Capítulo 18

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Ya habían pasado dos semanas desde aquel fin de semana de Halloween y (TN) no comprendía por qué Law estaba tan raro con ella últimamente. Ya no le pinchaba tanto, no le hacía bromas, no intentaba fastidiarle y las clases de matemáticas eran tan aburridas como cualquier otra —aunque seguía habiendo galletitas de premio, por suerte—.

En definitiva, Law simplemente estaba siendo Law. La gatita intentó no darle mucha importancia. Al fin y al cabo siempre había pensado que era un borde antipático, aunque había logrado camuflarlo durante un tiempo. Jamás de los jamases admitiría que echaba de menos la relación que tenían hacía tan solo catorce días.

—Hacemos una fila ordenada y bajamos al patio —ordenó el profesor de educación física.

Los alumnos y alumnas obedecieron rápidamente. El profesor se había encargado de organizar los horarios para que la clase del grupo A y del grupo B pudieran enfrentarse en un partido de fútbol. Era el deporte estrella de aquel segundo trimestre. Los jóvenes de ambos grupos bajaron las escaleras de manera ordenada, aunque ya se podía percibir en ambiente el gran nivel de competitividad que había entre ellos.

Claramente, (TN) no había sido elegida una de las jugadoras principales. Se quedó en el banquillo como suplente junto con otras compañeras tan habilidosas como ella. Tuvo la oportunidad de jugar durante cinco minutos, pero no fue de mucha ayuda. Esa asignatura, junto a matemáticas, era la que peor se le daba. Bueno, dependía del deporte o de la actividad que trabajaran. En alguna cosa si que se defendía hábilmente, lo cual le salvaba de suspender.

—Jo, Robin. ¡Qué bien lo haces! Se te da todo genial —comentaba la peli(t/c), orgullosa de su amiga. No se notaba ni una pizca de envidia en su voz. La pelinegra tan solo sonreía, halagada.

—Oye, (TN). —La voz de un chico desconocido hizo que la gatita y sus amigas detuvieran su camino a los vestuarios para girarse—. Me gustaría hablar contigo un momento.

—Claro, toda tuya —intervino Nami, rápidamente, tras haber echado un buen vistazo a ese chico de pelo castaño y ojos verdes. No estaba nada mal el compañero del grupo B.

—¿Qué crees que haces? —gruñó la chica por lo bajo, dirigiéndose a la pelinaranja. Se giró hacia el joven y trató de sonreír–. Hola.

—Hola, soy Takeru. Bueno, solo quería decirte que me pareces una chica muy graciosa y simpática... —comentó el chico, con algo de timidez—. Me gustaría saber si querrías ir al cine conmigo algún día de estos. Bueno, al cine o cualquier cosa que te apetezca.

—Eh... —murmuró la gatita, algo confundida. ¿Era una cita? ¿Un chico le estaba invitando a una cita? El cine estaba bien. Había palomitas y no tenían que hablar. Palomitas—. El cine está bien.

—¡Genial! ¿Quedamos este viernes? En la salida del colegio cuando acaben las clases.

—Sí, bien —respondió, sin darle mucha importancia—. Tengo que irme. Nos vemos el viernes.

La peli(t/c) se dio la vuelta, algo consternada, y continuó caminando hacia el vestuario. Jamás en su vida le había pedido una cita. Bueno, si es que era una cita. Eso es lo que ella entendía como cita. Tras entrar por la puerta, nada más girar la esquina que daba al pasillo de los vestuarios, fue abordada por sus amigas.

—¿Qué te ha dicho? —Nami fue la primera en comenzar el interrogatorio, obviamente.

—Me ha dicho de ir al cine. Este viernes —contestó la gatita, todavía sorprendida.

—¡Una cita! —exclamó Rebecca, con emoción. (TN) asintió, sonriendo. Era una cita.

—Yo nunca he tenido una cita —comentó Vivi, pensativa—.¿Cómo de siente que te lo pidan?

—Se siente... Bien —respondió la peli(t/c), orgullosa.

—(TN) es una triunfadora —añadió Robin, dándole un suave codazo.

—¡Mira quien habla! Tienes mil chicos detrás de ti —le recordó ella.

—Alumnas, menos charla y más cambiarse. Llegaréis tarde a la siguiente clase —les advirtió una profesora que pasaba por allí. Las jóvenes se pusieron rumbo al vestuario, entre risas.

Mientras tanto, en el vestuario de los chicos, Law estaba acabando darse una ducha rápida antes de cambiarse. A pesar del barullo que había en la estancia, logró relajarse mientras las gotas de agua caliente recorrían su cuerpo. Tampoco estaba siendo tan duro el cambio de actitud con (TN). Aunque a veces las ganas de provocarle siguieran ahí, estaba claro que era mejor así para ambos. Además, ella tampoco había comentado nada. Tal vez no le importara mucho.

—Así que vas a salir con (TN)... —El nombre de la chica pronunciado por una voz masculina llamó la atención del pelinegro.

—Sí, creo que es la más mona de todas —comentó otro chico.

—Y... ¿Harás que se quite el gorro en la primera cita? —preguntó el primero.

—No sé, ya veremos... Tal vez se lo quite ella misma. No creo que lo lleve puesto todo el tiempo —comentó el chico de la cita—. Aunque tengo bastante curiosidad por verla sin él...

Law no tuvo tiempo de escuchar el resto de conversación, si es que la hubo, ya que el grupo de amigos abandonó el vestuario mientras seguían charlando. El pelinegro apagó el grifo de la ducha y cogió la toalla para envolverse la cintura. Se sorprendió al ver que Sabo salía de la ducha de al lado. Se miraron fijamente. Ambos habían escuchado lo mismo y debían hacer algo para evitarlo.

[•••]

El gran día para (TN) había llegado. Sus padres no sabían absolutamente nada de la cita. Le hubieran dado a alguna charla y no tenía ganas de pasar por aquello de nuevo. Simplemente les comentó que quedaba con Robin y Rebecca después de clase para ir al cine. Iba a ir al cine, así que no era del todo mentira.

Le costó concentrarse durante las clases —aunque eso no era ninguna novedad—. Todavía le costaba creerse que un chico se hubiera fijado en ella. No es que le hubiera dado mucha importancia a ese tema, pero ahora que le había pasado se sentía admirada. Más importante.

—Bueno chicas, ya podéis iros —apremió (TN) a sus amigas, una vez fuera del instituto. Por fin aquella eterna jornada escolar había llegado a su fin—. Quiero estar sola cuando llegue.

—Está bien... —murmuró Nami, a regañadientes, tenía curiosidad por ver el encuentro.

Ni ella ni ninguna de las otras tres chicas opuso resistencia. Hicieron caso a la indicación de su amiga y caminaron hacia el grupo de los chicos, que estaba a punto de separarse e ir cada uno por su camino.

—Law... ¿No vienes a casa? —preguntó la pelineranja, extrañada. Especialmente por ver que se iba junto a Sabo.

—Iré a casa de Sabo a hacer los deberes. Tiene algunas dudas y quiere que le ayude —respondió el chico. Al rubio no le gustó mucho esa respuesta, ya que iba bastante bien en clase, pero asintió.

Media hora después, tanto la gatita y su cita como la extraña pareja de amigos estaban en los cines de uno de los centros comerciales de la ciudad. El más cercano a la zona del instituto.

Había bastante gente, aunque no tanta como los sábados. Law y Sabo podrían pasar completamente desapercibidos en su misión de espionaje. Sin embargo, era complicado observar algo que no gustaba, y a ninguno de los dos les gustaba ver a (TN) con otro chico. No obstante, ambos tenían claro que les pasaba por idiotas. Por no haberse atrevido a ser ellos los que le pidieran una cita a la peli(t/c). Uno por tratar de negar su sentimientos y pensar que no era lo que ella necesitaba y otro por miedo a romper una amistad.

Antes de ponerse en la cola para las entradas, dejaron que unas cuantas personas se colocaran entre ellos y su objetivo. Por suerte, durante esos cuatro días, la gatita había repetido mil veces la película que le apetecía ver. Era obvio que su acompañante le dejaría elegir a ella.

Lo que sí fue casualidad es que Law y Sabo estuvieran cuatro filas detrás de (TN) y su cita. Hubiera sido poco disimulado tener que vigilarles mirando hacia atrás. No tenían pensado intervenir en la cita a no ser que aquel tipo intentara obligarle a quitarse el gorro. Esa era su única misión.

Al pelinegro no le sorprendió que la gatita hubiera elegido una película gore, ya que había conocido bastante bien sus preferencias durante aquel tiempo. La cartelera estaba llena de películas de comedia. Y no es que a la peli(t/c) no le gustas ese género, pero estaba claro que las películas sangrientamente captaban más su atención.

El que no lo estaba llevando muy bien era Sabo. El chico se encontraba algo descompuesto en su asiento. No entendía como su amiga podía estar devorando aquel cubo de palomitas como si nada mientras observaba aquellas imágenes en la pantalla.

Una hora y media después, las luces se encendieron y la gente comenzó a abandonar la sala. Los dos chicos observaron como el acompañante de (TN) le indicaba a la chica que esperaran un poco. Aquel era el momento clave. Si se quedaba a solas con ella tal vez intentara describir lo que había tras aquella prenda de ropa que cubría su cabeza.

Los "enamorados" se levantaron de sus asientos cuando ya no quedaba prácticamente nadie en la estancia. Los dos espías se levantaron poco después y siguieron sus pasos desde una distancia adecuada, bajo la mirada de algunas personas que observaban aquella escena algo cómica.

—Me lo he pasado muy bien —comentó Takeru, frenando sus pasos y cogiendo a la joven de la muñeca, suavemente—. No espera que eligieras una película así.

—Ya, bueno. Ha sido divertido —murmuró ella, tratando de mantener la calma. No había tenido que hablar mucho y esperaba no tener que hacerlo—. Es hora de volver a casa.

—¿Tanta prisa tienes? —preguntó él, sonriendo con dulzura. Dio un paso hacia delante, quedando muy cerca de la chica. La peli(t/c) notó como sus orejas se erizaban. Peligro.

—Bueno, hay que... Hay que hacer los deberes —respondió, soltando lo primero que se le ocurrió.

—No te has quitado el gorro en toda la cita —dijo el chico, acercando la mano para acariciar el borde de del mismo.

—¡No! —exclamó ella, dando un paso hacia atrás—. Es que hace frío.

—Vamos, (TN), déjame verte sin él... En algún momento tendrás que quitártelo. —El chico se acercó de nuevo y trató de quitarle el gorro, a modo de broma. Sin embargo, el secreto que (TN) guardaba era de todo menos gracioso.

—¡He dicho que no! —exclamó la gatita, tratando de librase y estirando hacia abajo.

Ya no quedaba nadie en el cine. Era casi la hora de cenar y todo el mundo había salido apresurado de aquella sesión. Los trabajadores encargados de las palomitas y los dulces iban a intervenir, pero agradecieron que aquellos dos jóvenes lo hicieran por ellos.

—¿Estás sordo? La señorita ha dicho que no —dijo Law con firmeza, mientras sujetaba al chico por el antebrazo. Este soltó a la joven Sabo enseguida se acercó a ella.

—¿Estás bien? —le preguntó el rubio, mientras pasaba un brazo por sus hombros. Ella asintió, abrumada por la situación y extrañada por que sus amigos estuvieran por allí.

—Por favor, ¡ni que la estuviera violando! —exclamó Takeru, zafándose del agarre del pelinegro y dando un par de pasos atrás—. Además, no me interesas nada, (TN). Si eres tan infantil y te pones así por un simple gorro...

—Entonces lárgate. Tú tampoco le interesas a nadie aquí —le cortó Law, con frialdad. El chico de cabellos castaños se dio la vuelta mientras gruñía algo entre dientes y se alejó de aquel lugar.

—¿Qué...? ¿Qué hacéis vosotros aquí? ¿Y solos? —preguntó la peli(t/c), paseando la mirada del uno al otro. Ambos tardaron en contestar, pensando como explicarse.

—Bueno, el día que ese chico te pidió salir... Law y yo estábamos en las duchas del vestuario y les escuchamos comentar la curiosidad que tenían por saber que había bajo de tu gorro —explicó Sabo—. No es que dijera que te forzaría a quitártelo, pero decidimos venir... Por si acaso.

—¿Me habéis seguido hasta aquí?

—No teníamos ningún interés en tu cita —recalcó Law, con su semblante serio—, pero no podemos permitir que nuestro secreto se desvele por esto.

—No pensaba desvelar el secreto. Tengo derecho a intentar hacer mi vida —dijo ella, frunciendo el ceño.

—No he dicho que sea tu culpa. Ese tío es un idiota. No estoy diciendo que no hagas tu vida, pero tal vez deberías intentar conocer mejor a alguien antes de salir a solas —comentó el pelinegro.

—Conozco a algunos idiotas bastante bien —añadió ella, sarcásticamente—, pero es cierto. Me he dejado llevar pensando que... en fin. ¿Podemos irnos a casa?

—Claro, volvamos —intervino Sabo, rápidamente, al ver que los ojos de la gatita se tornaban vidriosos.

—Me gustaría... Comer un perrito caliente de camino —murmuró ella.

—Sí, voy a comprar algo de comer. Enseguida vuelvo —dijo el rubio, antes de dirigirse hacia la zona donde vendían comida.

Law y (TN) intentaban evitar mirarse el uno al otro, la chica tenía los ojos fijos en del suelo y él los iba paseando mirando a distintas zonas. Fueron un par de minutos de incómodo silencio. La peli(t/c) intentaba con todas sus fuerzas que las lágrimas no se desbordaran. Se sentía mal, utilizada. ¿Ese chico solo le había pedido salir porque quería ver bajo su gorro? Claro, ella jamas le había gustado a nadie.

—No estés mal por ese imbécil. —La voz de Law llamó su atención. Ella alzó la mirada para encontrarse con sus ojos grises—. No vale la pena.

—No es por él... Es que, bueno... Me había hecho ilusión que alguien se fijara en mí. Que me invitaran a una cita... —explicó la joven. Notó como las lágrimas recorrían sus mejillas. Maldita estúpida. Ya estaba quedando como una tonta—. Es obvio que alguien como yo no puede gustar a nadie...

—No digas estupideces —le interrumpió el pelinegro, posando suavemente los dedos en la barbilla de la joven. Le obligó a alzar la cabeza de nuevo y sus ojos chocaron otra vez—. Cualquiera que se dignara a conocerte sabría lo estupenda que eres.

—Law... —murmuró la gatita. No encontraba palabras para expresar lo que sentía. ¿Él sabía lo estupenda que era? ¿Pensaba que lo era? Puede que solo quisiera hacerle sentir mejor, pero lo había conseguido al fin y al cabo.

—Puede que seas algo infantil, torpe y gruñona... Eso no se puede negar, pero también tienes otras cosas buenas.

—Vaya, siempre tienes que dar tu toque de imbécil a todo —comentó ella, aunque la sonrisa no se borraba de su cara. El pelinegro sonrió de lado, antes de que aquel momento fuera interrumpido.

—Tu perrito —anunció Sabo, deteniendo la mano y ofreciéndoselo.

—Muchas gracias —dijo ella, aceptándolo. Aquel manjar acabaría de alegrarle la noche.

—Te acompañaré a casa. Law vive más lejos, así que es mejor que se vaya yendo o se le hará tarde —propuso el rubio.

—Sí, es lo mejor —sentenció, el pelinegro, con expresión ligeramente sombría.

Tras una corta y simple despedida, cada uno tomó su camino.

[•••]

El lunes lunes siguiente, tras la desastrosa cita de (TN) y aquel breve pero intenso momento que vivió con Law, ambos volvieron a reencontrarse en el instituto. Todo seguía como hacía apenas unas semanas, simplemente siendo cordiales el uno con el otro. Sin bromas y sin tonterías.

La gatita había tenido ganas de hacerle algún comentario durante el día, pero cabía la posibilidad de que Law no le siguiera el juego —lo más probable, visto lo visto—, y no pensaba quedar mal por culpa de él. Era obvio que sus palabras sobre ella habían sido tan solo para hacerle sentir bien. Sin embargo, los chicos volvían a importarle absolutamente nada.

En la salida del instituto, el grupo justo acababa de disolverse para emprender su camino a casa cuando el pelinegro fue abordado.

—¡Law! Tú eres Law, ¿verdad? —preguntó una preciosa chica de cabello castaño claro y hermosos ojos verdes. El chico asintió, sin mostrarse muy amable—. Me llamo Hanna. Estoy en último curso y he oído que eres muy bueno con las matemáticas. No se si podrías ayudarme o tal vez las de un curso más sean algo difíciles para ti. Te pagaría, por supuesto.

—No hay problema. Estoy seguro de que podré ayudarte —dijo él. Claro que podía con las matemáticas de último curso.

—Muchas gracias, de verdad —agradeció, con una inmensa sonrisa—. Mañana con más tiempo hablamos de los detalles.

(TN), que tan solo estaba a unos pasos de distancia, observó toda la escena; a pesar de los intentos de su amiga por distraerla. Todas era conscientes de los sentimientos de la gatita, aunque esta misma trataba de esconderlos y acabar con ellos.

Solo eran unas clases de matemáticas. Además, Law nunca se fijaba en las chicas. No tenía por qué fijarse en ella, aunque claramente era una chica preciosa. Había pasado mucho tiempo con Robin que también era muy guapa y nunca se había fijado en ella. No tenía por qué ser distinto en ese caso, ¿verdad? ¡Oh, vamos! ¿A ella qué más le daba?

NOTA 📌

Aquí os dejo una imagen de como es la chica que ha aparecido al final de este capítulo:

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