⚜️Capítulo 9⚜️

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Khonsu Y Kalebb recibieron noticias de uno de los sirvientes más cercanos del rey Heiz. Él logró incrustar en las ropas de la familia real distintos localizadores para que no escaparan durante la batalla. Las órdenes de los hermanos eran precisas: Terminar con la vida de la sangre del rey de Luminaria.

Ambos iban en sus caballos, portando su armadura, cubriendo sus rostros por completo. Lo único que dejaban ver eran sus ojos rojos, sedientos de justicia. Fue fácil encontrar al par de enamorados en el bosque junto al castillo.

Khonsu miró al príncipe de cabello blanco arrojar a su esposa de cabello del mismo color a los arbustos con fuerza. Ese era un acto estúpido porque de todas maneras no lograría escapar. Suspirando e invadido de fastidio se paró frente a él. Los ojos negros de Jeff hicieron contacto con los ojos color carmesí del Mizbahita. Era el destino; "Un amor del pasado y un amor del futuro se encontrarán el último día de tu vida". Esa era la frase que rondaba en la cabeza del príncipe Jeff, quien tenía el don de la visión, pero no entendía su significado.

—¡Soy inocente! —gritó Jeff.

Eloísa se estaba levantando de los arbustos viendo a su esposo encarar a Khonsu.

Khonsu se bajó del enorme caballo. A través de su armadura podían verse únicamente sus ojos rojos y una sonrisa invadida de altanería.

—Príncipe Jeff, qué agradable es encontrarlo. Al parecer su sirviente lo traicionó y ha colocado el localizador en un intento absurdo por salvarse pero aun así morirá a manos de mi clan.

Jeff no había visto eso en su visión. Así que murió a causa de una traición.

—¡No le hagas daño! —gritó Eloísa saliendo de entre los arbustos—. ¡Déjanos ir, te lo ruego!

—Mátame a mí —dijo Jeff—. A mi esposa embarazada no le hagas daño.

—No puedo hacerlo, solo sigo órdenes.

Khonsu desenvainó su espada dirigiéndose a Jeff, quien intentó tomar la suya para defenderse. Eloísa intentó lanzar de su magia pero también era mago y tenía escudos de protección. Se movía muy rápido...

—¡Te condeno a muerte en nombre del Miztbah!

Khonsu decidió asesinarlo en un corte pulcro y limpio, para que el príncipe no sintiera el dolor de la muerte y que tampoco escuchara el grito desgarrador de su esposa embarazada. Estaba siendo piadoso.

—Princesa de Luminaria, llevas en tu vientre a un sangre sucia. Te dejaré vivir pero a ese monstruo no.

Eloísa llevó ambas manos a su vientre tratando de cubrirse e intentó transportarse pero el hombre frente a ella ya la estaba sujetando de las muñecas mientras sonreía.

—Tengo órdenes precisas que cumplir, no es nada personal.

—Te lo ruego, deja que me vaya... —dijo en un hilo de voz.

—No.

Al decir eso, la mano de Khonsu ardió en un color rojo incandescente. La piel de Eloísa comenzó a abrirse provocando que la criatura en su vientre saliera. Ella gritó invadida por el dolor, el sufrimiento y la tristeza.

Khonsu le dio una patada en el pecho tirándola encima del asfalto, montó su caballo y se marchó junto con su hermano, Kalebb. Dejando a la hechicera moribunda, y esperando que sobreviviera. Ese era su acto de piedad, su acto de humanismo porque ella no tenía la culpa de haberse mezclado con una familia invadida de maldad.

Cuando Khonsu y Kalebb llegaron a las puertas principales del castillo se percataron de que el caos y destrucción habían terminado. Luminaria ya no existía, se acababa de convertir en el valle de huesos, muerte y ceniza. Nombrado así, por los Miztbah. En las escaleras principales del castillo yacía el cuerpo sin vida del rey Heiz y arrodillado junto a él su sirviente que lo había traicionado. Abimael no aceptaba las traiciones, por tal motivo lo decapitó.

—¡No hay ningún alma viva en este lugar, pueden marcharse a festejar! —gritó Abimael guardando su espada.

—Te equivocas, padre —dijo Kalebb bajando de su caballo.

—¿Hay alguien vivo? ¿Dónde? —el rey giró el rostro tratando de encontrar a alguien que no fuera un soldado Miztbah con vida

—Khonsu...

—¡Oh, cierto!

Khonsu bajó de su caballo, mostrando en el aire el feto que seguía en su bolsa con líquido amniótico. Si bien, lo arrancó del vientre de Eloísa, no lo asesinó. El pequeño seguía vivo.

—¿Qué es eso? —cuestionó Abimael.

—El nieto de Heiz —contestó Kalebb.

—Mátalo ya, hijo.

—Se mueve —dijo Khonsu mirando que el pequeño dentro de la bolsa que flotaba en el aire giraba dentro del agua sin darse cuenta de que ya no estaba en el vientre de su madre.

—¿Te conmueve? Dámelo, yo lo hago. —Abimael estiró la mano pidiéndole a su hijo que le entregara el bebé.

—Dices que quieres matarlo porque el rey experimentaba con él. ¿Y si hago el ritual Luxus? Si sobrevive es puro.

—No me retes, Khonsu. ¡Mátalo ya! —gritó Abimael sintiéndose avergonzado frente a sus soldados.

—Luceat in te lumen et si tenebrae sunt, consumat te totaliter. —Entonó Khonsu ignorando a su padre.

La bolsa en donde yacía el bebé comenzó a burbujear y entonces explotó provocando que el pequeño saliera volando directo al suelo. Khonsu lo tomó con sus manos rápidamente evitando que cayera al piso, y al caer entre sus brazos comenzó a llorar. Tenía ocho meses, pero estaba bien formado...

—Es una niña... —murmuró Khonsu—. Padre, ha sobrevivido al ritual. Me niego a matarla, mira sus mejillas rosas.

—¿Dos minutos con la criatura y ya te ablandó el corazón, hermano? —Kalebb se acercó a él tratando de quitarle a la pequeña.

—No voy a dártela, es inocente. No tiene mancha. Así que exijo piedad para ella.

—Entrégame ese bebé, es una orden —Abimael endureció la voz.

—No. —Khonsu dijo con firmeza apretando los puños de las manos—. No entregaré un inocente, los Miztbah no hacemos eso.

—¿Te atreves a desobedecerme? Soy tu líder.

—¡Eres mi padre!

—Me avergüenzas frente a todos los soldados, si te dejo pasar esta humillación todos querrán humillarme después. ¡Te sentencio, quitaré tu magia!

—Kalebb, dile algo...

—Lo siento Khonsu, nuestro líder ha hablado.

—¡Invisibility! —gritó provocando que la pequeña en sus brazos fuera invisible ante los ojos de todos, menos los suyos. Después corrió directo al bosque tratando de escapar de ellos, colocando a la niña en el hueco de un árbol—. Volveré por ti. ¡Aguanta!

Khonsu siguió corriendo pero su hermano Kalebb lo atrapó arrastrándolo junto con dos soldados más directo a su padre. Estando de rodillas lograron erradicar la magia celestial proporcionada por los Miztbah, le quitaron el título de príncipe y lo torturaron para que indicara la ubicación de la pequeña. Pero Khonsu no habló, no entregaría un inocente... Eso no era justicia, era una abominación.

—No hablará —dijo Abimael luego de varias horas de tortura—. Mátenlo.

Al decir eso montó su caballo y se fue, dejando a su hijo primogénito a la suerte.

—¡Kalebb! —gritó Khonsu mirando a su hermano directo a los ojos.

—Nuestro líder ha dado la orden —dijo Kalebb.

—¡Soy tu hermano! —gritó mientras escupía sangre.

—Ya no lo eres. —Kalebb incrustó su espada en el abdomen de su hermano. Pero estratégicamente, en un lugar que no era letal para que no muriera.

—Kalebb...

—¡Váyanse todos, díganle a mi padre que seré su nuevo sucesor! —ordenó Kalebb—. ¡Díganle que Khonsu ha muerto!

—Kalebb —Khonsu susurró casi sin aliento.

Kalebb se arrodilló para hablar directo al oído de su hermano a medida que depositaba en la palma de su mano un poco de magia.

—Estás herido y probablemente morirás, pero si realizas el ritual Nexo tu alma se vinculará con suerte a otra alma cercana a ti... Necesitas sangre de diez personas al menos.

Kalebb se apresuró para tomar sangre con rapidez de los cuerpos de los Luminarios muertos para embarrarla en el cuerpo de su hermano.

—Si sobrevives no nos busques, diré a papá que fue mera suerte tuya. —Tragó saliva—. Si vuelves voy a asesinarte porque no pienso cederte el trono a rey Miztbah, ahora me pertenece.

—Kalebb... —Khonsu escupió sangre por la boca.

—Tienes una sola oportunidad para que el ritual nexo funcione, más te vale hacerlo bien y si no; descansa en paz.

Al decir eso, Kalebb montó su caballo galopando a gran velocidad. Dejando a su hermano mayor tirando en el suelo.

—Yo... No... —Tragó saliva sintiendo la pizca de magia en su mano—. El espíritu mío arde con intensidad anhelando encontrar...

»Anhelando encontrar un alma cercana que pueda apiadarse de la mía...

A lo lejos, podía escuchar a la pequeña llorar. Sonrió feliz porque seguía con vida, pero sabía que su alma no se vincularía a la de ella porque era pura y las almas puras de infantes no podían tener un nexo.

—Un alma fuerte y llena de vida que tenga sueños y metas para poder vivir en armonía...

»Realizo el ritual Nexo, esperando que el cielo bendiga mis súplicas.

»Entrego la mitad de mi alma, a otra alma para que mi cuerpo sea sanado y salvado.

»Convirtiéndonos en un mismo ser... Ritual nexo, terminado.

Al decir eso la magia en la palma de su mano desapareció y minutos después tuvo un poco de fortaleza para quitarse la espada del abdomen. Se arrodilló tratando de pararse, sin embargo estaba muy débil porque perdió mucha sangre y se quedó tirado en el suelo cayendo en un profundo sueño.

La venganza no regresó a Eloísa de la muerte; fue el llanto de su hija que se escuchaba por todo el bosque, pero ella estaba tan débil que no podía recordarlo porque lo único en lo que podía pensar era en su familia perdida, en su deseo de vengarlos.

«Viviré y vengaré sus muertes. Asesinaré a todo soldado Miztbahita hasta que no quede ninguno sobre la faz de la tierra.»

Se decía a si misma, tomando con su magia fortaleza de los árboles, de las plantas, de la tierra, de la madre naturaleza. Pero sin moverse porque el dolor del vientre era muy fuerte, porque sus heridas sin forma causadas por Khonsu eran tan graves que tardaban en sanar. Pronto sintió un pinchazo en el abdomen además del dolor acumulado, se trataba de la herida del abdomen de Khonsu, quien en ese momento estaba siendo vinculado a su alma. Al ser la persona más cercana pudieron conectarse, pudieron ser un nexo. Eloísa no sabía lo que estaba sucediendo y Khonsu no tenía idea de quién era la persona con la que vinculó su alma.

Pasada la noche, cuando el sol apenas se asomaba de entre las montañas la hechicera abrió los ojos sentándose con el cuerpo todavía tembloroso, después se puso de pie sosteniéndose de un árbol y avanzó a las afueras del bosque, huyendo sin rumbo fijo. Tratando de encontrar algún lugar en el que pudiera refugiarse hasta que estuviera sanada por completo. Por fortuna llegó a un pueblo vecino de Luminaria, Golibeth, lugar de gigantes. Estando ahí buscó a una antigua compañera de la escuela de magia y hechicería. Ella le dio asilo y la ayudó a sanar por completo de las heridas físicas, mientras sanaba su cabello se tornaba oscuro, su color natural pues al morir su esposo había dejado de tener la apariencia suya.

—Tengo que volver a Luminaria, Genoveva —le dijo a su amiga gigante.

—Ese lugar ya no existe, ahora se llama el valle de huesos, muerte y ceniza.

—Sí, pero ahí se encuentra la fortuna de mi ex esposo, para sobrevivir en este cruel mundo necesito dinero.

—Pero Eloísa...

—Estaré bien, ya estoy recuperada.

—Sabes bien que no puedo ir contigo, nosotros los gigantes somos cazados fuera de aquí para ser vendidos como esclavos...

—No te estoy pidiendo que me sigas.

Al día siguiente Eloísa partió hacia Luminaria, no tenía miedo porque no tenía nada que perder.

En el siguiente capítulo se revelan más cosas acerca del pasado de Khonsu y Eloísa. ¿Ya sabes quién es la bebé? ¿Está viva? Yo digo que con esto se perdonen y sean felices para siempre. <3

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