Único.

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Y allí estaba, viendo el cuerpo de su madre conectado a un montón de máquinas. Parecía dormir, su cara tan serena y tranquila daba esa ilusión. Un sueño pacífico y reparador. De esos que te tomas cuando haz tenido un largo día, y que resultan increíblemente reconfortantes. Sí, esa era la expresión en su cara, incluso tenía una pequeña sonrisa que se asomaba tímidamente en sus labios como si su sueño fuera muy bonito.

Lástima que sabía que no era sólo un sueño, quizá no volvería a despertar jamás. Fue uno de esos sorprendentes giros que da la vida cuando menos te lo esperas, todo va bien y de repente un suceso extraordinariamente horrible, después, el hospital, las cirugías, lo que pudiste haber hecho para evitarlo. Sí tienes suerte la vida te deja en paz, pues dice que ya haz sufrido bastante.

 Sin embargo, no todos la tienen y ese era su caso. La vida creía que él necesitaba más golpes bajos y más dolor. Y allí estaba él, observando como quizá su madre no volvería. Él había estado en ese accidente pero había sobrevivido de milagro. Escuchaba como la máquina de los latidos hacía el ya tan característico y odiado "bip" que representaba a los hospitales, sobre todo en la sala de emergencias.

Una mariposa pasó volando frente a la única ventana que había en la habitación. Él no lo notó pues recordaba cada momento que mostró debilidad frente a su madre.

Le ardían los ojos, tenía los puños apretados fuertemente a ambos lados de su cuerpo y los labios los tenía más rojos de lo normal de tanto morderlos. En otros tiempos, hace quizás unos diez años...

                 ☆゜・。。・゜゜・。。・゜★ ☆゜・。。・゜゜・。。・゜★ 

  «-¡Mamá, ya por favor, detente!.

-¿Cuántas veces te dije que ordenaras tú cuarto, eh? ¡mira este desorden!.

El niño estaba sentado en su cama observando cómo su mamá metía sus juguetes favoritos en una bolsa de basura sin piedad. No entendía por qué lo hacía, si siempre que desordenaba luego acomodaba sus cosas. Derramaba lágrimas y sollozaba, pero eso parecía no importarle a su mamá. 

-¿Estás Llorando?- preguntó con voz amenazadora. El niño rápidamente subió su cámisa y se secó los ojos.Negó frenéticamente con la cabeza -¿por qué lloras? No tienes motivos para hacerlo, te mil y un veces que acomodaras el desorden.

El niño siguió observando lo que pasaba mientras pequeñas perlas adornaban sus mejillas...» 

Tantas cosas que habían hecho juntos, ¿por qué le pasaba esto a él?, ¿qué había hecho mal? amaba a su madre, daría la vida por ella. Aunque...

  «-Ven aquí- le dijo su madre sentada en el sofá. 

El niño con temeroso paso se acercó, temblando ligeramente. Había mentido sobre un pequeño asunto y no sabía cómo reaccionaría su mamá.

-Siéntate- le ordenó. El niño ya más tranquilo, obedeció en silencio, su madre lo miró y comenzó a hablar pausadamente.-¿Qué te he dicho sobre mentir?-.

-Que está mal- la voz de el niño tenía un muy marcado matiz de arrepentimiento.

-¿Y por qué lo hiciste?- su tono era más duro.

-Quería protegerlo, es mí amigo- respondió.

-Es tú amigo...- cada palabra era pronunciada más lentamente que la anterior.

Sentía que su madre lo comprendía.

-¡No te he dicho que no te juntes con él?.

-Pero...

-Nada de peros; el es malo.

-Pero mamá- balbuceó.

-¡NADA!, ¡te dije que no debías juntarte con él y me desobedeciste!, ¡estás castigado!, ¡ve a tú habitación!.

El niño empezó a llorar fuertemente. El solo quería ayudar a su amigo pero su madre no los entendía.

-¡Cállate o te pego, que no tienes razónes para llorar!.

El miedo se hizo visible en sus ojos llorosos, trató de calmarse pero no pudo, Subió a su habitación corriendo y se metió en el baño. Allí estuvo toda la noche...»

Ella le había enseñado sobre las cosas importantes de la vida, lo había guiado, lo había ayudado, y lo había levantado en sus peores momentos. Le había enseñado sobre el bien y el mal, educándolo para que siempre escogiera el bien.

«Se había escondido debajo de su cama, sabía lo que le esperaba si salía de ahí. Había manchado sin querer él vestido que su madre iba a usar esa noche.

Aterrorizado sollozaba suavemente, tratando que no lo escuchara su ahora furiosa madre.

-¡SAL DE DÓNDE ESTÉS O JURO QUE TE DEJO SIN GALLETAS!

Cualquier persona razonable pensaría que es una amenaza absurda, pero para él chiquillo de 8 años eso era lo peor que podía existir pues significaba que si lo encontraba el regaño sería peor y podría convertirse en una golpiza. Salió Temblando de su escondite y se dirigió donde su mamá. Se arrepintió al instante.
 
- ¿Estás llorando? Ven, te voy a dar una buena razón para llorar.

Esa noche, en algún lugar de Corea un niño lloraba en silencio en su casa, con las piernas rojas...»

Ahora ella estaba allí, quizá no despertase jamás. Los ojos le ardían a más no poder y el nudo en su garganta amenazaba con dejarlo sin respiración. Sin embargo, ese poderoso mar no salía...

«-¿Qué te dije? ¡DEJA DE LLORAR! ¿quieres que te lo deletree?

A la mañana siguiente, sus amigos le preguntaban que le había sucedido en su mejilla derecha. Él, con una mueca, les respondía que se había golpeado al caer en su casa.
  
"Sí tan solo fuera real"...»

Los recuerdos con aquella mujer que la habían dado la vida golpeaban su mente, queriendo salir por sus ojos negros. Pero por alguna razón no salían,se estancaban ahí...

«-¡Es que no puedo hacer nada! ¡¿No lo entiendes?!- ya, estaba harto que su mamá no lo dejara hacer nada de lo que quería. Había aguantado bastante, solo por no hacerla enojar más, había explotado. Grave error.

-¿Qué dijiste?- susurró la mujer encólerizada.

-Que no me dejas hacer nada- respondió siseando.

-¿Ahora me respondes? ¿Qué te he dicho sobre hablarme así?

Se calló.

-¡¡¡RESPÓNDEME!!!

-BUENO, ¿Y QUÉ QUIERES PUES? ¿TE RESPONDO O NO?

Una bofetada resonó en la habitación.

Pero por primera vez, el mar fué controlado...»

Él dolor recorría cada partícula de su cuerpo, la tristeza lo inundaba completamente, afuera llovía copiosamente, como revelando los sentimientos del joven.

Alguien abrió la puerta de la habitación, cerrándola nuevamente tras pasar.

-¡Oh dios!- reconoció esa voz al instante. Al observar de reojo a la persona que se habían puesto a su lado confirmó quién habían llegado -Lo siento tanto...

Luego sintió como unos brazos cálidos lo rodeaban.

Quería gritar hasta desgarrar su garganta, pero nada salía de su boca. Ni siquiera un sollozo. Era tan Injusto. Toda la vida negándose a llorar y ahora que podía hacerlo con total libertad las lágrimas no salían.

Necesitaba sacar todo aquello que lo habían llevado al borde. Pero nada parecía ser suficiente.

Se extrañó de que no se rompiera a llorar, sabía que era fuerte, pero no entendía porqué se negaba a llorar en esos momentos. Lo que no sabía era que él no se negaba. Solo no podía y ya.

Había olvidado como llorar. Había olvidado ese reconfortante sentimiento que le otorgaba al desahogarse. Había olvidado la suave caricia de las pequeñas gotas en sus mejillas. Había olvidado el salado sabor de su mar interno. Había olvidado como se sentía tener la nariz tapada por el llanto. Había olvidado todo eso. Y su cuerpo no parecía tener la bondad recordárselo.

Y para más ironía, la persona que estaba en esa cama era la que le había hecho olvidar todo eso. Alegando que llorar era una pérdida de tiempo, que no servía para nada, que no tenía razónes ni situaciones para hacerlo.

Pero llorar sirve para sacar todo eso que nos hace daño,limpiar el alma, purificar heridas internas.

Llorar es la manera que tenemos de decir con el cuerpo todo lo que la boca no puede. Expresar nuestro dolor. Llorar es como le decimos a otras personas que son importantes para nosotros, porque no lloraríamos frente a cualquiera. Llorar no es señal de debilidad, es señal de que somos fuertes, sí, pero no somos de hierro. Somos humanos. Por eso nacemos llorando, para tomar aire, soltar lo que nos hace daño y seguir con nuestras vidas.

Pero él había sido privado de esa libertad, por no mostrar "debilidad", porque no podía permitirse "perder él tiempo".

-Jungkook suéltalo ya- Jimin habían observado toda la escena desde una esquina de la habitación.

-Yo... No puedo- bajó la mirada hacía sus zapatos.

-Claro que sí, solo hazlo-.

-No lo entiendes... Yo...- se sintió impotente, no podía llorar su madre se lo reprocharía. "pero ella está ahí no te dirá nada"- Lo siento tanto, madre.

Por primera vez en mucho tiempo una gota salada bajó de su ojo derecho, deslizándose suavemente por su mejilla. Le siguió otra. y otra. Pronto ya no había manera de calmar aquel diluvio proveniente de sus negros ojos. Abrazó al de cabellera dorada. Acurrucó su cabeza en su pecho, y se aferró en su chaqueta como si de eso dependiera su vida. Él le correspondió aliviado de que por fin pudiese desahogarse.

El mar desolado al fin había sido tocado por el viento y ahora se movía en una incesante tormenta, que no se detendría hasta luego de haberse saciado.

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