⚜️Capítulo 11⚜️

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

En las brumosas horas del amanecer, la hechicera Eloísa, Khonsu y Raina veían desde la ventana del barco cómo atravesaban el umbral mágico que los guiaba a una nueva tierra. El aire vibraba con energía ancestral mientras cruzaban el velo que separaba un lado del otro, sonreían al ver que estaban a punto de llegar a las tierras celestiales.

Ante ellos se extendía un paisaje asombroso: colinas cubiertas de flores luminiscentes, árboles que susurraban secretos antiguos y arroyos cristalinos que cantaban melodías olvidadas. El sol, más brillante y dorado que en su mundo natal, iluminaba el camino hacia el corazón de este reino encantado.

Eloísa ajustó su armadura y miró a Khonsu. Sus ojos azules brillaban con determinación.

—Estamos cerca, —susurró—. El templo sagrado de Los Ángeles se encuentra más allá de ese bosque de árboles centenarios.

Khonsu asintió, su armadura tintineando.

—Espero que romper el nexo sea fácil.

—Será rápido, —respondió Eloísa—. Los Ángeles son los guardianes de la magia primordial. Se dice que en el tempo residen los secretos de la creación y la destrucción. A cualquiera que vaya sin afán de destruir el mundo le será concedido un deseo.

Luego de cumplir su palabra y entregarle al capitán del barco el mapa prometido bajaron en silencio, y caminaron siguiendo el sendero de piedra que se adentraba en el bosque. Los árboles parecían observarlos con ojos invisibles, y el viento llevaba sus suspiros. Pronto, el sonido de campanillas resonó en el aire, anunciando su llegada al templo. Raina tenía miedo así que pegó su cuerpo al de Eloísa colocándose en medio de ella y de Khonsu.

El templo sagrado de Los Ángeles se alzaba majestuoso ante ellos: una estructura de mármol blanco con columnas esculpidas con figuras aladas. Las puertas de ébano se abrieron sin que nadie las tocara, invitándolos a entrar.

Dentro, una luz etérea bañaba la cámara central. Allí, en un altar de cristal, reposaba un antiguo libro con páginas de fuego. Eloísa se acercó y lo abrió. Las palabras danzaron en su mente, revelando verdades cósmicas y conjuros olvidados.

Khonsu miró a su alrededor, maravillado, sentía una gloria espléndida. Sentía que estaba en el paraíso, pero no había ningún ángel, él esperaba ver alguno. El lugar estaba completamente solo. Los únicos en el interior eran ellos tres.

—Tres almas con un destino. ¿Qué quieren en mi templo? —resonó una voz por todo el lugar.

—¡Nosotros estamos vinculados por medio del nexo, queremos romper el vínculo! —dijo Khonsu mirando a Eloísa de reojo.

—¿Ese es tu deseo, Khonsu Aliha? —Khonsu brincó y sintió su piel erizarse al escuchar su nombre y apellido por primera vez luego de veinte años.

—Sí.

—¿Seguro? Puedes desear tener tu magia de regreso...

—Pide tu deseo —dijo Eloísa—. Yo puedo pedir que nos quiten el nexo, tú pide tu magia de regreso.

—¿Puedo? —preguntó sorprendido.

—¡Señor, mi deseo es que se rompa el nexo! —dijo Eloísa mirando con cariño a Khonsu.

—¿Estás segura de eso Eloísa Guardina, viuda de Lumx? Puedes desear encontrar aquel tesoro que perdiste el día que tu reino fue destruido.

—Yo... —Eloísa susurró triste—. ¡Lo que he perdido no lo puedo recuperar, señor! Mi deseo sigue siendo el mismo.

—¡Entonces yo quiero mi magia de regreso! —Pidió Khonsu.

—¡Yo quiero saber quién es mi familia! —gritó Raina apretando las manos que le estaban sudando.

—¿Segura de eso, Raina, niña sin emblemas familiares?

—Mi padre dijo que me dejaron en su puerta en una canasta hace veinte años, por eso me obligaba a trabajar como sirvienta en su hostal. —Khonsu se tensó al ver a Raina, sentía que el corazón le latía al mil por hora.

—¿De dónde conoces a Raina, Eloísa? —preguntó Khonsu en un susurro.

—La rescaté de un hostal el día que te conocí. Su padre iba a venderla a un hombre lujurioso, ya te lo había dicho. ¿No?

—No te preste atención...

—¿Están los tres seguros de que ese es su deseo? Una vez concedido no habrá marcha atrás. Si están seguros, arrodíllense en el altar.

Los tres se arrodillaron ante el altar sin dudar, cerrando los ojos. Sus mentes se abrieron a las voces ancestrales, y en ese momento, supieron que estaban en el umbral de algo más grande que ellos mismos.

El vínculo mágico que los unía había sido tejido en una noche dolorosa, cuando sus corazones latían al unísono. Pero ahora, ese lazo se había vuelto una carga. Cada alegría, cada dolor, se compartía entre ellos, como si fueran un solo ser. La magia que los había unido no les agradaba porque podían escuchar sus voces y pensamientos.

Una roca gris flotante apareció frente a ellos y como si fuera un imán sus manos se acercaron y al tocarla  tembló. Una brisa cálida envolvió sus cuerpos. Las palabras fluyeron de sus labios, entonando en idioma angelical un conjuro que nunca en sus vidas habían escuchado, las risas y las lágrimas se hicieron presentes porque ambos sentían que sus almas ligadas estaban separándose. La magia se desenredó lentamente, como hilos de seda al viento.

Cuando terminaron, Eloísa y Khonsu se sintieron más ligeros, pero también estaban cansados en extremo.

—Tu padre te buscará para regresarte los poderes, ya he puesto ese deseo en su corazón —dijo la voz y Khonsu apretó los puños de las manos.

—¡Pero creí que usted me daría la magia!

—Tu magia la tiene tu padre, por eso es él quien debe entregártela. Yo no puedo robarla, el retiro de tu magia fue tu castigo hace veinte años, Khonsu Aliha, hijo del líder Miztbah.

Eloísa amplió los ojos quedándose estática al escuchar la voz del templo decir esas últimas palabras ¿Hijo del líder Miztbah? Sintió su corazón latir acelerado y sus orejas invadirse de calor. ¿Khonsu era el príncipe Mizbahita?

—Y tú, Raina, deberás tocar al hombre que te rescató aquel día para averiguar por medio de sus recuerdos quién es tu familia. ¡Ahora salgan del templo, si permanecen aquí la pureza de la magia celestial va a debilitar sus cuerpos hasta dejarlos sin vida!

Khonsu avanzó con pasos tambaleantes hacia la salida sintiéndose drogado. Raina jaló a Eloísa de la mano para ayudarla a dirigirse a la salida porque sabía el impacto que tenía en su mente el saber que Khonsu era el príncipe Miztbah.

Una vez afuera del templo los invadió un silencio que parecía eterno. Eloísa se acercó peligrosamente a Khonsu mirándolo enternecidamente. Empuñó con tristeza la daga que tenía en su armadura, suplicando en su interior haber escuchado mal.

—¿Quién eres...? —preguntó con la voz quebrada.

—Lo escuchaste allá adentro —dijo mirándola a los ojos.

Raina los veía muy de cerca mordiéndose las uñas.

—Dilo con tus propias palabras... ¡Dime quién eres!

Los labios de Khonsu temblaron y comenzó a llorar de manera fluida,sus mejillas parecían ríos violentos.

—Soy Khonsu Aliha, hijo del líder Miztbah. Hace veinte años lideré a mis hombres y coloqué cristales por todo Luminaria para evitar que los habitantes escaparan. Yo... Destruí tu hogar.

—¡No solo destruiste mi hogar, maldito! —gritó levantando la daga para poner la punta en el cuello de Khonsu—. ¡Tus ojos rojos como la sangre, debí haberlo sabido!

—El jinete... —murmuró Raina recordando los recuerdos de Eloísa que vio accidentalmente.

—Solo seguía órdenes... No te conocía, yo no quise lastimarte, yo...

—¡Mataste a mi esposo frente a mí, arrancaste a mi hijo del vientre y me dejaste morir en la maleza! —Eloísa ya estaba llorando.

—Yo... —Khonsu amplió los ojos mirando a Eloísa, sus ojos azules, su cabello negro en ese tiempo que era blanco. Luego miró a Raina y sonrió con alegría porque madre e hija ya estaban juntas.

—¡Y todavía te burlas! Te atreviste a tomarme como mujer, te atreviste a aferrarte a mi alma luego de robarme los deseos de vivir.

—¿Eres la princesa de Luminaria?

—Soy tu peor pesadilla, maldito. Te he buscado por todas partes desde que me enteré que el jinete con el emblema de espada roja con ave de fuego era el príncipe Miztbah.

—Eloísa, déjame explicarte. Si me quieres matar; hazlo. No tengo perdón y no merezco que me perdones luego de haber asesinado al príncipe Jeff frente a tus ojos...

—¡Y lo dices así como si nada! —Eloísa gritó girando la mano para obligar a Khonsu a arrodillarse con su magia—. ¡Te atreviste a besar las heridas que causaste!

—Tu vientre... —murmuró comprendiendo que él había causado semejante herida en la piel de la hechicera. ¡Eloísa, viviste. Tú me lo pediste!

—Preferiría estar muerta a haberme acostado con el asesino de mi familia.

—Chicos... —Raina titubeó viendo que a lo lejos se acercaban distintos caballeros en sus caballos.

—Tienes que escucharme y...

—No tendré piedad contigo, quiero que lo sepas.

Pronto una flecha de fuego cayó directo en el pecho de Eloísa. Khonsu se puso de pie dándose cuenta de que era su padre junto con soldados Mizbahitas.

—¡Vete, huye y corre. Si te quedas; morirás!

—¡Asesino, mentiroso, ruin y asqueroso traidor!

Eloísa se tambaleó sintiendo el veneno de las llamas mágicas arder en su abdomen e intentando apuñalar a Khonsu. Pero antes de poder hacerlo cayó desmayada, y el hechicero la tomó entre sus brazos sacando la flecha de su pecho con facilidad. Las piernas de Raina temblaban cuando los soldados y el padre de Khonsu junto con su hermano se bajaron de sus caballos.

—¡Hijo! —Abimael parecía feliz.

—Padre. —Khonsu apretó la quijada deseando no haber pedido ese deseo dentro del templo.

Se viene el final...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro