2 | SORRY FOR EVERYTHING

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• | TWO

❝ we could've been perfect for each other, but it wasn't our time ❞





—SIGO SIN CREER POR COMPLETO QUE TENEMOS PODERES —murmuró una incrédula Jane, mientras se dejaba caer de espaldas en el gran trampolín.

—Somos velocistas —mencionó Barry dejándose caer a su lado.

—Somos meta-humanos...

—Han pasado cinco meses Jane, es hora de que lo asimiles —mencionó con gracia.

Jane volteó su cabeza en dirección al castaño, para así observarle.

—Bueno, lo siento —se disculpó blanqueando su mirada—. Solo... es raro ¿No se te hace raro a ti?

—No en realidad, me adapté bastante rápido —se encogió de hombros.

—Sí, ya me di cuenta —volvió a blanquear de su mirada—. Después de todo, llevas meses corriendo de un lado a otro por toda la ciudad.

—Lo que pasa, es que estás celosa de Flash —Barry le sonrió con arrogancia.

—Sí, es cierto —asintió, afirmando con seriedad—. Estoy muy celosa de un hombrecito con mallas —se burló.

   Barry se volteó abruptamente hasta ella, con una mueca de absoluta indignación adornando su rostro, cosa que solo le provocaba más ganas de reír a Jane.

—Yo no soy ningún hombrecito en mallas —reclamó.

—Decía el hombrecito en mallas —reiteró Jane.

—¡Jane!

—¡Solo admite que eres un hombrecito en mallas! —soltó entre risas.

—¿Quieres reírte? Haré que rías con ganas.

   Al Jane estar tan distraída por su propia risa y las lágrimas que cubrían sus ojos, no logró anticipar los movimientos de Barry, por lo que no pudo huir antes de que él le tomara por las piernas y tirara de su cuerpo hasta el suyo, subiéndose ligeramente sobre ella para atacarla con cosquillas.

—¡Barry! —chilló riendo con mayor intensidad.

—Tú dijiste que querías reírte —se justificó él, sin dejar de mover con agilidad sus dedos sobre el abdomen de Jane.

—¡Ya basta! —pidió.

—No hasta que te retractes.

—¡No! ¡Porque sí eres un hombrecito en mallas!

—Puedo seguir aquí toda la noche —aseguró Barry divertido.

—¡Voy a patear tú feo trasero de velocista!

—¡Jane! —protestó Barry.

La castaña soltó un suspiro intentando apaciguar de su risa, cuando logró hacerlo, enredó sus piernas en el cuerpo de Barry y en un rápido movimiento volteó sus posiciones.

—Además de velocista, soy gimnasta —comentó con una sonrisa orgullosa, para luego huir.

Para cuando Barry salió de su asombro no tardó en seguirla, subiendo a los pedestales hasta llegar hasta lo más alto, en dónde Jane ya se encontraba en sentido contrario, tomando un trapecio entre sus manos.

—¿Qué haces? —inquirió confundido.

—¿Quieres atraparme? —cuestionó con una sonrisa—. Tendrás que tomar eso, colgarte y lanzarte —señaló el trapecio restante.

—Jane... ¡Jane! —chilló al ver que se lanzaba sin miedo alguno.

La castaña rió con diversión, mientras sentía la leve brisa chocar contra su cuerpo. Un segundo se soltó tras tomar el impulso suficiente y dió una vuelta en el aire. Sin embargo, cuando iba a tomarse de otro trapecio, sintió como un brazo se envolvía en su cintura.

—Hola —sonrió en dirección de Barry.

—Hola.

—Debo admitir que no sabía que supieras usar el trapecio. Acabas de sorprenderme, Barry Allen.

—Bueno, me alegro de al fin haberte sorprendido en algo, porque siempre soy yo quien se lleva las sorpresas contigo.

Ambos podían sentir como la brisa chocaba contra sus cuerpos, meciéndose en el aire. Todo era tranquilidad, hasta que Jane decidió comenzar a hacerle cosquillas y ambos terminaron cayendo al trampolín nuevamente.

   Una vez más, entre risas y sonrisas, la castaña intentó huir, pero esta vez Barry sí logró anticipar sus movimientos, por lo que en cuanto Jane se puso de pie, Barry tomó uno de sus pies tirando de ella, haciéndole caer nuevamente en el trampolín.

—Oh, no.

—No, por favor —pidió—. Ya no quiero más cosquillas, me duele el estómago de tanto reír —hizo un puchero.

—¿Sigues creyendo que soy un hombrecito en mallas? —inquirió reteniéndola.

—Barry, bonito, no porque me ataques con un par de cosquillas mi pensar va a cambiar —rió.

—¿A no? —le sonrió.

—No —negó divertida—. Así que ahora quítate de encima de mí o voy a...

Sus ojos se abrieron en sorpresa al sentir los labios de Barry detenerse sobre los de ella. Intentó contenerse, pero haciendo caso omiso a su parte cuerda sus manos se dirigieron a las mejillas del castaño y correspondió. Sus labios juntos se sentía tan... bien. Se sentía correcto. Fue así hasta que recordó un pequeño detalle.

     Barry Allen está enamorado de Iris West.

—¿Qué haces? —inquirió una vez se apartó tras poner bastante fuerza de voluntad. Su respiración iba agitada y sus labios quemaban mientras que sus manos hormigueaban.

—Yo... no lo sé, solo seguí un impulso.

—Un impulso... —asintió. Un impulso repitió con decepción—. No lo vuelvas a hacer.

—¿Por qué? —le observó confuso.

Si bien Barry recordaba, ellos antes de la explosión del acelerador, habían tenido un par de citas. Inclusive, el día en que el acelerador explotó ambos se encontraban en una, en el laboratorio de Barry cuando el rayo cayó sobre ellos. El problema partía en que Jane solo recordaba las citas, pero en plan de amigos. Ante esto, Barry no se había atrevido a comentarle que esto no era así, más que todo, porque a pesar de las citas, nunca llegaron a consolidar nada.

—Estás enamorado de Iris, Barry —soltó Jane dejando caer su cabeza hacia atrás.

—Pero me gustas —murmuró, intentando observar directo a ese par de esmeraldas con pintas azuladas que resaltaban en el rostro de la castaña.

—Tu también me gustas, pero no es justo para mí... —negó apartándose de él con frustración—. Y no es tú culpa, porque a veces simplemente no se puede controlar el como te sientes por las personas, pero... —se encogió de hombros—. Solo olvida todo.

—No quiero hacerlo —negó Barry.

—Tendrás que obligarte a hacerlo —le con una mueca, intento de una sonrisa no consolidada.

Jane se balanceó sobre sus pies, reteniendo las ganas de gritar. En un impulso se inclinó hacia él y besó su mejilla para luego alejarse.

—Te veo luego Barry —se despidió.

Y lo siguiente que Barry pudo ver, fue la estela rosa de Jane alejándose.

Él permaneció allí, sentado en el trampolín mientras pasaba sus manos por su cabello desordenando de este con absoluta frustración por la tan lenta forma en que podía actuar.

—¿Por qué no le dije que ya no estoy enamorado de Iris? —se cuestionó a si mismo, a modo de reproche.

Ya lejos de la ubicación anterior, Jane se dejó caer en la fría y dura acera de su camino. Esta vez se encontraba a las afueras de la ciudad. Escondió de su cabeza entre sus piernas, con frustración por toda la situación en curso. Gran parte de su mente sólo podía pensar en el hecho de que Barry Allen no solo le gustaba, si no que ella  estaba enamorada de él. Y sabía —ya que por error escuchó una conversación entre Barry y Cisco—, que él se sentía de la misma forma que ella.

Pero también era consciente de que el amor los hacía débiles, el rechazo de un corazón aún más. Y ella debía emitir cada orden que le era dada por aquel escalofriante desconocido si no quería que aquel adorable castaño por el cual su corazón aclamaba saliera más lastimado de la cuenta.

   Un ya conocido pero detestable rayo hizo presencia en su entorno, deteniéndose frente a ella, y un escalofrío enérgico recorrió su espalda.

—¿Está hecho? —inquirió aquella distorsionada voz.

   Jane alzó su cabeza, intentando mantenerse firme ante la presencia.

—Sí, justo como lo pediste. Lo rechacé, así que la primera parte está hecha —su boca se secó ante la propia pronunciación de palabras, y de pronto unas inmensas ganas de vomitar la embargaron.

—Ambos conocemos a Barry Allen, y no se rendirá fácilmente, así que ahora deberás mantenerlo distraído con constantes rechazos. Dolorosos rechazos —ordenó.

—Yo... no sé si pueda hacerlo por tanto tiempo —confesó dubitativa en un bajo tono de voz.

   En un movimiento que ni siquiera ella pudo prever, el velocista de traje amarillo la tomó del cuello, y en otro veloz movimiento estampó de ella contra la baranda de seguridad del puente en el que se encontraban. Jane solo quería vomitar. Estaba asqueada.

—Debes hacerlo si quieres que nuestro querido Barry Allen siga con vida.

—¿Cómo puedo estar segura de que no lo asesinaras como hiciste con su madre? —inquirió nerviosa.

—Supongo que no lo puedo asegurar, pero si quieres asegurarte de que cumpla mi parte tendrás que acatar cada orden que te de —sonrió con mofa, dejando de vibrar su rostro.

—Eres un monstruo, Eobard —escupió Jane, con un mínimo atisbo de valentía saliendo a flote.

—Lo soy, pero tú lo serás aún más —sentenció con sorna, para luego arrojarla bruscamente al pavimento, y desaparecer de ahí.







JANE SE ENCONTRABA EN MEDIO DE UNA clase de gimnasia, con el grupo que la academia le había otorgado, cuando a lo lejos vió a Barry Allen aparecer en el recinto. El castaño le sonrió inmediatamente al divisar su figura y por seguido sacudió su mano libre a modo de saludo.

   La mujer suspiró. Otorgó un par de ejercicios a sus alumnos para que ejecutaran en su corta ausencia y se disculpó para así finalmente acercarse al velocista. Sus manos temblaban de forma visible, por lo que tuvo que empuñar de estas para así no demostrar su estado. Debía mentir perfectamente para que todo saliera acorde a lo que deseaba.

—¿Qué haces aquí? —preguntó directamente.

—Te ves preciosa hoy —Barry le sonrió embobado.

   La pronunciación fue bastante audible, tanto así que Jane y Barry no tardaron en escuchar la seguidilla de exclamaciones de burla que soltaron los estudiantes de Jane. Ante lo sucedido, ella le tomó del brazo y alejó de ambos aún más.

—Barry, no puedes venir solo para decir esas cosas, menos cuando...

—Jane, no estoy enamorado de Iris —le interrumpió.

   La castaña balbuceó unos segundos antes de soltar un suspiro nervioso. Estaba intentando con todas sus fuerzas calmar el nerviosismo que crecía en el centro de su estómago y se esparcía hasta llegar a la punta de sus dedos. En otra ocasión seguramente habría sentido mariposas, pero una vez más solo quería vomitar del asco que tenía hacia si misma. Se sentía una mierda por lo que haría.

—Barry...

—Me gustas, en serio me gustas —le interrumpió nuevamente, acercándose—. Quiero ir a citas contigo, quiero besarte...

—Por favor, detente —pidió, sintiendo sus ojos aguarse.

   Su corazón estaba sufriendo de la peor puñalada de todas. Se preguntaba una vez más el ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía de rechazarle? Pero más importante ¿Cómo sería capaz de hacerlo? Se suponía que debía romperle el corazón, debía romper el corazón de ambos. Todo aquello era el costo de mantenerle a salvo. Pero dolía. Sabía que dolería, pero nunca creyó que tanto.

Aún así quisiera corresponder con todo su corazón, porque esas palabras eran las que llevaba queriendo escuchar desde que se dió cuenta de que tan enamorada estaba de Barry, pero no podía hacerlo, porque el monstruo de Eobard tuvo que llegar e irrumpir en su vida atentando contra lo más preciado en ella.

—¿Por qué estás llorando? —inquirió preocupado el velocista, tomándole del rostro con suavidad.

—Barry yo... —intentó hablar, sin embargo las palabras se cortaban a medio camino.

No se sentía capacitada para ello. Pero debía hacerlo.

—Puedes decirme lo que sea, preciosa.

   Preciosa... cuanto amaba que le llamara así. Desde la primera cita aquel apodo terminó siendo destinado a ella. Escuchar aquella palabra salir de los labios de Barry, era un halago y placer total, tan así que un hormigueo de comodidad siempre se propagaba por su sistema. Sin embargo, en aquel momento, ese apodo era solo una nueva puñalada a su frágil corazón.

—Estoy saliendo con alguien —susurró finalmente.

   La boca de Barry se abrió con sorpresa, sin saber cómo reaccionar a eso. Segundos más tarde, una media sonrisa confundida se plantó en sus labios, sin llegar a comprender del todo.

—Pero tú dijiste... —murmuró, siendo interrumpido.

—Es alguien de mi pasado, yo... cuando lo vi nuevamente, fue... fue inevitable —comentó fingiendo un rostro de neta honestidad, aún cuando todo se trataba de una mentira—. Yo...

   Jane pudo ver como algo se rompía en el interior de Barry, y dolía. Dolía como el jodido infierno. No quería lastimarlo. Quería ser suya tanto como quería que él fuera suyo. Pero no podían. No en esa vida.

—Te digo esto ahora, antes de que sea tarde... porque no quiero ser yo quien rompa tú corazón, Barry.

   Barry alzó su vista, cerrando sus ojos un momento. Sabía que por la diferencia de alturas Jane no podía ver las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, las cuales lograban exponer su decepción y dolor.

   Tras unos segundos, tal vez minutos, Barry volvió a observarle. Ambos se veían igual de destruidos a los ojos del otro, en distintas formas. Jane veía un corazón roto, Barry veía tristeza por ser ella quien había roto su corazón.

—Pudimos ser perfectos para el otro... —susurró Barry.

—Pero no era nuestro momento... —negó Jane.

   Entonces en un pestañeo, sintió una brisa azotarla, y cuando abrió sus párpados, Barry Allen ya no se encontraba más ahí.

   ⌁



JANE PUDO SENTIR COMO ALGUIEN LE TOMABA POR LA CINTURA y como luego comenzaban a correr con ella a toda velocidad. Era una velocista, sí, lo era. Pero acababan de inyectarle un líquido que desconocía, y su cuerpo se sentía demasiado débil para intentar defenderse, además de que todo a su alrededor se veía borroso.

Finalmente sintió como su cuerpo azotaba en el suelo. La superficie bajo ella era una mezcla de césped y tierra. Segundos más tarde tarde fue capaz de hacer esclarecer su sentido auditivo y visual, dándose así cuenta de que se encontraba en el estadio de Central City.

—¡Jane! —escuchó a alguien gritar su nombre.

Su mirada siguió en ruido que sus oídos percibían, y no tardó en notar de que se trataba de Barry. Al verlo su corazón se aceleró. Tras ella se encontraba Eobard Thawne, en su traje amarillo, y esta vez su corazón se aceleró aún más, con temor. Sabía que lo que estaba por suceder no era nada bueno.

—¡Jane! ¡Tranquila! ¡Todo estará bien! —aseguró Barry—. ¡Déjala ir! —ordenó volteándose a ver a Reverse Flash—. ¡Ella no tiene nada que ver en esto!

El velocista de amarillo soltó una risa agraciada y a la vez despectiva. Sin dudas estaba disfrutando de la ingenuidad del héroe.

—Oh Barry, ella tiene todo que ver —aseguró con su voz distorsionada.

En aquel momento las pantallas del estadio comenzaron a mostrar una reproducción de video. En las imágenes se podía apreciar claramente a Jane, con su celular en su oreja y un rostro de absoluta seriedad y determinación.

—La segunda etapa está hecha —pronunció aquella versión del video, quien realmente no era Jane, si no Hannibal Bates tomando su forma—. ¿Qué más sugieres que haga para romper el corazón de Barry?

La respiración de Barry se cortó ante las palabras de la castaña. Su mirada estaba fija en el video, mientras intentaba procesar lo que sus ojos veían, y lo que sus oídos percibían. El video rápidamente cambió a otro.

Jane desde su posición solo podía negar, sintiendo como sus mejillas se humedecían. Su corazón saltaba ferozmente en su pecho con desesperación, esa no era ella. Sí, había hecho esas cosas, pero la de los videos no era ella. Ella nunca podría referirse a la situación con tal frialdad y tan despectivamente. Además de que aquello no estaba ni cerca de ser parte del acuerdo y plan.

En el nuevo video se podía ver a Jane y a su lado Eobard.

—Estamos cerca, Jane —habló Reverse Flash.

—Pronto Barry Allen estará destruido, al igual que Flash —murmuró aquella castaña, sonriente.

La proyección se terminó y rápidamente Jane intentó ponerse de pie, con su cuerpo aún sintiéndose débil.

—Barry...

—Me mentiste... —susurró él, desviando su mirada hasta ella—. Siempre estuviste de su lado.

—No es así. Puedo explicarlo —aseguró.

—¡Creí y confié en ti! ¡Y tú me estuviste engañando todo este tiempo! —reclamó con sus ojos inyectados de rojo ante la fuerza con la cual retenía las lágrimas—. ¿¡Cómo pudiste!?

—Sí, pero fue para...

—¿Crees qué volveré a creer lo que sea que me digas para justificarte? —cuestionó incrédulo.

—Solo déjame...

Barry le detuvo, negando con decepción y absoluto dolor. Y entonces dándole una última mirada, solo se marchó, viéndose incapaz de verla y escucharla por más tiempo. Después de todo ella cumplió lo que deseaba. Porque su corazón estaba destrozado. Destrozado de una manera que nunca creyó sería posible.

Jane se dejó caer en el suelo nuevamente. Podía sentir la mezcla entre dolor, desesperación y culpabilidad. Pero por sobretodo Jane podía sentir su cobardía.

—No hiciste el trabajo completo, así que tuve que hacerlo por ti —habló Eobard a sus espaldas.

Entonces, al ser consciente de su aún persistente e indeseada compañía, Jane sintió la furia correr en su interior.

—¡Eres un imbécil! ¡Este no era el trato! —se colocó de pie en un salto y comenzó a acercarse hasta él.

—Debes aprender que no todo lo que negocias con un villano se cumple.

—Voy a destrozarte —masculló furiosa, tomando el impulso para abalanzarse hacia él.

Sin embargo, antes de poder siquiera tocarlo, el velocista de amarillo estampó su puño en el rostro de Jane, para luego repetir la acción golpeando directo en el abdomen de la castaña, quien ante tales golpes cayó abruptamente al suelo, soltando quejidos de dolor.

—Aún no hemos terminado, Jane —le hizo saber, para luego correr lejos de ahí.

Estás cosas me pasan por ser una cobarde... pensó.

















lu's notes:

¿dudas de como Jane terminó
aliada con Thawne?

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