14

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Algo inusual y a la vez esperado estaba ocurriendo esa tarde de agosto. Flynn, quien solía sumergirse entre las páginas de libros, aguardaba con ansias la llegada de su visita habitual. Sin embargo, esta vez, encontraba distracción en su reciente adquisición.

Sin levantar la vista del aparato que yacía sobre la mesa, esperaba pacientemente una respuesta. Leonard, que lo miraba desde las escaleras, parecía divertido con la situación; buscó la manera de molestarlo un poco. La mirada perdida del chico se iluminó cuando su teléfono vibró, anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Al leerlo, su semblante cambió drásticamente y dirigió una mirada mortífera hacia Leonard. Mismo que no pudo evitar sonreír.

Leonard:

[Voy a salir por un rato, no le abras la puerta a extraños]

Flynn:

[Qué gracioso, no soy un niño]

[¿A dónde vas?]

Leonard:

[Por ahí]

 Así, sin ceremonias, se despidió y partió. Pero Flynn no era el único cautivo de la pantalla de su teléfono. A unas pocas calles de distancia, Lara luchaba por recuperar el suyo a toda costa.

—Vamos, devuélvemelo —dijo mientras pegaba pequeños saltos tratando de alcanzar la mano de su amiga, que era mucho más alta.

—Te traje para que me ayudaras con los clientes, no para que estés holgazaneando —mencionó evitando las manos de Lara.

—Sao, solo dámelo ya.

—Antes, déjame ver con quién hablabas.

—¡No! —se lanzó sobre su amiga, pero cuando pudo alcanzar su mano, el teléfono ya no estaba.

—Así que Flynn —murmuró Theo, husmeando en el celular que acaba de arrebatar. 

—Theo —dijo en tono serio—, dámelo.

El chico no tuvo de otra que obedecer, los ojos de su amiga lanzaban llamas. Parecía que en cualquier momento iba a matarlo. 

—Si eso iba a hacer —se excusó encogiéndose de hombros—, Sao deja de molestarla.

—Pero ella me prometió que...

—Cumple con tu trabajo, para algo te pagan —la sermoneó, estrujándole el pelo con las manos.

—Cómo jodes... —murmuró antes de volver a su lugar.

—¿Qué dijiste?

—Nada. Que no sé qué haría sin ti, querido amigo —sonrió falsamente. 

—Ay, qué linda mentirosa —devolvió la misma sonrisa—. ¡Vuelve a trabajar!

—De verdad que me estresas, Theo.

Lara aprovechó el bullicio y la distracción de sus amigos para abandonar discretamente su puesto. Sin embargo, antes de dirigirse a casa de Flynn, debía pasar por la de su abuela para devolver algunas pertenencias. La casa de su abuela se erguía en el corazón de la ciudad, un lugar que había sido su hogar durante la mitad de su vida. Desde que dejó atrás Brasil, se dedicó apasionadamente a su negocio, vendiendo libros y preparando café, hasta que finalmente cumplió su sueño de ser propietaria de la Caflería

 Cada vez que la visitaba, al cruzar su umbral, el aroma de galletas recién horneadas le daba la bienvenida. Mientras el perfume floral del té tejía un abrazo en el aire. Era un rincón donde la calidez se hallaba en cada suspiro. No obstante, esa tarde el aire no se respiraba igual.

Un aire de tensión se apoderó del ambiente cuando Lara descubrió la puerta entreabierta. Para su sorpresa, se topó con su abuela entablando una conversación con un hombre desconocido, ataviado con un impecable traje negro. Desde su posición, Lara no lograba adivinar la edad del hombre, ya que su rostro permanecía oculto. Evitando ser descubierta, lo único que vio con precisión, fue el lustre de sus peculiares zapatos.

—Margaret, nada de esto fue planeado.

—Lo sé, los he visto juntos. No podemos arruinarles eso.

 «¿De qué hablan?», pensó Lara.

—Sabes que saldrán heridos si descubren la verdad por su cuenta. ¿No crees que deberíamos decirle?

—¿Y qué le vamos a decir? Ni tú ni yo estábamos ahí ese día.

«¿A quiénes?»

—Pero sabemos lo que pasó, él nunca... no lo haría —un silencio incómodo se hizo presente durante unos segundos—. Él no era ese tipo de persona.

—¿Entonces dices que ella lo mató? ¿Qué Lara... mi Lara asesinó a alguien?

—No es lo que quiero decir. Tal vez ocurrió algo, no lo sé, un accidente o había alguien más.

«¿Lo saben?», de la nada sintió como si su pecho se contrajera.

—Ya te lo he dicho, ella no sabe nada, ni siquiera lo recuerda bien. ¿Qué hay del muchacho?

—Él solo estuvo en el lugar incorrecto, en el momento menos indicado. 

—Ella también.

—¡Pero es la única testigo, Margaret!

—¡Suficiente! —gritó alterada— Si vas a volver aquí a acusarnos de algo, será mejor que no vuelvas.

—Está bien, me iré. Pero recuerda, la verdad se sabrá, tarde o temprano.

—¡Largo!

—No voy a rendirme hasta dar con la verdad, sobre la muerte de mi hermano.

Tras esto, solo resonaron pasos aproximándose. Lara se escondió velozmente, asegurándose de no llamar la atención. A duras penas logró vislumbrar la nuca del hombre que acababa de salir por la puerta.

—Lara, você estava aqui?

Acabei de chegar, você me deu um susto e tanto.

Venha, entre. Sente-se.

—¿Quién era ese señor?

—Es solo un viejo conocido. Nada importante —había un tono de nerviosismo en esas palabras, que Lara notó de inmediato— ¿Quieres té?

Mientras tanto, Flynn acababa de salir de la ducha cuando las luces parpadearon. Tan emocionado estaba que apenas tuvo tiempo de envolverse en una bata de baño antes de bajar corriendo para abrir la puerta. Su entusiasmo se desvaneció al abrir la puerta y no encontrar a quien esperaba.

¿Por qué estás vestido así? —gesticuló escaneándolo con la mirada.

Me acabo de duchar, ¿qué no es obvio?

¿Y esa mala cara?, pareces desencantado de verme.

Solo pasa, William.

—¡Tío Flynn! —La pequeña que venía detrás de su padre, se le lanzó encima.

—¿Cómo estás? —la cargó entre brazos.

—Si te digo, igual no me vas a escuchar —dijo la pequeña llena de inocencia.

Flynn frunció el ceño, estaba entre sorprendido y molesto. Mientras William se doblaba de la risa.

—¿Es obra tuya? —lanzó una mirada de muerte a su primo.

—Para nada —continuó riéndose.

—Si vas a seguir quedándote aquí, saca una copia de las llaves.

—Voy a irme pronto. 

Más tarde, el timbre sonó nuevamente, pero solo se trataba de Leonard, que había olvidado las llaves en casa. Cansado de esperar, se dispuso a leer en la sala, acompañado por Robin que coloreaba acostada en el suelo. William y Leonard charlaban cómodamente en el sofá.

Cuando el timbre fue tocado por tercera vez, todos intercambiaron miradas entre sí y luego pasaron a observar a Flynn.

—¿No vas?

—Ya que insisten.

Esta vez, era la persona que tanto esperaba. Cuando el joven regresó a la sala, seguido por Lara, irradiaba una felicidad que se notaba desde lejos.

—A este lo vamos a perder pronto —murmuró William sin quitarles la vista de encima— Se va a terminar enamorando.

—¿Usted cree?, a mí no me parece —dijo Leonard en tono burlón.

—¿No?

—Ya está ingenuamente enamorado.

Ambos sonrieron observando a los chicos que ignoraban su presencia completamente.

—Deberíamos dejarlos solos.

William obligó a la pequeña a levantarse del suelo, quien refunfuñó y se quejó hasta que su padre no tuvo de otra que cargarla sobre el hombro. Leonard se divertía ante la situación.






Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro