Capítulo 19: Confiar, Kerim Nostrade

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La vida de los adultos era bastante compleja, debía de admitir que prefería ahorrarse las molestias de tener que experimentar tantas emociones. Su papá lo crió de la mejor forma posible, le gustaba el ritmo de vida que llevaba junto a él. Tenía sus pros como sus contras, pero de igual manera estaba bien, el vínculo que tenía con su papá era tal que... Solo él podría saber con exactitud todas las facetas del mayor.

Si bien, su padre se comportaba casi las 24/7 como alguien arisco, serio y frío. Sabía que no era realmente así su personalidad y por eso mismo, se llevaba mejor con él. Kurapika era una persona, que no se quedaba callado cuando algo le desagradaba o no, daba a conocer su punto de vista y era fiel a lo que creía sin importar lo que dijeran los demás de él. Por su puesto, misma personalidad, logró hacerse de varios aliados y algunos enemigos también, no era una persona hipócrita... Detestaba la intolerancia, la gente superficial y para nada profesional, sin nada verdadero que ofrecer. Kerim quedó impresionado por esta razón, nunca se quejó cuando su padre estaba en labores de trabajo, lo cual era muy seguido. Llegaba a ver con suerte unas cuantas escasas veces al día y cuando el rubio mayor se hacía finalmente un tiempo para él. Trataba hacer que su hijo no se incomodarla con su porte de rígido y hablar con él de vez en cuando. Kurapika no mostraba mucho contacto físico con él, solo cuando estaban a solas y le revolvía el cabello o le contaba alguna que otra historia, después... Seguía con lo suyo.

Kerim no tenía problema alguno con eso. Su papá siempre fue un hombre muy ocupado, aún más cuando tenía que atender asuntos del Zodiaco y del bajo mundo. Administrar los bienes de su abuelo, lo tenía atareado y pocas veces lo veía dormir correctamente.

— ¿Papá? —dijo sonriente llenado a su despacho, para verlo dormir con el rostro pegado al escritorio. Bajando las cejas, el pequeño fue hasta él y con el saco que este tenía reposado en su sillon de cuero, se lo puso como si fuera un manto— buenas noches papá —susurró y se fue de ahí, cerrando la puerta sin hacer ruido.

Una vez, había roto el celular del materializador por accidente. Su mamá decidió adoptar a un perro husky siberiano para que juegue con él, se lo dio de regalo en Navidad junto a su abuelo, para aquel entonces tenía 5 años. El can era cachorro pero muy travieso, tampoco lastimaba a nadie, aunque Kurapika no parecía estar muy conforme con ello, ya que Kerim era un niño pequeño y tener una mascota carriaba mucha responsabilidad. Pero lo aceptó.

— ¡Espera... Storm, espera! —corrió tras el pequeño can, que se metió a la oficina de su padre a hacer de las suyas— Oh no —llevó sus manitas hacia su cara con horror— Storm malo, detente. Papá se enojará con nosotros —exclamó en tono de orden, pero sonaba muy tierno para ser tomado en serio por el cachorro.

En ese momento, el pequeño siberiano, se subió al escritorio botando los bolígrafos, hojas importantes y... ¡El celular de su papá!. El aparato cayó al suelo, rompiéndose al instante, Kerim entró en pánico, recogió lo que quedaba del móvil y trató de buscar pegamento (aunque le daba asco tocar pegamento). Cuando escuchó pasos, fue demasiado tarde, Kurapika llegó.

— ¿Q-Que...?, ¿Qué pasó aquí? —en shock, Kerim pegó un ligero salto sin poder ocultarlo— ¿Kerim?

— A-Ah... Hola, papá ... —moviendo sus violetas iris, sonrió nervioso— fue un accidente, Storm se subió a tu escritorio y lo votó sin querer —tanto el can como el niño, pusieron cara de pobres angelitos. Kurapika suspira y con seriedad camina hasta el menor.

— Vete a tu habitación, hablaremos de esto más tarde —comandó el usuario de las cadenas. Kerim se puso erguido y dejó los restos del celular en el escritorio, con cuidado.

— Si, señor —murmura apenado y se va a su habitación. El Kuruta mayor ve a su hijo irse y luego mira al perro.

— Lo mismo va para ti —le dijo al cachorro de forma seca. El pequeño siberiano también se fue lento hacia su casita de afuera.

Ese día, Kurapika le dio unos sermones muy largos. Pero no le gritó ni nada, aunque obviamente estaba algo molesto... Le dijo a su hijo que compraría un teléfono nuevo, pero no quería a Storm jugar en esa área. Debía reconocer, que su papá era intimidante, pese a que parecía una niña.

— ¡Mamá! —exclamó un Kerim de 4 años y medio, mientras abrazaba a su mamá/papá por la pierna izquierda. Kurapika se quedó de piedra y Neón estaba que se reía por dentro.

— No Kerim, no soy mamá —con un tic en la ceja— ella es tu mamá —mira a Neón fugazmente y luego al niño— yo soy tu papá

— ¿No eres una chica? —ladeó la cabeza con inocencia.

— ¡No! —indignado, Neón no aguantó y empezó a reír escandalosamente. Kurapika renegó entre dientes, agarrándose el puente de la  nariz, el pequeño Nostrade parpadeó varias veces— verás. Yo soy un hombre, tu mamá, es mujer...

— ... Oh, osea, ¿no son dos mujeres... una más femenina que otra?

Kurapika se cruza de brazos, con firmeza— No Kerim. No soy mujer, soy hombre... justo como tú, ¿está bien?

— Está bien, señor —dijo este último como soldado y para tratar de convencerse a sí mismo que era varón.

Sabía que cuando fuera una emergencia, Kurapika siempre iría a verlo, respondería sus dudas de infante lo mejor que pudiera, intentaría hacer algo juntos cuando tuviese tiempo.

— Nos vemos, Kerim Leonard Nostrade —se despidió una linda niña de cabello oscuro y ojos color azules. La pequeña se acerca a él y le da un beso en la mejilla, antes de correr por los pasillos de la mansión y sujetar la mano de su padre. Un hombre de negocios que llegó ese día para tener una reunión con Kurapika.

Kerim se quedó estático. El rojo en sus mejillas crecieron a tal punto que parecía un tomate echando humo y sus iris violetas, se tornaron escarlata. A Kerim le ponía muy nervioso el contacto con cualquier fémina, pero esa niña era muy linda. Lo cierto, es que al mini rubio de 6 años en esas fechas, siempre le llamó la atención las niñas de cabellos oscuros o negros.

— U-Una niña me besó —rojito. Kurapika llegó hasta él y al ver el rostro de su hijo colorado, se puso a la altura de este.

— ¿Qué sucede, hijo?

El aludido voltea lentamente y repite como robot ruborizado— esa niña... Me dio un beso en la mejilla... —el cazador de listas negras, sonrió sin abrir los labios.

— ¿Si?, ¿Y que piensas de ello?

— Papá... Creo que me gustan las niñas morenas —confesó volviendo a mirar la limusina del sujeto con la niña pelinegra, irse de ahí.

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Pero cuando papá no estaba, mamá llegaba para torturarlo.

Awww tan guapo mi príncipe, serás un rompe corazones —aduló la pelirrosa. Terminando de hacer el lazo de la corbata de Kerim, era un traje negro con corbata azul. Su color favorito (curiosamente, era el color favorito de Paladiknight también)

— Mamá, no quiero ser mal niño. Pero... ¿Por que quieres que me vista así? —ofuscado, El de ojos violeta cuestiona el comportamiento de su progenitora.

— Tendremos una reunión con mis amigas, sus pequeños hijos irán. Y mi pequeño príncipe no puede quedar fuera —explicó Neón. Kerim sentía que la corbata lo asfixiaba.

— Es que... No quiero ir. Los niños de mi edad me desagradan, se creen mejor que otras personas. El que hayamos nacido con dinero, no significa que debamos portarnos mal con la gente que no tiene —frunció el ceño. Neón dejó lo que hacía para verlo.

— Lo sé, pero... Al menos trata de convivir un poco con ellos, se que está mal su forma de ver las cosas cielo. Pero aún son pequeños, podrían cambiar más adelante, ¿no? —alzó sus hombros de forma tranquila— siempre estás aquí con nosotros. No hablas de alguien de tu edad, aunque sea para jugar un rato. Hazlo por mamá si no quieres por ti, ¿si?

El rubio menor, suspira con aburrimiento. Luego de unos minutos, se encontraba escondido detrás de Senritsu.

— ¿Kerim-Chan? —lo vio Senritsu con diversión— ¿Qué haces ocultándote así pequeño?

— Senritsu-San, no quiero ir a la reunión de las amigas de mamá —imploró— por favor, ocultame

— Oh vaya. Pero Kerim-Chan. No deberías hacerlo, no está bien ocultarse de mamá, ¿sabes?; Las reuniones suelen ser agradables, además, por lo que tengo entendido, las amigas de la señora Neón tienen hijos de casi tu edad también.

— No quiero solci-socializar con nadie de mi edad, me siento más cómodo hablando con personas adultas. Percibo más compresión por parte de ellos por alguna extraña razón y me parece bueno

Senritsu rio delicadamente.

— Ahí estás jovencito —la voz de su madre, lo hizo sobresaltar, girando lentamente hasta ella— Hola Senritsu —saludó sonriente la pelirrosa, la cazadora de música hizo una reverencia.

— Buenas tardes, Señora Neón. —respondió amablemente.

— Ahora tu, pequeño rebelde. Vienes conmigo —tomó a Kerim de su manito. El rubio más pequeño miró a Senritsu buscando ayuda con la mirada.

— A-yu-da-meeeeee... —al doblar la otra esquina, la de cabellos grises dejó caer una gota de sudor por su nuca.

— Je je je, digno hijo de Kurapika— movió su cabeza, agraciada.

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Después de haber estudiado por online y cumplir con sus tareas. Jugó un rato con Storm en el gran jardín y luego se dio un baño, el día de hoy, como la mayoría de ellos... Kurapika estaba muy ocupado y llegaba tarde. Habían veces donde lo esperaba despierto en su cuarto, otra veces no lo hacía por que se quedó dormido.

Está vez, estaría despierto, cuando escuchó la puerta abrirse, vio a su papá asomarse con cautela.

— Kerim, deberías dormir. No es necesario que me esperes—aconsejó de manera paternal.

— Está bien papá, no tengo problemas al hacerlo —contestó feliz de verlo. Kurapika entró y tomó asiento junto con él en la cama.

— Lamento no estar presente todo el tiempo, las cosas que debo hacer son de suma importancia. Se requiere de mis habilidades para ciertos trabajos y los papeleos que debo de organizar en los Zodiacos requieren mi aporte —contó el Kuruta mayor. Su primogénito con un asentimiento comprendió— ¿deseas hablarme de algo?

— ... Bueno, si —mira sus propias manos y luego mira a su padre— papá... Eres increíble, eres un cazador muy fuerte, un zodiaco excelente y mafioso reconocido y respetado —el aludido tensó los labios ante ello— pero... Estás cansado. ¿Verdad?

— Yo estoy bien —se negó.

— No lo estás, te quedas dormido en momentos que no deberías. Y a veces te olvidas lo que haces, no duermes seguido... Te estresas mucho y andas algo gruñón —sonrió avergonzado.

Ante estas palabras salidas del menor, Kurapika desvió la mirada, algo afligido por el detalle. A su hijo casi nada se le escapaba, a veces tenía un serio problema con su atención tan prominente hacia él.

— Tratare de darme más tiempo de descanso —concedió.

— Me parece bien —contento, el rubio de ojos grises, volvió a ver a su copia de iris violetas— ¿Papá?

— ¿Hm?

— ¿Tú confías en mí?

La pregunta lo sacó de lugar.

— Por su puesto que confío en ti, Kerim. Eres mi hijo —respondió con honestidad y transparencia, el usuario de las cadenas.

— Somos amigos entonces, puedes confiar en mí y contarme cosas super secretas —extendió su puño— lo vi en una película de vaqueros del abuelo Light

Con una suave risa, el Kuruta mayor chocó el puño de menor tamaño con gentileza.

— De acuerdo. Amigo —habló.

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Enojado, se sentía enojado con su padre, pero sobretodo consigo mismo. Jamás antes le recriminó nada, ni cuando estaba metido en sus asuntos, cuando tenía que viajar a zonas diferentes para sus misiones, encargos, etc. Él jamás le refutó nada, es más, algún día si fuera grande, le gustaría ser igual de importante que él. Obviamente su sueño no sería ser un cazador, quería ser un gran arquitecto y diseñador de interiores. Narumi-San lo alentó a seguir con ese sueño ese día de la cena cuando le ayudó a escoger un color para el cuarto de la hija de Leorio-San.

Pero quería ser alguien capaz de enorgullecerlo, demostrarle que aunque fuera un arquitecto, nunca abandonaría sus entrenamientos para ser un usuario Nen fuerte para protegerlos. Quería cuidar de su familia así como su padre lo hace, lo único que deseaba y le pidió a su progenitor... era que confiara en él.

Cosa este no hacía. Dio por sentado que su padre en serio lo tomaba en cuenta, aunque sea un poco, que si lo consideraba como alguien importante y hasta le dijo el domingo de regreso al departamento, qué estaba orgulloso de él.

Fue mentira...

Papá nunca creyó en mi, papá no cree que soy confiable.

No tenía nada en contra de que su padre amara a alguien más que no fuera su madre. Incluso si fuera otro hombre, después de todo, desde que conoció a Leorio, Kerim por alguna razón desconocida, deseaba que viviera con ellos dos juntos.

Estaba mal desear eso. El medico tenía una familia, y a pesar de que era feliz, le daba curiosidad el como sería Leorio como su papá también.

Pero, como el viento se llevaba las palabras dichas a la nada. La confianza de su padre a él, era nula. ¿Por que no le dijo que ellos habían sido pareja antes?, él... Habría estado contento de saberlo. Sin si quiera darse cuenta, abandonó su estado de Zetsu e incrementó de golpe su aura. Kurapika, Gon, Killua y Alluka se levantaron de donde estaban para ver el pasillo.

Kurapika instantáneamente la reconoció y no supo cómo reaccionar ante ello.

Kerim se acaba de dar cuenta.

El joven Freecss y los hermanos Zoldyck. Permanecieron estáticos estando de pie, Gon parpadeó sudando frío, viendo de reojo a su amigo rubio quien aparentaba una tranquilidad muy grande, pero conocía muy bien los diminutos gestos de preocupación y aceleración. Alluka vio con aflicción al infante quien salía de su escondite con el semblante perdido en quien sabe que. Con el escaso tamaño de sus pies, el heredero Nostrade avanzó hacia los más grandes, viendo a su papá fijamente. El materializador se mantuvo centrado en la presencia de su hijo situado justo frente suyo, Killua observó en silencio al niño y luego al rubio de las cadenas.

— Buenas noches, papá —saludó para nada animado.

— Buenas noches, Kerim —contestó por inercia, buscando un indicio de reproche en el comportamiento tan seco de su primogénito al saludarlo.

— ¿Dónde está Leorio-San? —preguntó fijando sus iris violetas en Gon.

— Dijo que tenía que atender un asunto en casa y luego vendría —sonrió el moreno peli verde— Descuida, a veces va a verla por lo del embarazo.

— Comprendo —asintió varias veces.

— ¿No irían con él a su casa? — Cuestionó Kurapika, sin poder evitar el ligero interés en el asunto.

— ¡Si!, No es necesario preocupase por ello. Luego de que las cosas van en orden, Leorio-San regresa y nos lleva a todos en auto

— Hm... —

— Pero a juzgar por el tiempo que se va demorando... —mira en su celular, la hora exacta. 8:55 pm— creo está explorando "jardines secretos"

El Kuruta mayor no fue capaz de ocultar su desagrado ante las palabras del albino.

— Suficiente Killua, entendimos —espetó con brusquedad.

Killua con cara de gato de no haber hecho nada, rodó los ojos, fingiendo no saber algo en absoluto. Gon y Alluka se incomodaron un poco por la faceta hostil de Kurapika ante la sugerencia del Zoldyck.

— Papá, quiero irme a casa —interrumpió el menor con dicha atmósfera, Kurapika fijó sus orbes grises en ella.

— Vamos entonces —ordenó— es un gusto haberlos visto de nuevo. No sé metan en problemas y... Espero verlos pronto, en una mejor situación —se despidió serio.

—¡Por su puesto Kurapika! —exclamó la pelinegra, con cariño— te queremos mucho

— Nos vemos Kurapika, no olvides escribirnos o llamarnos de vez en cuando ¿si?. Aunque tenemos que ponernos al corriente —se despide con positivismo.

— Por su puesto —con una fugaz sonrisa, movió lentamente su cabeza de arriba a abajo.

— Baka, Kurapika estará aquí en el tiempo que dure su misión. ¿Cierto? —poniendo sus manos en cada lado de su cintura en modo de jarra.

— Así es —aceptó.

— ¿Lo vez?, No hay que ser dramáticos todavía —

— ¿Quieres decir que luego te pondrás dramático cuando se vaya? — arqueó la ceja, en modo de burla, el resto también.

— Woah, ¡Baka! —desvía la mirada, los demás rieron por lo bajo— bien bien, ya dejen de reírse tontos —revuelve su propio cabello blanco— pero como dijo este bobo, rubia. Tenemos mucho de que hablar aún, no te librarás de nosotros tan fácilmente —Kurapika lo ve con desdén.

— Veo que aún no se te quita la costumbre de decirme así —dijo con desagrado ante el apodo. Killua alza sus hombros juguetón— hasta luego... Kerim —con un movimiento de cabeza, indicó a Kerim que lo siguieran, la menor de los Zoldyck movía su ambos de un lado a otro. El rubio más pequeño siguió a su padre.

Cuando ya no vieron al Kuruta con su hijo en su campo de visión. El moreno de ojos miel, habló autómata:— Kerim escuchó todo, ¿cierto? —

— Seeee —resoplaron al unísono, los hermanos Zoldyck.

— ¡Douh, pero que gran lío! —llevo su mano derecha hacia su nuca, se lamentó Gon.

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Ambos Kurutas ya en el auto, se limitaban mirar al frente. Kerim no hablaba nada en absoluto y Kurapika estaba más ansioso por el silencio sepulcral de su hijo. Había escuchado, era más que obvio, el tema de a partir de aquí, sería el como explicar todo el enredado de siete largos años e incluso los primeros, cuando Leorio y él, solo eran amigos, sin ningún otro tipo de clasificación de por medio.

Otro golpe bajo para él, de eso no cabe duda.

Mientras más se empeñaba en dejar enterrado su pasado con el joven médico. Más ocurrían cosas que lo dejaban al interperie, cansado de la nula comunicación con su hijo, Kurapika frunce el ceño.

— Lo que quieras decirme, habla ya. No te guardes nada, lamentablemente escuchaste, ahora simplemente dime lo que quieres saber... —lo ve un segundo, de costado— y no te atrevas a decir que no escuchaste nada. Abandonaste el estado de Zetsu y sentimos tu aura

El niño apretó el cinturón de seguridad, acomodado encima de su pecho.

— Eres un mentiroso —murmura con la voz apagada. El contrario lo mirada de golpe y detiene en seco el auto, haciendo sobresaltar al menor.

— Repite eso ahora mismo, Kerim —empezando a cabrearse ante la manera de como su descendiente se refería a él.

— Dije... —sus manitos se aprietan más, levanta la cabeza mostrando sus iris violetas, ahora teñidos en rojo escarlata— ¡Eres un mentiroso!. Me mentiste papá, me dijiste que confiabas en mí y es falso.

— ¡Deja de decir estupideces, Kerim!. ¡Yo confío en ti! —replicó alzando el tono de su voz— ¡No vuelvas a hablarme así!

— ¡No!, ¡Basta de eso, papá!, ¡Basta! —euforicó, no retrocedió, aunque por dentro, tenía miedo del enojo de su padre. Pero no... esta vez no— No es seguro que hagas esto Kerim, quiero que tengas cuidado Kerim, te enseñaré a usar el Nen pero aún así deberé de cuidarte, Kerim. Yo no quiero más esto, es... es una tontería, no quiero que me protejas, es más, ya ni si quiera sé si realmente me quieres como tu hijo o solo soy una mascota que debe aprender y ser como tú. ¡No quiero ser tu copia¡, ¡no quiero ser tu sombra!. ¡NO QUIERO SER UN MENTIROSO COMO TÚ...!-

El gritó acabó siendo interrumpido en seco, un puñetazo limpio cayó en la mejilla blanquecina del infante. Los dedos temblorosos del menor, se acercaron lentamente hacia su propia mejilla, sollozó en silencio ocultando sus ojistos en el flequillo rubio. Kurapika quiso matarse en cuanto lo vio a sí, tembló, tembló como nunca antes lo hizo. Su corazón se le partió al ver a su pequeño... Su niño...

Su niño estaba llorando por culpa suya.

Las palabras ni salía, estaba hueco y no sabía que decir o hacer. Sus ojos al igual que los de su hijo estaban rojos, no obstante, el tinte rojizo una desapareciendo— Ke-Kerim yo ... —

El nombrado, desabrochó el cinturón y abrió la puerta del auto.

— ¡Kerim! —Cuando iba a bajar para seguirlo, notó que el menor solo iba a la parte trasera de los asientos, abrió la puerta y se sentó ahí, abrazando sus piernas, flexionadas contra su pecho.

Con un mal sabor de boca, vio con arrepentimiento al más pequeño. Dio la espalda y arrancó de nuevo.

¡Maldita sea!.

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— Kerim-Kun se dio cuenta de que Leorio-San y Kurapika eran pareja. Me pregunto si él hablará con su hijo de esto con más calma —reflexionó con pesadumbre, la pelinegra.

— Y que lo digas Alluka, básicamente Leorio y Kurapika siempre se meten en problemas, aún peor que nosotros. A veces pienso que somos los mayores aquí —rió a penas el joven Freecss.

— Sinceramente, creo que no será una conversación amena. —dijo Killua irrumpiendo el palabrerío de los otros dos.

— ¿Qué quieres decir hermano? —demanda curiosa la menor.

— La cara que puso Kerim, era la misma de Kurapika cuando no está en sus cabales. Era de esperarse —negó con la cabeza— no por nada es hijo suyo, probablemente estén teniendo una conversación no tan amigable entre padre e hijo

— ¿Quieres decir que posiblemente estén discutiendo? —adivinó Gon, seriamente.

— Posiblemente —

— Apenas hemos llegado y pocas son las respuestas que hemos obtenido, Kerim no habló con nosotros además de los asuntos de su escuela, aficiones y juegos favoritos. Pero nada más, no tocó tampoco el tema de sus padres o como a visto la relación de Leorio y Kurapika estos últimos días —torció la boca el moreno Intensificador, toma asiento un poco triste por sus amigos— Me gustaría que todos estemos bien, aún cuando ellos lograron salir vivos del viaje al continente oscuro, siguen teniendo sus líos

— A mí también me gustaría —concordó Killua, sentándose a su lado— ni si quiera tuvimos tiempo de decirle sobre nosotros

— Je, es verdad. Será mejor que lo hagamos cuando las cosas se calmen un poco o si no. Antes de que nos vayamos —deseó con convicción.

Alluka quién estaba sentada frente a ellos primero, añadió:— No olviden que aún da para más. Ustedes me contaron sobre el como seguramente Kurapika traicionó a Leorio justo un día antes de su boda. Quiero decir... ¿No les parece extraño que Narumi-San haya llamado a Leorio-San temprano, para hablarle extraña como dijo él?

— ¡Tienes razón Alluka! —vociferó Gon, poniéndose erguido sobre el sillón de espera — ¿Será que descubrió algo cierto?, De otra manera, Leorio no habría salido antes y demorar tanto en venir por nosotros o llamarnos incluso

— Puede que si, puede que no. Recuerden que Leorio siempre ah sido precupadizo con Narumi, está embarazada y según tengo entendido, los cambios hormonales en las mujeres embarazadas es más complejo —llevó un mano en su mentón, algo pensativo— podría ser una opción, y aunque me encantaría inclinarme ante esa idea... Si es lo que Alluka dice, no sería descabellado —aprieta la mandíbula— ¡Demonios!, Deberíamos advertirle a Leorio de esto

— ¿Cómo podríamos advertirle de algo así y omitir lo de Kurapika en el proceso? —cuestiona el peliverde— no me gusta ocultarle nada a mis amigos. No lo veo correcto solo decir lo que queremos y dejar lo otro para después

— ¡Baka! —le llamó la atención— no estoy diciendo que le mintamos, tendríamos que posponer otra verdad, están ligadas pero a la vez, es un tema desunido de momento

— No podemos simplemente mentirles, Killua. Leorio a estado mal parado todo este tiempo, quería una explicación por parte de Kurapika ese día y él nunca se lo dio —frunció el ceño— ahora que tenemos la oportunidad de poder ayudarlos, ¿le mentiremos?

— Escucha, no me siento mejor que tú por esto. ¿De acuerdo? —retomó la palabra— Pero piensa un poco, es decisión de ellos solucionarlo. Que el viejo aún no sé a dado cuenta, es por que a estado demasiado ocupado, el regreso de Kurapika no lo ha hecho sentirse mejor y a penas pueden llevarse con un dudoso respeto solo por estar Kerim y nosotros presentes. ¿Pero qué crees que pase si se entera abruptamente de lo que Kurapika le pudo haber hecho?

Gon guardó silencio y al darse cuenta del punto de su novio. Bajó la mirada con impotencia.

— Leorio sufriría... —responde con enojo de no poder ayudar a su amigo médico.

— ¿Comprendes? —dijo en tono amable— Ninguno de nosotros queremos verlo abatido como ese 23 de Junio— ellos deben arreglarlo, la única persona que puede decirle la verdad, es el propio Kurapika. Debemos respetar eso

— Lo siento —suspira el hijo de Ging— es que... Me siento tan impotente, Leorio siempre estuvo ahí para nosotros, casi se postuló para presidente de la asociación solo para tratar de ayudarme esa vez. ¿Recuerdas? —Killua sonrió y Alluka también— Siempre vimos a Leorio como un hermano mayor, como un padre también y me siento culpable por no decir nada

— Descuida Gon, solo tengamos confianza en que Kurapika encuentre rápido la respuesta real a sus problemas y le diga la verdad a Leorio-San —alentó la ojiazul— Solo espero que... Esa verdad, no sea contada por la persona incorrecta —

Los dos jóvenes, asintieron pensativos.

— ¡Llamaré al Viejo, tengo hambre! —saca su teléfono con cara de gato gruñó y lo llama.

•••••

Juntos alcanzaron el clímax, el sudor y las caricias acompañadas de susurros amorosos, nunca se quedaron atrás. Leorio besó esos dulces labios rosa pastel, perdiéndose en la suavidad que esa mujer era capaz de profesar, las hebras castañas eran rebeldes y desparramadas sobre la superficie blanda de la almohada, Narumi acarició con romanticismo la ancha espalda de su marido, enmarcando con sus finos dedos, cada excitante músculo a su paso. Cuando separaron sus bocas, se vieron fijamente a los ojos. El pelinegro admiraba la belleza femenina más de cerca, algunos cabellos permanecían pegados en su frente debido al sudor de la reciente actividad pasional, Narumi tenía la magia de derretir su alma con pequeños besos y llevarlo al paraíso sin la necesidad de morir, su manera de mirarlo, la voz tan tierna que usa al pronunciar su nombre. Ella era una persona estupenda y capaz de hacer el amor con tanto sentimentalismo de por medio que... era imposible no sentirse amado por ella, no solo era el placer sexual, si no, el espiritual. La castaña le daba ese amor puro y ese entendimiento que nadie logró darle, ni si quiera él.

Kurapika y Narumi son diferentes, probablemente tengan algo en común como lo es, ser fieles a sus ideales y luchar hasta conseguir lo que desean. Aunque uno lo hacía más sano que el otro, pero de ahí en adelante, obviamente eran distintos y aunque sus sexos sean diferentes y tenía mucho que ver, era en cuanto a actitud y la manera en que hacían las cosas, que podías notar lo distintos que llegaban a ser.

Narumi era decidida.

Kurapika igual.

Narumi no se dejaba vencer tan fácilmente.

Kurapika tampoco lo hacía.

Narumi no tenía problemas en amar con soltura y dar su corazón a quien lo merezca.

Kurapika en cambio, se negaba a ser feliz por querer castigarse así mismo y despreciando su propio ser.

— Leorio... —lo llamó, sacándolo de su propio trance— ¿Me amas?

Parpadeó varias veces, complemente perdido en la pregunta siendo dicha tan de repente. Con terneza, pasa su pulgar izquierdo en la mejilla de la mujer, contemplando el destello de inocencia. Kurapika fue su más grande amor durante sus 19 años en adelante, hasta que el rubio decidió darle fin a todo ese 23 de Junio hace siete años. Narumi, fue su mejor amiga en la universidad, se convirtió en su novia un año después de que el cazador de listas negras se fuera de su vida. Para luego convertirse en su esposa algunos meses después hasta ahora.

¿Que si la amaba?.

Ella era su esposa, la madre de su futura bebé, sus dos mujeres preferidas estaban a su lado. Narumi le dio todo lo que alguna vez buscó en Kurapika (aún sabiendo que sería inútil), y no se refería a que quedara embarazado, de igual manera hubieran adoptado, pero no. Lo que él se refería, es que siempre buscó compartir su vida junto a la persona que le robó el corazón sin miramientos y sin esperarlo, que fuera capaz de aceptarlo y enfrentar juntos lo que se viniera en contra. Despertar cada mañana y compartir un buenos días en la cama.

Él erróneamente buscó en el Kuruta, un sueño que jamás se haría realidad. Y pecó por ello.

¿La amas a ella?.

Muy despacio, besa sus labios una vez más, cerrando los párpados un instante, antes de abrirlos y separarse un poco.

Narumi, es mi esposa. La madre de mi hija... Ella es mi mujer.

— Te amo —susurra a milímetros del rostro de la oji esmeralda.

Satisfecha con la respuesta, Narumi suelta una pequeña risa.

— ¿De que te ríes eh? —divertido.

— Bueno... Me gusta verte así, eres realmente apuesto, ¿sabes? —le halagó su esposa.

— Ah, lo sé nena. Soy tan ardiente que deberían lanzarme un vaso de agua. ¡Estoy ardiendo! —exclamó con un gesto pícaro, Narumi se carcajea un poco golpeado gentilmente su hombro.

— Me gusta verte así, sonriendo —soltó con sentimentalismo. Leorio bajó las cejas.

— ¿Por que lo dices? —ladea la cabeza inocentemente.

— Odio verte triste, ni quiero volverte a ver así nuca más

Sabía a lo que ella se refería.

El mayor suspira gratamente.

— Descuida, tú me salvaste de una versión deplorable y tonta de mi —besa la frente de la muchacha— mientras estés conmigo, tendré buenos días, tardes y noches. Lo mismo va para la pequeña Leoriana

— Tonto, ya te dije que no se llamará así —regañó— pero... Iré mañana a uno de mis controles, espero que me den un cálculo del mes en que podría nacer nuestra bebé. Según eso, le pondremos un nombre

— Sigo pensando en que es mejor que yo te haga el control—hace un puchero, el emisor.

— Te distraerías al hablar de su futuro y el como espantarías a sus pretendientes —entre cerró los ojos.

— ¡Pero debemos cuidar a la princesa de cualquier mocoso importuno! —ofendido, Narumi rueda los ojos agraciada.

— Poooor su puesto. A es cierto, después de ir al control, tengo que hará algo

— ¿Uh?, ¿A dónde?... ¿Irás a la escuela? —preguntó preocupado— recuerda que estás gestando, cariño. No quiero que te exijas demasiado, la pequeña estaría abrumada

— Descuida, yo... Saldré un rato a casa de Danna, hace mucho que no converso con ella y solo lo hacemos por teléfono.

— Oh, está bien —asiente tranquilo— pero si tienes un problema, me llamas, ¿si?

— Claro

— ¿Narumi?

—¿Si?

— ¿Por qué me hablaste tan extraña por teléfono esta tarde? —se atrevió a preguntar. La espina de la duda no se había ido del todo, la vio estremecerse ligeramente ante la pregunta, Leorio intuyó que algo andaba mal.

— Oh, pues... Fue por qué estaba viendo una película y me puse sentimental, nada del otro mundo —mintió, le da un corto beso.

Leorio obviamente sentía que eso no era del todo correcto, algo le decía que no. No obstante, no insistió y aunque lo hubiese hecho, de igual modo sería interrumpido por el sonido de su teléfono.

— ¡Diablos, me olvidé de los chicos! —Narumi igual se sobre exaltó, el pelinegro contesta— ¿Killua?

¡¿Rayos viejo, dónde estás?!. Tenemos hambre, parecemos hermanos abandonados en una clínica

— ¡Lo siento! —se incorpora rápidamente, buscando sus calzoncillos y pantalones— vine a ver si Narumi está bien, se los había dicho antes de irme —levanta sus boxers hasta su debido lugar, luego prosigue con los pantalones de vestir.

Si, pero parece que te hubieras ido a comprar cigarros —refutó haciendo una boca de pescado— cuando quieras "romper la piñata" de Narumi-San, avisa la próxima vez y te esperamos mientras comemos algo.

— ¡Cállate enano!, Dije que lo sentía ¿ok?. Voy para allá... Espera —sonrojado hasta las orejas, detuvo su accionar de ponerse ahora la camisa— ¿No se supone que Kurapika los traería y se iría con Kerim? —estando de espaldas, no notó cuando Narumi desvió la mirada con seriedad al escuchar su nombre.

Seeee, bueno... Debemos de hablar sobre ese "pequeño detalle" cuando vengas aquí —bufó con desinterés.

Leorio quiso darse un golpe en la frente.

¿Ahora que diablos pasó?.

— Ok, ahí voy —se abotona la camisa. Una vez ya vestido o al menos ya más o menos completo, le dio un beso en los labios a su cónyuge— vuelvo pronto con los enanos, ¿Si?

— Por su puesto, amor —sonrió gentil.

•••••

— Al menos ya viene para acá —cerró la pantalla de su teléfono, para después guardarlo en su bolsillo.

— ¿Tendremos que decirle sobre que Kerim sabe la verdad primero? —consultó Alluka.

— Si —confirmó Killua.

— Se que es un mal momento para ello. Pero por alguna razón, se me vino a la mente ese vídeo meme que me compartiste el otro día Killua —habló el peli verde.

— ¿Cuál de todos? —confundido.

— Ese que dice: Ese compa ya está muerto...

— ¡No más no le han avisadooo...! —terminaron Gon y La menor de los Zoldyck en coro.

Con una gota de sudor, el albino movió su cabeza de un lado a otro con resignación.

•••••

Apagó el motor con una mirada seca, mientras veía por el espejo retrovisor, al menor que no reparó nada en quitar el seguro y bajarse del automóvil, cerró la puerta sin tirarla. Aunque por muy furioso y triste se encuentre, el auto no tenía la culpa. Kurapika decaído, bajó a la par viendo al niño esperar a que acabe de asegurar las puertas del vehículo. Una vez el rubio mayor se giró hacia el contrario, prácticamente Kerim corrió hacia el elevador.

Un doloroso suspiro abandona los labios del Materializador.

Optó por dejar que subiera él solo en el estrecho lugar metálico mientras subía al por las escaleras, una vez llegó al lugar de las habitaciones, el Kuruta vio la puerta entre abierta y un poco movido el tapete. Kerim había tomado la llave de repuesto escondida de ahí, no era necesario romperse la cabeza para darse cuenta que el niño se encerró a su habitación, como si estuviera en el mismo desierto, se sintió vacío y cada vez más atrapado entre su propia infelicidad. No era capaz de mantener la calma ni con su propio hijo y terminó por herirlo física y emocionalmente por no saber controlar su rabia. Con brusquedad, golpeó su frente, deslizando con coraje su mano hacia sus rubios cabellos. Apretó sus párpados percibiendo la poca capacidad de exhalar aire debidamente, quería llorar, gritar. Lanzar cualquier maldita cosa contra la pared, dejando al interperie su aberrante alma.

Con pasos firmes pero vacilantes, se situó frente a la puerta ahora cerrada de la habitación de su hijo. El flequillo dorado y casi desgastado, cubrió sus ojos grisáceos con amargura infinita y desolación, depósito la parte delantera de su cabeza en la puerta.

— Kerim... Yo... —la garganta le pesaba más que cualquiera de las otras veces. Un inútil, eso era, no capaz de cuidarlo como era debido

— No quiero hablar contigo —dictó ásperamente el menor, al otro lado.

Miles de cuchillas producidas por el desencanto y el desprecio, se alojaron con brutalidad contra su corazón. ¿Así se sentía ser despreciado por tu sangre?.

— ... Lo siento —abrió un poco los labios para continuar— no quise golpearte. Lo... Lo lamento, no sé ni si quiera que hacer conmigo mismo. No te odio, si eso es lo que piensas, tampoco se trata de que no confíe en ti —quería buscar las palabras correctas para dirigirse a él. Después de todo es un niño, su peor error era a veces, pensar que tenía su misma mentalidad que cuando tenía 12— no sé qué decir realmente para que me creas... Yo...

Mierda, ahora que más deseaba con todo su ser decir algo. Simplemente no ocurría nada, estaba en blanco.

Kerim desde el otro lado, estaba recostado en su cama con su barquito de juguete y el frasco con el barco de oro que le dio Leorio como obsequio. Mirando fijamente sus artilugios, anhelando encontrar confort en esas piezas sencillas.

Entre cierra sus párpados, mostrando los iris violetas, en un gélido semblante. Callado y silencioso, tenía sueño, le dolía la mejilla, está triste, molesto, quería desahogarse. Pero él era un niño grande, no quería sonar débil. Menos con alguien como su padre.

No en estos momentos.

— Da igual. Entiendo perfectamente como es... —Respondió robóticamente— quiero dormir

Las manos frías del Kuruta mayor, se posaron en la madera de la puerta que lo separaba del pequeño rubio. Podía derrumbar la puerta, pero sabía que sería un salto al vacío hacia el rechazo más grande por parte de este.

Ajustó como mejor pudo su voz y quebradizo, insistió un poco más.

— Kerim, por favor... Ábreme

— Quiero a Leorio-San

El usuario de las cadenas, dejó de apoyar su frente en la puerta, para expresar su desconcierto.

— ¿Q-Que...?

— Quiero hablar con Leorio-San, no contigo —cerró los ojos, mientras una pequeña lágrima abandonó el ojo izquierdo del heredero varón Nostrade, los dedos de la rata del zodiaco. Se contrajeron hasta apretarse contra las palmas de sus ojos. Con la cabeza gacha, se alejó de ahí y buscar asiento en uno de los sillones del departamento. Guardó su pálido rostro entre sus manos, sollozando con el auto desestimación hacia su persona.

Kerim quería a Leorio, no a él.

No era un buen padre.

No era un buen amigo.

No era un buen amor.

Él no era una buena persona.

Era un demonio.

Mejorar y arreglar las cosas, siempre fue tan difícil. Más en estos instantes, donde él ahora más que nunca, representaba lo negativo en la vida de sus seres queridos, era un peso muerto que debía erradicarse. Se convirtió en lo que más odiaba, era un maldito tirano que no le importaba pisar cabezas con tal de tener la razón y hacer su voluntad como le plazca.

Retrocedió cinco pasos, los pocos que logró avanzar y recuperar.

Necesitaba ayuda.

Ayúdame.

Lo necesito, te necesito. Leorio.

Continuará:....

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