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— Veyitta, ¡estás mejorando mucho con el inglés!

— Oh... — el príncipe mira hacia otro lado, jugueteando con un mechón de su cabello — Thank you, thank you. Todo es gracias a ti.

El único mes donde se quedaría en ese reino termina por convertirse en dos y luego en tres. Foolish no tiene interés en abandonar la ciudad, menos cuando Vegetta aparece frente a él cada noche y le saluda con un inglés no tan perfecto, pero enternecedor. Mucho menos cuando el príncipe le pide ahora que le enseñe cómo hacer las esculturas, o más frases en su idioma porque quiere conversar con él más. Verlo tan interesado en él es entre vergonzoso e increíble para el viajero, ¿cómo un príncipe de unas tierras extranjeras sacrifica sus horarios de sueño por un simple trotamundos? ¿Cómo se ensucia tan finas manos por hacer esculturas simplemente por diversión? ¿Cómo, teniendo la posibilidad de contratar a los mejores profesores de inglés del mundo, va con él a aprender? A Foolish, por supuesto, no le molesta para nada recibir dicha atención del príncipe, pues la compañía de Vegetta ilumina sus noches incluso más que las estrellas.

Quisiera poder decir que todo marchaba bien entre la amistad de esos, mas sus sentimientos por el príncipe crecían a pasos agigantados que ya no se sentía capaz de ocultar aquello que su corazón gritaba por revelar. De vez en cuando rozan sus manos cuando le enseña a crear las esculturas y el cuerpo de Foolish reacciona como si electricidad recorriese su cuerpo, no puede evitar mirarlo embelesado cuando Vegetta intenta pronunciar bien las palabras que le enseña y espera cada noche verlo, sintiéndose un poco decepcionado cuando este no se presenta, incluso si le había dicho anteriormente que tal día no podría ir debido a deberes reales.

— Tomorrow tomorrow... — susurra, mirando una escultura de gatito que hizo el día anterior al recordar que el príncipe le dijo que ese era su animal favorito.

Aún no puede terminar la escultura del rostro de Vegetta, pues quiere que sea perfecta antes de regalársela.

Vuelve a confirmar que realmente está enamorado de él una noche cualquiera donde los ojos amatistas se quejaban de una reunión que no requería de su presencia. Lo nota estresado, dando leves bostezos, por lo que Foolish se preocupa de que el hecho de que Vegetta esté casi siempre hasta altas horas de la noche afecta su salud, después de todo, el príncipe le había comentado que antes de comenzar a frecuentarse eran pocas las veces donde se atrevía a escaparse durante las noches.

— En fin... — suspira Vegetta — ya no quiero hablar de eso, ¿cómo te ha ido hoy a ti, Foolish?

— I would like to tell you about my day, but I see you are sleepy. — responde, comenzando a mover su bolsa en busca de su sorpresa.

— Don't worry my friend! Tú al final de los días eres como mi relajante, me haces feliz. — afortunadamente el rubio estaba dándole la espalda, así Vegetta no podía ver como ese halago lo había puesto nervioso — ¿Qué estás buscando?

— A present for you.

Saca la escultura de gato y se la da al príncipe, quien comienza a observar cada detalle con un rostro de absoluto asombro.

— ¡Es precioso! — sin previo aviso o por la felicidad instantánea, Vegetta se le acerca y le abraza, aceptando el regalo — Your mind is beautiful, Foolish.

— Oww, thank you! — agradece el aludido — But now you need to sleep! No quiero ser el responsable de que el príncipe se quede dormido en sus tan importantes reuniones.

— ¡Vale, vale! — alza sus manos, riendo — Pero volveré, ¿eh? Te aseguro que volveré, no te escaparás de mí.

Y por supuesto que Foolish le cree. Él quiere poder ser capaz de ver la genuina sonrisa de felicidad de Vegetta para siempre.

— No quisiera irme jamás de tu lado.

Nuevamente su boca habla antes de pensar. Foolish se queda en silencio, sin saber a dónde ver y esperando a que Vegetta dijera algo. Este, por su parte, solo mueve la escultura de gato hacia su pecho y, con la voz más cansada pero amable, responde.

— Ni yo del tuyo.

Foolish se convence de creer que esa respuesta fue debido al sueño, pues Vegetta se da media vuelta y se va, como siempre, sin decir nada más. Su corazón no deja de latir con rapidez que puede escucharlo si presta la atención debida, mas su mente ahora solo tiene una y otra vez esa última frase.

Con el pasar de las noches, Foolish nota como el comportamiento del príncipe hacia él se siente más... íntimo. Lo encuentra observándolo discretamente, los roces de manos aumentan su frecuencia y Vegetta se vuelve más coqueto con él, ya no pareciendo simples bromas inocentes. La mente del viajero es un mar de confusiones, pues siente que su relación poco a poco deja de ser solamente amistosa y pasar a la ambigüedad de no estar seguro a donde van las indirectas o que todo es debido a que en el fondo sí que desea que Vegetta se fijara en él de esa manera. Las ansias de confirmar si el hombre de ojos amatistas siente lo mismo o todo es parte de su imaginación lo carcomían por dentro, siendo incapaz de formular las palabras adecuadas para preguntárselo.

— ... ¡Y Roier! Se esfuerza mucho en aprender todo lo que nuestro padre dice, lo quiero mucho, aunque no se lo diga con frecuencia. Dice que quiere ser el nuevo rey y ¡ey! Eso no me molestaría. Nos liberaría a mi prometida y a mí, no nos casaríamos y además yo por fin podría viajar a tantos lugares si alguien más ocupase mi lugar... quizá incluso irme contigo de aventuras — le relata el príncipe cierta noche, contándole sobre su hermano menor, Roier, de quien nunca en realidad dejaba de hablar. Foolish, por su parte, tenía media atención en él y media atención en sus propios pensamientos, motivo por el cual no fue capaz de captar lo último dicho por el príncipe — Sin embargo, aún es muy joven, no puedo dejarle tal responsabilidad. Hoy nos acompañó a padre y a mí mientras íbamos a ver los campos a las afueras del reino, ¡debiste verlo preguntando sobre todo y haciendo apuntes!... Huh, ¿Foolish? ¿En qué piensas, Foolish? — pregunta al darse cuenta de que el muchacho de ojos esmeraldas parecía ido.

— Huh, well...

Inesperadamente, unos pasos sonoros interrumpen la conversación de los dos jóvenes en esa supuesta silenciosa noche. Vegetta reconoce inmediatamente el sonido de esas metálicas pisadas, tapándose con su capucha y buscando lugares donde esconderse. Foolish, confuso, dirige su mirada al origen del sonido.

Un guardia.

Vegetta toma de la mano de Foolish y lo lleva hacia el callejón más cercano. Se refugia en su pecho, esperando que el guardia se alejase del lugar. El corazón de Foolish palpita con mayor rapidez, si seguía teniendo al príncipe pegado a él, sus nervios lo traicionarían.

— Abrázame. — le susurra Vegetta, y el viajero piensa que leyó su mente. — Aún no se va, ¿cierto? ¡No tiene que ver mi rostro!

— Wha... — pasaban tantas cosas en un instante que Foolish seguía perdido, no fue hasta que vio la sombra del guardia aparecer que hizo caso a las palabras del príncipe y lo rodeó entre sus brazos, no iba a dejar que descubrieran las salidas de Vegetta de esa manera.

Foolish sigue mirando fijamente hacia la salida del callejón, donde finalmente puede ver al guardia. Este mira hacia todos lados hasta que sus ojos se cruzan con las esmeraldas del viajero, mirándolo de pies a cabeza y, después de una mirada de fastidio, se aleja. El suspiro de alivio de Foolish es señal para Vegetta de que el peligro ha pasado y, con una sonrisa maliciosa, se separa por fin del agarre de Foolish.

— ¡Misión cumplida! — dice divertido, pero el rubio no parece feliz.

— You must return. — increpa, alzando una ceja — No quiero que te hagan daño, Veyitta.

— No lo harán, nunca me han atrapado. — responde, asegurando que su capucha no se cayese — ¿Ves? Ya se fue. Seguro que ni siquiera me estaba buscando a mí.

— Aun así, ¡eres un príncipe! Deberías estar en tu castillo ahora, no hablando con un don nadie.

— Tú no eres un don nadie — refuta — Eres incluso mejor que toda la gente que he conocido.

— ¡Me preocupa tu seguridad!

— ¿Por qué?

"Why?" Eso es lo que pregunta, ¿cierto? ¿Cómo puede expresar lo mucho que le importa Vegetta? ¿Lo mucho que quiere verlo feliz y que sabe que cada noche que se escapa a verlo es solo arriesgarse a la posible furia de su padre? ¿Qué por más que ama tenerlo a su lado y pasar el rato con él, sabe que tarde o temprano sus caminos se separarán? ¿Cómo expresar tanto en tan poco? Su boca se mueve inconscientemente, haciendo caso a lo que su corazón se había callado hasta entonces, pues su mente era un remolino de preguntas que demoraban en soltar la respuesta que, a fin de cuentas, sería la misma.

— Because I... am in love with you, Veyitta.

Los ojos amatistas del príncipe se agrandan, sus pupilas se expanden y Foolish podría jurar que una chispa apareció en ellas, aunque no puede descifrar el significado. Por primera vez, el viajero nota nerviosismo de parte de Vegetta y como tonalidades rojas comienzan a dominar las mejillas de este. No sabe si su confesión ha sido la correcta, pero ya no hay marcha atrás.

Se siente estúpido, pero sus palabras fueron la pura verdad.

— No tienes que...

El príncipe da un leve suspiro y carraspea, con sus ojos moviéndose desesperados a varios lados para ignorar la mirada esmeralda de Foolish. Quién sabe en qué piensa o en qué se debate internamente, mas la conclusión es evidente al ver como se le forma una sonrisa que ilumina su rostro y la chispa en sus ojos aún más brillantes.

— Foolish. — le susurra, como si quisiera decirle un secreto que ni las estrellas mismas tuviesen permitido escuchar — ¿Sería tonto de mi parte si... — se acerca a Foolish, tomando su rostro con sus manos — admito que también estoy enamorado de ti?

Y cuando Vegetta lo besa, cree que todas las decisiones que hizo en su vida tenían como resultado este momento. No es la primera vez que es besado por alguien, pero sí que se siente como el mejor beso que ha tenido en su vida. El príncipe acaricia ambas mejillas de Foolish, poniéndolo aún más sonrojado mientras intentaba al mismo tiempo seguir el baile que los labios de Vegetta hacían con los suyos. El viajero lo vuelve a abrazar y lo acerca a él, no queriendo que dicho ósculo concluyese pronto. Como si sus mentes estuviesen conectadas, Vegetta mueve sus manos y ahora rodea el cuello del hombre de ojos esmeraldas, separando sus labios brevemente y luego volviéndolo a besar, aunque esta vez con más pasión. Ambos habían esperado por aquel ósculo por tanto tiempo, siendo evidente al notar como los dos se buscaban con insistencia.

Continúan en esa posición por unos segundos más que, para ellos, se siente una eternidad. Al final, es Vegetta quien decide finalizar con el beso, separándose y sonriendo tímidamente mientras su lengua saborea los labios que, hasta hace poco, estuvieron unidos a los de Foolish.

— Wow. — es lo primero que Foolish es capaz de decir al recobrar el aliento, el príncipe ríe. — I-I mean... wow.

— Sí, wow. — repite — fue increíble... my love. — ríe para sí.

¿Estaba mal si Foolish admitía que aquel apodo solo hizo que le dieran más ganas de volverlo a besar? Él no era bueno con las palabras, así que responde al apodo que el príncipe le dio con otro beso, otro más, otro y otro. Ríen como bobos enamorados cada vez que se separan, rogando que la noche continúe para poder seguir amándose con libertad.

— Let's go to my home. — le susurra Foolish, recibiendo una mirada sorpresiva de parte del príncipe.

— ¿Solo llevamos besándonos unos minutos y ya me quieres hacer una propuesta indecente?

— ¡N-No era a lo que me refería! — se retractó, nervioso — Is just that... este no es un buen lugar para estar.

— En eso tienes razón. — Vegetta observa el cielo y comienza a pensar en cuanto tiempo aún le queda — Creo que una hora es suficiente —alza una de sus manos, poniéndola frente a Foolish — ¿Me harías el honor de guiarme hacia tus aposentos?

El viajero lo toma de la mano, luego de hacer una leve reverencia que solo causa risa en Vegetta y encaminándose así a la pequeña habitación que rentaba a unas calles de distancia. Foolish logra escabullirse con el príncipe y entrar, entre risitas cómplices, al cuarto para seguir pasando tiempo juntos y estar protegidos de cualquier otro guardia inesperado. Ya ahí, se echan en la cama y observan el cielo por la ventana, abrazados, admirando las estrellas que son las únicas testigos de sus encuentros.

En dicha noche ambos hablan de sus vidas, de sus aventuras y una que otra anécdota. Hablan de sus familias, el linaje de Vegetta y las travesías de Foolish. Hablan del pasado y del presente, ignorando el futuro que no tenía cábida por ahora en ese lugar. Hablan de ellos, solo de ellos, descubriendo cada parte del otro, desde recuerdos vergonzosos hasta sorpresivos secretos. Se dan pase exclusivo a sus almas, nunca habiéndose sentido más seguros y amados que en ese instante, acurrucados y con fugaces besitos en las mejillas y en la boca. Solo existen ellos dos, sin títulos, sin preocupaciones. Solo Vegetta y Foolish, Foolish y Vegetta, dejando por fin cualquier temor de lado y amándose como ansiaban desde hace mucho.

Como desde el día en que se conocieron bajo la luz de una noche estrellada.

— Así que tu apellido es Brown. Me gusta, realmente me gusta.

Es raro para Foolish escuchar aquella afirmación. Sobre todo, si viene del príncipe de aquel reino cuyo imponente apellido, de Luque, deslumbra más que cualquier otro que haya escuchado en su vida. Aun así, una sonrisa aparece en su rostro con la misma rapidez que sus mejillas se tornan carmesí al sentir las cálidas manos del joven de ojos amatistas en ellas.

— Is not as fancy as yours. — susurra, nervioso al ver cómo el rostro del príncipe se acerca al suyo.

— ¿Bromeas? Tan solo piénsalo: Vegetta Brown, ¡sí! Me gustaría llevar tu apellido.

— Pero tú...

— Por hoy... me gustaría pensar que un matrimonio entre los dos es posible, my love.

"That's crazy", piensa Foolish ante la idea. Quiere refutar el hecho de que una boda entre los dos es inviable. Después de todo son de clases diferentes y el príncipe, aunque solo fuera por un acuerdo, ya está comprometido; sin embargo, la felicidad que siente luego de las palabras de Vegetta, sumado al hecho de que ahora este vuelve a juntar sus labios con los suyos para darle tiernos besitos a los que se había vuelto adicto le hicieron desear que quizá, algún día, podrían disfrutar de este reciente amor no solo a escondidas.

Y, ¿quién sabe? En un mundo ideal, poder festejar su propia boda.

Espero que les esté gustando así como a mí me gustó escribirla :D Pasen una bonita noche!

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