Capítulo 53. Phoebe Grey

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Creí que había superado la etapa de extrañar a mi novio militar, pero después de ver a Jamie en el funeral de su abuela, recaí.

Mi día se limita a la escuela, clases de gimnasia tres días de la semana, el pasillo de libros románticos de la biblioteca y un rato de lágrimas desconsoladas.

Si, tengo en día ocupado.

Salgo de la biblioteca con el pesado tomo de las obras completas de Shakespeare y subo al autobús que me llevará a casa. Lo único bueno de crecer es que mamá y papá ya no están sobre mi todo el tiempo.

Bueno, al menos mientras mantenga encendida la ubicación de mi teléfono móvil para que papá pueda rastrearla cada pocas horas. Espero.

El autobús se detiene dos cuadras antes de llegar a casa, así que bajo para caminar el resto del camino. He hecho este recorrido demasiadas veces como para no mirar el auto que me sigue.

Carajo.

Mi corazón se acelera y el pánico llena mis venas.

Busco en el bolsillo por mi móvil porque tengo a mamá en marcado rápido en caso de que sea necesario, pero debo asegurarme primero que es una emergencia. Cuando echo un vistazo sobre mi hombro, el tipo en el auto saca el brazo y me saluda.

—¡Hola! ¡Phoebe!

¿Qué rayos?

El auto deportivo en color negro no me es familiar, mucho menos el tipo con la gorra de béisbol. Cuando la levanta y veo su cabello rubio, exhalo de alivio.

—¿Qué quieres?

Jase Abernathy se detiene en la acera junto a mi y sonríe.

—Sabía que eras tú. ¿Cómo estás?

—Bien. —esto empieza a ser sospechoso—. ¿Qué haces aquí? ¿Me estás siguiendo?

Tal vez debería llamar a mamá después de todo.

—¿Quién? ¿Yo? —se señala, haciéndose el tonto—. Por supuesto que no. Estoy aquí buscando a Ted.

Oh.

Quiero creerle, pero la voz de papá en mi cabeza me dice que desconfíe hasta que pruebe lo contrario.

—Bien.

Doy la vuelta y sigo caminando, mirando por el rabillo del ojo que su auto todavía viene detrás de mí y él sonríe con el brazo colgando de la ventanilla.

—Puedo llevarte a casa, ¿Quieres subir?

—Famosas últimas palabras, así que no. —escucho su risa—. ¿Cómo sé que no eres un violador o un secuestrador?

El auto hace alto y escucho la puerta abrirse, luego sus pasos apresurados cuando corre hacia mi.

—¿Por qué pensarías eso? Soy policía, me conociste en la gala, sabes que mi papá y mi abuelo también son policías.

—¿Y? Los secuestradores también dicen que no lo son. —presiono con más fuerza mi libro y acelero el paso—. Además, eres un cadete, no un policía de verdad.

—Bueno, carajo. —suspira—. Parece que contigo nunca gano. ¿Podrías dejar de correr, al menos?

Algo en su tono de voz me hace detenerme y lo miro, Jase se sienta en el césped que adorna la acera y cuelga los brazos sobre las rodillas.

—¿Tan mala impresión causé en ti?

Sigo clavada en mi sitio solo mirando.

—Soy un poco desconfiada, no lo tomes personal. Además... —me aseguro de hacer un gesto de molestia—. Estás cerca todo el maldito tiempo, ¿Te gusto yo o te gusta mi hermano?

Jase suelta una carcajada divertida que lo hace caer de espaldas sobre el concreto y una pequeña sonrisa se estira en mis labios.

—¿Eres así con todos?

—Si. —digo porque es la verdad.

Mamá dice que tengo buenos instintos y papá que debo siempre anticiparme al peligro, y la cara bonita de este rubio no me engaña. Él busca algo de nosotros, solo que aún no sé qué es.

—¿Y así conquistaste a tu novio?

—Si. Más o menos. —rayos. Hablar de Jamie siempre hace que sonría y me ablande—. Hemos estado juntos durante mucho tiempo.

—¿Mucho tiempo? —se burla—. ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciséis?

—Cumpliré 17 muy pronto.

Sus cejas se arquean en su frente.

—Mierda, creí que eras más grande.

Su cabeza niega antes de que se ponga de pie, sacudiendo la tela de su pantalón deportivo azúl. Me dedica una pequeña sonrisa y un guiño.

Sube a su auto pero se detiene antes de subir para mirarme.

—Dile a Ted que pasé. —si, claro—. Adiós, pequeña Phoebe.

Hay algo que me he estado preguntando desde la gala, y creo que él podría saber algo de eso.

—Oye, Jase. —se sienta en el puesto del conductor y me mira—. ¿Por qué mi papá y tu papá no se llevan bien?

Jamás lo vi sonreír tanto como en este momento.

—Oh, ¿No lo sabes? —está disfrutando esto demasiado—. Mi papá estaba enamorado de tu mamá.

¿Qué?

—¿Pero cómo...? ¿Qué? —balbuceo—. ¿Cómo lo sabes?

Sus hombros se encogen con indiferencia.

—Papá me contaba siempre todas estas historias sobre el tiempo que estuvo en la policía de Seattle, y cómo se enamoró de su mejor amiga.

—¿Y tu mamá lo sabe? —parece incómodo para ella, sé que yo lo estaría.

—Creo que después de verla en la gala, lo entendió. —de nuevo encoge los hombros—. Y papá no fue muy discreto diciendo que estaba nervioso por volver a verla después de tantos años.

—Eso es tan raro. —me recargo en el auto y entonces soy consciente de lo mucho que me acerqué—. Con razón papá te aborrece.

Sus cejas rubias caen.

—¿A mí por qué?

—Por tu papá, obviamente. ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Y las tuyas?

Levanta las manos en una expresión de inocencia.

—Te aseguro que nada malo está pasando, ¿Está bien? Papá y mamá volvieron a California, así que no hay un plan secreto para secuestrar a tu madre.

Mis ojos se entrecierran ante su tono sospechoso.

—¿Y por qué sigues aquí? ¿No deberías volver a California?

—No. —la sonrisa socarrona vuelve a su cara—. Me gusta estar aquí. Y mi abuelo piensa que me haría bien algo de disciplina.

—Entonces eres problemático. —y un mujeriego, por lo que se ve—. No estoy segura de que debas ser amigo de mi hermano. Aléjate de él antes de que papá decida arrestarte.

O dispararle. Lo he escuchado varias veces amenazar al señor Sawyer con hacerlo.

—Que lo intente.

Toma la gorra de nuevo y se la pone en la cabeza, luego los lentes oscuros y pone su auto en marcha. Su odiosa sonrisa es todo lo que veo antes de que se pierdan en la calle.

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