Capítulo 5: Recuerdos #1 Entierro

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Era época de otoño en la provincia de Lukso. El paisaje en si, se veía bastante cálido pero fúnebre a la vez; el viento frío llevaba volando encontrar de las hojas de diferentes tonos de rojo y naranja. Kurapika traía un semblante inexpresivo, completamente vacío en si. Después lo que sucedió en el Barco Ballena y su salvaje y sangrienta lucha contra el cuarto príncipe de Kakin, Tserriednich; no había pronunciado ni una sola palabra. Leorio quien estaba con él, acompañándolo a enterrar todos los ojos de su tribu, sabía lo difícil que fue para el rubio soportar una guerra cómo está, donde todos querían matarse entregados, además de que tenía bajó su cuidado a su reina y al príncipe Woble. Lidiar con el Genei Ryodan también fue otro obstáculo de las cuales Kurapika tuvo que ingeniárselas para acabarlos a todos. Sin embargo, no pudo hacerse cargo del bastardo de Chrollo, debido a que Hisoka le quitó ese derecho de asesinarlo con sus propias manos.

Y aunque había deseado recuperar el honor de su gente y había conseguido finalmente vengarlos, aún estaba destruído como persona. Estaba roto, su mente y su alma habían sido corrompidos de tal forma que matar se sentía algo que necesitaba hacer para aliviarse. Cuando llegó a darse cuenta de ello, se aborreció de si mismo, había creado una vida en donde dejar rastros de sangre se convirtió en lo único bueno que podía hacer.

Por qué tenía el conocimiento de que si ya probaste del quitar la vida a otros, entonces será un vicio que despiertes. Un bucle interminable de sufrimiento eterno, donde incluso, sus propias cadenas lo a presaban cada vez.

Tomó la pala y la enterró con fuerza en la tierra, creando un nuevo oyo, justo al lado de un montón de tierra, número 110, habían estado desde la madrugada ahí y Kurapika nunca se detuvo de cavar y enterrar cada globo ocular, no comió o bebió algo en el proceso. Paladiknight estaba impresionado y preocupado por ese hecho, el rubio parecía un muñeco moviéndose con inercia.

Tenía el impulso de decirle que se tuviera un segundo y coma algo y que lo ayudaría a enterrarlos, en realidad, lo había hecho horas antes, pero Kurapika rechazó la oferta sin hablarle, quería hacerlo todo solo. Por esa razón, prefirió no insistirle más.

Ya era las 4:30 de la tarde, de ese viernes, 10 de Agosto.

Leorio nunca se apartó de Kurapika, solo comitnuaba observando su azaña, había estado tan atento al chico de las cadenas, que él también olvidó por completo el comer o beber algo. Lo oyó hablar bajo, era un idioma extraño e inentendible para él, seguramente estaba hablando en su idioma natal. Podía sentir el dolor en el tono con que las pronunciaba.

Su pecho se contrajo por ello.

Quería aliviar su dolor, que Kurapika volviera a sonreír genuinamente que no debía tener por el mañana, él era su mejor amigo y lo ayudaría a superarlo, lo harían juntos. Cómo en los viejos tiempos.

Por su lado, Kurapika se arrodilló lentamente en el suelo, uno, dos, tres, cuatro... Las lágrimas empezaron a caer sin control alguno por su pálido rostro; su mirada perdida y desolada aún permanecía intacta, no hacía ruido alguno. Solo dejaba que cayeran libremente, estaba harto de retenerlas.

El cazador de medicina se alarmó, caminó hacía a el muchacho y se puso de cuclillas, quedando de frente a su costado.

— Kurapika... —lo llamó en un susurro, el rubio siendo consciente de la cercanía de su amigo, bajó la cabeza.

— ¿Por qué estás aquí Leorio? —murmuró de manera casi robótica.

Leorio frunció el ceño ligeramente.

— ¿Bromeas? —aun así, no estaba molesto por la pregunta, pero sí que fue innecesaria— Estoy aquí por qué te dije que te acompañaría en esto. ¿Pensabas que te iba a dejar así?

— Esto no es asunto tuyo —mascuyó ocultando sus lágrimas— no deberías juntarte con alguien como yo. No deberías si quiera considerarme como tu amigo... Si continúas a mi lado, solo te traeré desgracias y es lo que menos deseo ahora

— Deja eso Pika —Leorio relajó sus facciones— se que has pasado por mucho. No me imagino lo difícil que fue para ti vivir todo esto, pero luchaste con todo hasta el final. Cumpliste tu meta para restaurar el honor de tu familia. Eso dice muchas cosas de ti ¿Sabes?

—Pero... Mis manos —Las abrió, mirando sus propios finos y blanquecinos dedos— estás manos antes puras y libres de culpa, ahora llevan el historial de cuántos cuerpos sin vida han dejado a su paso. Sin importar cuanto las lave, la sangre permanecerá ahí —cierra los ojos, aún sin levantar la cabeza— tampoco olvido que por mi culpa Gon y Killua estuvieron en peligro

—Ya vas con eso de nuevo. Eres un idiota —entre cerró los ojos, Kurapika apretó la mandíbula, mirándolo con enfado. Leorio, sin inmutarse, vio sus mejillas húmedas, acunó el rostro del rubio con sus manos, limpiando el rastro de lágrimas— Gon y Killua decidieron ayudarte. Todos quisimos hacerlo, nadie nos obligó. Hubo peligro. Si, pero al final, las cosas salieron bien. Nosotros confiamos en que tú podrías traerlos devuelta, Kurapika, ninguno de ellos está enojado contigo. Te lo aseguro

Ante sus palabras y el toque en su rostro proporcionado por el aspirante a Doctor, Kurapika se calmó lentamente, ruborizándose un poco en el proceso.

¿Cómo hacia Leorio para llenarlo de esta manera?.

No lo sabía, pero amaba eso.

—Gracias... Por todo— susurró un poco más tranquilo, entonces, Leorio lo abrazó.

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Kurapika despertó.

Pero no quería salir de la cama aún.

Quedó un rato observando fijamente el techo de su habitación.

Había sido un recuerdo entre dulce y amargo; cuando Leorio nunca se alejó de él bajo ninguna circunstancia, en vez de eso, estaba a su lado velando por su bienestar. Discutían como era ya una tradición entre los dos, pero siempre había risas de por medio y jugueteos entrañables. Aspiró profundamente. Leorio ahora era diferente, no solo en comportamiento, si no que en su físico; no se había detenido a analizarlo por completo, debido a la conmoción emocional que padeció al tenerlo frente suyo después de años.

Cerró los ojos.

Leorio había desarrollado aún más su musculatura, su espalda era más ancha que antes, sus brazos más grandes... Todo en él había adquirido buen tamaño...

Los colores se le suben a la cara furiosamente. ¿En qué estoy pensando?. Se abofeteó mentalmente.

El joven Doctor ahora era un hombre casado, tenía presente la imagen del anillo de oro en su dedo anular izquierdo, tenía una esposa y una bebé en camino. Tenía su vida ya realizada, pensar en él de esa forma era inaudito, inconcebible e indecente de su parte. Una gran falta de respeto. Dios, el azabache ayer le gritó que no quería hablar con él, que no quería que lo arruinaste de nuevo. Leorio estaba furioso, dolido. Justo como ese día.

— No había algo más importante en mi vida, que estar contigo, Kurapika. En mi corazón solo estabas tú. Te propuse matrimonio y aceptaste, me sentí el hombre más afortunado del mundo —confesó Leorio roncamente— pero cuando luego de horas apareciste y dijiste que no quieras casarte conmigo. Estaba dispuesto a escuchar la razón, pero tú solo te negaste una y otra vez; me di cuenta que en realidad no querías ser escuchado por mí y que hiciera lo que hiciera nunca te haría feliz.

Tenía razón. Toda la razón.

Cuando él se detuvo para escucharlo, Kurapika nunca le dijo nada. No le explicó por qué no quería casarse. Y es que él no podía hacerlo, no se trataba solo de un rechazo a hacia el pelinegro de forma superficial. No rompió con Leorio por qué quiso; nadie a excepción de Serintsu lo sabía, más allá de rechazo hacia sí mismo en negarse a ser feliz por encima de la desgracia de su clan o de que no se sentía merecedor de Leorio, Kurapika había cometido un error previamente en lo que se supone, sería su despedida de soltero.

Cerró los ojos con fuerza.

Esa era la razón por la cual, Neón terminó esperando un hijo de él y lo único que el rubio pudo hacer es aceptar su rol de padre; Kerim no tenía la culpa de nada. Quien estropeó todo fue él mismo, sin segundos ni terceros, sus dudas y el por primera vez en su vida permitirse estar ebrio le pasaron factura.

Por su puesto. Nunca en su vida se arrepentiría de la existencia de su hijo, eso jamás. Pero ahora, el tema aquí era enfocarse como es debido en la misión, con Leorio cerca y fue familia; era más doloroso. Jamás recuperaría si quiera su amistad, sabía que merecería su desprecio. Tampoco quiso tener comunicación con Gon y Killua después de lo sucedido en la boda, había dejado atrás todo lo que tuviera que ver con su nuevo pasado, de hecho, extrañaba también la tan alegre presencia del muchacho de cabello oscuro verdoso y la singular del de cabello blanco. No quería verlos por qué sabría que se rompería en cualquier momento al ver sus miradas de confusión tras su desaparición. Serintsu era la única que hablaba con ellos, lo sabía, pero la cazadora de música nunca le comentaba nada al respecto. Entendía que el rubio no quería más esas turbulentas memorias.

Dejó escapar un suspiro lentamente.

Ya no había tiempo para reclamos, lamentos o llanto. Hoy empezaba con la labor de capturar a ese sujeto, su rendimiento debe estar en óptimo estado.

Salió de la cama y se dio una ducha tibia. Despertó a Kerim para que vaya alistando sus cosas, el menor así lo hizo y luego pasó a darse un baño también. Kurapika se coló una camisa gris claro, pantalones jean negros y suerte negro. Kerim al verlo quiso hacerle honor a su padre y se puso un poncho azul y detalles blancos, cómo los de la tribu Kuruta. Kurapika preparó la mochila del pequeño, sus libros, un cuaderno para dibujar, su barco de juguete... Bueno, Kerim una vez se molestó por qué Kurapika omitió colocar su barco cuando iba a dormir a la mansión Nostrade, con su mamá.

Una vez se aseguró que las cosas estén en orden. Tomó su celular, hizo un gesto un tanto incómodo presionando el botón de llamar.

¿Diga? —cada que Kurapika escuchaba al pelinegro, sus emociones lo atropellaban.

—Hum... Leorio, ya está listo — anunció serio.

¿De acuerdo. Voy por él o vienen ustedes? —preguntó cortante.

—No, lo iré a dejar personalmente — Aseguró con el mismo tono.

Está bien —Finalizó la llama el cazador de medicina.

Kurapika volteó hacia su hijo e hizo un ademán para que lo siguiera. Instantáneamente y con obediencia, el niño rubio lo siguió.

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Leorio madrugó, a pesar de que estaba realmente cansado como para ver por si mismo, no pudo pegar el ojo en toda la noche; colocó su mano derecha en su frente, suspiró pesadamente recordando que quedarse en la cama era imposible, con somnolencia viró hacia un costado mirando su reloj electrónico.

Jueves 5 de Marzo.

Hora: 5:30 Pm

Oh rayos.

Salió de la calidez de aquellas mantas, no sin antes darle un beso en la mejilla a Narumi. Una vez ya duchado y vestido, se dedicó a preparar el desayuno; con las 20 semanas de embarazo de Narumi, no era correcto que ella se encargará de despertarse temprano solo para atenderlo. No quería que ella o su bebé sufrieran de fatiga, los riesgos eran altos si no se tenía el cuidado necesario. Encendió la estufa y preparó huevos fritos con tocino.

Su conversación con Kurapika la noche anterior, fue algo que jamás esperó que sucediera de nuevo, aún cuando sus caminos se volvieron a cruzar. Cuando hubo un tiempo en donde hablar con el rubio se había vuelto uno de sus más grandes sueños a parte de ser doctor, en este presente se volvía algo extraño de considerar.

Un hombre nunca duda, por su puesto. Él no quería ser la excepción, Kurapika era su pasado y si, llevaba dos días enteros repitiéndose lo mismo. Pero de no ser así, acabaría explotando, no tenía ánimos para cuidar de alguien que no fuera su esposa e hija, su deber como padre de familia era muy grande, protegerla y cuidarlas era lo primordial para él; claro que no olvidaba el factor Gon, Killua y Alluka, ellos también son como su familia, como sus hermanitos o hijos mayores.

En su rostro se pintó una sonrisa, pero luego desapareció.

Es cierto, Gon, Killua y Alluka vendrían el Lunes a su casa a convivir como lo hacían cada dos semanas desde que se casó, incluso cuando andaba de novio con Narumi, se andaban colando con la viva excusa de que estaban pendientes que no terminará espantando a la chica. Esos tres eran unos entrometidos, pero los amaba así como eran, por más revoltosos que fueran. Fue una época bastante genial, además de que Narumi y Alluka se ponían a preparar dulces caseros y los muchachos no dejaban de robarse unos cuantos de paso, al final terminaban por meterlo a él también en las peleas de comida, que luego todos ayudaban limpiaban.

No cambiaría eso ni en un millón de años, y menos con una nueva personita en camino.

—Leorio... —escuchar su nombre salir de los labios de Narumi, lo trajo de vuelta a la realidad— ¿Por qué estás despierto tan temprano?

El joven médico se alzó de hombros.

— Al que madruga Dios le ayuda, ¿No? —Entonó, mostrando una de sus mejores sonrisas. Narumi entre cerró sus párpados— ¿Qué?

— A ti te pasa algo —cortó de repente, no estaba molesta ni nada, solo estaba un poco extrañada.

Leorio se tensó, pasó saliva ruidosamente. Si, a pesar de los años, seguía siendo muy malo para ocultar cosas. Aunque no era algo que le gustará hacer precisamente.

—¿Pasar?... No, nada —rió nervioso— No pasa nada, Narumi ja ja ja

—¡Leorio Paladiknight! —se cruza de brazos, Leorio pegó un ligero salto y optó una postura recta, con los brazos muy pegados a sus costados— te conozco muy bien. No creas que no lo eh notado, has estado actuando esto desde que llegaste ayer —dijo con el ceño fruncido para luego suavizar su tono— ¿Pasó algo malo?, ¿Algo en lo que pueda ayudar?

—E-Eh... ¡No! —agitó sus brazos velozmente frente de si— ¿Por qué crees eso?, Estaba muy cansado ayer —enderezó su cuerpo— habían... Muchos pacientes ayer, diferentes casos que atender, claro que pude liderar con ellos. Pero aún se requiere de energía mental y física para ello —sonríe de lado girándose una vez más para servir el desayuno.

Narumi sin despegar su vista de él, toma asiento.

—Mientes —declaró sin titubear. Leorio bajó la mirada, aún sin poder enfrentarla— Dime lo que te preocupa, por lo general eres más activo y tiendes a ser muy entusiasta. Ayer llegaste muy decaído, si fuera solo tú trabajo estarías como nuevo hoy, pero incluso aún cuando ya es otro día continúas forzando una sonrisa. No quiero irme al trabajo sabiendo que te sientes mal

De pronto, tomó una calada de aire y le sirvió el desayuno a su pareja. La tomó de la mejilla y le dio un beso sentimental uno que transmitió su gran afecto hacia ella, Narumi no pudo evitar corresponder. Al cabo de unos minutos, se separan, perdiéndose en los orbes del otro.

— Si, no me sentí como yo últimamente —consefó ya derrotado por la manera tan perspicaz de ser de Narumi—  pero te aseguro que volveré a lo de antes muy pronto. No te preocupes, ¿Si? —juntó ambas frentes. Su cónyuge asintió un poco más tranquila.

Una vez terminó su desayuno, se despidió de Narumi y su bebé oculta dentro del vientre de esta, tomando su auto salió de la casa rumbo a la clínica.

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Aún cerrado, ¿había sido que llegó muy temprano?, Revisó la hora. Eran las 6:23 de la mañana. Bueno, si nos ponemos a calcular Leorio dijo abriría a partir de las 7:00 am lo que significa que demore unos 15 a 20 minutos en llegar mientras se alista y unos 5 minutos adicionales para abrir la clínica a una velocidad considerable. Lo que quiere decir que Leorio madruga.

Apretó los labios ligeramente para tomar su celular y llamarlo. Sin embargo, a medida que buscaba el número, Kerim habló.

— Papá, mira —señaló el menor, Kurapika vio al menor y luego hacia el frente, ajustó su visión lo suficiente para darse cuenta a quien el pertenecía aquel auto azul oscuro— ¿Será el señor Leorio?

— Si, es él —nuevamente, su ritmo cardíaco aumentó de manera acelerada.

Tanto él como Leorio se dieron cuenta de la presencia del otro. El cazador de medicina apagó el motor y pasó a salir del vehículo dejándolo con seguro. Caminó hasta el auto negro del Kuruta con un semblante serio, igual Kurapika, este último también bajó mientras Kerim aún esperaba en el auto.

Observó una vez más, la extraña tensión de ambos adultos darse frente suyo. Su plan de que volvieran a ser amigos comenzaba aquí y no había manera de rendirse ahora.

Además era primavera, siempre lo bueno renace ¿no? Y si eran amigos de verdad, lo volverían a ser.



Continuará:...

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Nota: El recuerdo de Kurapika está situado en la época de otoño como ya se vio. Pero en la fecha actual es primavera.

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