CAPÍTULO 17

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Lo vemos, ambos lo vemos y no lo creemos...me siento insignificante, una pelusa flotando en el aire, estática en medio de la locura y esperando a que algo me empuje a actuar. Porque tengo mis pies en piso de concreto, duro, estable; y sin embargo no soy capaz de sostenerme, no soy capaz de comprender la magnitud del asunto. Es malo, es bueno, son infinitas sensaciones en una única imagen.

—¿Vamos? —Asiento en silencio y tomo su mano, la cual me recibe con fuerza, brindándome algo de seguridad.

Sheng y las chicas se despidieron de nosotros con un conmovedor saludo. Debían irse por sus "turbios asuntos" pero aun así, Bianca me dio su número de celular, incluso Nadia me dijo "Qué te vaya bien, ratita" lo que es todo un avance.

Y aquí estamos, a punto de usar un teléfono público (Sheng nos regaló el dinero necesario para eso...y un poco más por si acaso).

Quise que Derek lo intentara primero, pero insistió en que tenía que llamar yo, así que eso hice, con un nudo en la garganta del grosor de una pelota de fútbol.

Esperé pacientemente, un pitido, dos pitidos, tres...

—¿Hola? —La voz inconfundible de mi madre llega a mis oídos y tengo que luchar para no desmoronarme.

—Mamá, soy yo —mi voz se quiebra con tan sólo esas palabras. Ella suelta un grito y luego siento un golpe, también oigo a papá, sumamente alterado diciendo algunas cosas que no logro entender— ¡Papá, soy Pen!, ¿me oyes? —sé que él toma el teléfono por la respiración agitada que suena contra mi oreja.

— ¿Hija? ¿Eres tú, de verdad eres tú?

—¡Sí! —lloro— ¡Soy yo papá, estoy viva! ¡Nos encontraron!

—Laura...llama a la policía —con tono mustio le habla a mi hermana— ¡Que llames a la maldita policía! —vuelve a dirigirse a mí, sin disimular ni un poco el desespero— Mi amor, hija, ¿dónde estás? Te sacaremos de allí. Juro que te sacaremos de allí.

Le brindo la poca información que sé y lo dejo para cederle el turno a Derek. Su llamada es igual de conmovedora, con llantos y oraciones sin terminar.

Por último, nos sentamos a esperar en una banca cercana abrazados, simplemente eso. Sé que me romperé tarde o temprano, pero no me permitiré hacer eso en frente de mi compañero, al menos necesitamos aguantar lo suficiente como para estar a salvo de todo.

Lo que pasó después de un tiempo indeterminado no lo puedo describir claramente...reporteros, policías, mi familia, la suya. Miles de rostros formaron una brumosa confusión en mi mente que hizo colapsar mi sistema. El cuerpo de me apagó sin que yo lo deseara, y me desplomé en el suelo.

Siento un aroma peculiar, como a desinfectante y jabón, sonidos extraños que no puedo hacer encajar penetran mis oídos y me brindan una idea curiosa y descabellada. Sólo basta con abrir los ojos para confirmarlo:

Un hospital...al menos no parece una de mis pesadillas convencionales, pero prometo que donde aparezca Derek usando bata de médico, me apuñalaré con una jeringa para despertar.

—¡Mi amor! —alguien me toma la mano, lo que hace que desvíe mi atención hacia allí...oh, es mi madre, con los ojos rojos como dos ajíes y el pelo peor que una esponja de aluminio— ¿Cómo estás? —su agarre se hace más fuerte— No sabes lo mucho que te buscamos.

—¿Mamá, que haces aquí? —esto tiene que ser un sueño, ¿verdad?— ¿Dónde está Derek?

Ella sonríe a labios cerrados y señala con la cabeza:

—¿Por qué no lo ves por ti misma? —giro mi cabeza y veo que él está a mi lado, dormido en la camilla, ¿cómo es que no lo vi antes? —El pobre no se ha despegado de ti en ningún momento—baja la voz como si temiera despertarlo, ¡ja! Si supiera...—casi enloquece cuando intentaron llevarlo a otra sala. Dejé que se quedara, pero espero que puedas convencerlo de que se haga los análisis —. Sonríe y me acaricia, luego se para y me da un abrazo. Lágrimas escapan de mis ojos cuando hace eso.

—No te preocupes, lo haré —.Definitivamente esto no puede ser un sueño, es demasiado real, hasta percibo como los vellos de mi brazo de alzan en un escalofrío por una corriente de aire.

Mi madre sigue hablando sobre cosas como que me desmayé por el estrés, y que papá y mi hermana están en el comedor, listos para visitarme en cuanto sea posible. Sabe que estoy cansada, así que se retira algo insegura y nerviosa unos minutos después, y por supuesto que no desaprovecho la oportunidad para despertar a mi compañero y preguntar lo que tanto temo:

—Derek... —. Le muevo el hombro y responde mostrándome el verde brillante de sus iris.

—¿Estás mejor? ¿Cómo te sientes, necesitas algo?

Me le quedo viendo por un momento antes de responder:

—Quiero que me digas si esto es un maldito sueño, porque enloqueceré. Por favor —mis intentos por no llorar otra vez fracasan y él me envuelve con ambos brazos, sosteniendo mi cabeza con una de sus manos—. Dime que salimos de ahí.

—Sí —me besa la coronilla—. Estamos a salvo Pen, iremos a casa.

¡Es verdad!, ¡es verdad! ¡Gracias Dios, Buda o Alá por este regalo! Que felicidad...

Me relajo recostando la nuca en la almohada y cerrando los ojos con una gran sonrisa, hasta que, como suele pasarme, entiendo tarde el sentido de las palabras. ¿Ir a casa? Él no es mi vecino... además se iba a vivir a Londres, ¿no? Maldición, ¡siempre tiene que haber algo mal!

—Pero... ¿a dónde te irás?

Por cómo presiona sus labios parece que di en el clavo. No, no soy una agua fiestas, es que para mí es primordial saber que va a pasar con nosotros.

—No lo sé...

Planea decir algo más, pero una enfermera nos interrumpe, ingresando ruidosamente con sus suecos blancos y una panilla en el brazo. Primero clava su severa mirada en ambos, como si le incomodara que estuviéramos tan cerca. A ver señora, comprendo que esto no está muy permitido, pero tampoco ponga esa cara, que no estamos jugando con los botones del tablero. (Muy bien, ahora no voy a poder dejar de pensar en ellos hasta que los presione, me aplaudo por ello).

—Señor Freeman, debe acompañarme a la sala para los exámenes.

Él frunce el ceño:

—¿No puede ser más tarde, señora?

No sé qué le molestó más a la mujer, si que la llamara señora cuando es evidente lo mucho que intenta diluir los años que tiene encima, o que no le dijese enfermera, pero lo cierto es que ella no sólo frunció las cejas, sino también los labios.

—No, así que venga.

—Déjeme hablar con ella unos minutos y enseguida voy.

Mientras tanto mis ojos van de un rostro a otro para no perderme la escena, lamento no tener palomitas y refresco...verlos tan enfrascados en su absurda pelea es divertido. ¡Pero qué carácter! Yo ser él le hubiera respondido algo como "¡Estuve en una isla durante casi un mes, ¿qué le puede costar esperar un minuto?!"

—Sesenta segundos Freeman, los estoy contando —.Se va cerrando la puerta, aunque "se va" es mucho decir, más si todavía veo su figura a través del vidrio templado.

Derek rueda los ojos y se deja caer a mi lado.

—Parece mi profesora de historia —. Suelta una corta risa, pero se la traga cuando se da cuenta de que no le sigo el jugo. Oh sí Derek, activé mi modo madre, y no podrás con eso.

—Análisis. Ahora —.Me cruzo de brazos.

Su boca forma un círculo por la sorpresa:

—¡Pero!... —sí, sufre, sufre ante el poder de mi expresión— No lo haré, no pienso dejarte sola.

Ok...me falló el plan, vayamos al B:

—Derek, si no vas en los próximos diez segundos, juro que convenceré a los doctores para que te hagan un muy lindo colon por enema —.Sonrío con toda la inocencia del mundo.

La piel se le pone un poco blanca y traga saliva.

Luego de susurrar un "Das miedo" me dio un pequeño beso en la frente y salió, no sin antes prometerme volver en cuanto pudiera.

En el transcurso de unas horas, mi familia me visitó, y me dijeron que la prensa está como enloquecida hablando de nuestra milagrosa salvación, incluso tuve el placer de ver el noticiero y reírme un rato, sobre todo cuando apareció una loca y anunció que el espíritu del panda violeta había presagiado nuestro regreso, o cuando pensaron que habíamos llegado a tierra en una balsa hecha con botellas y delfines.

Por supuesto que también tuve que explicarles por qué usábamos esa ropa cuando nos encontraron, y la verdad fue difícil. Después de todo, los chinos proxenetas no son precisamente comunes. ¿Qué inventé? Que un tipo y unas muchachas que nunca revelaron sus nombres nos prestaron ropa, comida y dinero. Nos trajeron aquí y se fueron sin siquiera despedirse. Suena raro, pero más raro sería mencionar la realidad.

Tampoco es que haya estado tanto tiempo conversando, no señor, me hicieron de todo un poco, con agujas, con máquinas, hasta vino un psicólogo, el cual voy a tener que seguir viendo por un buen tiempo más (no sé qué cara tendré, pero debo parecer muy trastornada).

Después de casi no sobrevivir a mi último pasaje de suero para "revitalizar mi cuerpo", pregunté a la enfermera por Derek (somos tan conocidos aquí que sólo hace falta el nombre) y ella me respondió que estaba en intervención. La sangre se me heló al escucharla, y lo peor es que no dijo nada más. ¿Qué estoy haciendo ahora? Intento escapar de la habitación para encontrar a mi compañero, pues con cada segundo que pasa, mi cerebro idea escenarios más inquietantes:

1) Le cambiarán el sexo sin su consentimiento por error.

2) Lo utilizarán como sujeto de experimentos y terminará peor que Deadpool.

3) Le quitarán los órganos para venderlos en el mercado negro.

4) Simplemente lo cortarán en trozos para abaratar el presupuesto de la comida para los pacientes.

No, mientras yo tenga un par de piernas para correr, ¡nadie que no sea yo lo convertirá en hamburguesa!

Bajo de la camilla y con sumo cuidado retiro la vía, aunque ni me duele. ¡Ja! ¡Las agujas ya no son un problema para mí!... Espera, está sangrando...¡está sangrando! ¿Y si no para?, ¿qué hago?... ¡¡¿Esto es normal?!! Ah no, ya está.

Suspiro aliviada y busco algo con que cubrirme, porque estoy desesperada, pero no tanto como para arriesgarme a que alguien vea mi tostado trasero moviéndose por las instalaciones. Finalmente, luego de revolver el bolso que mamá dejó a un lado, encuentro mi sobretodo rojo. Sé que pareceré una Caperucita con problemas mentales, pero es lo único que me cubre en este momento.

Salgo con el corazón acelerado y observo atentamente en todos los rincones, soy una ninja, como una espía internacional...

—¿Qué haces?

—¡Ahhh! —pego un salto y tiro manotazos al aire hasta que descubro que se trata de mi hermana, que tiene los ojos abiertos de par en par y un refresco en la mano— ¿Por qué estás aquí? ¡Vete! —La doy vuelta y empujo su espalda hacia la salida, pero ella aparta mis brazos y me hace detenerme.

—No hasta que me digas que haces fuera de tu habitación.

Muerdo mi labio con frustración, sí hay algo que aprendí conviviendo con esta perturbadora criatura durante años, es que nunca, nunca se le puede ocultar nada. Es un maldito sabueso con GPS.

—Estoy buscando a Derek.

Se muestra más interesada:

—¿Es tu novio?

Ruedo los ojos:

—No...pero algo parecido —.Me encojo de hombros.

Sonríe con malicia:

—Espera a que papá se entere...

—¿Cuánto? —La corto para no perder más tiempo. Sé que su alma corrompida desea algo de mí, siempre es lo mismo.

—¿Qué?

—¿Cuánto quieres por tu silencio?

Refleja sorpresa por unos segundos y termina bajando la mirada.

—Yo... —sus hombros menudos tiemblan un poco y en el piso se forman unos pequeños círculos oscuros— ¿Me darías un abrazo? —No es necesario que lo pida porque antes de que abra la boca ya estoy haciéndolo. Con fuerza. Mi hermana ahoga el llanto en la tela de mi abrigo mientras le acaricio su corto cabello castaño.

—¿Vas a dejar que te vea llorar siendo tan orgullosa? —Le animo en murmullos.

—¡Pensé que habías muerto! ¡No quería que murieras en serio! —Golpea duramente mi brazo mientras seca sus lágrimas.

—Me alegro... ¿Eso significa que me dejarás ir gratis? —Sonrío.

—No, dame diez —responde rápidamente—. Sólo por esta vez hay descuento —estrechamos las manos para cerrar el trato y en eso una enfermera aparece por la esquina con la vista fija en unos papeles. Pienso desistir el plan, pero Laura me guiña un ojo—. Déjamelo a mí.

Ella sale corriendo y se arroja al suelo, gritando y pataleando mientras yo me oculto disimuladamente en la habitación, lista para salir.

La mujer se preocupa al verla retorcerse y se acerca dando grandes zancadas, entonces mi hermana la toma de las piernas mientras chilla y se sacude con esos incesantes gritos de "¡Quiero ir a casa!, ¡quiero ir a casa!". La pobre mujer se agacha e intenta calmarla con mimos, pero como esta chica es la genio de la familia (después de mi) no le deja la tarea tan fácil.

Entre toda esa revuelta noto cómo me hace una señal con la cabeza para que avance y eso hago, con paso apresurado antes de que me vea. Cuando nos cruzamos muevo mis labios pronunciando un "Gracias", pero ella repite la acción con "Ahora serán veinte".

Argh...pequeña perra.

¡Y al fin actualizo un domingo! Como debe ser... Muchas gracias por todo, y como muestra de mi afecto, utilizaré los clásicos términos uruguayos: "¡Gracias, che! ¡Son unas bichas!" XD (Admito que nunca hablo así, pero la mayoría aquí sí).

¡Saludos desde mi rincón! :D.


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