23

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Mientras Luna recogía la basura de las mesas yo acomodaba las sillas. Solo quedábamos nosotras dos en la cafetería. No conversábamos mucho entre nosotras, no hemos tenido tiempo para socializar.

—Ya terminé—dice al salir de la cocina—. Me iré antes de que sea más tarde—asentí en respuesta y me despedí con un movimiento de mano.

Solo me faltaba la última mesa y me iría a darme la ducha que tanto me urge. Desde que se regó por toda la base que había un infiltrado, todos han estado alerta y comportándose raro. Nadie confía en nadie, solo en sus viejos compañeros. Los superiores tienen demasiada presión sobre ellos, todos se culpan a si mismo, supuestamente debieron darse cuenta antes.

Le di la última vuelta a la llave y la saqué de la cerradura. Al fin había terminado mi día.

—¡Ah!—ni siquiera pude pensarlo, el grito se mw escapó cuando alguien tocó mi hombro. Me giré rápido y me puse en posición de defensa.

—Creí que los soldados debían ser más valientes—esa voz logró relajarme. Sonreí de lado, con la oscuridad no podría verme el rostro.

—Es de valientes ser cobardes de vez en cuando.

—A veces logras conmoverme con las cosas que dices—se comienza a acercar.

—¿Y qué hace el Capitan Kim a esta hora de la noche en el medio de un pasillo oscuro?—sus manos se posan sobre mi cintura. Estos acercamientos en secreto se han vuelto más comunes de lo necesario. Ninguno pide permiso para acercarse al otro, pero tampoco nos la pasamos pegados, es como si supiéramos cuándo es el momento para tocarnos y cuando el de mantenernos serios.

—Vengo a invitarte a un lindo lugar.

—¿Tampoco me dirás dónde es?—frunzo el entrecejo.

—Solo diré que tenemos que estar unas cuantas horas en el carro.

—No me gustan los viajes por carretera—hago una mueca de desagrado y pasa su mano por mi cara para hacer que desapareciera.

—Ya te dije que te saldrán arrugas por hacer muecas.

—Y ya te dije que no me importa.

—Si no te gustan los viajes por carretera no es mi problema—vuelve al tema inicial—. De pequeño iba a ese lugar y hace tiempo no lo hago.

—¿Y por qué yo?—me giro y comenzamos a caminar, él iba aún agarrado de mi cintura.

—Porque eres la única a la que puedo obligar a acompañarme.

—Adorable respuesta, Kim Nam Joon.

—Soy todo un romántico, ¿verdad?—suelto una pequeña carcajada.

—¿Cuantas horas son?

—Si te digo podrás deducir a la ciudad que vamos.

—No me gustan los secretos.

—Y a mí no me gusta que siempre andes de preguntona—escuché un ruido y a la vez Nam se alejó de mí. Traté de ignorarlo, pero mi cabeza no quiere dejarlo ir.

—Ser curiosa es una de mis cualidades.

—En todo caso, es uno de tus defectos—ruedo los ojos.

—¿Hacia dónde vamos?—pregunto ya que yo solo le estoy siguiendo. Habíamos salido del edificio principal.

—Vamos a tu habitación a qué tomes algo de ropa y luego nos iremos.

—¿Cómo que debería coger?

—Coge algo que abrigue, por si acaso—asentí.

—¿Seguro que no me quieres asesinar?

—Si eso quisiera ya lo hubiera hecho. He tenido muchas oportunidades—estuve de acuerdo con él.

Intercambiamos unas cuantas palaras en lo que llegabamos a mi habitación. Nam Joon me ayudó a escoger la ropa que llevaría y la metimos en una mochila, no necesitaba exagerar y llevar una maleta gigante para un día. Debo admitir que estoy ansiosa por saber a donde vamos. Ya debería estar adaptada a sus sorpresas, pero no dejan de parecerme irreal. Soy una persona que odia estar en la incertidumbre y él ama hacerme enojar.

_______

Tres horas metida en un carro. Me duele el trasero, la columna y mis piernas están comenzando a dormirse. Aún no tengo ni a la menor idea de a donde nos dirigimos. Siempre viajo en avión, no me gusta estar mucho tiempo en un auto, por algo soy piloto de avión y no de un formula 1.

—Me dará un calambre en las piernas.

—¿Por qué siempre te estás quejando?

—Ayuda a liberar el estrés—verificó que no hubiera nada enfrente y rapido me robó un beso. Abrí mucho los ojos—. ¡Pudimos haber muerto!—suelta una carcajada y ruedo los ojos—. No vuelvas a hacer eso—me cruzo de brazos.

—Casi llegamos—señala un cartel y abro mucho los ojos. ¿Seúl? ¿Me trajo a Seúl?

—¿Qué haremos en Seúl? ¿Conocer a BTS?

—Si te gustan, ese podría ser el plan—es algo tonto, pero me alegró escuchar que haría algo solo porque me gusta a mí.

—Ahora si. ¿Qué haremos?

—Te dije que iríamos a un lugar que hace mucho no voy.

—¿Hace cuanto?—la curiosidad me ganó.

—Quince años. Desde que me fui de aquí—me giré para tomarme mas enserio la conversación y poder verle aunque sea la mitad del rostro.

—¿Antes vivías aquí?—solo asintió—. No lo sabía.

—Lo sabrías si me hubieras investigado en Google—bromea—. Es un lugar importante para mí—volvió al tema principal—. Es hermoso—sonreí por la dulzura con la que habla—. Eres casi tan hermosa como el—rodé los ojos y él soltó una pequeña carcajada.

Estaba comenzando a amanecer, solamente a él se le ocurre hacer un viaje tan tarde. Dejé salir un largo bostezo.

—¿Cansada? Parece mentira con todo lo que has dormido.

—Quiero dormir en una cama—trato de acomodarme mejor en mi asiento.

—Tranquila, estamos a 5 minutos del hotel.

—Al fin—bufé.

Obviamente compartimos habitación y cama, no pasó nada, dormir es más importante. Despertamos a la una de la trade, pero yo aún tenía sueño. Me di una ducha rápida, ya que no lo había podido hacer el día anterior, ahora que lo pienso, debí tener mucha peste. Desayunamos, o más bien almorzamos, en el bufete del hotel y luego partimos hacia el lugar misterioso.

Dejamos el auto en el parque y entramos al lugar de la mano. Estábamos rodeados de árboles y flores de diferentes tamaños y colores. Habían pequeños charcos a los lados de la senda. El cartel gigante decía "Garden of Morning Calm".

—¿En serio me trajiste aquí?—pregunto emocionada. Este lugar es maravilloso. Estaba repleto de personas, sobretodo parejas jóvenes o familias con niños pequeños. Los árboles tenían formas perfectas, no quiero ni pensar cuanto le pagarán a los jardineros de este lugar.

—¿No te gusta?—lo miro como si estuviera loco.

—¡Claro que me gusta!—subo la voz más de lo necesario.

Llegamos a uno puente y se detiene para mirar el pequeño río que pasaba por debajo. Me paré a su lado y comencé a disfrutar de la tranquilidad que emana este lugar. Amo estar rodeada de naturaleza.

—Mi madre siempre me traía a este lugar cuando era pequeño—sonreí por la historia que escucharía. Nunca he visto a la madre de Kim Nam Joon, solo por televisión, ya saben, la esposa del presidente. Y nunca me he detenido a preguntarme cómo sería su relación con ella—. Cuando murió este lugar era un recordatorio de su belleza—casi se me sale el corazón del pecho.

¿En qué momento murió la esposa del presidente?

—¿Qué hablas? Veo a tu madre casi cada día en el periódico—sigo sin entender nada.

—Por eso tienes que buscarme en Google—ríe—. Soy adoptado, Eun Yeong—lo dice como si fuera algo común de cada día.

—Perdona, ¿qué?

—Mi verdadera madre murió cuando yo tenía 10 años. Mi padre me adoptó un año después de eso. Él y la mujer que conoces no pueden tener hijos, y por tanto adoptaron al niño más patético que encontraron. Se esforzaron en convertirlo en alguien perfecto, y aquí estoy.

—No eres perfecto—trato de quitarme la tensión que cargo. Esto es un tema importante y que él lo traté como si nada, me hace creer que yo debería ser igual—. ¿A qué edad te fuiste de Seúl?

—A los 15—asiento.

—Debe ser duro, cuando la perdiste ya eras lo suficientemente grande para no olvidarla nunca—me mira con una sonrisa triste.

—No era la mejor madre del mundo, pero era mi madre. La extraño.

—Te entiendo bien.

Ambos hemos perdido a personas importantes, no nos compensa que el otro sufra, pero al menos nos sentimos identificado con el sufrimiento del otro.

—No mereces sufrir, princesa—su mano se posa sobre la mía.

—Tú tampoco.

—Lo dices por educación—ríe por lo seca que hablé.

—Lo digo en serio—protesto con voz chillona.

—Yo haré que no sufras nunca más.

—No digas cosas así, por favor—susurro con miedo. Tengo miedo que con esas palabras me gane y termine dependiendo de él. No quiero ser de las que sufren por un corazón roto. No quiero ser de las que lloran por alguien que no vale la pena.

—Las puedo decir si las pienso cumplir.

—No te arrepientas después, Kim Nam Joon.

—Nunca me arrepentiría de ti, Ri Eun Yeong—y sin darme tiempo a pensarlo bien, lo besé en público. Todos me deben estar juzgando en este instante, pero mis labios necesitaba sentir los suyo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro