Soy una mariposa.

Mis alas aletean todo el día, solo se encuentran limitadas por la noche. Por la triste y fría oscuridad.

Mi cuerpo es muy frágil, pero aún así puedo mantenerme en vuelo. Intentando llegar a un mundo donde la oscuridad no me persiga. Donde mis miedos puedan encontrar la luz.

Mi vida es insignificante en este gran mundo, pero aún así sigo volando. Sigo intentando escapar de esta oscuridad que me persigue.

Soy una mariposa.

Una oscura mariposa sin un lugar al cual pertenecer. Que ha estado sola todo este tiempo.

Vuelo con miedo siempre, sabiendo que algún día mis alas se romperán y yo caeré.

Soy una pequeña mariposa.

Que no encuentra su destino.
Que solo vive para morir.
Aunque... En realidad no se si estoy vivo, tampoco sé si estoy muerto ya.

Me encuentro volando sin vida, pero no estoy muerto.

La luz del sol siempre me da fuerzas para seguir. Me recuerda que tengo algo porque volar.

Sin embargo, aún no sé que es.

Hay algo, que me hace feliz, pero nunca he podido hablarle.
La razón por la que sigo en este mundo, es para poder comunicarme con esa persona.

Un pequeño niño entre las flores siempre juega con las demás.
No les hace daño.

Pero el niño nunca me ve, hay tantas mariposas en ese rosal que no puede prestarle atención a todas. Solo quedamos abandonadas. En medio de la oscuridad de ese rosal, sin poder hablarle.

Un hombre llega y con un palo comienza a ahuyentarnos.
Por accidente...
Golpea levemente mis alas.
Estas alas tan débiles que ahora causan mi caída. Las alas tan débiles con las que fui creado.

¿Quién pensó en darme estas alas?

El pequeño niño entra en desesperación, detiene al hombre y se acerca a mí.
Se ve algo dolido.
Por primera vez me presta atención.
Por primera vez solo me está viendo a mí.
Soy feliz.

-No me olvides -susurré. Esta persona es la luz que siempre busqué, la luz que tanto necesito.

-¿Cuál es tu nombre? -no respondo- Mariposa, dime, ¿quién eres?

-Azahar. -respondí.

-Azahar... Y si lloro por ti siempre ya que no puedo olvidarte, ¿No sería algo cruel? -me pregunta- ¿No te dolería más a ti? Te estás atando a mí, pequeña mariposa. Tengo que olvidarte algún día, si no mis llantos te dolerán más.

-Por favor... -el niño sonríe ante mis últimas palabras. Se ve muy triste. Pero yo me siento muy feliz.

No comprendo a este niño.

-Una mariposa se ofrece, carga una nota de penas, dolor, y esperanzas, que no pueden ser libres, pero decide guardarla hasta encontrar el sol, simplemente no puede ser detenida por la oscuridad. Por más grande que sea -no le entiendo, no puedo entender esas palabras, soy una mariposa-. No te olvidaré. -susurra a un lado de mí poniéndose de pie.

Aquel niño me sonríe y lo veo alejarse lentamente.
Su cuerpo se aleja hasta que lo pierdo de vista.

Él ya no está a mi lado, pero soy feliz.
Algún día lo veré de nuevo, de eso estoy más que seguro.
Pero...

Debería estar muriendo para ser feliz, para ser libre; pero no lo hago.
Sigo aquí.
No dejo al niño como debería hacerlo, mi cuerpo solo es más negro en vez de aclararse.

La oscuridad me consume, es abrumadora.
Mis alas y mi cuerpo se pudren rápidamente.
Él no me deja ir.
Sus llantos me duelen más de lo que esperaba.
Él no me está olvidando.
Mi vida intenta terminar.
Pero soy carcomido por la oscuridad.
Soy una pequeña mariposa, siendo devorada por la fría noche, y él no puede olvidarme.
Él no puede dejarme.
No soy feliz.

Mi único límite es esta oscuridad que me rodea, y sus tristes pensamientos.

Soy una pequeña y rota mariposa, que él no quiere dejar ir...