21.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Cada voto y cada comentario cuentan :)   

Los días pasaban rápido para Kim. Pronto se dio cuenta de que en menos de un mes tendría que irse y la idea le pareció más que dolorosa.
Llevaba toda la semana con la cabeza dando vueltas y preguntándose si eso que estaba sintiendo era amor.
Realmente, no se sentía del mismo modo que con Álex, pero estaba casi segura de estar enamorada de Marc; de forma diferente, pero enamorada al fin y al cabo.

¿Cómo había podido suceder? Eso no lo sabía, pero tampoco veía necesario saberlo.

Había hablado con Álex y se había disculpado por el arrebato que había tenido la otra noche. Él le había contado cómo había conocido a Rebecca, su nueva novia, en una fiesta y cómo inmediatamente habían conectado de forma “especial”.
Escuchó pacientemente como lo habría hecho con Simon y se asombró al no estar tan molesta como creía que estaría.
Todo estaba pasando demasiado rápido, pero quizá una parte de ella estuviera pasando página y olvidando a Álex.

Se sorprendió cuando el sábado su madre les comunicó que ese día tendrían que ir a Coolidge y, sutilmente, sugirió que Kim podría llevarse a Marc para que condujera.
Simon no tardó en preguntar si también él podía llevar a Rhiannon y  en menos de cinco minutos, tras hablar con los dos invitados, el plan quedó hecho.

Kim se sentía mal ya que sabía que Marc se sentía solo, y a pesar de que intentaba estar el máximo tiempo junto a él, no conseguía animarle demasiado.

El chico le había contado que en alguna ocasión, Rob había pasado por su casa para charlar, pero Frank era como una especie de cáncer que ocupaba a todos los demás amigos de él.
Había hecho correr rumores sobre Marc y eso, sumado a lo solitario que el joven se había vuelto a partir de la muerte de su padre, lo dejaba bastante abandonado.

Por un segundo, Kim se imaginó a Marc pasando el rato, en cualquiera de los bares que solía frecuentar en Washington, junto a ella y sus amigos y la idea no le pareció en absoluto desagradable.

Si sus amigos lo conocieran, seguramente encajaría en el grupo. Quizá tuviera algún problema al principio con la exigente Christine o el malhumorado Dawson, pero acabaría siendo uno más.
Aunque, a decir verdad, lo realmente interesante sería saber cómo pegaría junto a Álex. ¿Serían amigos? ¿Se repelerían desde el principio?

No le dio tiempo a imaginárselo, ya que Simon apareció bajando las escaleras a toda velocidad cuando oyó el sonido de un coche acercándose.

Kim se asomó por la ventana y vio que Rhiannon acababa de llegar y aparcaba torpemente junto a la casa.
Unos segundos después, a lo lejos se vio a Marc caminar hacia allí lentamente y con las manos en lo bolsillos.
La joven no pudo evitar sonreír al observar cómo él andaba con la vista fija en el suelo y un cosquilleo recorrió su piel al ver cómo sus vaqueros y su simple camiseta gris se ajustaban perfectamente a su cuerpo.

Sus ojos azules estaban algo ausentes y tardaron unos segundos en volver a la normalidad en cuanto la vio.

Kim salió a la calle e imperceptiblemente pudo ver cómo Simon y Rhiannon se saludaban con un abrazo demasiado íntimo, pero de nuevo volvió a fijar la vista en Marc, que sonreía.

Cada vez que la veía, no podía evitar poner esa cara de pánfilo. Se estaba enamorando como un gilipollas y el cielo era testigo de que no pasaba un solo día sin que pensara que todo acabaría y ella se iría de Minewolf, olvidándose de todo.

Kim llevaba una camiseta negra con detalles plateados y algo le llamó la atención: La primera vez que vio su largo cabello platino frente a la casa de Simon, llevaba esa misma camiseta:
era la camiseta de Dark Lust que tanto le había gustado, aunque se hubiera autoconvencido de que era otra cosa de ella que debería odiar.

Sabía que la primera vez que la había visto había pensado lo mismo que los cerdos de sus amigos: que no estaría mal divertirse un poco con ella.
Había sido un cretino y, efectivamente, Kim se había ocupado de recordárselo bastantes veces desde entonces.

Y pensar que todo eso había empezado debido a su estupidez…

Ella se adelantó y antes de saludarle, lo besó suavemente.

—¿No has traído coche? —preguntó después.

—Dan tiene un taller, tenéis mil coches.

Sonrieron. La casa de Kim estaba bastante lejos del pueblo, por eso casi siempre había que llegar a ella en coche. A Lisa siempre le había gustado la tranquilidad y en ningún sitio había más tranquilidad que en las afueras de Minewolf. Casi siempre.

Un carraspeo llamó su atención y cuando Kim alzó la cabeza, no pudo ver otra cosa que el ceño fruncido de Rhiannon. Al parecer, Simon no había mencionado la presencia de Marc.

Poniendo los ojos en blanco, la chica decidió ahorrarse el “¡Sorpresa!” e ir a por la camioneta plateada que ya era casi suya.

Apenas algo más de media hora después, el silencio reinaba en la camioneta.
Marc era el que conducía, aunque había tenido un pequeño encontronazo con Rhiannon, ya que ella también conocía el camino a la perfección y quería conducir, pero finalmente las cosas se habían relajado un poco gracias a la intervención de Simon.

En la parte de atrás, Rhiannon reposaba su cabeza sobre el cristal y Simon escuchaba música, algo desilusionado.
Delante, Kim podía ver cómo los nudillos de Marc se ponían blancos al apretar demasiado el volante.

También ella había tenido que lidiar alguna vez con gente que sabía que la odiaba, pero la situación de Marc era injusta, puesto que el odio de Rhiannon no era lógico.

Sí, había entrado a la librería, pero se había arrepentido y estaba pagando por eso. El otro motivo por el que no le caía bien a la chica era que simple y llanamente, había sido amigo de su hermano y eso para Kim no era una razón válida.

Cuando llegaron, Kim se sorprendió. La verdad era que esperaba encontrar algo más grande, una pequeña ciudad, pero el pueblo no era mucho más grande que Minewolf.

—No parece que haya muchos restaurantes aquí, deberíamos haber ido a Phoenix…

Marc la miró y sonrió dulcemente. A la chica todavía le costaba a veces acostumbrarse a sus ojos centrándose en ella de aquella forma especial. Estaba acostumbrado a ser demasiado duro y, curiosamente, el estar con ella lo ablandaba.

—En ningún sitio de Phoenix probarás unas hamburguesas como las que hacen en el Gallopin’ Goose. Ya lo verás.

—¿Y qué vamos a hacer después?

—Podemos ir a algún parque... —Sugirió Simon.

—Nos quedamos en el karaoke del Gallopin —dijo excitada Rhiannon, y se calló de pronto al darse cuenta de lo que acababa de hacer.

Marc no propuso nada, sino que cuidadosamente aparcó frente al restaurante, que lucía un cartel de neón bastante desgastado.

Simon y Rhiannon fueron los primeros en bajar de la camioneta y dirigirse hacia el bar. Marc y Kim se quedaron en el coche unos minutos.

—Oye, Marc… de veras, siento mucho lo que está pasando con Rhiannon. Se está portando como una cría.

—No, da igual. Quiero decir, llevo años molestándola, me parece lógico que haya tenido ganas de abrir la ventanilla durante el viaje y tirarme por ella como si fuera un cigarrillo.

La joven se sacudió ligeramente el cabello y se acercó a Marc. Lo miró a los ojos y tiernamente acarició su mandíbula con los dedos.

—Se le pasará.

Posó un dulce beso en la mejilla del chico y este, finalmente suspiró.

—Tampoco espero ningún milagro —dijo antes de abrir la puerta del coche y salir.

Ella lo miró desde dentro y tras unos segundos siguió a todos dentro del bar.

 ***

El Gallopin’ Goose era aún más cutre dentro que fuera, si eso era posible, y cuando Kim entró, notó que un extraño olor a aceite quemado invadía el ambiente.

—Cuesta un poco acostumbrarse —le susurró Marc, acercándola a él suavemente por la cintura.

El local era grande y prácticamente por completo decorado con carteles de neón. Varias camareras se paseaban por las mesas e incluso un destartalado piano reposaba en un gran escenario situado al final del bar.
Antes de que pudieran sentarse, un joven rubio se acercó a ellos con una libreta y ninguna de las dos chicas pudo ignorar el repaso al que sometió a Simon y a Marc.

—¿Qué os sirvo, guapos? —Dijo sin dejar de mascar chicle, tras un rato.

Kim no sabía qué pedir, así que cuando Simon decidió tomar una hamburguesa con extra de queso y mayonesa, ella pidió otra de esas.

Marc y Rhiannon se conformaron con alitas de pollo y algunos nachos para picar.
Se instauró el silencio hasta que llegó la comida y Kim sonrió al ver que realmente parecía muy apetecible. Las hamburguesas parecían recién sacadas de una revista culinaria y el pollo estaba tan crujiente y dorado que la joven no pudo resistirse a robarle una de las alitas a Marc.

Se miraron, cómplices, y comenzaron a comer con avidez.

Simon se colocaba las gafas compulsivamente cada vez que sentía el cuerpo de Rhiannon acercarse un poquito más al suyo en el cómodo sofá del Gallopin’ Goose y a medida que la comida avanzó sin mediar palabra, Kim comenzó a sentirse más y más violenta.

Lo que más la molestaba, sin duda, era que todo eso estaba sucediendo por el hecho de que Rhiannon no soportaba a Marc, y tras tantos días junto a ella en Minewolf, la joven se había convertido en una buena amiga para ella.

—Simon, ¿a qué hora te acostaste anoche? —Preguntó Kim mientras le daba el último bocado a su hamburguesa.

—Cuando dejaste darme la lata contándome tu vida.

La joven rubia fingió una mueca de enfado.

—Serás imbécil… eres tú el que me pregunta.

Ambos se miraron durante unos segundos y Kim sintió algo extraño. Fue como si por primera vez no viera a Simon como un amigo o como a un hermanastro, sino que de pronto, frente a ella, estaba viendo a su hermano.

Sí, ya estaba segura de que lo era y la verdad, estaba muy orgullosa de que lo fuera.

—¿Qué vamos a hacer después? —Preguntó Marc, desperezándose —. Estoy algo cansado.

—Si estás tan cansado, ¿por qué has venido? —se alzó la voz de Rhiannon, mostrando enfado.

—¡Rhiannon! —recriminó Kim.

Marc se puso tenso al lado de su novia y Simon también apretó la mandíbula, incómodo.

—No, Kim. Sólo estoy diciendo lo que pienso.

—Llevas todo el día así, y te advierto, no me gustan estos juegos estúpidos.

Tras unos instantes y al ver que Kim se estaba comenzando a enfadar, Marc intervino. Por ninguna razón del mundo quería ver a Kim enfadarse, ya que las dos veces que la había visto furiosa de verdad, él había acabado o nadando en un lago roñoso o en el calabozo de la oficina de policía.

—Déjalo, Kim. Es una chorrada.

—¡No es una chorrada! —Exclamó Rhiannon—. Sino que empiezo a estar harta de fingir que tú y mi hermano no intentabais manipular a Simon, poniéndolo en peligro, o que no intentaste quemar la librería por quién sabe qué.

Esas eran justo las palabras que nadie quería oír, pero que Rhiannon acababa de pronunciar. Al instante se puso pálida y el arrepentimiento pudo leerse en su rostro.

Para sorpresa de todos, fue Simon quien intervino, esta vez a favor de Marc.

—Para ser justos con lo que acabas de decir… Marc está trabajando en la librería precisamente por eso, para pagar lo que quemó y, ahora está con Kim… eso es signo de que no es igual que antes.

—Rhiannon tiene razón, no sé cómo se nos ocurrió hacerte algo tan idiota, Simon. —Marc hizo un amago de levantarse, pero Kim lo asió fuertemente del brazo, impidiendo que se fuera.

—Está olvidado, Marc, de verdad —Dijo Simon con sinceridad.

Kim sonrió suavemente al mirar a su hermano. No podía creerse que hubiera salido en defensa de Marc en vez de a favor de Rhiannon, la chica de la que estaba enamorado.

—Quizás deberíamos irnos —propuso Kim, al ver que la tensión volvía a hacerse patente.

Los cuatro se miraron entre ellos y Marc asintió con la cabeza, secundando la decisión de Kim. Lo mejor era que se fueran, ya que no servía de nada forzar a Rhiannon a estar en su presencia.

Los segundos pasaron y finalmente se levantaron de sus sillas, dirigiéndose a pagar, cuando Rhiannon se colocó entre los tres y finalmente habló:

—Lo siento, creo que me he pasado con lo que he dicho y hecho hoy. Estoy demasiado enfadada por todo lo que ha ocurrido como para poder encontrar las cosas buenas de la situación. Aunque las haya.

—Sé lo que estás pensando, te conozco desde hace muchos años y nunca… nunca me he comportado bien contigo —comenzó Marc, de nuevo—. Incluso antes de convertirme en amigo de Frank.

Para su sorpresa, Rhiannon soltó una especie de carcajada ahogada.

—La verdad… creo que me he pasado el último mes un poco psicótica en todo lo referente a ti.

No esperaba respuesta, sino que con deliberada lentitud, Rhiannon caminó un par de pasos hacia atrás y de forma algo tímida, le dirigió una mirada de disculpa a Kim. Después, de forma discreta, estrechó la mano de Simon entre las suyas.

—¿Por qué no nos quedamos aquí? —Propuso.

—¿Aquí? —Preguntó Kim, extrañada—. ¿Y qué vamos a hacer aquí?

Como respondiendo a su pregunta, de pronto el sonido de unos micrófonos chirriando, se alzó en el escenario, resonando por todo el Gallopin’ Goose.

—¿Karaoke? —Murmuró inocentemente Rhiannon.

—¡No! —Articuló Simon con pánico.

La mirada del chico observaba cómo el camarero rubio que los había atendido, colocaba los micrófonos bien y calibraba la pantalla del karaoke. Un minuto después, comenzó a hacer señas a la gente para que se acercara a cantar.

—Te toca, Simon.

—No, no. ¡Suéltame, Kim!

—Venga, ¡cantemos una canción de Dark Lust!

Un grito volvió a envolver a los chicos. Rhiannon y Marc comenzaron a reírse mientras Simon enrojecía por momentos, mientras Kim tiraba de él y lo arrastraba hacia el escenario.

—No encontrarás ninguna canción que te guste. Sólo hay country y música de granjeros.

El chico no se esperaba ver la sonrisa que se dibujó en el rostro de su hermana, casi malévolamente.

—Mejor, ya que no te sabes ninguna de mis canciones y sólo vas a estropearlas.

Las demás personas del Gallopin’ Goose comenzaron a ver el forcejeo entre hermanos y no tardaron mucho en comenzar a animar a Simon a subir al escenario. Todos le gritaban palabras de aliento para que subiera y comenzara a cantar y, finalmente, incluso el camarero empezó a corear los vítores de los demás.

Con un fuerte suspiro, Simon se recolocó las gafas y se dirigió al escenario.
Sin soltar la mano de Kim, por supuesto.

----

Os dejo una foto del Gallopin Goose, un bar de carretera que realmente está en la ciudad de Coolidge.

¡Mil besos y gracias por leer, espero que os esté gustando la historia!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro