Capítulo 5:

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LoveCloudPictures: Perdí la cuenta de cuantas veces escribí y borré este mensaje. Pedirte perdón no arreglaría el problema, en mi opinión solo te daría un motivo más para odiarme. Ya me dirás loca, desequilibrada, psicópata, pero en serio me importas mucho Cloudin. El único problema es que él... Él es mucho más importante. Tener que elegir a uno es fácil, Scott para mí está sobre todos, tanto en tu mundo como en el mío; sin embargo, duele.

Millones de veces he tenido amigos en línea, es más, aún tengo muchos, ya sean chicos o chicas, él jamás había interferido. Todo es culpa de esa bruja y sus predicciones. Obvio que para ti la culpable siempre seré yo.

Estoy segura de que te recuperarás. Estarás bien y continuarás tu vida como si nada. Te prometo recordarte, guardarte en mi corazón para siempre.

Cloudin no desaproveches tu talento, confía en ti aunque el mundo no lo haga, cree en tus virtudes y no te recrimines más los defectos. Como ves todos los seres vivos tenemos. La perfección está sobrevalorada, para ser perfecto no hay que tener mucho, sino darle valor a lo que ya tienes. Ámate cuando nadie te quiera, cuídate cuando todos te ataquen y sé feliz aunque las nubes desaparezcan del cielo.

Gracias por existir. Siempre seré tu nubecita rara.

(...)

Sin notarlo, al leer sus palabras algunas se me clavaron como dagas en el pecho, otras me dieron aliento y al finalizar el texto lágrimas se escurrían por mi rostro.

Sunny me había leído al hablar máximo tres veces por chat. Ella sabía que sentía que no tenía a nadie que me quisiera realmente, obvio eso se lo dije yo. Conocía el tema de que mis compañeros me atacaban, eso no lo mencioné, aunque Scott le podía haber dicho; y por último conocía perfectamente mi adicción a las nubes, a pesar de que eso podía deducirlo con mis publicaciones. Igual, algo en lo que dijo llegó a tocar lo más profundo en mi interior.

Tuve que dejar el teléfono a un lado, me acurruqué en la camilla a pesar de que mis costillas imploraban piedad y esa posición no favorecía. Me dolía el pecho y no podía parar de llorar. Débil, parecía un niño pequeño. Mis ilusiones de tener una amiga se hicieron añicos y ni siquiera presté atención al resto de las dudas que asaltaron mi mente.

Sentía que había perdido algo importante, ella no era mía, apenas nos conocíamos, pero me sentía tan bien con su compañía virtual que cree falsas esperanzas. Por otro lado, estaban las incongruencias, lo que no encajaba, las dudas, sumido en la ambigüedad de los sentimientos que me provocaba Sunny, volví a dormir.

Sunny era una enorme interrogante.

¿Quién era?

¿Quién se escondía tras el perfil LoveCloudPictures?

Me dijo que vivía en Europa, pero ese tal Scott estaba aquí, imposible que los vuelos fueran tan rápidos. Si no vivía aquí, ¿en serio se tomó la molestia de viajar, pagar un hotel, solo para darme una golpiza?

¿Por qué ella me había mentido la primera vez que le hablé de él? Fingió no conocerlo, cambió de tema. A eso había que sumarle que ese chico desapareció frente a mí cuando nos conocimos. ¿Magia? Demasiado irreal.

Pensé en robots inteligentes, por lo menos explicaría su fuerza sobrehumana.

Ella también habló de una bruja, una predicción, ¿qué tipo de persona era? ¿Creía en ese tipo de cosas?

¿Sería que el chico que ella amaba y resolvía todo a golpes era Scott? Me parecía una teoría razonable dado lo poco que conocía.

Mi mayor problema en ese instante era que comenzaba a obsesionarme. Necesitaba respuestas, aclarar todas esas interrogantes que zumbaban dentro de mi cerebro. Debía conocer a Sunny en persona y comencé a investigar para lograrlo un tiempo después.

(...)

En septiembre, mientras mis compañeros iniciaban el próximo curso, yo realizaba los exámenes finales y cruzaba los dedos por sacar buenas notas, sobresalientes como siempre, e intentaba no atrasarme con las nuevas materias. No tuve vacaciones, entre la universidad y la recuperación tampoco pude trabajar a medio tiempo. Suerte que la compañía me apoyó muchísimo y pagó las facturas del hospital. Tuve que sobrevivir con mis escasos ahorros.

Ya para octubre se podía decir que retomé el curso normal de mi vida, completamente curado y con mi carrera de maravillas.

Por algún tiempo tuve que sacar a Sunny y las interrogantes de mi mente. Ella me desconcentraba totalmente. No negaré que cada vez que publicaba algo esperaba a la nube rara que jamás aparecía.

Ella se quedó como un recuerdo que muchas veces me hacía preguntarme si realmente ocurrió. Una pequeña cicatriz detrás de mi rodilla me lo recordaba a diario, y los ómnibus también, ya que la lesión de mi pierna no se recuperó totalmente y me prohibieron pedalear la bicicleta. La cual luego del incidente tuve que mandar a reparar porque se le habían roto algunos radios, la cadena y el manillar.

A mediados de noviembre los eventos trágicos de mi vida reiniciaron, como una tormenta en medio del océano, la muerte de mi abuelo fue destructiva, no solo para mí, sino para mi abuela. La traje a vivir conmigo, ya que podía volverse loca si la dejaba sola en su casa.

No fue un sacrificio, al fin y al cabo les debía mucho a ellos, aunque nuestra relación no fuese la mejor, los quería mucho. Ella para entretenerse tenía el apartamento impecable, sin una molécula de polvo. Me obligaba a desayunar cada mañana, decía que estaba demasiado delgado para mi tamaño. En las noches cenaba comida casera caliente antes de ir al trabajo.

Mi abuela ya no discutía conmigo, ni me regañaba, apenas hablaba, estrictamente lo necesario. Salía a la calle a hacer compras, o me llenaba una lista para que yo comprara lo que necesitaba. Esa señora callada y tranquila no tenía nada que ver con mi abuela, con esa mujer dominante y estricta. Me preocupaba que la depresión terminara matándola también, así que la lleve a sesiones con un psicólogo que me presentó la doctora Tristiae. La doctora se ganó fácilmente la confianza de mi abuela y la mía, nos ayudó mucho. Venía cada vez que podía a visitarnos y pasaba horas charlando con nosotros.

Empezando diciembre mi abuela fue invitada por una amiga a una villa de descanso, pasaría hasta nuevo año en ese lugar. No parecía muy animada de ir, pero su compañera insistió hasta convencerla. Luego de un mes con ella ya me había acomodado un poco a su nueva personalidad y compañía. Sabía que era lo mejor para ella, así que no me opuse a que respirara un poco de aire puro; si eso la ayudaba a superar la pérdida o por lo menos a convivir con la ausencia del hombre con el que estuvo casada cuarenta y ocho años, padre de su única hija y mejor amigo, lo aceptaba.

Las primeras vacaciones en cinco meses llegaron junto con la noche buena. Una fecha especial para pasar en familia, pero, yo no tenía una, así que dedique mi tiempo a retomar mi búsqueda de Sunny y Scott. La primera porque me debía, a mi parecer, muchas explicaciones y el segundo porque había jurado cobrarle la golpiza.

Revisé las conversaciones con Sunny minuciosamente, destacando los detalles.

La videollamada fue lo primero extraño, tal vez fue una trampa. Si ella ya me conocía de alguna forma, entonces sabía que me gustaba ser un fantasma, alejado de todos, dentro de una burbuja. Sabía que no lo aceptaría, si ella no me veía yo tampoco la vería, por lo tanto, ni reconocerla podría. Ese tal vez fue el detonante, pensaba.

Lo planificó, ganaría mi confianza si aparentaba ser segura y agradable. La nueva pregunta, ¿para qué?

¿Le caía tan mal que deseaba que el troglodita de su novio o lo que fuera me matara?

Otro mensaje saltó:

LoveCloudPictures: No creo, donde vivo tomar fotos y subirlas a las redes de la tierra está prohibido.

Esa frase me sonó rara, se lo dije, pero de nuevo ella logró desviar el tema, lo peor es que simplemente lo permití.

Existía una pequeña posibilidad de que viviera donde yo, que estuviese más cerca de lo que pensaba y fue cuando leí el mensaje:

LoveCloudPictures: No mucho, todo depende de qué puerta abras.

Ella había dicho eso cuando le dije que vivíamos lejos. ¿Cómo había dejado pasar esas palabras? ¿Y si vivía en mi edificio? Volvieron las interrogantes. Decidí modificar su apodo de Nubecita a Interrogante. Un enorme y rojo signo de interrogación abierto.

Seguí leyendo, buscando otra pista y la encontré:

La noche antes del incidente, mientras entraba al edificio, me llegó su notificación. No me había escrito nada desde que le dije que saldría a trabajar. ¿Cómo sabía cuándo escribirme y que estuviese libre para atenderla?

Cuando ocurrió lo vi como una casualidad, aunque llegado este punto lo dudaba seriamente. ¿Y si me estaban vigilando?

Mis teorías cada vez eran más paranoicas. Salí del departamento y bajé por las escaleras, jamás lo había hecho porque eran demasiados pisos. Verifiqué los detalles de la instalación.

La escalera era ancha, medía un metro fácilmente, no había ventanas, Los conductos de ventilación suministraban oxígeno. La iluminación era muy buena, cada descanso tenía luces, todas encendidas. Cada piso poseía un equipamiento anti-incendio, desde la manguera hasta el extintor. Tardé media hora en bajar hasta la planta baja. Casi nunca entraba por el lobby, siempre lo hacía desde el estacionamiento.

Habían realizado algunas mejoras a la entrada, una barra nueva para la recepción, plantas llamativas y muy verdes, y el piso pulido como un espejo. El dueño del edificio se estaba tomando algunas molestias, me pareció raro que no me hubiese subido la renta. La encargada salió de su departamento con una sonrisa radiante.

—Hola, Cloudin —saludó.

—Hola, señora Hopkin.

—Hace mucho tiempo que no te veía por aquí. ¿Ocurrió algo?

—No, yo... Solo daba una vuelta —justifiqué.

—Oh, ¡qué bueno que lo hiciste! Necesitaba hablarte de algo.

—¿Subirán la renta?

Me preocupaba mucho ese tema. Mi dinero lo administraba exacto para cubrir mis gastos, la llegada de mi abuela me ajustó un poco, nada grave. Desgraciadamente, una subida de renta si representaría un problema financiero.

—No, nada que ver —se cubrió los labios para reír e hizo un ademán con las manos—. Estamos realizando encuestas a los inquilinos. Saber, por ejemplo; ¿están de acuerdo con las mejoras del edificio? ¿No han tenido problemas con las instalaciones? Y, conocer su opinión de los vecinos.

—Ponga que en mi opinión todo está perfecto, excepto lo del vecino que no tengo.

—Eres muy gracioso. Que no sienta la presencia de su vecina no significa que no exista.

—¿Tengo una vecina?

—Sí. Ella también opina que usted es un vecino muy callado.

—Es increíble. ¿Cómo es que no nos hemos cruzado ni una sola vez?

—No tengo idea —sonrió.

—Una pregunta: ¿Mi vecina es la única nueva en el edificio?

—En los últimos seis meses, sí.

—Gracias —corrí al elevador que en ese instante abría—. Nos vemos luego —me despedí con la mano.

Mi nueva, misteriosa y silenciosa vecina se convirtió en la inminente teoría. Sinceramente, relacionaba con Sunny cualquier evento de mi vida. La determinación por acertar alguna suposición me llevó directo a tocar el timbre del departamento de al lado del mío. A los pocos segundos una voz femenina se escuchó en el interior.

—Un momento, por favor —escuché hablar una voz femenina desde adentro.

Al abrir me tropecé con una chica esbelta, alta, de cabello muy corto que le enmarcaba el rostro color rojo intenso. Ojos grises muy cristalinos que permitían ver mi reflejo nítido. Labios definidos y carnosos. Su piel pálida, que marcaba algunas venas con su transparencia. Vestía un jeans de mezclilla y una blusa lila.

—Ho... hola —tartamudeé.

—Hola —apoyó su cabeza en la puerta semiabierta, tamborileando con las uñas largas, puntiagudas y rojas, en el borde.

—Me llamo Cloudin, soy tu vecino —me apresuré a informarle.

—Un placer conocerte —abrió la puerta por completo y sonrió—, adelante. Siéntate. Le comentaba a la señora Hopkin que no había tenido el placer de interactuar con mi vecino, apenas se te escucha ahí al lado. ¿Té, café, algo?

Su departamento era idéntico al mío, solo cambiaban algunos adornos y el color de los muebles. Los suyos eran tonos brillantes y coloridos. Sofá rosado fucsia, cojines verdes, paredes multicolores, aquello parecía carnaval.

—Eh, no, nada, gracias.

—Me llamo Ynnu —se sentó frente a mí en el sofá.

—Ya te dije mi nombre, ¿no?

—Sí, Cloudin. ¿Se escribe como se pronuncia?

—No, se escribe C-L-O-U-D-I-N y se pronuncia omitiendo la O, Cludin.

—Interesante. El mío es muy simple Y-N-N-U.

—Cierto, cuatro letras.

—¿Qué te trae por aquí?

—Hoy me realizaron la encuesta y quise conocerla cuando me enteré de que tenía vecina.

Mi plan evidentemente era encontrar indicios de Sunny, pero Ynnu con su posición erguida, su nivel de relajación y calma realmente no levantaba sospechas.

—Entiendo. Conocí a tu abuela hace unas semanas. Encantadora —sostuvo un cojín entre sus manos y comenzó a jugar con las puntas, distraída.

—Espero no incomodarte.

—Oh, claro que no —levantó la vista y clavó su mirada cristalina en la mía—. No acostumbro tener visitas, es solo eso. Puedes venir siempre que quieras a conversar.

—Muy amable. Únicamente quería presentarme —me puse de pie.

—¿Te vas? Oh. ¿No deseas tomar nada? No te voy a drogar, ni envenenar —su rostro se mantenía inmutable, a pesar de que su tono de voz parecía juguetón.

—No, de verdad no deseo nada. Será otro día —dije lo más jovial posible.

—Muy bien. No insisto. Ojalá regreses y nuestra conversación sea algo más que intercambiar nombres —sonó decepcionada. Su voz, a diferencia de sus expresiones, me hizo sentir culpable.

Ella quería ser amable y yo solo pensaba en relacionarla con un fantasma.

—Mira, tal vez un refresco estaría bien. ¿Qué tal tu vida aquí? ¿Te gusta?

—Sí, —pegó un brinco—. Tengo refrescos en la nevera —levantó el dedo índice—. Lo bueno es que están sellados —se rascó la sien—. Me va bien aquí, es un edificio tranquilo, cómodo. Me gusta —extendió una lata de refresco de limón, coincidentemente mi favorito.

—Gracias, mi favorito es el limón.

—Oh, cierto, no pregunté si te gustaba, me disculpo. Adoro ese sabor, así que di por sentado que... —la noté alterada, así que opté por calmarla.

—No te preocupes... Me gusta el limón.

—¡Qué bueno! Y, ¡qué pena! Se nota que soy novata con las visitas. Prometo mejorar —sonrió, su dentadura era completamente blanca y brillante, parecían dientes de porcelana o algo así.

—Yo tampoco soy de recibir visitas, ni de hacerlas. Simplemente, sé natural.

—¿Natural? ¿Por qué lo dices? ¿Parezco un robot? —Chilló abriendo los ojos demasiado.

—No, quiero decir que no te preocupes, que seas tú misma, así nos conocemos mejor. ¿Cómo vas a parecer un robot? —Sonreí recordando la conversación con Sunny.

GreyCloudPictures: Así que Instagram tiene bots como tú.

LoveCloudPictures: ¡Qué no soy un bot! 😡

Nuevamente, Sunny se robaba mi concentración.

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