No me podía creer que hoy daban las listas.
Estaba tan cerca de irme, en 2 meses exactamente.
Debía comprar una gabardina para el invierno allá y más ropa, o más libros para estudiar.

Entré a mi salón salón sin poder contener mi sonrisa.
Mis compañeros estaban hablando en grupitos acerca de las listas y de los que era seguro que se irían.

La profesora entró unos minutos después para callar al grupo y empezar el discurso de lo importante que es esto, de que esta era una oportunidad única y que también vendrían alumnos aquí, así que tendríamos que ser amables. Y después llegó lo importante, los nombres.

-Cuando diga su nombre pasen en frente. Les daré la mochila de regalo por parte de Soncod y después iremos a dirección a que les den las instrucciones.-

Mi corazón no paraba de latir rápidamente, pero realmente estaba muy emocionada.
Sólo 8 de este salón habían calificado, así que esperaba escuchar mi nombre pronto.

-Coster Richie,.... Levang Marco,... Rodríguez Sara,...-

Uno por uno los fue nombrando, mientras les daba la mochila azul con el logo de la escuela y la empresa de becas que patrocinaba todo.

-Williams Joslin.... Perfecto, son todos.
Muchas felicidades muchachos por calificar para esta gran oportunidad.
Por favor, un aplauso para sus compañeros que representarán nuestra escuela en el extranjero durante 7 meses- con una sonrisa luminosa la profesora aplaudía con las hojas aún en su mano-

Mientras todos aplaudían y los gritos de festejo se volvían más fuertes yo me quedé petrificada en mi asiento.
Sentía un dolor punzante en el pecho, uno que era molesto y que se conectaba con las ganas de llorar que tenía.

No podía moverme o hablar. Un chirrido sonó en mi oído, y parecía que sólo yo lo escuchaba.
Un nudo que rasguñaba mi garganta se empezó a extender cuando los chicos y la profesora salieron con sonrisas en sus rostros.

Una decepción y enojo se extendía por todo mi cuerpo.
Mis extremidades se calentaba levemente y tenía tantas ganas de gritar.
No pude aguantar mucho tiempo sentada y salí casi corriendo del salón al baño.

Una vez estuve ahí, me metí al segundo cubículo y me tiré inconscientemente al suelo.
Las lágrimas me salieron casi solas y mis manos taparon mi cara para empezar a llorar desconsoladamente.

Mi cuerpo se sentía tan pesado y tenía tantas ganas de golpearme que tuve que abrazar mis piernas para encerrar mi cuerpo.
Casi se me salían los gritos si no hubiera un salón cerca.

Estúpida escuela, estúpida lista, estúpidos alumnos que robaron mi puesto, estúpidas sonrisas...