severidad. Eso era nuevo.

—Te dije que no intervinieras. —Dijo finalmente de forma brusca.

—Tenía que hacerlo...

—No. Tú no tenías nada que hacer en esa misión, era mi tarea ayudar a Draco, no tuya. Iba a encargarme, yo iba encargarme de Dumbledore... —Exclamó, con su piel tiñendose de un color rojozo.

—Pues llegaste tarde, y mientras más rápido lo aceptes, mejor para todos —Alaska no desvío la mirada—. Yo tomé la iniciativa, quise hacerlo.

—No digas eso —Le pidió Severus—. No vuelvas a decirlo.

—Es la verdad.

—¿Qué demonios ocurre contigo? —Alaska se sobresaltó ante el súbito cambio de tono—. ¿Cómo es que esa idea surgió siquiera en tu cabeza?

—Estaba molesta, Dumbledore me utilizó —Esa fue la única excusa que utilizó, creía que era suficiente—. Iba a morir de todas formas.

—Si ver esos recuerdos fue lo que te impulso a hacer esa imprudencia, yo nunca te hubiera permitido verlos.

—No es culpa tuya.

—Claro que lo es. El plan era que yo terminaría con la vida de Dumbledore, era lo que ambos habíamos acordado —Confesó el profesor—. No queríamos afectar a ninguno: ni a Draco ni a tí.

—La solución es clara en ese caso —Apuntó la rubia—: debes involucrarme más en tus planes, si confiaras en mí...

—Confío en ti Alaska, confío —Le aseguró el hombre—. ¿Pero no entiendes que no te quiero involucrada en todo esto?

—Y aunque yo tengo el mismo deseo, es algo imposible —La chica se puso en pie, acercándose a Severus—. Ambos sabemos que estoy involucrada desde el principio, no hay forma en la que no lo esté.

Severus no respondió de inmediato, parecía que le costaba aceptar esa realidad. Después de todo, él solo quería que Alaska estuviera a salvo.

—¿Y qué quieres hacer al respecto? —Le preguntó finalmente—. ¿Quieres seguir con el plan?

Ella asintió—. Pero está vez con alguien en quien confiaría a ciegas, contigo. Y lo haremos bien. Cueste lo que cueste.

Su destino era más claro que nunca. Sus seres queridos seguían siendo lo más importante para ella, no permitiría que nada les ocurriese. Y ninguno de ellos estarían a salvo en un mundo donde Voldemort gobernara.

Ahora no existían límites, no había nada en el mundo que Alaska no estuviera dispuesta a hacer para acabar con el poder de Voldemort y, finalmente, derrotarlo. No iba a permitir un futuro donde él fuera el líder, y ahora, sin nadie ni nada que la atara, iba a encontrar la forma de acabar con la guerra. Sin importar el costo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro