Capítulo 2:

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La conversación con la chica/robot me había sacado de onda, al punto de que no volví a conectarme ni subir contenido en las próximas setenta y dos horas. Pasado ese tiempo decidí retomar mi anónima vida digital y publiqué algunas fotos que había tomado en esos días.

Ella rápidamente se hizo presente con su nube rara, el suyo era el primer comentario en mis publicaciones siempre, no había excepción.

Si no era un robot debía ser un hacker. Formaba teorías en mi mente, por más absurdas que sonaran, creía que alguna respuesta lógica debía tener y yo estaba decidido a encontrarla.

En esos días de distanciamiento apenas pude concentrarme en las materias. La tentación por revisar el Instagram y ver si me había llamado o escrito me consumía. Fui lo suficientemente fuerte para soportar esas horas, pero durante el horario de almuerzo del tercer día me conecté.

Con temor comprobé el chat privado, entre los montones de mensajes que me enviaban los seguidores, el suyo también era el primer chat con una bolita roja que señalaba que tenía 16 mensajes.

Hace 3 días:

LoveCloudPictures: ¿Qué opinas?

LoveCloudPictures: ¿Te agrada la idea?

LoveCloudPictures: ¿Videollamada?

LoveCloudPictures: ¿Dónde estás?

LoveCloudPictures: Así que te desconectaste.

LoveCloudPictures: Cobarde 😂😂😂.

LoveCloudPictures: Está bien, yo te espero.

Hace 2 días:

LoveCloudPictures: (Nube rara)

LoveCloudPictures: ¿Piensas desaparecer para siempre? 🙁

LoveCloudPictures: Venga, ya no te pido una videollamada, pero regresa, ¿va?

Ayer:

LoveCloudPictures: (Nube rara)

LoveCloudPictures: ¿Me vas a hacer rogar?

LoveCloudPictures: Ahora me siento culpable 🙁.

Hoy:

LoveCloudPictures: (Nube rara)

LoveCloudPictures: Hola 👀

Ese último mensaje había llegado un minuto antes de que abriera el chat.

GreyCloudPictures: Hola, perdón por lo del otro día.

Tecleé en respuesta

LoveCloudPictures: Comprendo. ¿Pánico escénico?

GreyCloudPictures: Algo así.

LoveCloudPictures: Si no deseas hacer una videollamada está bien. Te daré un dato para que veas que no miento. Me llamo Sunny.

GreyCloudPictures: También te debo algo, yo soy Cloudin. Gracias por respetar mi privacidad.

Me animé a decirle mi nombre, ya que me había dicho el suyo. No tenía la malicia para pensar que me podía haber mentido. Prefería confiar en la chica/robot del emoji raro. Lo poco que habíamos conversado fue suficiente para abrirme a ella. Me sentía en paz, con una calma tremenda e inexplicable. A veces el destino hace de las suyas, lo que en un momento apenas tiene una justificación, luego encaja como las piezas de un rompecabezas.

LoveCloudPictures: 😊

GreyCloudPictures: ¿Cómo hiciste la nube rara?

LoveCloudPictures: Una aplicación de edición.

LoveCloudPictures: Y no es una nube rara, es especial.

GreyCloudPictures: ¿Editas emojis?

GreyCloudPictures: Supongo que tienes un concepto de raro y especial diferente al mío.

LoveCloudPictures: Hago muchas cosas con la tecnología. ¿Quieres ver?

LoveCloudPictures: 

(Foto de la nube de Cloudin editada por Sunny).

LoveCloudPictures: Mis conceptos son los correctos, busca en el diccionario.

GreyCloudPictures: Se ve asombrosa.

LoveCloudPictures: Gracias. Me alegra que te guste.

GreyCloudPictures: El diccionario no vive en el mundo real.

GreyCloudPictures: ¿Por qué no publicas tus imágenes?

LoveCloudPictures: No son mías, solo las edito.

GreyCloudPictures: Puedes tomar fotos.

LoveCloudPictures: No creo, donde vivo tomar fotos y subirlas a las redes de la tierra está prohibido.

GreyCloudPictures: ¿Eso qué significa? Eres de otro planeta.

Su respuesta tardó un poco más de lo normal.

LoveCloudPictures: Lo siento, Cloudin.

LoveCloudPictures: Debo marcharme.

LoveCloudPictures: Prometo regresar.

LoveCloudPictures: Un beso 😘.

LoveCloudPictures: Adiós.

Las palabras de Sunny me generaron muchas dudas, más de las que tenía antes de hablar con ella.

¿Era de otro planeta? ¿Qué restricciones eran esas de no subir fotos a las redes de la tierra? Solté un suspiro al aire y levanté mi mochila del suelo porque se había resbalado sin que lo notara.

Mis clases habían finalizado sin percance y me encontraba cerca de unos bancos de madera a la salida del edificio donde se ubicaba mi facultad. Miré al cielo, una pequeña nube viajaba detrás de una más grande con el fondo celeste centellando a lo lejos.

 —Sunny, ¿tú también estás lejos como las nubes? —Pregunté en voz alta sin percatarme de que no estaba solo.

 —¿Sunny? ¿Tienes novia? —Interrogó un chico de mi clase que por algún motivo me seguía.

 —¿Me estás siguiendo?

 —Siempre voy por aquí —se encogió de hombros—. El problema es que como tienes tu propio universo, no ves al resto de las personas que comparten tu planeta.

 —No necesito verlos.

 —Claro —se rascó la barbilla —. No respondiste mi pregunta. ¿Tienes novia?

 —No.

 —Ya lo creía. Escuché mal. Es imposible que una chica se interese en alguien como tú. Raro —mofó.

 —¡No es imposible! ¿Qué sabes tú?

 —Lo es, siempre lo será. Ninguna chica entraría en esa galaxia distorsionada en la que vives.  —Me golpeó con el hombro quitándome de su camino y se alejó.

Su error. Uno prácticamente irreparable que le haría pagar sin dudas. La violencia era algo que evitaba, pero en casos como este era mi única herramienta para ganar respeto o temor, cualquiera de los dos me servía; así mantener al resto de las personas alejadas de mí. Prefería la soledad antes que vivir con los dedos de la sociedad señalándome constantemente.

Desde aquel incidente en la preparatoria jamás permití que nadie volviera a golpearme. Corrí hasta él y lo volteé para que me mirara de frente. Su sonrisa victoriosa se borró en cuanto le propicié un buen gancho que lo tiró al suelo. Con la boca sangrando y la nariz colorada me observó perplejo. Lo agarré por la camisa y lo levanté unos centímetros del asfalto.

 —La próxima vez que me empujes tu maldita boca sucia no será la única rota —amenacé enfatizando cada sílaba.

—No te tengo miedo —farfulló.

—Deberías. Como bien dices, vivo en una galaxia distorsionada donde las porquerías de este mundo, como tú, por ejemplo, son consideradas amenazas tóxicas y debo eliminarlas.

—¡Hey! —gritó alguien a lo lejos, solté al idiota que se levantó de un brinco y salió corriendo.

Volteé para enfrentarme a quien quiera que me estuviese llamando. Se trataba de otro chico, de mi tamaño aproximadamente, pero su complexión física lo favorecía en todos los sentidos. Espalda ancha, hombros cuadrados, brazos musculosos, cabello negro corto y ojos verdes.

El típico chico guapo por el que todas las mujeres suspirarían. Vestía un pulóver ajustado negro que marcaba todo su abdomen definido, un pantalón de mezclilla y tenis. Lucía simple, pero no le quitaba el atractivo. Si cerca hubiese estado algún grupito de chicas ya lo habrían abordado para pedirle su número. No lo había visto antes, tampoco parecía un estudiante universitario.

—¿Qué quieres? —grité cuando estuvo lo suficientemente cerca.

—¿Eres un universitario o un matón?

—Depende de quién me busque.

—Chistoso. Te llamas Cloudin, ¿no?

—Sí.

—Yo soy Scott —extendió su mano.

Dudé por unos segundos el devolverle el saludo, pero ser mal educado no estaba entre mis desvirtudes, así que lo hice.

Apretó con más fuerza de la debida, por mi parte intenté devolverle el saludo con la misma intensidad. Sonrió con superioridad, mi apretón no le había hecho ni cosquillas, mientras el suyo me había dejado la mano palpitando.

—¿Qué quieres conmigo, Scott?

—Ah, sí —se alborotó el cabello y miró al cielo, luego sus ojos se clavaron en los míos, bastante intimidante, pero no pensaba flaquear—. Quería saber qué tipo de persona eras.

—¿Puedo saber por qué? —Alcé una ceja y me crucé de brazos.

—Si peleas conmigo dudo mucho que ganes. No te pongas a la defensiva, no quiero luchar. Sería injusto contigo.

—¿Es en serio? —Esbocé una media sonrisa. No le temo a nadie.

—Te advierto, deberías, sobre todo a mí. En el universo hay solo una persona que me interesa y tú, pequeño Cloudin, no eres digno ni siquiera de que Sunny te preste el mínimo de atención. Así que seré breve. Aléjate de ella. No respondas sus mensajes, ignora sus comentarios, todo. Ella se aburrirá y buscará otro juguete.

—¿Su-Sunny? —Sus palabras me cayeron como un aguacero en pleno verano sobre mi desprotegido cuerpo.

—No hago segundas advertencias —sonrió y desapareció, literalmente.

No quedó rastro de él, nada, el asombro se convirtió en desesperación. Lo que me estaba ocurriendo no entraba en los parámetros de normalidad del mundo, más bien lo rebosaban por todos lados. Acababa de hablar con alguien que se desapareció en mi cara sin dejar huellas.

¿Magia? ¿Algún tipo de efecto especial? ¿Una cámara oculta?

No tenía idea y solo una persona podía responder mis preguntas. Volví a soltar la mochila en el suelo, saqué mi móvil, abrí Instagram, el chat de Sunny y tecleé.

GreyCloudPictures: Me acaba de ocurrir algo increíble.

Su nube rara no apareció al instante.

GreyCloudPictures: Sunny, necesito hablar contigo.

GreyCloudPictures: ¿Sunny?

No había rastro de ella tampoco.

La alarma en mi teléfono sonó, el horario de almuerzo había finalizado. De mala gana guardé el teléfono en el bolsillo de mi chaqueta y arrastré la mochila de regreso a la facultad para continuar dando clases.

Mi mente viajaba de un lado a otro creando teorías y suposiciones. Las horas pasaron lentamente, revisaba mi teléfono cada tanto para ver si Sunny aparecía. Se la había tragado la tierra como a ese joven con el que había conversado al mediodía.

Regresé a mi casa en bicicleta, mis tripas sonaban porque apenas había desayunado. Estacioné y coloqué el candado a mi vehículo favorito y por cierto, único que tenía, subí en el ascensor hasta mi guarida.

Un apartamento pequeño de una sola habitación en el piso dieciséis de un veinte plantas de la ciudad. La sala, comedor y cocina se encontraban en la misma habitación, todo muy bien acomodado, con colores claros, la cristalería del frente permitía ver el cielo y las nubes como si estuviesen muy cerca.

Abrí la nevera y extraje un pomo de jugo de naranja, comencé a beberlo degustando el sabor y registré los cajones en busca de un sobre de patatas fritas. Como era alguien muy suertudo encontré un sobre, pero vacío. Maldije por lo bajo y cerré de un tirón el cajón.

Me senté plácidamente en el sofá y volví a revisar mi teléfono.

Nada.

Usé mi última alternativa, desde mi posición tomé una foto muy mala del cielo y la posteé. Ella siempre era la primera en comentar, siempre, siempre, me repetía a mí mismo. Cuando el sonido de la notificación llegó a mis oídos sonreí y casi al unísono maldije de nuevo. Otro usuario había comentado.

Usuario: Es la primera vez que subes una foto tan básica. ¿Te hackearon la cuenta?

GreyCloudPictures: Sí, me hackearon la cuenta y el cerebro.

Respondí.

«¡Mierda! ¿Qué estoy haciendo?» Saltó mi subconsciente instantáneamente.

Eliminé la publicación rezando porque aquel usuario no tomara una captura de pantalla de mi idiotez. Sunny tenía razón, era un imbécil. Pocas veces admitimos lo que somos en voz alta. Yo era de esos que se tragaban todo y por eso el veneno me quemaba por dentro, mi propio veneno.

Mirando al cielo me quedé dormido hasta que el estruendo de mi tono de llamada me despertó. Caí al suelo desparramando lo que quedaba de jugo sobre mi camisa.

Mi abuela me estaba llamando, conteste de mala gana, mientras me apoyaba en la mesita de centro para ponerme de pie. Cuando me despiertan así, de pronto, no pueden esperar encontrarme de mejor humor.

—Hola, abuela

—Cloud, ya escuché que golpeaste al nieto de Fina.

—¿Cuál?

—No te hagas el tonto. El que va a tu clase.

—¿Lo golpeé? ¿Segura? ¿Y para eso me llamas?

—¿No te cansas de darme disgustos? Incluso ahora que estás hecho todo un hombre y vives solo. Frank llamó a su abuela y le contó todo. ¡Madura! —tuve que alejar el teléfono de mi oído, sus gritos casi me perforan un tímpano.

—Abuela, para empezar. No sé quién es Frank. Golpeo a todo aquel que se lo busca y no les pregunto el nombre. Tranquila que al próximo le pregunto a cuál de sus abuelas le llorará al rato.

—¡No me hables así!

—¡Entonces no me llames! —colgué.

Me dolía mucho la actitud de mis abuelos, ya ni me preguntaban cómo estaba, si comía o dormía bien. Únicamente me llamaban para sermonearme y recriminarme mi actitud. Ella ni siquiera se tomó el trabajo de averiguar el por qué lo golpee. Asumió que fue por satisfacción.

Solté el teléfono sobre la mesa de centro y entré a ducharme para quitarme la camisa manchada. El agua caliente fue relajando poco a poco mis músculos. Cerré los ojos y la imagen del emoji de Sunny apareció en mi mente. La nube con el sol encima, esa imagen que iba contra todas las leyes de la física. Sonreí.

Había conversado muy poco con ella, tan poco que apenas nos conocíamos. Solo sabía su nombre y que poseía grandes habilidades para la edición. El resto eran puras teorías de un asocial con mucha imaginación.

Deseaba con todas mis fuerzas volver a chatear con ella, a pesar de la advertencia del tipo guapo, nada de eso me importaba.

Al morir mis padres me alejé de todos, pero ahora mi mundo estaba en línea con el de ella, sea cual fuere, yo quería conocerla mejor, ser su amigo o algo más, cualquier cosa me parecía estupendo.

El sonido de una notificación entrante me despertó del ensueño. Sabía que era de ella porque le puse un sonido especial a su chat por medio de una brillante aplicación.

Salí corriendo, desnudo y enjabonado hasta el móvil, mojando todo el trayecto. En la pantalla boqueada, un acceso directo a las notificaciones me mostró que tenía un nuevo mensaje de Lovecloudpictures.

Mis manos resbalaron por el táctil y a duras penas logré introducir la contraseña, cuando al fin lo logré pude leer su mensaje.

LoveCloudPictures: Ya estoy de regreso (Emoji de nube rara).

GreyCloudPictures: Nubecita, debo preguntarte algo.

LoveCloudPictures: Te leo.

GreyCloudPictures: Hoy un chico llamado Scott me habló de ti.

LoveCloudPictures: ¿Scott?

GreyCloudPictures: Sí, pero eso no fue lo más extraño. Él desapareció frente a mí.

GreyCloudPictures: No me vayas a llamar loco.

LoveCloudPictures: Ok. No lo haré.

LoveCloudPictures: Con ese “desapareció”, ¿te refieres a que se marchó y no volviste a verlo?

GreyCloudPictures: No. Me refiero a que se volvió invisible o tele-transportó.

LoveCloudPictures: Estás viendo muchas series y películas en estos días 😂😂😂.

GreyCloudPictures: No estoy bromeando.

LoveCloudPictures: Yo tampoco, pero sigo pensando que pudo ser parte de tu imaginación.

LoveCloudPictures: Mejor ignora eso, tal vez te hiciste una idea incorrecta o viste mal. No le prestes importancia.

LoveCloudPictures: Quiero hablarte de algo. Esta mañana vi un anuncio.

LoveCloudPictures:

(Foto del anuncio)

LoveCloudPictures: Buscan fotógrafos para un concurso. Deberías apuntarte.

GreyCloudPictures: Sunny, no lo sé. No me conoces… En persona. Yo no valgo para eso.

LoveCloudPictures: ¿De qué hablas?

LoveCloudPictures: Tú vales mucho.

LoveCloudPictures: Yo no debo conocerte en persona para saberlo. Es una oportunidad increíble, además de que el premio es monetario. No me hace falta ver tu rostro para definir si tienes talento, basta con ver tu perfil.

GreyCloudPictures: Prefiero mantener el anonimato 🙁.

LoveCloudPictures: Mostrar el rostro no es malo.

LoveCloudPictures: Pero es tu decisión. La fecha tope de entrega es en 15 días. Ojalá cambies de opinión.

GreyCloudPictures: No te vayas.

Mi mensaje no solo parecía una súplica, lo era.

LoveCloudPictures: No pensaba hacerlo. ¿Hay algo más de lo que desees hablar?

GreyCloudPictures: Sí.

GreyCloudPictures: ¿Qué opinas de un chico que se defiende a golpes?

LoveCloudPictures: ¿Tú?

GreyCloudPictures: Dejémoslo en un chico

LoveCloudPictures: Opino que debe tener sus razones para reaccionar agresivamente. A pesar de que no sean 100% correctas.

GreyCloudPictures: No te gustaría ser amiga de un chico así, ¿verdad?

LoveCloudPictures: Amo a un chico peor y no por eso dejaré de hacerlo. Para mí lo que vale es su forma de ser conmigo. Aunque sea egoísta, no me importa si destruye al mundo mientras me siga queriendo y cuidando.

GreyCloudPictures: ¿Amas?

GreyCloudPictures: Espera. ¡¿Tienes novio?!

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