Capítulo 25. Jamie Sawyer

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Jamie Sawyer.

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Estoy regresando a casa después de un día de clases, listo para encender mi xbox y mejorar la puntuación de mi último juego. Si logro vencer a Marcie en la partida de esta noche, la obligaré a mantener en secreto el asunto de la detención.

Rodeo la cerca de la entrada, buscando las llaves dentro de mi mochila, tan distraído que la pequeña figura sentada en la mecedora me sorprende.

—¡Ay! Carajo. —el salto hace que mis llaves caigan al piso—. ¿Phoebe? ¿Qué haces aquí?

Mi novia se acerca, tomando las llaves y poniéndolas en la cerradura para abrirla. Ella aún no responde mi pregunta.

—Phoebe... —insisto.

No he hablado con Ted desde el fin de semana, pero estoy suponiendo que está castigado en casa sin acceso a su teléfono móvil. Yo también lo estaría si papá y mamá lo supieran.

—Tenía muchas ganas de verte, Jamie.

No sé si ella debería estar aquí y estoy suponiendo que no, porque es horario escolar. En realidad, ¿cómo sabe ella que yo estaría aquí? ¿Me ha esperado toda la mañana?

La hago entrar a la sala de mi casa y cierro la puerta detrás de mí. No está de más echar un vistazo por la ventana de la sala, en caso de que un auto patrulla se detenga en mi calle por orden del señor Grey.

—Hablamos ayer, y me mandas mensaje cada mañana. —la acuso, pero ella solo sonríe.

—No es lo mismo que verte en persona.

Camina por la sala, mirando cada fotografía y libro a su paso, solo entonces recuerdo que en realidad es la primera vez que me visita. Siempre nos hemos reunido en la casa de los Grey.

—Phoebe, ¿Cómo supiste que estaría aquí?

Sus ojos grises me miran brevemente antes de ponerse en blanco, luego se sienta en el sofá y palmea el lugar junto a ella.

—Llamé a tu escuela y les dije que era tu hermana. Que sospechaba que estabas faltando a clases y ellos me hicieron llegar una copia de tu horario.

¿Qué?

—¡Pero no eres mi hermana! —chillo. Y ¿Por qué rayos le dieron mi información por teléfono? Eso debería ser ilegal.

—Ya lo sé, pero entiéndeme. —como sigo de pie, se levanta para tomar mi mano y llevarme con ella—. Te extraño mucho, mucho. Y Ted arruinó las cosas para todos porque ahora no puedes ir a casa. Por cierto, estabas ahí, ¿Verdad?

Ah, maldición. Mi novia es demasiado lista y yo no quiero mentirle.

—Si, estuve ahí con Ted en la fiesta. No sé lo que pasó, solo que las patrullas llegaron y nos encontraron a todos con cervezas.

Su bonito ceño se frunce y automáticamente sé que estoy en problemas.

—No me hace feliz saber que bebes, Jamie. Preferiría que no lo hicieras porque no estoy cerca de ti y alguna chica podría aprovecharse.

—¿De mí? —me señalo.

—Por supuesto. —sus manos suben para acariciar mi cabello como le gusta—. Eres muy guapo, y divertido. Podrían creer que estás libre y a mí no me gusta que toquen lo que es mío.

Mi boca se frunce mientras pienso en las chicas que estaban ahí y se acercaron a nosotros. Solo una o dos me miraron antes de que Ted las acaparara para sí mismo, luego me llamó cuñado.

No es que estuviera interesado en ellas, en realidad.

—¡Jamie! —Phoebe interpreta mi silencio de la peor manera—. ¿Lo ves? ¡Es imposible dejarte solo! A partir de hoy solo puedes salir a una fiesta si estoy contigo.

—¡Pero nena! —me quejo—. Tienes que aprender a confiar en mí, papá siempre dice que la confianza lo es todo.

Sus cejas se arrugan de nuevo.

—¿Y sabe lo de la detención?

—Por supuesto que no.

Carajo, esto no está saliendo como yo esperaba. En todo caso, este asunto de la confianza va en ambos sentidos.

—¿Y cómo es que estás aquí? Creí que tenías clases.

Es su turno de encoger los hombros como si no fuera gran cosa.

—Le dije a mamá que entré al equipo de ajedrez y que teníamos qué practicar esta tarde. —ella sigue acariciando mi cabello—. Sabía que solo tendrías dos clases, y que tus papás y hermanas están trabajando.

Lista.

Voy a tener qué cuidarme de ella.

—No puedes hacer eso, pudo pasarte algo y todos estamos pensando que estabas en la escuela.

Ella arquea una sola ceja.

—Así como yo pensé que estabas en casa cuando en realidad estabas en una fiesta con Ted.

Touché.

—Bien, lo entiendo. A partir de hoy no más escapadas secretas, ¿Está bien?

Me mira fijamente por largos segundos, como si decidiera si debe creer en mi o no.

—No le mientas a tus padres, Jamie. Papá no te dejará casarte conmigo si eres mentiroso.

Me quedo callado porque, ¿Cómo se supone que responda a eso? Mi pensamiento más lejano es sobre qué comer el fin de semana, ¿Hamburguesas o alitas? Una decisión difícil.

—Promételo. —insiste.

—Lo prometo. Ahora hazlo tú. Ambos seremos honestos.

—Por supuesto. —extiende su mano y levanta el dedo meñique—. A partir de mañana, no diré mentiras a mis papás.

Algo de lo que dijo no cuadra completamente en mi mente, pero como dije, ella es muy lista. Por mi parte soy malo mintiendo, así que no me importa ir con la verdad.

La única razón por la que papá y mamá no saben lo de la detención es porque no me han preguntado. Pero sé que papá lo sabrá pronto, ya sea que le digan los policías que nos detuvieron o lo haga el señor Grey.

Necesito confesar antes de que sea demasiado tarde.

El sonido de la cerradura me saca de mis pensamientos, ambos giramos para ver la puerta abrirse y a mi hermana entrar a la casa.

—Oh, hola Jaime. Hola Phoebe. —cierra la puerta y se dirige al pasillo, luego se detiene—. ¿Jamie? ¿Phoebe? ¿Qué están haciendo aquí?

Maddie parece genuinamente preocupada, así que aclaro las cosas por el bien de todos.

—Phoebe estaba preocupada de que estuviera castigado, pero ya vio que no, ahora debe irse. —en realidad, me preocupa que tenga que volver hasta su casa desde aquí—. ¿Crees que podríamos llevarla a casa?

Mi hermana asiente y sé que esto es lo correcto. Mi próximo paso será confesarle todo a papá y mamá y aceptar el castigo que me impongan, aunque tenga que rogar para que no sea muy severo.

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