Introducción

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5 años atrás.

(La primera fiesta de cumpleaños de Leila como cadete en la academia de policía).


♣️

Veo a Leila sonreír otra vez a algo que dijo Luke, ambos recargados en la barra del bar donde su hermana Lidia organizó la fiesta sorpresa.

Él se inclina más cerca de ella, tomando uno de sus mechones rubios y lisos entre sus dedos, sus ojos adormilados por el alcohol.

—Lay, bonita —me quedo inmóvil escuchando la conversación—. ¿Te dije lo sexy que eres?

Leila sonríe de nuevo y aleja la mano de Luke de su cabello.

—Lo dijiste hace un minuto, Luke. ¿Cuánto has bebido?

Sawyer toma la botella y la agita para comprobar el contenido.

—No lo suficiente.

Ella aparta la botella de sus manos, luego gira para mirarlo de frente.

—Deja de beber ahora, Luke, quiero que recuerdes mi fiesta y no una gran mancha borrosa y ruido.

Luke sonríe de nuevo con esa mirada extraña, levanta la mano para estirar otro mechón rubio y se inclina más. ¿Está mirando sus labios?

—Dicen que el alcohol alivia las penas del alma, Lay. Recuérdalo.

Ella esboza una sonrisa incómoda.

—Bueno, espero que nunca me pase, no soy buena lidiando con el dolor.

Puedo escuchar todo porque me encuentro a unos pocos metros de distancia, pero ellos están tan metidos en su conversación que apenas me notan. Me ocurre lo mismo porque tampoco soy conciente de Christian hasta que su mano se posa en mi hombro.

—Ethan, llegas tarde.

—Lo sé —giro mi cuerpo hacia él—. Tuve que ir a conseguir el regalo de Leila, no quería presentarme con las manos vacías.

Él inclina la cabeza y frunce sus cejas como hace siempre.

—Bien pensado. Luke le trajo flores y yo una bufanda, ni siquiera sé si algo de eso sea su estilo.

¿Luke trajo flores?

Eso me hace recordar al par frente a la barra, mi mirada yendo inmediatamente a ellos y atrayendo la atención de Christian.

—¿Luke está...? —corta su propia pregunta—. Mierda, lo sacaré de aquí antes de que se avergüence más.

En cuatro pasos ya está al lado de ellos, pasando su brazo por los hombros de Sawyer y tirando de él.

—Mierda Luke, mueve el culo.

—¡No quiero! —chilla—. Quiero quedarme aquí con mi amiga rubia.

—Esto es innecesario, idiota. Solo déjalo ir.

Es evidente que está más allá de intoxicado por alcohol. Cuando Christian intenta apartarlo, él toma una botella de whisky que el cantinero acababa de abrir.

—¡Bien! ¡Pero me llevo esto! —le toma un gran trago a la botella y sigue gritando—. ¿Lay? Tu hermana es sexy, dile que me llame.

Hace la seña de un teléfono hacia Lidia, que mira perpleja a Luke y a Christian, su esposo John igual de sorprendido a su lado.

Qué desastre.

Los otros invitados y el resto de los clientes del bar observan en silencio hasta que mis amigos salen del local. Lo último que veo es que Christian le quita la botella y enciende un cigarrillo.

—¿Ethan? —la dulce voz de Leila me llama—. Viniste.

Sonríe, y no es la misma sonrisa que le dió a Luke. Se acerca a mi, que sigo clavado al piso observando todo, uniendo las piezas juntas.

—No podría perdérmelo —le sonrío de vuelta—. Me gusta este lugar, se ve genial.

Señalo alrededor, a las paredes de ladrillo y los logos de cervezas colgados entre las pantallas. La música es suave para que todos puedan charlar.

—Si, lo es. A mi hermana le gusta mucho este bar, aunque creo que se acabaron las fiestas sorpresa. —señala la barra con la cabeza—. ¿Quieres una cerveza?

—Si.

Me acerco, pero el cantinero está del otro lado de la barra atendiendo a otras personas. Solo una pequeña chica está ahí lavando vasos, su gafete de entrenamiento dice Nat.

—Oye, ¿Me das dos cervezas?

La chica se seca las manos y me entrega dos botellas que saca de la nevera, apenas las pone en la barra, las tomo en mis manos.

—Ven conmigo —le pido a Leila.

La guío hasta el fondo del bar, a un rincón alejado junto a la ventana y pongo las botellas sobre una repisa porque no hay mesas.

—¿Qué ocurre? —pregunta, mirando de un lado a otro.

—Eligeme a mi —digo lo primero que viene a mi mente—. Sé que hay chicos más guapos o más listos, pero a mí de verdad me gustas mucho.

Tomo como una buena señal cuando ella sonríe.

—A mí también me gustas mucho, Ethan. De hecho, solo me gustas tú.

Maldición, si. Quiero besarla, pero primero tengo que decirle lo que llevo planeando toda la semana.

—Sé mi novia.

Ni siquiera lo piensa, se lanza a mis brazos para besarme, su boca pegada a la mía cuando intento hablar.

—No he terminado. —le informo.

—Has dicho lo esencial —me besa en la barbilla—. Por si eso no quedó claro, la respuesta es si.

La aparto un poco de mi para poder tomar el estuche de la joyería del bolsillo, luego se lo entrego para que lo abra.

—Tu regalo, Lei. Feliz cumpleaños.

Ella lo mira por algunos segundos hasta que se decide a abrirlo, la pulsera de plata brillando con una piedra púrpura al centro y eslabones delicados.

—Es preciosa, Et., Gracias.

Ahora soy yo quien se acerca para besar su cabeza y prometer.

Siempre juntos, Leila.


~ • ~

Actualizaciones comienzan una vez que termine Drive Me Crazy.

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