sábado.

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Hyunjin estaba al borde del colapso.

Ropa arrugada en su cama, pantalones casi caídos, accesorios enredados entre ellos, zapatos desordenados, camisas, camisas y más camisas a la deriva.

Y se preguntarán ustedes, ¿qué ocurrió?

Verán...

El día sábado llegó y el reloj marcaban las 7:00 pm. En una hora era su reunión con Seungmin. Sí, reunión. Llámenlo aguafiestas, pero no lo veía como una cita, o al menos eso quería pensar. 

A pesar de las creencias populares y casi hechos afirmados, él no lograba arreglarse tan rápido como era el caso de otros chicos. Él podía estar minutos viendo una camisa en su clóset, pero al último terminaba usando una sudadera cualquiera con sus tenis de siempre.

En cambio, faltaba una hora exactamente para ir por un café con el chico de sus sueños y no estaba dispuesto a quedar mal en ningún aspecto, ni siquiera por su estilo.

Volvió a jalar sus mechones húmedos debido a la frustración mientras vagaba por su habitación con una toalla rodeando su cintura.

Aquí es cuando volvía a preguntarse, ¿sus amigos lo podrían ayudar? La respuesta era un claro y completo no. Y no lo negaba, eran buenos chicos, buenas amistades, pero para la ocasión, dudaba que pudieran apoyarlo de alguna manera.

Jisung debía estar con Soobin, ya que eran buenos amigos y además vecinos, por eso mismo aprovechaban los fines de semana para hacer pijamadas.

Por Félix ni siquiera pregunten, él tampoco sabía donde estaba.

En un parpadeo su reloj ya marcaba las 7:05 y estaba perdiendo tiempo entre sus pensamientos. 

Tiró su dignidad a la basura y llamó a Jisung, lamentando si estaba ocupado, pero su situación era de vida o muerte. Tras tres tonos, Han contestó.

— ¿Hola? — de fondo, la voz de Soobin cantando (gritando) una canción de Bebe Rexha se oían a un volumen elevado, haciendo a Hyunjin separarse un poco del teléfono —. ¡Soobin, baja el volumen!

—  Hola Ji...

— Espera Hyun, saldré de aquí — dijo el menor y en un par de segundos su voz resonó de nuevo haciendo eco, probablemente se haya metido al baño —. Ahora sí, ¿está bien?

— Es que estoy muy indeciso sobre qué ponerme para la salida que tendré con Seungmin y falta menos de una hora, necesito ayuda.

— Mh... — el menor frunció un poco el ceño —. ¿Está en su casa? — Hyunjin hizo un sonido afirmativo y Jisung sonrió del otro lado del teléfono —. Espere unos minutos.

La llamada fue terminada y el chico quedó confundido ante aquello. Volvió a llamar pensando que se había cortado sin intenciones, pero ahora el número de Han estaba ocupado.

Suspiró y tuvo fé en lo que le había dicho, se acostó en la cama de su habitación pensando en cómo sería todo; cómo sería estar con Seungmin, ese chico lindo que le hacía suspirar, admirarlo en otro ámbito de su existencia.

El timbre de su hogar sonó y, aunque se asustó un poco, de inmediato se asomó a ver quién era; por la mirilla de la puerta se encontraban Bang Chan y Seo Changbin. Extraño.

Los había visto un par de veces ya que eran amigos de Jisung y se acercaban de vez en cuando a unirse al almuerzo, de ahí en fuera no los había visto ni convivido con ellos.

Dudó un poco en abrir ya que se encontraba solamente en toalla y era vergonzoso. Pero realmente estaba urgido, así que jaló de la perilla dejando a los mayores frente a él.

Chan le sonrió brillantemente y Changbin tenía cara de haber sido obligado a ir, mas solo hizo una simple seña de saludo con su mano.

— Hola.

— Hola, Jin. Jisung nos dijo todo, pasa que solo tienes poco tiempo — anticipó Bang y empujó un poco a Hyunjin al interior de la casa, Changbin cerró la puerta tras ellos y se dirigieron a la habitación del menor.

# ♡︎ #

— ¡Ta-da! — exclamó el más pálido mientras mostraba a Hyunjin como había quedado frente al espejo.

Un par de prendas, maquillaje natural y por supuesto, un par de accesorios eran poseedores de atención si se veía a Hwang Hyunjin. 

— Son las 7: 54 — dijo Changbin.

— El café está a cinco minutos, llegaré pronto — dijo Hyunjin y les sonrió a ambos chicos haciendo una reverencia —. Gracias, hyungs.

— Sí, sí, ya vete que llegarás tarde.

# ♡︎ #

Y así estaba, frente a la puerta de el café donde había sido citado a tan solo un minuto antes de la hora. Era una ventaja vivir cerca, completamente. Sus manos sudaban, la boina que traía puesta amenazaba con moverse de su lugar y tembló un poco.

Tranquilo, es sólo un chico.

Miró la mochila portátil que traía su cámara —en caso de que viera algo que le gustara— y la acomodó sobre su hombro, respiró hondo y finalmente, entró.

El olor a ambiente de cafetería inundó sus fosas nasales, sonrió complacido. Buscó con la mirada a Seungmin. Había algunas pinturas decorando el hogareño lugar, pastelillos por aquí, malteadas por allá. Era todo muy lindo.

Una mano alzada entre las mesas llamó su atención y miró inmediatamente, dándose cuenta de que era el mismísimo Seungmin. Tembló nuevamente en su lugar y suspiró. Tras unos segundos de ver la hermosa y lejana sonrisa del muchacho, fue a la mesa que se encontraba en el fondo del local.

 — Hola.

— ¡Hola! Pensé que no vendrías — dijo Seungmin levantándose y envolviendo a el contrario entre sus brazos.

Sí, bueno, sería genial si pudieran ir consiguiendo la lápida que usaría en un futuro no tan lejano.

Se quedó estático un par de segundos, pero enseguida devolvió suave y lentamente el abrazo, aferrándose a el suéter color café claro que usaba el menor. El corazón le daba mil latidos por segundos mientras la colonia exquisita que usaba Kim hacía presencia. Unos segundos después se separaron y sentaron.

— Dime, ¿qué quisieras tomar?

— Umh — pensó un poco mientras veía el menú —. Creo que una malteada de chocolate.

— ¡Yo igual! — expresó el menor y sonrió. Perfectamente, tal cual era él.

Llamaron al mesero y tras ordenarlo comenzaron a charlar. Seungmin comenzó a contarle que estudiaba en casa en una licenciatura en línea, mientras que su escape a la paz era ir al parque. Era gran fan de muchos grupos de música y géneros variados, además de que le apasionaba cualquier cosa que ayudara a otras personas.

Hyunjin escuchaba atento todas y cada una de las palabras que salían de su boca, asintiendo en los momentos necesarios, soltando pequeñas risas y dando su opinión.

Por su parte, Seungmin se encontraba fascinado al encontrar a alguien que estuviera dispuesto a escucharle, tal como lo hacía aquel chico.

Sus bebidas llegaron y tras "brindar" con ellas dieron el primer trago. Entonces Seungmin habló.

— Así que... Hyunjin, ¿no?

— ¿Cómo sabes?

— La mochila de tu cámara tiene tu nombre.

— Oh... — asintió apenado y volvió a dar un trago a su malteada.

Ahora el mayor comenzó a platicarle un poco de él, su familia, sus pasiones y gustos, sus pasatiempos y la escuela. Hyunjin no solía hablar mucho, pero con Seungmin frente a él le motivaba a charlar con tranquilidad total. 

Al menos dos horas pasaron entre risas, sonrojos y cupcakes que ordenaron un rato después. Habían congeniado perfectamente y eso no podía tener a Hyunjin más feliz.

La noche estaba en la cúspide de belleza, siendo alumbrada por a luz de la Luna y luces de la ciudad que se apreciaban gracias al gran ventanal que daba una vista perfecta.

Los ojos de Seungmin se posaron en aquel paisaje.

— Me agrada la noche.

Hyunjin le miró—: ¿Enserio?

— Sí, es tan especial, mágica, poética... Me inspira mucho, es tan hermosa.

Las yemas de sus dedos rozaron el vidrio y sonrió.

Al más alto le brillaron los ojos de apreciar a Seungmin, su forma de hablar, de expresarse, su belleza...

— ¿Puedo tomarte una foto?

— ¿Qué?

— Quiero... Tomarte una foto, así como estás. ¿Puedo?

Kim le miró un par de segundos y volvió la mirada a el exterior —: No necesitas preguntar, hazlo.

Hyunjin rápidamente sacó su cámara y la preparó.

— Sígueme hablando, Min. No te limites.

El pelinegro siguió con su charla.

— Cuando era niño, mamá solía poner estrellas de colores en el techo de mi habitación, luego brillaban en la oscuridad— el sonido de la cámara captándolo sonó, mantuvo la mirada en los edificios iluminados, esperando a algún día ser exitoso y poder estar en uno de ellos— . En mi pubertad, ambos íbamos al patio de mi casa a acostarnos en el césped, ella me preguntaba como estuvo mi día mientras mirábamos al cielo — sonrió nostálgico y miró a Hyunjin, quien seguía sacándole fotos, le sonrió nuevamente—. Gracias.

Hyunjin bajó la cámara tras sacar un par de fotos más—: ¿Por qué?

— Me haces sentir bien.

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