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Cada voto y cada comentario cuentan :)  

Os dejo en multimedia un vídeo que grabe con una amiga haciendo una cover de Shape of you de Ed Sheeran, espero que os guste <3



Capítulo 2.

El viaje en autobús hasta el remoto pueblo en el que vivía su madre fue largo. Prácticamente tuvo que cruzar el país, lo que supuso más de veinte horas sentada, escuchando Dark Lust, pensando en Álex y soportando un insoportable dolor entre los muslos y la espalda. Odiaba ir en autobús pero lo prefería a volar. Le había dejado claro a su padre que tenía auténtico pánico a los aviones y que prefería ir en bicicleta a subirse en un trasto volador.

Durante las primeras cinco horas la acompañó un señor de unos setenta años que no tardó en dormirse. Y roncar. Y babear. Y demás cosas desagradables que Kim no quería recordar. Después se había sentado junto a ella una señora con ganas de charla, ante lo cual, Kim se puso sus cascos y se limitó a ignorarla, escuchando música. Cuando empezó a anochecer se quedó dormida e incluso pudo jurar que la señora de su lado seguía charlando con ella a pesar de estar durmiendo con los cascos en las orejas.

El viaje había sido demasiado largo y demasiado tedioso, pero por fin llegaba la última parada antes de lo que sería su nuevo pueblo. Salió del autobús para estirar las piernas y por primera vez se dio cuenta de que la geografía había cambiado: ya no había tantas montañas y el aire era cálido en lugar de frío.

Estaba tan acostumbrada a no salir nunca de Washington que había sido muy extraño para ella meter en la maleta algunas de las cosas que reservaba para el buen tiempo. Casi había sentido que se le caían las lágrimas cuando su padre le había dicho que «nada de cazadoras de cuero». Por no hablar del desesperado e infructuoso intento de meter la guitarra en la maleta, sacando toda la ropa y llevando sólo el instrumento. Aunque de todas formas Kim sabía cuándo sonaba mejor su guitarra y no era precisamente cuando la tocaba ella. Suspiró otra vez, no dejaba de pensar en Álex y quería llamarle, pero tampoco quería parecer ansiosa...

Aún andando fuera del vehículo, a unos quince metros, el conductor del autobús comenzó a hacer señas y Kim se acercó lentamente al autocar.

Le esperaban las últimas cuatro horas de viaje y no pudo alegrarse más de realizarlas. Aunque los nervios cada vez la atacaban más. No quería admitirlo porque era una cuestión de orgullo más que de cualquier otra cosa, pero estaba nerviosa y no sabía con qué se iba a enfrentar.

Hacía cuatro años que no veía a su madre. Recordaba que la última vez que se vieron fue porque ella había ido a la capital y al parecer, no era tan difícil ignorar a un ex-marido y a una hija. O una ex-hija, que era como Kim se sentía.

Sabía que su madre ahora tenía un hijo más, pero ella nunca lo había visto y realmente su madre no era la madre biológica del chico, sino su madrastra; el hijo de su nuevo marido. Según recordaba se llamaba Simon... o algo así y seguramente tendría su edad. No había invertido mucho tiempo imaginándose a su nuevo hermano ya que no tenía ninguna intención de encariñarse con nadie de esa «nueva y alternativa vida» y muchísimo menos con su madre, si es que podía llamarla así.

A través de la ventanilla vislumbró su reflejo. No era muy claro pero las ojeras estaban muy marcadas. Tenía que haber dormido un poco, pero no podía pensar en eso. Trató de peinarse la larga melena casi blanca pero desistió al instante. Quería llegar y no quería hacerlo. En realidad lo que quería era desaparecer.

Los minutos fueron pasando inevitablemente y al final el autobús se detuvo.
Las puertas se abrieron y la charlatana de su lado la instó a levantarse. Ese pueblo ni siquiera tenía una estación de autobús decente. Simplemente había una gasolinera y un par de señales que rezaban «Minewolf».

Kim suspiró. No tendría más de cuatro o cinco mil habitantes y además estaba lejano a cualquier otro sitio. Era perfecto para perderse... pero Kim nunca había querido perderse.

Con deliberada lentitud, salió de su asiento y bajó del autobús. Sin mirar alrededor se acercó al maletero que ya estaba abierto y agarró su maleta. Una vez la sacó, se alejó un poco del autocar y por fin miró hacia arriba. No le costó mucho localizar a su madre; no había cambiado mucho aunque Kim se esforzó por encontrarla más gorda o más desagradable. A su lado había un hombre bastante joven señalándola con el dedo mientras se debatía entre si esa era «su Kim» o no, y un último chico algo más joven que ella pero bastante más alto de estatura.

Tras diez últimos segundos de libertad, Kim comenzó a acercarse a su nueva familia con el más mínimo interés que pudo mostrar. Todos se aproximaron a ella y la joven saludó con la mano, dejando claro que no quería contacto físico de ningún tipo.
Su madre sonrió y murmuró un escueto «hola, cariño» que pretendió ser cariñoso, pero que Kim no quiso interpretar como tal.

—Ellos son Daniel y Simon.

La presentación fue confusa, Kim ni siquiera los estaba mirando.

El hombre, Daniel, cogió la maleta y la puso en el portaequipajes. Simon se limitó a recolocarse las gafas sobre la nariz mientras miraba al suelo y su madre, Lisa, intentó darle un torpe abrazo a la chica. Kim no dejó que el contacto se prolongara más de dos segundos antes de alejarse.

Finalmente todos se metieron dentro del coche y por la ventanilla pasó la mujer del autobús, saludando a Kim.

Pero ella no hizo nada, solamente pudo preguntarse por qué demonios su padre la había enviado allí.

***

Desde el coche, se divisó el lugar donde pasaría los próximos dos meses.
La casa no estaba mal: era grande y blanca y al lado contaba con un gran garaje que ofrecía un aspecto familiar, como si quisiera transmitir tranquilidad, aunque lo único que Kim sentía al mirarlo era dolor de estómago. No tardó mucho en darse cuenta de que ella era tan bien recibida allí como feliz por haber pasado más de veinte horas en un autobús. Entonces, ¿por qué no le habían dicho a su padre «no, gracias, ya tenemos un hijo»? Ni siquiera Simon quería abrir la boca, aunque realmente, tenía pinta de ser muy tímido y no se desharía en conversaciones con una extraña como ella.

El coche se paró y Lisa se bajó rápidamente para coger la maleta de Kim.

—¿Estás bien, cariño?

—Sí. Cansada por el viaje —dijo de mala gana.

—El lunes iremos a la librería. Te va a gustar.

Kim ignoró a su madre y sacó los cascos de su bolsillo, no tenía intención de ponérselos pero sí quería dejarle claro a su madre que no sería fácil lidiar con ella.

Lisa y Daniel cruzaron una mirada significativa, comenzaron a caminar hacia la casa y no tardaron mucho en entrar. Seguramente querrían hablar de que eso no estaba saliendo como habían planeado. Kim hizo lo mismo y también caminó hacia su «hogar», pero a los pocos pasos se dio cuenta de que su nuevo hermanito no la seguía.

Se giró hacia Simon y divisó su cabello castaño y su camiseta roja a unos metros de allí, estaba con alguien. De pronto ahí había cuatro chicos más con pinta de... macarras, sí, parecían los típicos personajes con los que no imaginaba a Simon, que era tan...

Kim se reprendió a sí misma, acababa de pensar en su hermanastro como en el tío más soso que había conocido, pero no debería prejuzgarle. Y tampoco debía hacerlo con esos cuatro chicos.

Siguió caminando pero volvió a girarse otra vez hacia ellos y esta vez vio cómo los jóvenes también se fijaron en ella.

—¿Es tu hermanita? —Oyó que decía uno, el más grande.

Simon vaciló y se colocó de nuevo las gafas en la nariz, sin decir nada. Por un segundo, Kim sintió que su hermanastro no quería estar ahí. Que era como si esos matones tuvieran algún tipo de control sobre él que impedía que él reaccionara.

—Dile que venga, también hay sitio para ella.

Comenzaron a reírse como mandriles mientras Simon seguía mirando al suelo y finalmente Kim resopló. Estaba claro que había idiotas en todas partes, pero justo le había tocado a ella estar con esos tíos. Y no, ya nos los estaba prejuzgando. Ya había calado a esos cuatro.

—Os estoy oyendo, ¿sabéis? —Ella se acercó lentamente y pensando en que no habían tardado ni diez segundos en comenzar a caerle mal.

El grande alzó la cabeza y Kim pudo ver la malicia brillar en sus ojos, pero el chico de su derecha le puso la mano en el pecho, como deteniéndole, antes de que se le ocurriera decir algo. El nuevo joven que estaba deteniendo al grandote era moreno y tenía los ojos claros, azules seguramente; pero Kim solamente podía pensar en aguantarle esa mirada de desafío que el chico había compuesto. Indiscutiblemente, era el líder de los gallitos.

—Lo hemos dicho en alto. Es normal que nos oigas —dijo firmemente.

El silencio entre ellos se prolongó durante unos largos segundos y ninguno de los dos apartó la vista del otro. Kim sentía el calor del sol en la cabeza y curiosamente se estaba enfadando. En una situación normal, incluso se habría reído y se habría dado la vuelta para irse con Álex. Pero Álex no estaba allí, y esos cuatro tíos no eran idiotas normales.
Eran igual de insufribles, eso estaba claro, pero no era ni su ropa ni sus poses de chulitos lo que los definía como diferentes. Ellos no sólo tenían pinta de malos... eran malos y además lo sabían.

Finalmente suspiró. Se alejó unos pasos sin cortar el contacto visual y acabó dándose la vuelta.

—Simon, ven.

Era la primera vez que hablaba con él y la orden fue directa, no parecía decir «vámonos a casa» sino «aléjate de esos idiotas».

Oyó los pasos del chico al seguirla, pero apenas unos segundos después, la voz grave de Don Soy-un-macarra-y-lo-sé interrumpió esos pasos.

—Quédate Simon, tenemos que hablar contigo.

Hubo otro silencio y Kim se dio la vuelta, para ver la reacción de Simon. Aunque antes de girarse ya sabía lo que se encontraría. Era consciente de que él no haría nada que pudiera disgustar al grupito y eso la molestó demasiado porque ella era muy terca, demasiado, y al final (y con su ayuda) Simon podría elegir si quería estar con ellos o no.

No malgastó tiempo y tras mirar al tímido chico que volvía a acercarse al grupito, ella caminó dando zancadas hasta su nueva casa.

Interesante comienzo.

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Muchas gracias por leer, recién estoy empezando a subir la historia.

¡Se agradecen profundamente los votos y comentarios! :)

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