Capítulo 82. Christian Grey

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Jamás creí que este día llegaría.

Cuando conocí a Ana, casarme o tener hijos estaba fuera de mis planes. Mierda, incluso creí que nunca los tendría porque sería un padre de mierda.

Todo cambió el día que nació Phoebe, entonces imaginé que ella se casaría cuando tuviera al menos 35 años y un miembro de la realeza viniera a pedir su mano. Mi nena no se merece nada menos que eso.

Hasta Jamie Sawyer.

Carajo, el chico es mi peor pesadilla vuelta realidad.

—¿Christian? —Luke palmea mi espalda con demasiado entusiasmo—. Deja de preocuparte, siempre serás bienvenido en las celebraciones de la familia Sawyer.

Sus palabras tontas me sacan de mis pensamientos.

—¿Qué carajos dices, imbécil? —lo empujo por el hombro para que se aparte—. Phoebe es una Grey, todos saben que siempre van con la familia de la esposa primero.

—Claro que no. —sus cejas gruesas vuelan en su frente—. Phoebe va a seguir a Jamie, así serán las cosas.

Se peina el ridículo bigote que se dejó crecer para la boda y yo quiero partirle la cara para liberar un poco de todo el estrés que siento. Por desgracia, Ethan se atraviesa sosteniendo nuestros hombros para alejarnos.

—Tranquilos todos, recordemos que es el día de Phoebe y Jamie, no querrán arruinar las cosas para sus hijos.

Mierda.

Luke encoge los hombros y yo me alejo un par de pasos, centrándome ahora en el viejo Et y su semblante triste.

—¿Cómo está tu hijo? ¿Le va bien en la fuerza aérea?

Los ojos de mi amigo rubio se opacan mientras baja la mirada.

—Si, eso creo. Nos hizo una llamada rápida el otro día y dijo que es más difícil de lo que creía.

Por supuesto que lo es. Entrenamiento, disciplina militar y supervivencia son experiencias que hacen madurar a cualquiera, sobre todo a un chico sobreprotegido.

Parece que James Sawyer y William Kavanagh tomaron la decisión correcta. Lanzo un vistazo a mi hijo mayor, sentado en un sofá de la sala jugando en su móvil.

Tal vez debería hacer que Teddy se enliste. Y su maldito nuevo mejor amigo, así también lo saco de mi casa.

Sería un ganar—ganar para mí.

Alguien aplaude a nuestras espaldas para atraer nuestra atención, y me giro para ver a mi esposa con un hermoso vestido color durazno.

—¿Listos, todos? —apoya las manos en la cadera—. Deberíamos estar listos tan pronto como Jamie llegue.

¿Qué?

Todas las cabezas giran en dirección a mi esposa.

—¿Jamie no está aquí? —Luke y yo hablamos al unísono, luego nos miramos—. Pensé que estaba contigo, ¿Por qué estaría conmigo?

Ana pone los ojos en blanco mientras repetimos como malditos idiotas. Enfrento a mi mejor amigo por su hijo.

—¿Dónde carajos está el maldito chico? ¿Va a dejar plantada a mi niña?

Luke vuelve a su postura defensiva.

—¡Por supuesto que no! ¡Es un Sawyer! Si dice que lo hará, lo hará.

—¿Entonces? —giro ahora para mirar a mi hijo y al puto Abernathy porque ellos parecen haberse mudado al ático—. ¿Ustedes vieron a Jamie hoy?

Los tontos se miran el uno al otro.

—Bueno, no. Tuvimos que ir temprano a la estación. —Teddy mira a Jase—. Pasamos por los trajes a la tintorería y vinimos aquí. Pensé que él vendría con Reynolds.

Agh, maldición.

Phoebe llegó ayer tan pronto como salió de la escuela y estuvo encerrada en su habitación desde entonces porque su madre y yo insistimos en la tradición. El jodido chico debió hacer lo mismo en casa de sus padres.

Pero supongo que no lo hizo cuando su madre y hermanas entran a la casa y nos miran con una expresión confusa.

—¿Qué está pasando? El sacerdote no debe tardar en llegar, ¿Están listos Phoebe y Jamie? —la esposa de Luke nos mira.

Qué maldito desastre.

Mi hijo menor elige ese momento para bajar las escaleras acomodándose las mangas de la camisa blanca, la corbata inclinada en un ángulo extraño.

—¿Harry, cariño? —Ana lo llama—. ¿Tu hermana dijo si está lista?

El chico nos mira a todos con las cejas arrugadas.

—Phoebe no está en su habitación, tuve que entrar a apagar la maldita alarma porque no paraba de sonar. —mira a su madre, luego a mi—. ¿Alguien fue a hablar con ella hoy?

Carajo.

Las cejas de Ana se arquean mucho, pero reacciona rápido e intenta disimular con una ligera sacudida.

—Que no cunda el pánico, estoy segura que... —se interrumpe cuando la puerta se abre de nuevo y la amiga de Phoebe entra, seguida del amigo de Jamie.

—Eres un tonto. —se ríe la chica, entonces nota que todos los estamos mirando—. Oh, buenos días señor y señora Grey. Y todos los demás.

Por el rabillo del ojo veo a Teddy lanzar el móvil al sillón y se levanta como si tuviera un resorte, la cara arrugada de molestia.

—Jenny, ¿Qué carajos haces con este idiota?

Por el vestido que luce a juego con una de las rojas, sé que es la dama de honor. Y el chico Reynolds también lleva un traje oscuro con los mismos detalles que el de Ted.

—Greg se ofreció a pasar por mi, —dice, su mirada saltando entre todos nosotros—. ¿Pasó algo?

Ana se acerca a Harry para acomodarle la corbata y pedirle que suba de nuevo a la habitación de Phoebe para asegurarse que el vestido de novia está ahí.

¿A dónde podría haber ido ella? ¿Y dónde está el puto chico Sawyer? Vaya forma de comenzar un matrimonio.

Ted intenta tomar a la chica del brazo pero ella se aparta, lo que provoca que se pegue más al amigo de Phoebe, que parece estar más atento a una de las pelirrojas que a la mirada asesina de mi hijo mayor.

—Mierda, estoy demasiado viejo para esto.

Necesito un trago de whisky antes de poder lidiar con todo esto, y Luke parece pensar lo mismo porque me sigue hacia la mesita al fondo de la sala donde puse la licorera.

Apenas la he servido cuando las risas desde el exterior es el único aviso que tenemos antes de que Phoebe y Jamie atraviesen las puertas principales con grandes sonrisas.

—Te prometo que nadie se dará... Cuenta. —Phoebe se detiene de golpe y nos mira—. Bueno, hola a todos.

Jamie Sawyer entra detrás de ella sosteniendo una bolsa larga con su traje sobre su hombro. Un suspiro generalizado se eleva en la sala.

—Phoebe, ¿A dónde fuiste? —se queja mi esposa.

Nuestra hija arruga la nariz de esa manera que tiene su madre cuando miente.

—Necesitaba hablar con Jamie sobre algo... —sus mejillas se colorean e intenta disimularlo.

Hablar de algo, una mierda. La chica es más parecida a su madre de lo que supuse.

—Me rindo. Es jodidamente difícil lidiar con una chica obstinada y yo ya cumplí mi cuota. —mi esposa estrecha los ojos hacia mi—. Terminemos con esta boda para que ahora sea responsabilidad de Jamie.

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