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Navidad, navidad, hoy es navidad... —Cantó Nayeon mientras miraba como su madre armaba el arbolito de navidad. — Es un día de alegría y felicidad, ¡Hey! —Mina sonrió al escuchar a su hija cantar tan feliz. La menor empezó a separar las ramas del arbolito para que se vea mucho mejor.

La navidad se acercaba y ya era hora de poner el arbolito en la casa.

Aunque la verdad era que navidad sería dentro de tres días, por tema de trabajo Mina no había tenido tiempo para decorar la casa, y no lo haría sola, sabía que a su hija le gustaba también adornar junto a ella.

El departamento ya estaba adornado con decoraciones navideñas; la puerta de este por fuera tenía una corona navideña. Arriba del sillón de a dos había una bota navideña, y el centro de la mesilla había de decoración una vela roja junto a dos muñecos de nieve de adorno.

El timbre sonó y Mina se dirigió a la puerta, abriéndola al ver de quien se trataba.

— Traje brochetas. —Levantó la bolsa. Mina sonrió y tomó la mano de Sana para que pase al departamento. La rubia dejó su abrigo en el perchero.

La niña de la casa se asomó para ver de quien se trataba. Sonrió emocionada al ver a su maestra. — ¡Profesora! —Corrió a ella con los brazos extendidos, con los días había agarrado muchísima más confianza de la que ya tenía. Sana correspondió el abrazo y la tomó en brazos.

Mientras tanto, Mina había tomado la bolsa con brochetas de cordero y las dejó en la cocina para ponerlas en un plato. Sacó tres vasos para servir bebida y llevarlo todo a la  sala, viendo que Nayeon junto a Sana estaban separando las ramas del árbol de navidad.

— Bunny, ¿puedes ir a buscar las decoraciones? —La menor asintió y se fue a buscar al cuarto de invitados donde estaban las cajas con decoraciones como luces y esferas navideñas doradas y rojas junto a la estrella dorada con brillos.

Sana aprovechó para rodear la cintura de la pelinegra, quien giró entre sus brazos para que queden frente a frente.

— ¿Qué haces? —Dijo divertida Mina sonriendo y posando sus brazos en los hombros de la contraria.

— Abrazando a mi novia, ¿no puedo? —Traviesa rozó su nariz con la de la pelinegra dándose un beso esquimal. Acortaron la distancia juntando sus labios una vez más como ya en varias ocasiones.

Por otro lado, Nayeon estaba tomando la caja liviana que tenía las esferas navideñas y luces. Con cuidado y tranquilidad salió de la habitación para dirigirse a la sala.

Cuando elevó la mirada pudo ver el momento romántico de ambas adultas. Pestañeó varias veces perpleja, abriendo su boquita en una "O" por la sorpresa.

Antes de que la pareja terminara el beso, miró a todos lados dándose la vuelta y volver por donde había llegado, solo para no interrumpir el momento. Se sentó en el suelo juntando sus manitas y moviendo sus pies, esperando unos segundos para volver a la sala.

Cuando ya pasaron unos segundos y escuchó que las mayores estaban conversando, se levantó y tomó nuevamente la caja, caminando hasta la sala.

La niña llegó a la sala y ya las adultas estaban separadas, terminando de arreglar el árbol.

— Aquí está. —Sonrió la menor levantando la caja.

— Genial, ¿me ayudan a decorar? —Preguntó Mina. Las restantes asintieron sacando de la caja las esferas y luces. La niña colocaba los adornos hasta donde llegaba y donde ya había luces, mientras que las mayores daban vueltas por el árbol colocando las luces de colores.

Empezaron a decorar el árbol de navidad con todo lo que había en la caja. El pino poco a poco iba quedando mucho más lindo y agarrando ese aire a navidad con los colores dorados y rojos de las esferas. Solo faltaba la famosa estrella dorada, donde Sana levantó a la niña y la menor la colocó en la punta del pino.

La pequeña sonrió orgullosa y fue bajada tocando ya el suelo, alejándose para poder ver por completo el árbol.

Mina aprovechó de que habían terminado para poder empezar a comer las brochetas, tomando una y sentándose agotada en el sillón junto a Sana; no recordaba lo cansado que era decorar el árbol de navidad.

— ¿Es mi idea o está nevando? —Preguntó Sana apuntando a la ventana donde se veían los copos de nieve cayendo sutilmente. La menor miró de inmediato a la ventana que estaba al lado del pino y sonrió, realmente estaba nevando.

— ¡Mamá, mamá! ¿Podemos ir afuera? Por favor... —Pidió juntando sus manitas mirando a su madre. Mina solo suspiró cansada, se tendría que parar nuevamente. ¿Y sus brochetas de cordero...?

— Está bien, podemos- ¡Pero abrígate bien! —Alzó la voz cuando vio como la menor corrió a su habitación a buscar su abrigo. Sana solo rio por la emoción de la niña, comiendo de la brocheta que había sacado.

— Se emocionan con tan poco. —Mina asintió ante lo dicho por Sana. — ¿Tendrás libre para navidad?

— Sí, por suerte sí. Aunque tendré turno de noche el veinticinco, pero es mejor que el de Nochebuena.

— ¿Por Nayeon?

— Aparte de ella, en las fiestas es donde más accidentes hay, sobre todo en la noche. Emocionarse demasiado puede terminar en tragedia. —Hizo una mueca. La otra vez había llegado un Santa con un adorno de dulce en su brazo, algo que no se veía todos los días.

La menor corrió a la entrada y gritó. — ¡Vamos, vamos! —Saltó en su sitio. Ambas adultas se miraron y se sonrieron rendidas. Se colocaron sus abrigos y guantes. Salieron del departamento encaminándose afuera del edificio.

Nayeon corrió por la calle que ya tenía nieve, disfrutando de los copos que caían encima de ella.

La tarde seguiría jugando en la nieve, haciendo pequeños muñecos de nieve y ángeles en esta.

Una mujer que había salido también con su hijo junto a su esposo miró a Sana y Mina junto a la pequeña. Suspiró encantada. — Que bonita familia, ojala fueran todas así.

Definitivamente una bonita familia que se iba formando poco a poco con el tiempo sin que las mismas integrantes que formaban parte se dieran cuenta de esto, pero mientras tanto, disfrutar de la compañía y lindos recuerdos que se creaban entre ellas. 

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