Ch4: Parte de la ambición...

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I

Lola notaba muy pensativa a su hija, quizás lo estaba contando mal o ella ha deducido todo el relato.

—Me sorprende que esa familia fuera de trece personas... ¿De verdad es real? —lo dijo con incredulidad.

—Pues... sí. Raro, muy raro, pero a algunas personas piensan que ser felices con sus parejas no es suficiente y quieren compartir ese cariño con hijos... claro que un mal cálculo y... allí va un crío más —lo dijo con su mirada perdida en la fogata.

—¡Jijiji! Usualmente en las historias de los sureños o personas granjeras suelen tener ese número de hijos —lo dijo recordando algunas historias.

—Sí... —sonrió al recordar algo más de su pasado, pero dejo de sonreír en esos segundos—. Pero el relato debe seguir...

II

—Luan, ¿Cómo sigue Lily? —le dijo su hermana de cabello castaño corto.

—Le dio un gran dolor de cabeza y está descansando en su alcoba, por eso no quiero mencionar lo que sucede actualmente por ahora con ella en la mesa o con nosotras pasando el rato —se notaba muy triste—. Nunca voy a perdonar lo que le hicieron a Lily —lo dijo con mucha furia y algunas lágrimas.

Notaba que su hermana estaba muy resentida con su vida, ya no era graciosa como antes. Todos los eventos pasados le demostraron que las risas solo cubren el dolor.

—¿Sabes a qué hora llega Lynn hoy? —le preguntó tratando de evitar que se enoje más.

—Me dijo que necesitaba investigar algo, desde hace días llega tarde del departamento de policías, no te das cuenta por dormirte temprano —lo dijo tratando de olvidar lo malo de su vida.

—¡Je! Tienes razón —hizo una pausa para mirar los cuadros con fotos de la escalera, tomó una en especial y suspiró.

—Después de años no sé exactamente que le vio ella al pequeño —lo dijo tomando también una foto con nostalgia.

—Lo que tú y yo nunca logramos atinar para estar como ella —lo dijo mientras apreciaba la figura de la persona de la foto.

Eso hizo sonreír a la chica de cabellos castaños claros, ese pequeño no era sobresaliente en algo, pero con lo poco que hacía se robaba el corazón de los demás y en el caso de una chica rubia... Algo más.

—¿Y dónde está Lucy? —preguntó con curiosidad.

—Cenó temprano, no tenía ganas de hablar... ya sabes que es así si no está Lana cerca con nosotras —lo dijo sentándose en la escalera.

—No la culpo, en verdad... Ella supo guiarnos, llevar las riendas de nuestra cordura... ese evento impactó realmente de la misma manera en todas, pero la reacción después de ello nos hace tan distintas. No sé cómo Lana y en especial ella han sacado fuerzas de no sé dónde para seguir... pero no fue en vano nada... solo sé eso —empezaba a sacar un cigarrillo del bolsillo de su pantalón.

III

—... Venimos de Europa, se habrán dado cuenta por nuestro acento, el punto es que nosotros les vamos a dar algo más que la solución a sus vidas —habló con serenidad.

—Les vamos a ofrecer algo parecido a la respuesta a sus plegarias —al terminar se escuchaba una risa de fondo.

Algunos tipos allí se reían por lo que hablaba, más que nada por su acento, pero no le quitaba lo gracioso a lo que decía.

—¿Algún problema? —le preguntó el hombre de la cicatriz y que habló primero.

—No es nada... solo que... he visto tantos religiosos en mi vida, me es imposible no tomarlo de ese modo —dijo eso mientras que otros hombres y mujeres a su lado reaccionaban igual.

El hombre lo miró al tipo que se reía, se dio cuenta que no era un civil más.

—Noto en su postura, escepticismo y figura que no es solo un civil que pasa por aquí de manera casual, ¿Estuvo en algún conflicto más allá de este país? —se lo dijo con demasiada educación.

—Sí, estuve en la guerra contra Alemania y sus aliados fascistas, también con el que tuvimos con esos coreanos y su comunismo —dijo con orgullo.

—Ya veo... imagino que su comentario se ve concluido en el pesimismo dejado al término de cada guerra, ¿Me equivoco? —su tono firme y educado no tenía igual.

El hombre le dijo que estaba en lo correcto, añadiendo que los religiosos abundaban en las unidades, que ellos solo se creían sus cosas para tratar de generarse un camino de bien, más que nada aplacar el miedo a morir y esperar algo mejor. El hombre lo comprendió.

El señor Lynn y la señora Rita quedaron fascinados por la forma de expresarse de aquellos tipos, no había dudas de que sus palabras comenzaban su cometido.

—¿Cree que todo terminó? —la pregunta era más predecible junto a su respuesta de ella.

—Es obvio que no, los altos mandos necesitan más medallas para alimentar su ego, los otros países necesitan que les demos nuestra ayuda, perdóneme... pero detesto a los europeos, todo viene de allí —lo dijo con mucha transparencia, dejó de reír.

—No lo culpo, hubo alguien que quiso acabar con ello, pero... dicen que murió, de eso dudo —lo dijo con mucha tranquilidad, le dio paso a su colega.

—Entendemos su punto, pero déjeme decirle que nunca planeamos darle algo de religión —lo dijo con una agradable sonrisa.

Los Loud, ese hombre y la mayoría que los escuchaba pensaban que era puro rodeos para hablar de religión, pero no.

—Les ofrecemos ciencia —lo dijo con entusiasmo el hombre que cojeaba.

—Con ello vendrá abundancia, paz, prosperidad y... ¡Perfección! —lo dijo con mucha pasión el compañero.

Eso dejo con cierto desconcierto a los presentes... bueno, casi todos. Pocos eran los que les prestaban atención.

Lincoln y Leni estaban en su mundo. Aprovechando la multitud Leni abrazaba a su hermanito y él se acercaba más a ella para tomar una de sus manos y darle un beso en su dorso con ternura.

—El mundo cambió desde que muchos inventos llegaron a nuestra vida, pero dio un completo cambio cuando se volvieron disponibles para nuestra vida y la guerra, fue cuando la ciencia volvió a mejorar aquello... tanto para bien como para mal —su manera de hablar atraía la atención hasta de los desinteresados.

—Con lo malo nos referimos justamente a las guerras, más con estos problemas con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas puede que... —hizo un incómodo silencio en lo último el tipo de la cicatriz.

Las personas se quedaron a la expectativa. Ellos notaron que los rostros de aquellas personas que los tenían como querían. Lynn y Rita esperaban con impaciencia que digan algo.

—Ustedes, damas y caballeros, niños y niñas, ancianos, residen en el Estado de Michigan, conocido últimamente por la industria automotriz, muchas industrias de ese rubro han colaborado en crear motores y vehículos para la guerra, pero en un enfrentamiento de potencias, el apoyo sería mucho mayor y todo el Estado junto a otros estarían siendo el objetivo de ataque por parte de los rojos —su forma de expresarse daba una sensación apocalíptica.

—¿No creen que ya han sufrido lo suficiente como para sufrir nuevamente? La guerra de Independencia, de Secesión, la Gran Guerra y esta última. ¿Acaso sus hijos, esposos, amigos y demás personas no merecen algo mejor que estar peleando de forma absurda? —lo decía con tristeza y poniendo la mano derecha en su corazón.

Eso dejó muy reflexivos a algunos de los asistentes. Lynn, su esposa y algunas de sus hijas no eran la excepción a eso.

Lola vigilaba que sus hermanos no hicieran algo llamativo, sabe que no puede dejar que ellos sean pillados dándose cariño "especial", dividía su atención.

Comenzaron a relatar que eran veteranos de guerra, algo simple. Algunos de los hombres que los acompañaban eran sus asistentes y comenzaron a entregar folletos.

—Esos folletos son de un lugar de retiro que hemos rentado para poder hablarles y profundizar sobre nuestro pensamiento e ideas, el próximo sábado los esperamos, habrá comida, bebidas y alguna que otra proyección de películas —su acento era algo gracioso, pero no dejaba de encantar al público asistente.

Su discurso no terminó allí dijeron algunas cosas más sobre la industria bélica que propicia las guerras en todo el mundo. Daban a entender que el país americano era tan culpable como las potencias europeas. Dijeron que explicarían mejor sus puntos.

Las personas se iban hablando sobre los temas tratados por esos tipos. Algunos decían en voz alta que iban a ir a ese lugar, otros decían que todo lo que contaron le daba mala espina y por eso iría para prevenir el futuro.

—Esto no me sirve —dijo eso Lola mientras hacía bolita el folleto y lo arrojaba en un contenedor de basura—. ¿Ya podemos irnos? —lo dijo mostrando una mirada tierna a sus padres.

Sus padres se quedaron muy pensantes, lo que hablaron aquellos hombres foráneos no pasaba desapercibido. Rita empezó a recordar a su padre por el tema de las guerras.

—Claro princesa, chicos subamos a la furgoneta —se notaba muy distraído el señor Lynn.

Todos subían, Leni y Lincoln se separaron al sentarse por Lynn que quería jugar con su hermano por el camino, Leni miraba por el retrovisor al peliblanco con una tierna sonrisa.

Lola notó a sus padres y algunas hermanas muy pensativas, eso era raro y más cuando la pequeña hermanita de gafas lo hacía. Se notaba con algo de miedo. La rubia no comprendía bien ello...

IV

—Esos hombres sí que son algo atrayentes por como lo cuentas —Liena quedó encantada en esa parte del relato.

Esa reacción de Liena no dejaba de asustar un poco a Marie, le recordó a esas personas de su relato y lo posterior a esa parte. Pero se calmó.

—No todo es color de rosa, hija —la miró con una mueca de tristeza, siguió hablando—. Te parece si continuamos mañana y me realizas las preguntas mañana por la noche... me siento algo cansada.

Liena estaba tan atada al relato que olvidó la noción del tiempo. Las cero horas con doce minutos era.

—Tienes razón mamá, pero por ahora no tengo algo que preguntar solo comentar como que la niña rubia es un poco fastidiosa —dijo con sinceridad.

—Sí, era odiosa —lo dijo sonriendo y dando una leve carcajada, no creía que su hija le dijera ello.

Ambas se fueron a acostarse, pero Marie no durmió por pensar que ya no hay marcha atrás en el relato.

V

—Estoy muy ansiosa de ver a la pequeña Liena nuevamente, solo que no esperaba estas circunstancias —lo decía mientras apreciaba una foto suya de pequeña.

En el mismo vagón donde estaba viajando, había una chica que le dio seguimiento desde Michigan.

Lana ya estaba preparada para estos casos, es por eso que las pocas veces que iba, hacía varias paradas.

—Según lo que tengo entendido, ella sabe algo sobre nuestro Grial, pocas veces viaja de Estado a Estado. Esta vez no se le perderá el rastro —lo dijo con mucha confianza la chica de cabellos negros...

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