⚜️Capitulo 14⚜️

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—Tócame.

Raina no lo dudó más. La jovencita colocó ambas manos en el brazo de Khonsu viajando por sus recuerdos. Mirando su nacimiento, su niñez, su entrenamiento, las misiones y creencias Mizbahitas, miró cada secreto del hombre y descubrió el origen de la orden de la destrucción de Luminaria. Confirmó que él era el jinete que asesinó al príncipe Jeff, que arrancó del vientre a la hija de Eloísa, que llevó a la pequeña frente a su padre y que se negó a asesinarla al saber que era pura. Que la escondió, que luchó, que perdió y que con la única oportunidad de sobrevivir invocó el nexo ligando su alma con la de Eloísa. Lo miró cuidar de la bebé, lo miró llevar a la bebé a esa puerta de madera que reconoció al instante, miró a su padre adoptivo más joven y entonces se enteró de la verdad. Ella era la hija de Eloísa, princesa de Luminaria, su madre yacía dormida en la planta alta del palacio y su verdadero padre había muerto a manos del hombre que le salvó la vida. A manos del hombre que ella muy tontamente deseó que fuera su padre verdadero.

—Eloísa es mi madre...

—Y yo el culpable de la vida miserable que llevaste.

—No, Khonsu. ¡Tú me salvaste aquel día! —Raina abrazó a Khonsu con fuerza sintiéndose agradecida porque para ella esa era una nueva oportunidad de vida.

Porque ella acababa de encontrar a su madre y esperaba vivir feliz con ella, feliz para siempre...

En ese momento Raina entró en un nuevo transe logrando ver el futuro, un futuro triste, trágico, un futuro en el que Eloísa terminaba con la vida de Khonsu y luego presionada por la culpabilidad terminaba con la suya. Logró ver a su padre en el paraíso y al escucharlo hablar comprendió que podía cambiar el final de sus vidas. Miró a Khonsu a los ojos, lo abrazó con fuerza y lloró mirando sus ropas con sus lágrimas.

—¿De pronto te pusiste sentimental?

—Es que no quiero que te mueras —dijo mirándolo a los ojos.

—No voy a morirme. —Sonrió—. Apenas tengo quinientos años.

—Uy sí, que poquitos. —Rodó los ojos—. Mi mamá va a querer matarte cuando despierte.

—Dime algo que no sepa, como dije antes; yo busco su perdón, no su felicidad.

—Pero yo no quiero que te mueras. Además lo he visto todo. He visto que se arrepiente de haberte asesinado porque también te... Bueno, creo que te ha comenzado a querer bastante.

—¿Y eso qué? Si me mata en tu visión significa que no me ama como yo a ella.

—¿Tú la amas?

—Creo. —Encorvó los hombros.

—¿Crees o estás seguro?

—Bueno, yo la amo.

—¿Y por qué no luchas por ella? Podrían ser mis padres y así recorreríamos el mundo los tres juntos —dijo ilusionada.

—Para eso ella tiene que perdonarme y eso no va a suceder porque asesiné a tu padre. Por cierto ¿Por qué me hablas como si nada? Yo maté a tu padre.

—Ni siquiera lo conocí. Además en la visión que tuve pude notar que te comprende, él nos mira desde el paraíso.

—Niña, mejor ve a dormir.

—Si duermo Eloísa despertará para asesinarte y luego la culpa la carcomerá viva y va a terminar suicidándose, en mi visión se cuelga de un árbol. —Khonsu miró con ojos entrecerrados a Raina mientras se mordía el labio.

—¿Cómo muero en tu visión?

—Ahí. —Señaló el mueble de la sala en el que el cuerpo de Khonsu cayó en la visión—. Ella te encaja su espada en tu pecho.

—Uy... ¿Crees poder hacer que yo vea tu visión? Digo, puedes ver los recuerdos míos, los que yo quiera. Supongo que puedes transmitir los tuyos ¿No?

—No lo había pensado...

—Tal vez si lo haces puedo ayudarte a evitar mi muerte, no me quiero morir. Aunque si Eloísa lo intenta no pondré resistencia.

—Ven. —Raina tomó las manos de Khonsu intentando transmitirle sus recuerdos.

—No veo nada...

—¡Deja que me concentre! —chilló.

—¡Oh vamos Raina, esfuérzate más que de esto depende mi vida!

—Es que...

—Wow, ya veo algo... No te detengas, ella salta de las escaleras y luego... —Khonsu se quedó callado un par de minutos— ¿Me ama o no me ama?

Luego de que terminó de ver la visión se sentó en el mueble quedando perplejo. No sabía qué decir ni qué hacer porque en la visión Eloísa parecía odiarlo, pero también amarlo, pero también amaba a Jeff.

—Ahora que viste... ¿Tienes alguna idea?

—Sí, Eloísa tiene que ver la visión.

—¿Cómo?

—De la misma manera que yo, vamos a su habitación y que la vea en sueños porque si despierta vendrá furiosa a atacarme.

—Bien...

—¡Ve tú, yo aquí espero!

—Vas a escapar.

—No lo haré, te lo juro. Confío en que...

—¿Confías luego de verla asesinarte?

—Bueno, si intenta atacarme saldré huyendo.

—Promételo.

—Lo prometo, además si no me mata al menos sabrá que eres su hija y no va a suicidarse. Todos ganamos en cierta forma.

—Bien.

Raina subió las escaleras hasta llegar a la habitación en la que Eloísa yacía dormida. Estando ahí se sentó en la misma silla de madera en la que se había sentado Khonsu previamente y la tomó de las manos. Trató de proyectarle su visión y esperaba que estuviera siendo un éxito. A medida que pasaban los minutos Eloísa comenzaba a moverse y Raina tomaba su mano con más fuerza e incluso llegó a entrelazar sus dedos con los de ella. Sintió la calidez de su madre presionar la mano con la que la sostenía y pudo ver un par de lágrimas resbalar por sus mejillas estando todavía dormida, en transe.

Eloísa abrió los ojos abruptamente mirando a Raina sostenerle la mano y sintiendo que el tiempo y espacio estaban detenidos, porque lo último que recordaba era estar sosteniendo la mano de Jeff, pero en ese instante sostenía la mano de Raina; su hija.

"Nunca dejaré de amarte, Eloísa."

Recordó las últimas palabras que dijo Jeff en la visión, y la sensación de paz en medio de todo seguía latiendo en su corazón. ¿Pero todo aquello fue cierto? ¿Raina era su hija realmente? Con mirada perpleja miró a la muchacha, tratando de encontrarle un parecido a Jeff, encontrándose con unos ojos invadidos de brillo que le decían a gritos: Mírame, soy tu hija.

—¿Eres... —Un nudo apareció en la garganta de Eloísa, ella no pudo terminar la frase.

—Soy tu hija —dijo Raina en un susurro—. Estoy viva gracias a Khonsu y...

—¿Lo que acabo de ver es cierto? ¿Yo voy a asesinar a Khonsu? Te quedarás sola por mi culpa...

—Es un futuro incierto, todo depende de ti... Mamá, ¿puedo llamarte de esa forma?

Los ojos de Raina estaban invadidos de lágrimas y los de Eloísa también. Ambas se veían creando una atmósfera invadida de amor.

—Yo creí que te había perdido hace tantos años, pero estás aquí. Perdón por no darme cuenta antes.

—Lo descubrí al tocar a Khonsu allá abajo, él... Tienes que averiguar lo que ha sucedido en el pasado para que lo entiendas.

—¡Pero ha asesinado a Jeff! —Eloísa se puso de pie y Raina la tomó del brazo.

—Mira lo que sucedió aquel día, date cuenta de sus intenciones y entonces sabrás que gracias a él podemos vernos hoy.

Eloísa se sentó en la cama de nuevo y Raina le transmitió los recuerdos que miró de Khonsu. Viendo cada detalle de lo acontecido desde la perspectiva del hombre causante de sus males. Al terminar de ver todo sus manos temblaron y abrazó a Raina a sabiendas de que era su hija por primera vez.

Raina olía a duraznos, pero no a cualquier duraznos, eran unos duraznos dulces que provocaban una agradable sensación a las fosas nasales de Eloísa. Llorando de alegría agradecía al cielo poder tener a su pequeña entre sus brazos.

—Creí que este día jamás llegaría. ¡Estás viva!

—El destino es cruel, pero sabio. Por eso llegaste al hostal de papá para salvarme.

Eloísa tomó ambas mejillas de Raina pellizcándolas con cariño.

—Eres hermosa, hija mía. Y haz pasado por tanto tú sola.

—Tú también haz sufrido...

—¡Tengo que hablar con Khonsu! —gritó Eloísa de la nada poniéndose de pie de nuevo—. No importa lo que escuches, quédate aquí y no salgas.

—¿Lo vas a matar? ¡No le hagas daño! —Raina suplicó—. Sin él yo...

—No estarías aquí, ya lo sé.

Eloísa salió de la habitación cerrando la puerta con su magia para que Raina no pudiera salir. Una vez estando afuera saltó desde el segundo piso sosteniendo su arma, su espada. Viéndolo directo a los ojos, esos ojos rojos que la persiguieron por años ahora finalmente ¿desaparecerían y con ellos terminaría su venganza? ¿Por qué se atrevió a enamorarla ? ¿Por qué se atrevió a tomarla entre sus brazos? ¿Por qué la besó con esmero? Sabiendo que fue el causante de sus desgracias.

—Despertaste... —dijo calmado.

—Dame una razón para no matarte.

Khonsu sonrió aliviado y se acercó a ella tomando el mango de su espada con suavidad evitando que creciera con su magia para que no lo lastimara.

—Porque me amas —susurró mirándola a los ojos y ella apretó los labios.

—También amo a Jeff, todavía no lo olvido —dijo suavizando las facciones, mirándolo con tristeza.

—Fue tu esposo, es comprensible. ¿Me das la espada? ¿O vas a matarme? —Enarcó las cejas.

—No voy a matarte, Khonsu. Si lo hago no podría vivir con el peso de la culpa, lo he visto. —Aflojó las manos entregándole la espada a Khonsu y este la arrojó al sofá en donde cayó su cuerpo en la visión.

—Me alegra oír eso, Raina es...

—Mi hija, lo sé. No te voy a poner en un pedestal por lo que hiciste aquel día pero tampoco puedo odiarte por distintos factores, el primero y el más importante es porque salvaste a mi hija, el segundo es porque trataste de salvarme al arrojarme a aquellos arbustos y el tercero es porque tratabas de cumplir órdenes porque el rey Heiz estaba oscureciendo su alma.

»Pero también quiero que entiendas que asesinaste a mi esposo frente a mis ojos, que me arrancaste a mi hija del vientre dejándome heridas que no sanarán nunca y que he odiado a tu clan durante veinte años a causa tuya.

»No puedo odiarte, pero tampoco puedo ser tu mujer porque eso significaría faltarle el respeto a la memoria de Jeff y no quiero hacerlo. Lo mejor que puedo hacer por ti, por nosotros y por lo que siento es perdonarte... —Eloísa suspiró—. Lo mejor que puedo hacer es dejarte ir.

Khonsu tomó las manos de Eloísa con suavidad besando sus nudillos con dulzura.

—¿Me amas? —preguntó desestabilizando la postura rígida de la hechicera.

Eloísa se quedó sin palabras porque lo amaba, porque se había enamorado de él pero como dijo antes; no quería faltarle el respeto a la memoria de Jeff. De pronto un fragmento de la visión de Raina llegó a la mente de la hechicera:

Los Miztbah tienen errores, pero el príncipe Khonsu tenía una visión distinta. Era un buen hombre y me alegra que intentaras olvidarme con él —dijo Jeff mirándola a los ojos.

—Le tomé aprecio, ¿no te molesta? —Negó con la cabeza.

—Me habría gustado que me olvidaras, de esa manera habría podido descansar en paz y así tú hubieras podido disfrutar de la juventud de nuestra hija.

Tal vez Jeff le daba su bendición. Tal vez debería hacerle caso, tal vez debería darse la oportunidad de volver a vivir.

—Te amo, Khonsu —soltó con voz entre cortada.

Él sonrió y no espero más para tomarla de las mejillas y darle un beso tierno en los labios que sellaría su amor. A la lejanía Jeff los veía, comprendiendo que era hora de descansar en paz porque su esposa finalmente había decidido volver a amar y continuar con su vida.

—Se feliz, mi Lisa —dicho eso, Jeff montó su caballo blanco y cabalgó al paraíso. Lugar en el que olvidaría su vida en la tierra y permanecería feliz por la eternidad junto a seres celestiales.

Eloísa besó los labios de Khonsu perdonando cada uno de sus fallos de corazón y aceptándolo como su nuevo amor destinado. Los golpes desesperados que Raina le daba a la puerta provocaron que se apartaran de aquel beso dulce que se estaban dando y Eloísa chasqueó los dedos para que la muchacha fuera libre. Escuchó sus pies descalzos recorrer los pasillos del castillo y bajar las escaleras. Raina corrió rápido hacia ellos al verlos vivos y sin una gota de sangre. Pero abrazó primero a Khonsu sorprendiendo a su madre.

—¡Se mi padre, te lo ruego! —gritó en medio de lágrimas—. ¡Me haz cuidado cuando bebé sin esperar nada a cambio, ahora te prometo cuidarte en tu vejez como me cuidaste en aquellos días de persecución!

Khonsu miró a Eloísa a los ojos, ambos se sonrieron con la mirada.

—Parece que quieres más a Khonsu que a mí —dijo Eloísa.

—A ti ya te tengo segura. Él podría irse y dejarnos solas.

—Raina. —Khonsu la miró a los ojos—. No voy a irme, si me permiten seré su hogar y su refugio. ¿Qué dices, Eloísa?

Eloísa mostró sus dientes blancos por primera vez en una sonrisa.

—Por supuesto, pero primero quiero hacer algo.

—¿Qué cosa? —preguntaron Khonsu y Raina al mismo tiempo.

Eloísa se acercó al oído de Khonsu murmurando algo inaudible para Raina y este asintió con la cabeza. El hechicero tomó los brazos de las dos mujeres frente a él desapareciendo en el aire y apareciendo frente a un enorme árbol en un lugar cálido. Se notaba en el aire que ya no estaban en las tierras celestiales.

—¿Dónde estamos? —preguntó Raina mirando hacia todos lados.

—En donde comenzamos —dijo Khonsu señalando la pared del lugar en donde estuvo prisionero el día que Raina y Eloísa lo rescataron.

—Visitaremos el hostal.

Momentos más tarde Khonsu estaba tomando al que fue el padre de Raina durante tantos años por el cuello diciéndole que era un hijo de la grandísima perra que no merecía vivir pero que lo dejaría libre porque al menos mantuvo viva a Raina. Después le dijo  que no estaba sola, que él era su padre, que Eloísa era su madre y que la cuidarían por el resto de sus vidas. El viejo fue hechizado por Eloísa y maldecido para que el dinero se convirtiera en polvo cuando sus manos lo tocaran. Después regresaron al palacio en donde vivieron los tres como familia, Khonsu redactó una carta a su padre diciéndole que no quería la corona y que desposaría a una buena mujer. Diciéndole que por favor no apareciera en su vida nunca más.

Y así fue.

Los tres vivieron juntos durante muchos años hasta que Raina se casó con un buen hombre y entonces Eloísa y Khonsu se quedaron solos en el palacio, lugar en el que los jadeos nocturnos no cesaban porque los dos se deseaban pasionalmente cada noche.

Eloísa descansó finalmente, aunque no logró asesinar a todo aquel que destruyó lo que más amaba porque el principal asesino dormía en su cama. Sin embargo aprendió a perdonar porque las circunstancias lo ameritaban. Eloísa veía en su reflejo del espejo su rostro radiante e invadido de alegría rebosante porque estaba completa, porque la vida no terminó después de haber sufrido tanto durante tantos años. Ella se sentía feliz.

¿Haz sentido alguna vez la felicidad en su máximo esplendor? ¿Sí? Bueno, cuando sucede las emociones se encienden sintiéndose a flor de piel y te conviertes en un ser radiante que va por el mundo con el alma dispuesta a disfrutar cada instante, cada momento a sabiendas de que nada nunca se volverá a repetir.

👑Fin👑

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