• 127 | Abrumado

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ADVERTENCIA:
Antes de leer, les informo que a partir de este acto el contenido será explícito y íntimo (+18). Esto no significa que yo como escritora sexualice a los idols que aparecen en éste au. Tengan presente que ésto es fan ficción, y que las personas que aparecen en ésta historia NO tienen una relación en la vida real, sin más que aclarar, disfruten.


»127. Abrumado«


"Hyung perdóname" Soltó el castaño de pronto, dejando sus caricias en el pecho del pelinegro de lado, apoyando su cabeza en el abdomen del contrario y abrazándose a él de brazos y piernas, como si su vida dependiera de ello. Taehyung frunció el ceño ante la disculpa, y tomando a Jungkook por las mejillas, lo hizo alzar la mirada, sus ojos oscuros mostraban su tristeza, el pelinegro atrajo al castaño más cerca —si es que eso era posible— y tomándolo por sorpresa, volvió a estampar sus labios contra los de Jungkook, inclinándose a un costado para profundizar el beso, acunando su rostro con sus manos.

"No estoy molesto contigo ¿Sí?" Habló el mayor, Jungkook lo observó dubitativo, y haciendo un puchero, volvió a esconderse en el pecho de Taehyung, el pelinegro rió, enternecido "Bebé, lo único que me inquieta es...¿Por qué no me dijiste que querías salir con tus amigos sin la compañía de Seo Yoon?" Inquirió Taehyung finalmente, Jungkook se sentó en su regazo, acomodándose con la mirada gacha mientras jugaba con las mangas de su chaqueta, sin atreverse a confesar bajo la mirada del mayor.

"Creí que tal vez, tú...uh, no me dejarías salir" Murmuró Jungkook en respuesta, aún viendo sus manos como si éstas fuesen lo más interesante en el salón. Taehyung arqueó una ceja, soltando una leve risa por las extrañas suposiciones del menor, el castaño observó a su mayor como si le hubiese salido un ojo en la frente, contrariado.

"Conejito, yo no soy nadie para no dejarte salir, tú puedes ir a dónde quieras, y sé que no estás acostumbrado a la idea de ser vigilado todo el día y todos los días por alguien que acabas de conocer, como Seo Yoon,  pero sólo lo hacía por tu seguridad, lo menos que quería era hacerte sentir incómodo ¿De acuerdo?" Taehyung sostuvo el rostro de Jungkook entre sus manos, a espera de una contestación, el menor dejó caer las primeras lágrimas, alarmando al pelinegro, quien lo atrajo a sus brazos de nuevo, arrullándolo y meciéndolo como a un niño que despierta de una pesadilla.

"Soy tan tonto" Dijo Jungkook, las palabras saliendo de sus labios ahogadas por su voz llorosa, sus lágrimas mojando el pecho de Taehyung, quien no se inmutó en absoluto, en cambio, sujetó al muchacho de la cintura, apretujándolo contra sí de nuevo, quería hacerle saber al castaño que no estaba solo, y que todo había sido producto de la mala comunicación.

"No debí suponer tantas cosas, me cegué porque estaba abrumado por mi falta de privacidad y-" Taehyung siseó un 'Shh', acallando las quejas del menor con un beso, arrebatándole el aire y las ganas de seguir debatiendo con él, en un rápido movimiento cambió sus posiciones, quedando el mayor entre las piernas del castaño, Jungkook enredó las piernas alrededor de la cintura del pelinegro, atrayéndolo hasta que no hubo espacio entre sus cuerpos ni oxígeno separando a sus bocas.

Se besaron con premura, como si nunca más sus labios volverían a tocarse, y es que —de alguna forma ese tipo de contacto era algo nuevo para ambos— en sus cinco sentidos jamás hubiese cruzado por sus mentes actuar de tal manera pero aún quedaba un poco de alcohol en el sistema de Jungkook, y Taehyung había decidido mandar al carajo su autocontrol.

El muchacho de orbes oscuras y brillosas, se levantó, cambiando posiciones una vez más, dejando al pelinegro observando cómo se despojaba de su chaqueta y desprendía los primeros tres botones de su camisa blanca, que según él, ya estaban asfixiándolo. Taehyung mordió su labio inferior, relamiéndolo después al ver al castaño encima de él acomodar su alborotada cabellera con una mano, las pequeñas gotas de sudor en su frente haciéndolo lucir sensual, los pectorales haciéndose notar por los tres botones al descubierto que dejaban mucho a la imaginación y los pezones de éste, frunciéndose contra la tela. El ambiente a su alrededor de pronto se sentía caluroso, el de cabellos negros se preguntó en silencio cuánto más podría soportar, sin saber que las próximas acciones del contrario lo volverían loco.

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