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Mina y Chaeyoung eran el matrimonio perfecto, la relación soñada que cualquiera en el mundo desearía tener.

La belleza en ellas se reflejaba en todos los sentidos; tanto por fuera como por dentro, como en sus palabras y hasta en sus pensamientos.

Muchos aclamaban y elogiaban su relación, lo que la convertía en la pareja modelo, la más querida, adorada y consentida entre sus familiares y amistades más cercanas.

Pero, ¿cuál era la clave para llevar adelante un matrimonio tan exitosamente? Varios en su entorno se hacían esa pregunta y Chaeyoung siempre les daba la misma respuesta: "Amor, respeto, complicidad y sobretodo confianza mutua". No parecía un gran secreto a todas luces, tampoco lo era para ella, sus padres eran personas de mente abierta que le habían enseñado cómo tratar a la gente sin importar el género, a ser respetuosa con los demás, le enseñaron cómo tratar a una dama si en algún momento de su vida se enamoraba de una, cosa que Chaeyoung les agradecía infinitamente ya que era lo que en efecto había terminado por sucederle. Un día conoció a Myoui Mina y se enamoró para siempre.

Mina era la fuente de su felicidad, su media naranja, su otra mitad y Chae la suya. Se habían conocido en la escuela pero la relación no había prosperado como tal hasta después de graduarse. Eran inseparables, no había cosa que no hicieran juntas, y cuando concluyeron sus estudios superiores Chae, la menor de las dos, le propuso que se casaran.

Ese mismo año se mudaron a su nueva casa llevando cada una una sortija de matrimonio entre sus dedos entrelazados.

Ahora las dos compartían un proyecto en común: Una empresa de organización de eventos. Con tan solo un año en funcionamiento los frutos eran provechosos y los números anticipaban un incremento futuro en las ganancias, noticia que había motivado a la pareja hacer una fiesta en casa, invitando a toda la oficina.

—Por favor, les pido su atención —Tomó la palabra Son, quien encabezaba la mesa, alzando su copa en el aire—. Quiero agradecerles a todos por su arduo trabajo. Hemos recibido propuestas de tres potenciales inversores en menos de dos meses, lo cual es un paso importantísimo en la vida de nuestra empresa. Tenemos buenos números gracias al empeño, esfuerzo y dedicación que cada uno de nosotros depositó en este proyecto, que ya no lo es, ya no es un sueño sino una realidad. Por favor sigamos trabajando juntos, como equipo, cuidando uno del otro como la familia que ya somos. Felicitaciones a todos y en especial a mi bella esposa ya que sin ella absolutamente nada de esto hubiera sido posible. Te amo, Mina —Los aplausos fueron inmediatos, y cuando la pareja se dió un beso los aplausos se duplicaron—. También quiero agradecerle a mi socio Jeonguk quien es prácticamente mi hermano, un excelente ser humano que tuve la gracia de conocer. Gracias, hermano —El susodicho a su izquierda la estrechó en un abrazo.

Después del almuerzo, la fiesta en el patio de la casa continuó al son de la música y la bebida. Mientras su esposa se entretenía contando unas anécdotas, Mina se puso a recoger los platos para ir a lavarlos a la cocina. Desde la ventana la vió riendo como una niña, por sus movimientos seguramente les contaba a los invitados de la vez que habían ido a esquiar y se habían perdido por una hora. Verla sonreír la hacía sonreír, pero entonces Jeonguk pasó su brazo por su hombro para reír junto a ella, provocando que casi enseguida desviara su mirada al plato sucio entre sus manos y que sus ojos se cristalizaran.

"También quiero agradecerle a mi socio Jeonguk quien es prácticamente mi hermano, un excelente ser humano que tuve la gracia de conocer. Gracias, hermano."

El corazón se le apretó, como si alguien le exprimiera la sangre en una mano.

"...un excelente ser humano..."

La mujer se limpió las lágrimas con el dorso del brazo arremangado antes de que cayeran por sus mejillas.

No, Jeonguk no era todo lo bueno que Chaeyoung pensaba de él, estaba lejos de serlo, pero ella no lo sabía y posiblemente no lo sabría nunca.

Mina fregó el plato con tal fuerza que casi lo deja transparente. Muchas cosas pasaban por su cabeza a diario, muchas pero lamentablemente ninguna de ellas constituía una salida. Cuando volvió a alzar la vista a la ventana su esposa se encontraba nuevamente sola.

—Hola —Escuchó que le susurraban cerca del oído y se volteó enseguida para empujar al desgraciado pero éste la sujetó con fuerza de los brazos—. ¿Qué pasa, lindura? Ya han pasado meses y todavía no te ajustas a nuestro acuerdo.

—Los empleados de la oficina están aquí, nos pueden ver.

—Nadie nos verá. Están entretenidos con las historias de esa tonta —Se puso a lamer el cuello de la mujer, sus manos apretaban su cintura.

—¿Cómo puedes hacerle esto a la persona que te considera su familia? —Cuestionó temblorosamente haciéndose para atrás, con vanos esfuerzos por alejarlo.

—Lindura, me follé a la esposa de mi hermano y la hija de mi hermana, ¿qué te hace pensar que me importa tu esposa? Y a ti tampoco por lo visto —Sonrió con sorna al colar su mano debajo del vestido.

Mina rezó para que a nadie se le ocurriera entrar a la cocina. Hacía calor y además la puerta no tenía seguro, si alguien se animaba a ir a buscar hielo estaba jodida.

Sentía tanta repulsión por aquel hombre, tanto desprecio y autodesprecio pero estaba resignada, no podía hacer nada contra sus amenazas.

No importaba cuánto pasara, siempre se arrepentiría de haber regresado sola esa noche a la empresa cuando ya no quedaba nadie. Había olvidado sus guantes favoritos, regalo de Chaeyoung. Luego de encontrar uno oyó ruidos extraños en la oficina de Jeonguk y decidió entrar. Allí estaba su socio y mejor amigo de su esposa masturbándose con el otro guante mientras gemía el nombre de Myoui. Ésta quedó en shock, situación que aprovechó el hombre para empujarla sobre la mesa de su escritorio y usarla a su antojo. Pese a los gritos que terminaron por dejarla sin voz, nadie acudió a ella y al final del horror supo que Jeonguk la había grabado con la cámara de su celular, lo que usó para amenazarla con enviárselo todos los empleados y subirlo a internet si se le ocurría contar algo.

Pero aquello solo fue el comienzo de su infierno.

—Uf... Qué caliente eres —habló el hombre con la respiración asquerosamente agitada mientras se ajustaba los pantalones—. Si todos supieran la puta que eres, nadie volvería a mirarte, tu esposa te dejaría. Si supiera que te follo más veces que ella —Rió ante la mirada en lágrimas de la mujer casada—. Es la ventaja de ser hombre, puedo tomar lo que quiero cuando quiero. Arréglate la ropa o estarás en problemas. Te veo mañana.

Mina casi se desvaneció en el piso luego de que su verdugo se fuera pero se sostuvo a tiempo de la encimera de la cocina. Lentamente con las manos temblorosas se acomodó el vestido y el cárdigan como lo tenía puesto antes. Las lágrimas no dejaron de caer en ningún momento ni su labio inferior dejó de temblar tampoco. Como si nada hubiera pasado, se dió vuelta a terminar de lavar los platos.

Llegada la tarde no quedaba nadie en la casa mas que ella y Chaeyoung. Viéndola salir de la ducha, la menor le propuso acostarse en la cama a ver una película, a lo que su esposa aceptó con una sonrisa triste.

—Mina, ¿estás bien? ¿Te duele algo? Dime por favor. Te llevaré al médico o puedo ir a la farmacia.

—No, querida. Estoy bien —Mintió esforzándose por contener sus lágrimas—. Deben ser las emociones del día que me tienen con esta cara. Lo siento.

—Ultimamente te disculpas por todo.

—¿E-En serio? No lo había notado.

—Sí y me preocupa que este...

Los escalosfríos sacudieron a la mayor, su ojos se abrieron más y toda su expresión en sí pasó a una más alegre o eso intentó.

—Querida, de verdad estoy bien —Trató de ocultar la agonía en su voz—. No hay razón para preocuparse, he estado en mi periodo estos días, tal vez a eso se deban mis cambios anímicos y no lo he notado —Más mentiras—. Discúlpame, es decir no pienses demasiado en eso.

—Está bien. Entiendo perfectamente esa clase de dolores y cambios de humor, aun así no lo soportes tú sola, cualquier cosa que necesites avísame o cuéntamelo. Sabes que me tienes y podemos hablar de lo que sea.

Los ojos de Mina se aguaron de un instante a otro. Chaeyoung sí era el mejor ser humano sobre la tierra, el más inteligente, bondadoso y dulce que jamás había existido, y tenía mucha razón, podían hablar de todo pero... de todo menos de eso. Mina era incapaz de soltar una sola palabra de lo que estaba viviendo, o mejor dicho, de cómo estaba muriendo lentamente por dentro. Ya estaba siendo una basura al permitir que otra persona la tocara, lo menos que podía hacer por su amada esposa era mantener su corazón sano, intacto. Prefería morir antes que Chaeyoung se enterara de la verdad.

Las lágrimas siempre amenazaban con salir cada vez que miraba el adorable rostro de su dulce esposa. Cuando la veía reír ella reía, cuando sonreía ella sonreía, cuando lloraba de emoción su amada esposa estaba ahí para secar sus lágrimas. Chaeyoung nunca lloraba de tristeza, Mina se encargaba de hacerla feliz por más que ella estuviera viviendo mismísimo infierno.

Miraba el tierno hoyuelo que se formaba en la mejilla de la menor cada vez que una sonrisa se dibujaba en sus abultados labios, la linda forma de su nariz, los ojos más hermosos que había visto, el alma pura en su interior que jamás encontraría en otra persona. El amor a primera vista no existía unicamente en los cuentos, el de ellas fue real, era real. Quería volver a aquel entonces, cuando tropezaron en la escuela y se conocieron, quería volver a enamorarse de ella, a ser novias, a su primer beso, a su primera vez. Quería volver al inicio de todo.

Ahora era muy infeliz ocultándole cosas, ya no podía contarle todos sus secretos, ya no era fácil, nada lo era.

—Mina —La dulce voz de Chae la devolvió a su trágica realidad—. No estás prestando atención a la película.

—Es mucho mejor mirarte a ti.

—Qué linda es mi esposa —Se acostó de lado igual que su amada, su brazo le servía de almohada—. Sabes, quiero hablarte de algo —Ante el silencio decidió continuar—. Lo he pensado mucho y bueno, nos está yendo muy bien en el negocio, la empresa está creciendo rápidamente y pronto estaremos atrayendo más inversores y firmas, así que pensé que podríamos... —Sonrió con ilusión para sí misma— Cuando empezamos el proyecto de la empresa me apoyaste en absolutamente todo cuando no muchos confiaban en que esto resultaría. Nos casamos pero nos pasamos el tiempo ocupándonos más de nuestro trabajo que de nosotras. Eres mi fuente de felicidad y lo sabes, la persona más importante de mi vida y con quien deseo empezar otro proyecto en común, mejor dicho, continuar con el proyecto de vida que dejamos en pausa.

—Eres muy linda —dijo acomodándose hasta quedar sentada, con una lágrima rodando por su mejilla—, pero no entiendo.

—Me encantaría tener un hijo contigo, adoptar uno, agrandar nuestra pequeña familia —Ensanchó su sonrisa—. ¿Qué opinas?

—Así que esa estúpida quiere tener hijos y le dijiste ¿que no estás preparada? —Se carcajeó el hombre sin camisa encendiendo un cigarrillo de pie junto a la ventana.

—¿C-Cómo lo sabes? —Cuestionó temerosa Mina, dejando de estirar la sábana para cubrir su desnudo y adolorido cuerpo en la cama.

—Soy su mejor amigo, a quién más iba a contárselo. Le rompiste el corazón, le hubieras visto la cara —Se burló imitándola—. Jodida imbécil —Dejó que el humo en su boca escapara y paró al lado de la cama viendo con satisfacción el sufrimiento de la mujer—. Estuve muy tentado de contarle un par de cosas como que la mujer con la que quiere tener niños es mi puta personal, una puta que me monto todas los días en la oficina y en este hotel.

—¡No! Prometiste que... que no...

—¿Que no qué? ¿Que no le diría que eres un perra infiel o que no le enviaría tus videos y fotos siendo una guarra a todo el mundo? Me pregunto por qué las lesbianas serán tan estúpidas. Te propusé un acuerdo pero no lo estás cumpliendo ultimamente, eres desobediente y oí que quieres reducir tu horario de trabajo en la oficina. Tal parece que quieres que suba los videos a la página de la empresa —Mina se aterrorizó ante la idea— para que todos sepan la clase de zorra que tienen como jefa, humillarás a tu esposa y el escándalo hará que la empresa se venga abajo. Yo no tengo nada que perder, me iré a la Bahamas, pero tú, tú estarás acabada.

—Por favor, te lo suplico... —Su cara estaba morada de la desesperación y su voz se oía irreconocible— No lo hagas, haré lo que quieras, absolutamente todo, pero te lo suplico, no...

Sus ojos casi parecían sangrar de lo rojos que estaban. No dejaba de suplicar y rogar, suplicar y rogar, la trastornaba la posibilidad de que su amada y feliz esposa pudiera ver tan siquiera una de esas imágenes donde era humillada y obligada a hacer cosas horribles para el placer de aquel monstruo.

Sentía terror de lo que Jeonguk fuera capaz de hacer.

—Así me gusta, sumisa —Dejó la colilla del cigarillo en el cenicero al costado de la cama—. Mientras te portes bien tu esposa no se enterará de nada. Ahora acércate, quiero intentar algo nuevo —Mina se aproximó al borde de la cama—. Ponte en cuatro y enséñame tus agujeros —Aunque era una posición que le exigía a menudo no dejaba de darle miedo—. Hoy tengo ganas de algo más apretado.

Mina cerró los ojos con fuerza y ahogó sus sollozos en el colchón al entender a lo que se refería el desgraciado.

Esa pesadilla, a veces imaginaba que Chaeyoung venía y la rescataba de esa pesadilla pero no, solo eran ella y el asqueroso fetichista de Jeonguk en la habitación.

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