—Sanake.

—¿Qué?

—¿Estás bien?

—Por supuesto que estoy bien —el libro que Sana estaba metiendo en el librero de la biblioteca golpeó la pared debido a la fuerza que había usado la chica—. ¿Por qué no estaría bien?

—Porque Tzu...

—¿Porque terminé con esa cara del alce que al parecer se estaba acostando con esa rarita de mierda? —Sana la miró con una sonrisa tensa—. Tzuyu no me merece, soy demasiado para esa imbécil, así que yo terminé con ella.

Lisa se quedó en silencio un momento, observando el rostro ojeroso de su amiga, para luego mirar hacia atrás, viendo llegar a Jennie.

Jennie le hizo un gesto extraño que no pudo entender bien.

—Sanake, ¿no quieres llorar? —preguntó Jennie calmada.

La chica de cabello rosado se detuvo y sus labios temblaron. Lisa dio un paso, dispuesta a sostenerla cuando se derrumbara.

Sin embargo, Sana se limitó a frotar sus ojos furiosamente.

—Tzuyu no merece mis lágrimas —se limitó a decir.

Lisa y Jennie se miraron de forma cómplice.

—Está bien que llores, Sanake —señaló Lisa.

—Lloraría si supiera que el término le dolió tanto a Tzuyu como a mí —dijo Sana—. Pero la veo muy bien hablando con su novia.

Las dos chicas se giraron hacia la dirección en la que Sana apuntaba, viendo a Tzuyu sentado detrás de una mesa, con Nayeon a su lado, hablando en voz baja, ajenas al resto.

—Jennie, agárrame la camisa —la pelinaranja rodó los ojos ante la petición de Lisa, pero obedeció—. ¡SUÉLTAME QUE YO LAS MATO!

Su grito resonó en toda la silenciosa biblioteca, llamando la atención.

Tzuyu levantó la vista, palideciendo, en tanto Nayeon se ruborizaba.

—¡¿ME OYEN, MALDITAS TRAIDORAS?! —siguió gritando Lisa mientras Jennie fingía sostenerla para detener sus pasos—. ¡SON UNAS SUCIAS, SON LAS PEORES AMIGAS DEL MUNDO, PUEDEN IRSE AL DIABLO AHORA MISMO! —Jennie la soltó en el momento en que dos guardias llegaron, agarrando a Lisa de los brazos para sacarla—. ¡CUANDO LAS VUELVA A VER LES CORTARÉ LAS TETAS A LAS DOS, ¿LO TIENEN CLARO?!

Las tres amigas fueron expulsadas de la biblioteca gracias a eso, por supuesto.

Jennie suspiró mientras caminaban por los pasillos, con una silenciosa Sana a su lado mientras Lisa seguía despotricando.

—¿Piensas hablar con Tzuyu más adelante? —preguntó Jennie frunciendo el ceño.

—No lo sé —Sana se encogió de hombros—. Si Lis te mintiera, ¿querrías volver a hablar con ella?

Lisa se quedó en silencio de pronto.

—Depende de qué tipo de mentira estamos hablando —respondió Jennie con su estómago revuelto.

—Oh, claro —Sana mordió su labio inferior—. Pero ¿si para ti fuera algo imperdonable?

¿Cómo que me ocultara cosas de su familia? ¿Cómo que no me diga de dónde salió realmente? ¿Qué no me diga quién es?

—Yo te perdonaría todo, Jennie —dijo de pronto Lisa con la voz temblando.

Jennie la miró, deteniendo su caminata.

—Por supuesto que yo igual lo haría, Lili —respondió Jennie con voz grave—, pero que te perdone no significa que las cosas sigan iguales.

Lisa enmudeció y hubo un pequeño silencio.

—¿Por qué hablan como si fueran a terminar? —regañó Sana tratando de que el aire tenso desapareciera—. Vamos, estoy desanimada y quiero comer como el hámster bonito que soy.

Jennie rodó los ojos otra vez, volviendo a caminar.

—Vamos, hámster volador, las invito a comer una pizza —dijo Jennie.

En lo único que podía pensar Lisa era en pedir perdón.

Pero las palabras no salieron nunca de su boca.

¡Gracias por leer!
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