• 146 | Metal oxidado

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

»146. Metal oxidado«


Dos horas antes. Sellá, Itaewon, seis y cincuenta minutos de la mañana.






Lo primero que supo Taehyung mientras corría por los pasillos en busca de sus amigos fue que algo andaba mal, se había separado de Namjoon porque decidieron buscar cada uno por su cuenta, pero ninguno había encontrado nada contundente ni siquiera de esa forma. No había rastro de Jimin ni de Yoongi en alrededor de cinco habitaciones -y eso era decir mucho- ya que Sellá sólo poseía cinco salones y cinco habitaciones respectivamente. ¿Dónde podían estar?.

El lugar se encontraba prácticamente vacío, los pasillos estaban desiertos pero la música seguía sonando y Taehyung estaba comenzando a irritarse, sólo quería marcharse y si podía, invitar a Jungkook a dormir una cómoda siesta con él, no estar cerca de su novio por al menos cinco minutos le ponía de muy mal humor.

Frustrado, sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón, notando de inmediato que cargaba consigo el pequeño bolso de mano que le pertenecía a su novio, sonrió, repentinamente muy risueño y avergonzado, ah...seguramente Jungkookie estará esperándolo en la entrada, debía apresurarse.

Tecleó con rapidez el número de su mejor amigo y llevó el aparato a su oreja.

Primer tono.

Segundo tono.

Tercer tono.

Escuchó, desde un pasillo lejano el sonido de un tono de llamada. Se quedó estático en su lugar pero reaccionó de inmediato y empezó a correr tan rápido como sus piernas le dieron. Se detuvo; habían tres pasillos frente a él, todos conducían a distintos salones, pero aquél sonido se escuchaba en todos ellos.

Se empezó a sentir muy nervioso, el tono seguía y seguía sonando, ¿Por qué nadie contestaba?. Apretó su celular entre sus palmas, que escocían por el sudor en sus manos, miró atentamente los pasillos, recordaba haber estado en esa discoteca incontables veces pero nunca estuvo en ese lugar. Cada pasillo poseía un juego de luces de un color distinto.

El pasillo diagonal de la izquierda tenía luces verdes, el pasillo central tenía luces fucsias y el lateral de la derecha tenía luces azules. ¿Hacia donde debía ir?.

"Bueno, primero lo primero" Dijo, miró por última vez los tres pasillos y se encaminó al pasillo de la izquierda, aquél que tenía luces verdes. Iba a paso lento, analizando a detalle su entorno. Se trataba de un salón espacioso, todo en el era de color esmeralda, la alfombra, el fondo tapizado de la pared, el tobogán, las sillas, los televisores, los controles, el billar, el hockey de mesa... Esperen, ¿Tobogán? ¿Controles? ¿Hockey?.

Taehyung cayó en cuenta de que se encontraba en un salón de videojuegos, uno muy lujoso -más que el de su casa, si podía decir- Y estaba completamente vacío, en otro instante tal vez se habría quedado a jugar una partida en el xbox que se encontraba en la esquina del salón o habría subido las escaleras del tobogán para deslizarse, pero no era el momento apropiado.

¿Quién tiene algo así en una discoteca?.

Salió del salón prácticamente trotando, conteniéndose para no ser llamado por su tentación de gamer de nuevo.

El salón de luces fucsia le causó escalofríos, también estaba vacío al igual que el anterior, pero su contenido era muchísimo más extraño: alrededor de siete peceras para reptiles se encontraban allí, y dentro de éstas habían serpientes de todos los tamaños, la más llamativa de ellas era la cascabel, que agitó su cola y siseó, mostrando sus colmillos cuando vió a Taehyung adentrarse en el salón. El pelinegro corrió de vuelta a la entrada, despavorido. ¿¡Quién diablos tenía serpientes en una discoteca!?.

Tragó seco, pasando el nudo en su garganta, tomó una profunda bocanada de aire y dió los primeros pasos para adentrarse al pasillo de luces azules. Las dos paredes que conducían al interior del salón estaban suavemente barnizadas con un azul eléctrico que te hacía parpadear unas cuantas veces antes de acostumbrarte a lo escandalozo que era dicho color. Hacía seis minutos atrás el pelinegro había dejado de marcar el número telefónico de Yoongi, porque al notar que aquél tono de llamada resonaba en todos los salones anteriores -patéticamente pensó- que toda la discoteca estaba llena de eco por la distancia que había entre el piso y el techo, la altitud del último era la cual permitía que el sonido se produciera una y otra vez (según su teoría) pero todas sus suposiciones se vieron descartadas cuando al adentrarse un poco más al extenso pasillo, un charco de agua rozó sus pies.

Apretó el teléfono entre sus manos de nuevo y no se atrevió a dar un paso más para seguir el recorrido que el gran charco dejaba a su paso, parecía no tener fin al igual que el pasillo azul. Bajó la mirada al charco de agua y siguió el camino que éste guiaba con la vista, entrecerró los ojos un poco para ver mejor y pudo notar -esperando que lo corrigieran por si acaso estaba alucinando- sangre, mucha sangre, que se mezclaba con el agua formando un poso de un color extraño. Inhaló algo de aire para no entrar en pánico y echar a correr con miedo, pero fue en vano, el olor a metal oxidado característico de aquél líquido rojo se hizo cada vez más intenso y lo último que atinó a hacer fue, con manos temblorosas volver a marcar el número de su amigo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro