Epílogo:

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Narrador omnisciente:

Amelia suspiro inhalando el aire puro que se filtraba por sus pulmones. A su derecha vio el perfil relajado de su novio, quien conducía el auto con tranquilidad.

No paso mucho tiempo hasta que pasaron por la entrada de Forks.

Su primera parada fue las residencias “Lupin-Black” un conjunto de casas de madera en las cuales vivían únicamente hombres lobos, quienes compartían su vida junto a los metamorfos desde hace dos años.

Amelia bajo del auto siendo recibida por un enérgico abrazo de Rain quien la sacudió con fuerza.

—¡Estoy tan alegre de verte Amy! ¡Te extrañe tanto! ¡No solo yo, todos lo hicimos! — exclamó con emoción—¡Hay tanto que quiero enseñarte!

Edward junto a la abuela de Rain rieron.

—Dale tiempo pequeña, aún deben saludar a los otros— pidió su abuelo brindado una suave sonrisa a los recién llegados.

Edward tomo la mano de su novia y le dio un apretón para que está se alejara un poco de Amelia y le permitiera respirar.

—Los demás están en la fogata.— anuncio Edward saludando a su hermano.

Todos caminaron hacia la fogata, que estaba en el centro de todas las casas.

Amelia infló su pecho con orgullo al ver el buen estado en el que veía a todos a simple vista, pero lo que más destacaba era la gran sonrisa entre todos.

Al llegar Alice fue la primera en lanzarse a sus brazos.

—¡Debes hablarme de como fue Mystic Falls! ¡O como estuvo Florida! ¡Y Londres! — suplico con euforia.

Amelia asintió igual de feliz que ella y fue a saludar a todos los presentes.  Al acercarse a Rosalie y Emmett saco de una bolsa dos frascos.

—Esto es lo que les estaba contando— hablo sin borrar la sonrisa— es una posición de fertilidad. Si están seguros y quieren probar pueden hacerlo, es su desición.

Rosalie abrazo con la mayor cantidad de fuerza que pudo a Amelia.

—Te debo tanto Amy.— susurro Emmett sin saber cómo describir sus sentimientos.

Jasper y Amelia se sentaron en un tronco y tomados de la mano fueron actualizados en todo lo que se habían perdido en aquellos años lejos de su familia.

—¿Y ustedes? — hablo Adrian a un lado de Alice— ¿Que nos cuentan?

Amelia miro a Jasper y se encogió de hombros.

—Nosotros estamos bien— dijo con simpleza— aunque tal vez la próxima vez que nos veamos sea para un evento más grande.

Todos se miraron confusos.

Amelia alzó su dedo dejando relucir un hermoso anillo brillar a la luz del fuego.

Y la tarde se baso en gritos de euforia y alegría.

Amelia río y beso a Jasper.

Ella es feliz y lo sería por mucho tiempo. Quién diría que escapar a ese pueblo fue lo mejor que pudo haber hecho.








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