Capítulo 40

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—Watching in slow motion as you turn around and say take my breath aaaaaaaaaaawaaaaaaay-

—Rosé, mi amor, ¿podrías dejar de cantar?

—¡Es un clásico, princesa!

—Me estás rompiendo el oído.

—Grosera.

Jisoo le sonrió a Rosé, rodando los ojos, para luego darle un pequeño beso que la iba a tener contenta por el resto del día y, de seguro, haría que no siguiera cantando.

—¡TAKEEEE MY BREATH AWAAAAAAAAAAAAY!

O tal vez no.

En ese momento, Sana llegó corriendo donde ellas, sonriendo, mientras una tiesa Tzuyu le seguía haciendo una mueca con cada paso.

—¡Tzuyu, apúrate! —le gritó Sana de forma malvada.

Chou murmuró algo inentendible en voz baja en tanto Rosé y Jisoo comenzaban a reírse al notar el por qué su amiga estaba caminando así.

Minutos después, Jennie y Nayeon aparecieron con expresiones de sueño, pero la chica de dientes de conejo pareció perder todo cansancio cuando se acercó a hablar con Sana y Tzuyu. Por otro lado, Jennie bostezó y se apoyó en Rosé.

—¿Ya vamos? —preguntó mirando hacia la entrada del parque de diversiones.

—Sí, sólo hay que esperar a Lisa —comentó Jisoo.

Jennie asintió, tratando de no lucir un poco afectada por la mención de su exnovia. Después de todo, las cosas entre ellas estaban supuestamente bien, así que no tenía motivos para reaccionar así.

—¿Seguimos teniendo prohibido decirle a Lisa de que te vas? —preguntó de pronto Sana, llamando la atención de todas.

Jennie apretó sus labios en una fina línea por un momento.

—Sí —respondió desviando la vista—. Yo me encargaré de decírselo.

Tzuyu bufó.

—No me gusta mentirle a mi mejor ami-

—¡Chicas!

Afortunadamente, Tzuyu dejó de hablar cuando Lisa apareció con una sonrisa pequeña.

Y detrás de ella venía otra chica.

Todas miraron a Jennie, que seguía con el rostro impasible aunque por dentro algo dolía.

—Lamento la tardanza —dijo sonriendo en modo de disculpa—. Les presento a Sunan... una amiga.

La recién llegada miró a todo el mundo con timidez, saludando en voz baja. Las chicas le devolvieron el saludo respetuosamente, tratando de no fijarse demasiado en el aspecto de Jennie, que se veía más indiferente y ajena al resto que nunca.

—Pueden decirme Sun —dijo Sunan tomando el brazo de Lisa.

—Vamos —Lisa le tomó la mano, arrastrándola hacia las boleterías—, podemos subirnos al juego que quieras.

—¿De verdad, Lili? —preguntó Sunan.

Jennie apretó su mandíbula, sin poder dejar de observar las manos de Lisa y Sun. Mientras el resto se adelantaba, agarró a Tzuyu del cuello de la camisa y tiró de ella.

—¡Ay, Jennie, cuidado que me duele el culo! —se quejó la taiwanesa frunciendo el ceño.

—¿Lisa nunca te mencionó a esta chica? —le preguntó con la voz helada.

Tzuyu la miró con un poco de mofa.

—¿Celosa? —se burló.

—Ya quisieras.

La sonrisa desapareció del rostro de Tzuyu, fijando sus ojos en Lisa y Sunan, que estaban comprando algodones de azúcar. Lisa le estaba diciendo algo a Sun, que se reía en voz baja, con las mejillas un poco coloradas.

—No, no la había mencionado antes. Digo... no he hablado mucho con Lis estas dos semanas, estaba muy ocupada por algo que no me quiso decir —Tzuyu miró a Jennie con simpatía—. No te preocupes, Jennie, no creo que ellas dos tengan mucho futuro.

—No me importa —mintió Jennie cruzándose de brazos—. Lisa puede hacer lo que quiera con su vida.

Siempre y cuando yo esté en ella, pensó ahogando los celos en su interior.

—¿Podemos subirnos a ese juego, Lili? —preguntó de pronto Sunan apuntando a la montaña rusa recién estrenada.

Todas pudieron ver como Lisa palidecía y empezaba a balbucear cosas.

—¿No prefieres ese, Sun? —dijo Lisa apuntando a un juego de patitos.

Sunan frunció el ceño, confundida.

—Pero ese es aburrido... —dijo sin mala intención—, pero si tú quieres, entonces...

—¡Está bien! —chilló la pelinegra de pronto, pellizcándole la mejilla a Sunan—. Vamos a la montaña rusa.

El rostro de Sun se iluminó y la abrazó, riendo.

—¡Gracias, gracias, Lili!

Jennie quería matar a esa mocosa que estaba abrazando a su chica.

Fueron a hacer la fila para la montaña rusa y toda la atención de Lisa estaba sobre Sunan, que parecía estar hablándole sobre sus clases o algo que definitivamente no le importaba a Jennie, quien sólo miraba a Lisa queriendo llamar su atención, que fijara sus ojos en ella y en nadie más.

Por supuesto, lo logró pero no de la forma que deseaba.

Porque luego de subir a la montaña rusa y bajarse, Lisa salió llorando debido al miedo enorme que sintió por la velocidad y los bruscos movimientos del juego. Sunan parecía totalmente mortificada por ello, tratando de sostenerla y consolarla, pero Jennie no lo soportó más y se acercó a ellas con furia mal contenida.

—¡¿Cómo se te ocurre hacer que se suba a ese juego?! —le gritó sin poder controlarse, asustando a Sunan—. ¡Lili le tiene miedo a casi todo!

Bueno, quizás no debía decir eso, pero no podía evitarlo.

—Yo... yo...

—¡¿Qué clase de cita quieres tener con Lisa?! —siguió gritando Jennie atrayendo a la pelinegra contra sí, dándole un abrazo—. ¡Eres como la peor novia del mundo, idiota!

Sunan la miró, confundida, con expresión de miedo, y Lisa se alejó de Jennie, parpadeando con sorpresa.

—¿Novia? —Lisa miró a Sunan—. Sun no es mi novia ni mi cita...

¿Qué?

—¿Qué? —preguntó Jennie mirándola, atónita.

Lisa se removió, incómoda.

—Sun es... es mi media hermana —dijo con voz tímida—. Mamá quería que la conociera.

Oh.

Bueno, eso era incómodo.

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