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¿A dónde te gustaría ir a vivir si nos casáramos?

Foolish alzó una ceja y se acercó a Vegetta, quien curioseaba algunas esculturas que tenía en una esquina de su habitación, listas para venderse.

— Again thinking about cancelling your marriage? — acarició los cabellos azabache del príncipe y lo abrazó por detrás, recibiendo un reproche fingido.

— Solo respóndeme. — continuó, sonriente al contacto de sus pieles — En un hipotético caso... ¿qué te gustaría? Y no digas el palacio que es una respuesta cliché.

Do I have options?

— Pues podría ser en la playa, o por las montañas, e incluso el desierto. Si te soy sincero, eres tú quien posee superior conocimiento sobre la vida más allá de este reino, my love. Incluso... — voltea y se observan, hipnotizados ante las gemas por ojos que ambos poseían - Incluso ni siquiera tiene que ser una casa, ya que a ti te encanta viajar, ¡pueden ser muchas más en cada parte del mundo!

Ríen y se acercan aún más, con las frentes chocándose con delicadeza y los ojos cerrados.

— You know, Veyitta. — susurra el viajero — No me importa el lugar donde esté, ni el tiempo que me quede: as long as you are there with me, that would be home.

Foolish se alejó para ver la expresión del príncipe, quien repetía la frase con inocencia para poder traducirla. Supo que Vegetta había entendido el significado cuando este rio, se le acercó nuevamente y lo besó, sin dejar de repetirle que era un bobito y que lo quería mucho.

El príncipe continuó hablando de los distintos lugares que le gustaría conocer, así como también las diversas habitaciones que el palacio poseía, contándole que una vez se perdió junto a Roier durante toda una noche por los pasillos, cuando ambos eran pequeños. El rubio, por su parte, lo escuchaba atento con una gran sonrisa, feliz de poder estar al lado de Vegetta un día más.

No había noche en ese reino que Foolish no amara compartir con él.

Movió su cabeza lentamente y abrió los ojos, confundido ante lo que acababa de recordar a través de un sueño: un recuerdo de hace más de una década, de sus momentos de mayor felicidad. Suspiró, no era la primera vez que memorias de sus días con Vegetta se le revelaban así, dejándolo con ganas de más incluso si sabía que aquello ya no era posible. Sacudió la cabeza y decidió enfocarse en lo que estaba pasando a su alrededor, ¿qué hora era? Luego de un bostezo notó que ni siquiera se hallaba en su cama, sino en la silla del comedor de su cabaña. Se paró y, confuso, miraba los platos de la cocina recién lavados mientras los recuerdos de antes de dormir volvían a él.

— What...? — miró por la ventana, notando que la noche aún prevalecía en el cielo — ¿Leo?¡Leo!

Se había quedado dormido.

Miró el reloj y vio que habían pasado dos horas desde que su niña se adelantó para ir a la colina. Recuerda muy bien lo que pasó luego de que ambos acordaron ir allí: cenaron, le ayudó con una tarea y luego le dijo que vaya avanzando mientras él se quedaría a lavar los platos y ordenar la mesita. Luego de hacer eso, Foolish se recostó en una de las sillas para descansar antes de ponerse en marcha, pues su día había sido muy agitado; sin embargo, el sueño fue más fuerte y terminó por tumbarlo.

Salió por instinto de su hogar y comenzó a correr en dirección a la colina donde, se supone, Leonarda lo esperaba. Era raro que la niña no hubiese bajado para buscarlo al notar que él no iba, pues había pasado más del tiempo en que acordaron verse y, aunque siempre le dio la libertad para ir o hacer lo que quisiese, ya se estaba preocupando al notar que eran pasada la medianoche y no había rastros de la menor. Gritaba su nombre, esperanzado en recibir como respuesta la voz de su hija, mas no obtuvo respuesta. Aceleró la marcha y sus manos se tensaron al imaginarse centenares de escenarios donde ocurría lo peor. Apretó los puños intentando calmarse: no debía pensar en eso, todo estará bien y Leo puede defenderse. Miró hacia el cielo para obtener paz, notando que esa noche seguía manchada de una gran cantidad de luminosas estrellas.

Tantas como el día en que conoció a Leo.

Tantas como el día en que conoció a Vegetta.

"Stars, please... let Leo be safe"

Cuando estaba a mitad de la subida escuchó la reconocible risa de su pequeña y un alivio recorrió todo su cuerpo. Alzó la mirada luego de volver a llamarla, notando como poco a poco la gorrita roja tan ahora característica de ella aparecía en su campo de visión. Leo alzó una de sus manos en señal de saludo y Foolish pensaba hacer lo mismo, mas fue incapaz de hacerlo al sentir su cuerpo tensarse del asombro.

Leonarda no estaba sola.

Una figura más grande bajaba junto a ella. Al principio no lo reconoció, sin embargo, apenas y se acercaron a él Foolish quedó estupefacto al punto de creer que quien estaba frente a sus ojos era una ilusión.

El otro hombre, quien no apartaba la vista de Foolish igual de asombrado que él, llevaba puesto una capa lo suficientemente grande como para cubrir el cuerpo que el de ojos esmeraldas conocía al derecho y al revés. Tenía la capucha baja, por lo que pudo notar ese cabello oscuro que tanto adoraba acariciar, ser ahora movido al compás del viento; su rostro, aún tan hermoso a pesar de los años, aunque quizá más maduro también y sus ojos, ¡sus ojos amatista!, brillaban con la misma intensidad de la noche en la que se conocieron.

— ¿Veyi...tta? — es todo lo que pudo decir antes de ser abrazado por el mencionado.

Sentir sus brazos rodearlo nuevamente provocó en Foolish una explosión de emociones ¡Dioses! Sí que extrañaba el contacto entre sus pieles, su perfume irresistible, el cabello haciéndole cosquillas y esos ojos profundos que solo lo miraban a él. Foolish no sabía que decir, ni qué hacer, sus emociones estaban igual de confundidas que él, pues el viajero ya no sabía si reir, o llorar, o saltar de felicidad, o gritar por todo el dolor que sintió esos años. Al final, lo único que hizo fue corresponder el abrazo y desear que nunca terminase.

— Foolish... te encontré. — susurró Vegetta. Continuó con el abrazo por un tiempo más, posando su cabeza en el hombro de Foolish, quien no pudo evitar que sus ojos se cristalizaran por las ganas de llorar. — Finalmente te encontré.

¿Era acaso esto un sueño? ¿Era real? ¿El rezarles cada noche a las estrellas por fin hizo efecto? ¿O era una ilusión de la colina-cumple-deseos de Leo? Foolish no lo entendía, pero ¿qué importaba ya? Vegetta estaba a su lado, de nuevo, estaba ahí junto a él y eso ya era más que suficiente.

— Eh... ¿pa? ¿Conoces al señor Vegetta? — la vocecilla de Leo interrumpió sus pensamientos.

Foolish se soltó de inmediato de Vegetta y corrió hacia la niña para abrazarla, ¡¿cómo pudo olvidarla!? Arrodillado frente a Leonarda, le dijo que debió volver al pasar más de una hora de que este no llegaba, pues podía haberle pasado un montón de cosas y él no hubiese estado ahí para protegerla.

— Yo puedo defenderme sola, pa. — respondió Leo, alzando sus brazos — ¡No tienes de qué preocuparte!

— ¡Claro que me preocupo aunque no te lo diga!: eres mi pequeña hija, missy.

Leonarda sonrió, volviéndolo a abrazar.

— Hija... — la voz de Vegetta se escuchó pesada, llamando nuevamente la atención de Foolish — ¿Es él de quien me hablabas, Leo?

— ¡Sí! — respondió ella — Pa Foolich, ¡el señor Vegetta también es un viajero como nosotros! Perdón por no haber regresado antes, ¡pero es que tenía tantas historias geniales por contar y las horas pasaron volando!

¿Viajero?

— Disculpa por eso, Foolish, pero Leo tiene razón: perdimos la noción del tiempo.

— No lo vuelvas a hacer. — terminó por decir Foolish en dirección a su niña, moviendo la cabeza de Leo suavemente y prefiriendo enfocarse en su bienestar antes de teorizar el por qué Vegetta se encontraba ahí — Al menos no sin avisar. — Foolish notó como Vegetta había trazado una distancia considerable entre los dos luego de saber que Leonarda era su hija — Veyitta, si no tienes a donde ir... ¿quieres acompañarnos? It's late, ven a nuestra casa.

— No has respondido a mi pregunta, Foolich. — intervino la niña, mirando por ratos a Vegetta y por ratos a su padre. — ¿El señor Vegetta...?

— Somos amigos, Leo, amigos de hace muchísimo tiempo. — sorpresivamente, la voz del de ojos amatista fue la que habló — Me gustaría acompañarlos, Foolish, pero no quisiera interrumpir.

— No lo haces, de verdad. — y con esas palabras dichas, Leonarda tomó la mano de Vegetta y caminaron en dirección a su hogar.

Fueron a paso lento para evitar tropezar y caer durante la bajada. Leo había comenzado a hablar con Vegetta, preguntándole por la historia que había quedado pendiente entre los dos antes de que Foolish llegase. Por su parte, el mencionado estaba a unos pasos detrás de los dos, siguiéndolos en silencio y sin poder evitar pensar en que, a pesar de los años, Vegetta seguía luciendo tan elegante y con ese aire de imponencia que transmitía a cualquiera que pasase a su lado. Estuvo tentado a tomar la mano libre del varón, sin embargo se contuvo pues, después de todo, pasó demasiado tiempo desde que ellos fueron... lo que sea que hayan sido en ese entonces. Además, se supone que está casado y ahora es rey, ¿cierto? Foolish mismo estuvo en el día de la boda, él mismo escuchó a Vegetta dar el sí...

¿Qué hacía ahí entonces? ¿Y a qué se refería Leonarda con que también era un viajero? La mente de Foolish estaba tan llena de preguntas que sentía como si el cansancio de cuando despertó se hubiese esfumado, al menos, por esos instantes.

Al llegar a la cabaña, Foolish se apresuró en preparar un poco de té para el nuevo invitado. Leonarda quería ayudar, pero el bostezo que soltó a los instantes de pisar la cocina fueron alerta suficiente para que Foolish le diga que era hora de dormir. La niña protestó, pues quería seguir escuchando las historias del desconocido de ojos amatista, mas terminó por ir a su habitación luego de convencer a su papá de cantarle y contarle un cuento para dormir.

— Veyitta un momento, por favor. — dijo, mientras cargaba a ya una cansada Leonarda.

— Por supuesto, ¿qué son unos momentos más? — respondió este, luego de dar un sorbo a su té. Foolish soltó una sonrisa cansada y Leo alzó sus manos para despedirse del hombre.

— ¡Buenas noches, señor Vegetta!

— ¡Good night, Leo!

Minutos después, luego de cantar la melodía que a la niña le encantaba y relatarle la típica historia con muertes a los que tenía acostumbrada a Leo, Foolish la arropó y le dio las buenas noches.

— Oye, pa... — antes de apagar las luces, ella lo retuvo — ¿Te puedo preguntar algo?

— Yeah, dime.

— ¿El señor Vegetta es la persona a la que extrañabas? Parecían muy felices cuando se abrazaron.

La cara de Foolish se tornó carmesí pues no esperaba que su hija le hiciera aquella pregunta. Balbuceó un poco, pensando en sus siguientes palabras y sin notar la mirada ladina de Leonarda.

— Yes... ¡No! Maybe... huh, algo así. — se avergonzó al mostrarse como un manojo de nervios ante ella, solo recibiendo risas por parte de la muchacha. — Es una larga historia.

— ¡Y no me contaste ese chisme! Muy mal, Foolich. — respondió ella, solo para recibir caricias a su desordenado cabello — ¿Sabes, pa? Si es así, me alegra haber pedido el deseo en tu lugar mientras te esperaba. — Leo se escondió entre las sábanas de su cama, sonriente - ¡Cuida al señor Vegetta mientras estoy dormida porque quiero seguir escuchando sus historias! Good night, eres el besti besti!

Foolish solo asintió y salió de la habitación, ya habría tiempo de hablar más tranquilo con su hija. Ahora mismo, tenía un invitado a quien debía atender.

Cuando volvió a la sala de estar, vestido en su pijama y ya más tranquilo luego de la deducción de Leo, Foolish se dirigió a la mesita donde encontró a un Vegetta que terminaba su té con elegancia mientras veía por la ventana a las estrellas en su máximo esplendor. La luz de la luna parecía igual de enamorada del hombre como la primera vez que lo vio, iluminando exclusivamente a Vegetta como si fuese el protagonista de una obra teatral.

El corazón de Foolish latía emocionado con el simple hecho de contemplar esa escena.

— Este té es exquisito. — mencionó de repente el azabache, con Foolish terminando de sentarse a su lado.

— Leonarda me enseñó la receta. — dijo, sin dejar de observarlo. Aun le parecía un sueño tenerlo frente a él.

— Comprendo. — asintió — Me disculpo nuevamente por hacer que ella se quedase hasta tarde al aire libre.

— Que hayas estado para cuidarla es más que suficiente para mí, muchas gracias.

— De hecho, creo que al final fue ella la que me cuidó a mí. — rie — Tú español ha mejorado bastante, Foolish.

— Leo... digamos que es una excelente profesora. — manifestó, orgulloso.

— En definitiva es una niña maravillosa. — suspiró — Así que... ¿te casaste?

— No, never. — respondió con rapidez, avergonzándose un poco por ello — Ella... she is adopted, but la considero mi hija, mi hija perfecta.

Foolish podía jurar que los ojos de Vegetta volvieron a tener el brillo inicial con el que lo vio al momento de reencontrarse. Sintió su corazón latir acelerado ante tal detalle, queriendo besarlo en ese mismo instante.

— Nunca pensé verte con una hija. — prosiguió Vegetta, volviéndolo a la realidad — pero, con lo poco que la conozco, has hecho un buen trabajo. Nice job, Foolish!

— Gracias.

Silencio ¿Qué dirían ahora? La noche, que antaño se le hacían cortas junto a él, parecía hoy no tener fin. La mente de Foolish tenía presente el querer hacerle una pregunta más que nada, pero este no estaba seguro de como formularla, pues no era ni nunca fue bueno con las palabras.

— ¿Tú construiste esta cabaña? — para su suerte, Vegetta cambió el tema en busca de conversación — Un lugar como este tiene toda la pinta de ser tu estilo. No me sorprendería de tu parte, siempre demostraste tener magia con las manos, aunque tengo curiosidad por los interiores.

— Oh, los residentes del pueblo me ayudaron, pero gran parte fuimos Leo y yo. Sufrimos con el interior, sí, pero lo conseguimos.

— ¿Me das un tour?

Ahora eran los ojitos de Foolish los que se iluminaron. A pesar de que el lugar era pequeño, el rubio le comentaba cada esquina comentándole como junto a Leonarda decidieron los materiales que usarían, los colores y la iluminación. Vegetta halagaba cada parte de la cabaña, desde el suelo hasta las texturas del techo. Foolish, sintiéndose más confiado, habló sobre cada habitación y prometió mostrarle la de Leo al día siguiente, ya que estaba muy seguro de que la pequeña querría ser la que le explique el diseño de su cuarto.

— And this is my room! — dijo Foolish cuando abrió la puerta para que el hombre de ojos amatistas entrara - No hay mucho que ver, pero tiene una cama y es suficiente para mí.

Sus palabras no tenían más que verdad. La habitación poseía a lo mucho una cama en el centro y un tocador donde estaban sus objetos esenciales.

— Aun así, me parece un lugar muy hermoso. — Vegetta se acercó al centro y miró hacia el techo que, a diferencia de las otras habitaciones, poseía una ventana que hacía que los astros nocturnos fueran más fáciles de visualizar. — las estrellas se ven hermosas en este lugar.

— Oh.— se sonrojó — Sí, me gusta que sean lo último que veo antes de dormir.

Vegetta lo miró y luego, sin previo aviso, se echó en la cama. Sonrió de la emoción al notar que, efectivamente, desde ese ángulo se sentía como si estuviese afuera admirando las estrellas y, alzando una mano, invitó a Foolish a echarse a su lado.

— Come with me, Foolish — dijo — ¡tienes razón, es maravilloso!

Como si estuviera hipnotizado por sus palabras, Foolish le hace caso y, nervioso, se echó junto a él. Comenzaron a contar las estrellas en el idioma del otro y soltaban pequeñas risas cuando uno se equivocaba. Ambos podían sentir la conexión que siempre tuvieron nuevamente latente, el ambiente volvía a ser cómodo entre los dos.

— ¿Qué es eso? — Vegetta se paró de la cama al notar unas esculturas semi-tapadas en la esquina de la habitación. Foolish lo siguió con la mirada — ¿Puedo ver?

— Yeah.

El de cabellera oscura saca la manta y encuentra diversas esculturas que Foolish le dice vende en el pueblo. Maravillado como siempre, Vegetta le comenta lo increíbles que son, sin poder evitar querer saber ya las historias que estas deben albergar. En eso ve que, casi escondida del resto, hay otra escultura más protegida que las demás. Se acerca y la saca, abriendo levemente la boca al ver el perfecto reflejo de su rostro en ella.

— No me esperaba... Verme en una de tus creaciones — afirmó, tomando con suma delicadeza el objeto.

Foolish había olvidado por completo que la escultura del rostro de Vegetta se encontraba ahí. Hace solo un par de meses que la había acabado, pero el dolor de ver la cara de su amado hizo que terminase por esconderla. Sin embargo, cuando notó la felicidad de Vegetta al verse plasmado ahí, sintió como su yo de hace años por fin podía sentirse satisfecho con su creación.

— Te dije que la inspiración de mis esculturas se debe a mis viajes y a lo que he vivido y aprendido de ellos — susurró, mostrando una pequeña sonrisa de regocijo.

— Por supuesto que lo recuerdo bien. — respondió él — Y es un halago que me hayas considerado para ser parte de una de ellas. — respondió.

— ¿Cómo no? Eres... fuiste una parte muy importante.

Vegetta observó hacia otro lado luego de escuchar la última frase. Foolish seguía nervioso, no quería decir realmente que el azabache se hallaba del todo en el pasado pero, ¿podría alguien culparlo? Hay mucho que aún no sabía de Vegetta, el actual Vegetta, y el cansancio ya comenzaba a pesarle.

— Por cierto, quisiera mostrarte algo.

El rubio miró curioso como Vegetta comenzaba a rebuscar entre sus bolsillos. Luego de unos instantes, este sacó una bolsita que el viajero reconoció bien: eran las envolturas con las que a veces solía dar sus objetos luego de venderlos. Se impresionó de que Vegetta aún la tuviera, pero su rostro quedó aún más sorprendido cuando vio como el azabache sacaba de ella pequeñas esmeraldas que reconoció al instante.

— Hace mucho, la pulsera que me diste se rompió. Fue mi culpa, la verdad, pero no he querido que nadie más que tú la repare. — Foolish ya se había parado y recibió los fragmentos, recordando el día de la boda y entendiendo por fin por qué Vegetta no llevaba la pulsera consigo aquel día. — ¿Podrías hacerlo?

— Claro que sí. — asintió — But, Veyitta... — cambió su tono a uno más serio, logrando que el rostro del mencionado también tuviese ese semblante — ¿Es solo por eso que estás aquí? Tú... ¿por qué estás aquí?

Finalmente fue capaz de decir lo que quería preguntar. El de ojos amatistas negó con la cabeza y, sonriente, lo volvió a observar con ese brillo chispeante de la primera vez.

— La pulsera es solo una excusa. — dijo — Te estuve buscando todo este tiempo, Foolish. — se acercó a él y lo tomó delicadamente de las manos — Te estuve buscando... para por fin poder estar juntos, ¿lo recuerdas? You and me only, together in this life. Esta vez, de verdad.

¿Cuánto había pasado desde que escuchó esa frase?

Foolish quería rendirse a sus instintos y besarlo en ese preciso instante, abrazarlo, acariciarlo como antaño. Él quería eso y mucho más, pero las dudas aún prevalecían perennes en su mente y corazón, optando por sentarse en la cama en su lugar.

— Tú estás casado. — habló en voz baja, con un dolorcito en el corazón — Estuve presente cuando... cuando eso ocurrió.

Vegetta se sentó a su lado, con la mirada cabizbaja y ya habiendo dejado la escultura con las demás.

— Tengo mucho que contarte.

— Sí, you have to... — un bostezo repentino cortó la conversación. Foolish aún se sentía cansado por el día que tuvo y toda la emoción por encontrar a Leo y reencontrarse con Vegetta había bajado lo suficiente como para que el sueño se hiciera presente de nuevo.

— Quizá podamos esperar a mañana.

— ¡No! Well...huh... — se sentía pesado, de verdad estaba agotado — Bien.

— Entonces, ¿me darías permiso para usar la habitación de invitados? Te prometo que mañana a primera hora te explicaré todo lo que pasó en estos últimos tiempos.

— Duerme aquí. — inesperadamente para Vegetta, Foolish le ofreció su cama — El estúpido de Matt, la mascota mapache de Leo, dejó desordenado el cuarto de invitados, lo viste con tus propios ojos.

— Pero, Foolish, ¿y tú?

Cierto, ese pequeño detalle.

— Esta cama es suficientemente grande para los dos, ¿no acabamos de estar echados juntos aquí? No le veo el problema. — ya no sabía si su idea sonaba bien, podía ver como los ojitos de Vegetta lo miraban esperanzados y sus mejillas se sonrojaron, quizá lo mismo le estaba pasando a él.

— Está bien. — respondió — Me cambiaré entonces.

— Sure, saldré al pasillo.

Cuando Foolish dejó la habitación se recostó en la pared y terminó sentado en el suelo, dando un gran suspiro. Abrazando sus piernas, no podía explicar la emoción y pánico que le generaba saber qué había sido de Vegetta y cómo es que llegó ahí. Sus sentimientos eran confusos, deseando que la mañana llegase ya y que por fin todas sus dudas fuesen aclaradas. Frente suyo, la habitación de invitados se veía pues la puerta estaba semi-abierta y notó que, fácilmente, podría haberla arreglado en menos de diez minutos. Aun así no lo hizo, ni lo haría, pues en el fondo la idea de que Vegetta durmiese con él se debió a que tenía miedo de que, si salía de esa habitación, desaparecería.

Y, aunque ya no sabía cómo actuar, debía admitir que se sentía muy feliz de tener a Vegetta nuevamente a su lado.

Cuando el hombre le dijo que ya podía ingresar, Foolish notó que ya se había metido en la cama. Este se echó en dirección contraria luego de dejar las esmeraldas en el tocador, nervioso como si fuese la primera vez que dormían juntos. Se miraron, perdidos en la mirada del otro y los rostros muy cerca, pero sin hacer nada más que eso.

— Buenas noches Foolish. — le susurró - Y gracias por dejarme estar aquí por hoy.

— Good night, Veyitta. — se despidió él — Es genial... volverte a ver.

Se dieron la vuelta e intentaron dormir, quizá siendo esta la noche más larga para los dos. Cuando los ojos esmeraldas del viajero comenzaron a cerrarse para descansar se dijo así mismo que, si esperó doce años para volver a encontrarse con Vegetta, ¿qué daño hacían unas horas más?

"Maybe this time... we can finally be together"

Un último deseo a las estrellas antes de dormir no estaba de más.

Sí de nuevo cambié el orden de los capítulos pero es para que tenga más orden (?) O algo así xd

El siguiente que viene es el pesado por lo largo que es, por lo que creo que lo voy a reescribir a ver si puedo expresarlo mejor.

Anyways, nos leemos pronto!

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