Epílogo

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La mañana estaba muy soleada, más de lo normal. Hacía mucho calor y Adrien buscaba, desde el timón alguna isla o lugar para descansar. Sabía, gracias a Max, que no estaba lejos de Francia, y que por ende, debía haber tierra en algún lado.

- ¡Capitán! ¡Tierra a la vista! ¡Más adelante!- gritó Nathaniel desde la cofa. Se deslizó por los obenques hasta aterrizar en la cubierta.

- ¡Papá!- gritó su hijo. - ¿Ya vamos a llegar?- el pelirrojo le sobó los pelos rubios oscuros.

- Llegaremos a Francia en pocos días, hoy descansaremos en la playa- dijo agachándose a su altura. El pequeño de seis años corrió a avisar a su mamá que salía, tomada de la mano con su hermanita de cuatro años.

- ¡Mamá! ¡Vamos a la playa!- Chloe le sonrió.

- Ya escuché. Ve a sacarte los zapatos que no tardaremos en bajar- el niño obedeció. Celine, la pequeña pelirroja, corrió a los brazos de su padre.

- Mi hermosa, ¿ya despertaste verdad?-

- Quien hubiera dicho que criar a niños en un barco hubiera sido eficiente- suspiró.

- Pues ni tanto, cuando Nathan nació nos quedamos en América mientras que el resto siguió-

- Bueno pues pensé que su primer año de vida debía pasarlo lejos de la marea. Pero solo fue un año- dijo.

El barco quedó a varios metros de la isla, y llegaron a la playa en los botes. Marinette se lanzó directamente. Nathan y Celine, al estar en la arena, corrieron al mar para unirse a su tía.

- No vayan tan profundo-

- Tranquila- le gritó la peliazul - Yo los cuido- dijo. Adrien se sacó la camiseta a hacerle compañía.

- ¿No deberíamos ser nosotros allá?- rió Nathaniel sentándose junto con su esposa.

- Pasamos todos los días pegados a ellos. Es mejor que pasen tiempo con Mari y Adrien- dijo arrimándose en él.

El rubio cargó al rubio castaño en sus brazos mientras que Marinette a la pelirroja. Se echaron agua entre ellos y pelearon juguetonamente. Combatieron al calor dentro del agua y los niños jugaban con la cola de sirena de la adulta. Cuando sus padres llamaron a los niños, Adrien y Marinette se alejaron más de la orilla.

- Son niños hermosos- comentó la azabache.

- ¿Quisieras tenerlos algún día?- Marinette, ya acostumbrada a las bobadas del rubio, le echó agua en la cara, a lo cual se quejó.

- Talvez, solo que no ahora- respondió. - No creo ser una buena madre-

- Hey- dijo abrazándola por detrás. - Si llegas a serlo, serás una madre estupenda, te lo digo en serio. Solo a ti te confió ser la madre de mis hijos- Marinette se volteó y le dió un pequeño beso en los labios.

- Te has vuelto más tierno con los años-

- Yo diría que me vuelto mejor con los años- dijo jugando con sus cejas a lo que ella rodó los ojos. - Pero tienes razón. De cruel asesino a un ladrón con corazón. Eres peligrosa princesa- aquello la hizo reír.

- ¿En qué sentido?-

- En todos- sonrió antes de besarla.

- Ya quiero ver a Nino y Alya. Desde que el año pasado supieron que estaba embarazada de nuevo no he podido estarme quieta. ¿Será niño o niña de nuevo?-

- Si es niña Nino perderá poder en su casa-

- Me conmueve verlos cumplir su sueño. Ahora tiene una hermosa familia-

- Princesa, ¿estás feliz conmigo siendo tu familia?-

- Siempre lo estaré. No cambiaría esta vida por nada. Te lo aseguro. Te amo-

- Y yo a ti- puso una mano detrás de su cuello para profundizar el beso. Ella subió las manos de su pecho descubierto hasta su espalda.

- ¡No se ahogen por allá!- les gritó Kim divertido. Marinette se separó sonriendo mientras que Adrien nadó rápidamente para propinarle un golpe.

Al salir, su cola empezó a dividirse dos piernas y Celine le pasó un vestido. Ella le agradeció con una sonrisa y se acercó al pelirrojo.

- ¿Qué hacen?-

- Acamparemos aquí y mañana seguiremos el viaje- los hombres se adentraron a buscar leña, incluyendo Nathan, mientras que Celine, Chloe y Marinette buscaron sábanas donde pudiesen dormir.

Al anochecer, había una fogata en la playa prendida. Los adultos al inicio contaban historias de terror, por suerte Celine se había dormido para entonces. Nathan tardó un poco más en caer rendido. Luego, sacaron los tragos para relajarse y se pusieron a bailar y decir cosas sin sentido.

- Esto es taaan divertido- dijo Chloe arrimándose a Marinette.

- ¡Lo sé!- ambas tenían las mejillas sonrojadas. Adrien, quien seguía sobrio, mantenía un ojo en ellas.

- ¡Por nosotros!- brindó Adrien alzando una copa al aire.

Al día siguiente, la resaca atacó a la mayoría de allí. Subieron al barco y Adrien puso a Max al timón. Este le dijo que no tardarían mucho en llegar.

Días después arrivaron a Francia. Escondieron el barco y buscaron a la única casa que quedaba cerca de la playa. Adrien tocó la puerta, con su tripulación detrás. Un moreno, con la barba ya crecida, lo recibió con un abrazo.

Los hizo pasar y los niños salieron a jugar con Annette, la primera hija de los Lahiffe. Alya se abalanzó sobre las jóvenes.

- Vengan a ver- dijo guiándolas a la pequeña sala conectada a la cocina. Una niña, de cabellos oscuros y facciones iguales a las de Nino dormía en una cuna. Alya la cogió con cuidado y dejó que Chloe la sostuviera primero.

- Ella ya ha sido madre- bromeó a lo que Marinette hizo un puchero antes de reír. Cuando fue su turno, la niña abrió los ojos. Ámbar.

- Es la copia de Nino- dijo. La niña empezó a llorar y Marinette se la entregó rápidamente a la madre.

Salió con Adrien, mientras el sol estaba a la mitad del cielo. Entrelazó sus manos y unió sus labios.

- No hoy, pero algún día tendré mi familia contigo princesa- dijo con su rostro a milímetros del de ella.

- Igual yo- dijo con una sonrisa.

La tripulación

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