《Capítulo 24》

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Addison Miller

A decir verdad el establecimiento en donde íbamos a alojarnos no era para nada feo, en realidad era todo lo contrario. Estaba impecable.

Las paredes estaban pintadas de crema, decoradas con una guarda que tenía calas blancas dibujadas. El piso, madera de algarrobo; deslumbrante de tal manera que podías ver tu propio reflejo en él.

Había algunos cuadros pequeños de flores pintadas con acuarelas, colgados en las paredes. La iluminación del lugar era perfecta. Sin mencionar el maravilloso olor a vainilla que se extendía por todo el pasillo.

—¡Qué maravilloso lugar! —exclamó Savannah.

—Eso no es lo que pensabas hace algunos segundos. —Le dijo el castaño sacándole la lengua.

—¡Ven aquí! —gritó Savannah entre risas mientras lo perseguía.

—¡Consigan habitaciones!

Yo solamente reí por la actitud de aquellos dos y seguí caminando junto a Harry hasta llegar a recepción. El lugar era silencioso, y eso era lo que más me agradaba.

—Buenas noches. —Nos saludó una chica rubia de ojos café, que se encontraba del otro lado de la barra—. ¿En qué puedo ayudarles?

—Necesitamos dos habitaciones con dos camas en cada una de ellas —habló Harry, y al instante la rubia se sonrojó.

Sentí algo de celos, algo muy poco común en mí.

No, no era nada de Harry. Así que no había motivo alguno para estar sintiendo dichas emociones. Solo debía actuar como la Addison de antes, fría y distante. Aunque no creo que sea tan fácil.

No iba a negar que Harry fuera atractivo, muy atractivo. La chica observó la situación y bajó la cabeza.

Él solo la observó y pasó uno de sus brazos por mi cintura y me acercó más a su cuerpo. No me sentía para nada incómoda, me gustaba, por lo que yo también me apegué más al él.

—Aquí tienen —dijo tendiéndonos las llaves—. Una llave para ti y otra para ti.

—Vamos a dormir juntos. —Le respondió—. Faltan nuestros dos amigos. Que tenga una linda noche.

—Espera, ¡¿qué?! —exclamé al escuchar lo que dijo Harry, mientras me tocaba con suavidad la cintura para que avanzara.

—¿Qué sucede? —preguntó con una sonrisa pícara observándome de arriba abajo.

—No voy a dormir contigo.

—Lo sé, era solo para decirle de una manera indirecta a esa chica que no buscaba ninguna relación seria.

—Oh, claro —respondí un poco desanimada por su respuesta.

—A menos de que sea contigo —agregó—. Una novia como tú, sería perfecta para mí.

Mis mejillas se acaloraron y de seguro, ya estaban rojas como un tomate.

Odiaba que me hiciera sentir así, tan vulnerable. Tal vez sonaba como una maldita loca que su estabilidad dependía de un chico, pero Harry no era cualquier chico. Él me dio paz, amor, felicidad, y me hizo sentir especial.

A veces necesitamos un impulso, necesitamos la ayuda de otros para poder comprender que no estamos solo. Que podemos ser mejor, no para otros, sino por nosotros mismos.

—Además, podía notar que estabas celosa.

—¡Claro que no! —mentí—. Nunca sería celosa, menos de ti.

—Disimular no se te da muy bien, Miller. Te lo dije desde que te conocí.

—Oh, ya cállate.

Ambos seguimos caminando por los pasillos en silencio. Hasta que me detuve en seco. Mis ojos se dirigieron hacia un pecera que estaba en una pequeña mesa, y en ella había un pez naranja.

—Qué bonito —comenté poniéndome en cuclillas para poder observarlo mejor.

—¿Te gustan los peces? —preguntó Harry, agachándose a mi lado.

—Me gustan los animales, siempre quise tener una mascota —indiqué con una leve sonrisa—. Mamá nunca me dejo tener una.

—¿Nunca?

—Nunca —respondí—. Aunque eso no la hace una mala madre, ella es la mejor madre que pude haber tenido. Incluso cuando no se lo demuestro.

Amaba a mi mamá, a pesar de las discusiones que surgían entre nosotras. Era la mujer que me amaba incondicionalmente, y ponía mi bienestar sobre cualquier cosa.

—Sí dejaría que mis hijos tuvieran mascotas —hablé dirigiendo mi mirada hacia él.

—Serías una excelente mamá, Miller —susurró pasando mis manos sobre mi cintura—. Me encantaría que seas la madre de mis hijos.

Me levanté sutilmente, con las mejillas rojas de la vergüenza. Mi espalda chocó contra la pared y sonreír.

—Ten cuidado con lo que deseas, Reynolds —Mis labios rosaron los suyos.

—Si fuera por mí —dijo dando una breve pausa para morder el lóbulo de mi oreja—. Te haría un hijo aquí mismo.

Mi corazón dio un brinco de felicidad y excitación. Mis piernas temblaban, y aquella parte sensible entre ellas reclamaba atención. El calor se acrecentaba en mí, y la idea de que Harry me hiciera suya, me parecía increíble.

La idea de que nuestros cuerpos se conectaran y se unieran en un momento tan íntimo, me calentaba, dejándome deseosa.

—Creo que somos muy jóvenes —indiqué dejando un pequeño beso en sus labios, acariciando su cabello con sutileza—. ¿Qué te parece a los treinta?

—¿Treinta? —inquirió—. Veinte.

—Veinticinco —propuse.

—Entonces es un trato.

Harry estampó sus labios contra los míos con fuerza; no tarde en corresponderle.

Amaba que él tuviera tantas facetas para besarme; podía pasar del chico tierno y dulce, a ser brusco y calentón.

Nuestras lenguas se unieron, danzando en la boca de cada uno. Nuestras narices se rozaban levemente, y nuestras manos inquietas recorrían el cuerpo del otro.

Mis manos viajaron hasta su cabello, jalándolo hacia atrás para tener acceso a su cuello. Y como una inexperta en estas cosas, deje un camino de besos húmedos sobre su cuello y barbilla. Harry suspiró con fuerza, intentando no jadear, y eso me molestaba.

No quería que se contuviera, quería oírlo como prueba para saber lo que yo causaba en él.

Sus manos recorrieron mis piernas, provocando que estas perdieran el equilibrio. Deje escapar un gemido sonoro cuando mis piernas se enredaron en su cintura y el gran bulto en su pantalón hizo contacto sobre mi parte íntima. Lentamente comencé a mover mis caderas de adelante hacia atrás, creando una maravillosa, pero tortuosa fricción entre nuestros cuerpos. Podía sentir como su miembro cada vez se ponía más duro, y como mi húmeda recorría mis muslos.

Me sujete con fuerza de su cuello, ambos reímos.

—Amo cuando te pones así.

—¿Así cómo? —inquirí.

—Cachonda.

—¡Harry!

—¿Qué? —preguntó inocentemente, mientras me apartaba lentamente de él—. ¿Qué tan mojada te encuentras ahora, Miller?

Lo miré sorprendida; yo podía ser mucho peor que él.

—¿Qué tan duro se encuentra tu amiguito? —ataqué—. ¿Cuántas ganas tienes de follarme, Reynolds?

—Tengo tantas ganas como para dejarte sin caminar por una semana.

Reí ante su confesión. Observándolo de arriba hacia abajo pícaramente. Él paso su mano por mi cintura, pero antes me dio una leve nalgada, provocando que diera un brinco de la sorpresa.

Seguimos caminando como dos tontos enamorados con ganas de coger, hasta que nos topamos con Savannah y Noah.

Al verlos, ocurrió algo que no esperaba en absoluto.

—Oh por...

—Dios. —Terminó de decir Harry por mí.

Noah y Savannah se estaban besando, aquellos dos idiotas que nunca se ponían de acuerdo, se estaban comiéndose la boca como dos necesitados.

—No es lo que parece —dijeron ambos al unísono.

¿En serio creen que somos tan estúpidos?

Okey, si los somos, pero tampoco tanto.

—Sí, si es lo que parece —dije moviendo mis cejas de arriba hacia abajo, intentando contener mi ganas de chillas y dar saltos de emoción.

—Es mejor que los dejemos...

—¡No! —interrumpió Savannah—. ¿Tienen las llaves para las habitaciones?

—Sí, aquí están —respondí, mientras le lanzaba una de mis llaves a Noah.

Él intento atraparlas, pero sus manos sudaban y temblaban por los nervios, provocando que estas cayeran al suelo.

—Addi, es mejor que vayamos a nuestra habitación —insistió Savannah mientras tiraba de mi brazo.

—Pero yo quiero saber el chismecito —Me quejé haciendo puchero.

Al final decidí acompañar a Sav a la habitación. Además estaríamos tranquilas para hablar sobre lo que vieron mis ojitos.

—¿Hace cuánto? —pregunté emocionada.

—¿Hace cuánto qué? —dijo haciéndose la distraída.

—No te hagas la tonta —reproché cruzándome de brazos—. ¿Hace cuánto te gusta Noah?

—Ash, está bien —contestó sentándose en una de las camas—. Desde hace tres años.

—¡Tres años! —grité. Savannah con un rápido movimiento colocó ambas manos sobre mi boca.

—No grites.

—Lo siento. —Me encogí de hombros—. Díselo.

—¿Qué cosa?

—Lo que sientes —expliqué con una leve sonrisa—. No puedes pasar tu vida entera ocultando tus sentimientos por temor.

Creo que no era la mejor persona para hablar sobre no ocultar los sentimientos. Sin embargo, todos necesitamos una mano que no ayude a avanzar en la vida.

—¿Y si no le gusto?

—Estás de broma, ¿verdad? —Estaba indignada, no podía creer que ella dudara—. Sav, acaba de besarte.

—Lo sé. Pero tal vez solo. —Sus palabras se quedaron atoradas en sus labios—. Mírame a mí y míralo a él. Somos muy diferentes, como tú y...

—Harry. —Terminé de decir por ella.

Ella tenía un punto a su favor, éramos muy deferentes, pero... ¿Acaso los polos opuestos no se atraen?

—Ustedes son el uno para el otro —comentó—. Son muy diferentes, pero él te ama Addison. Se le nota en los ojos.

—No nos enfoquemos en mi relación con Harry Reynolds —indiqué—. Le gustas a Noah. No seas ciega.

Tenía dos opciones; golpearla hasta que reaccionara, o hablarle pacíficamente.

Nunca pensé tener esta charla, honestamente desde que Rydel se fue de mi vida, dudaba de tener otra mejor amiga.

—Él no es para mí.

—¿Por qué dices que Noah no es para ti? —pregunté.

—Él es popular, es el capitán de fútbol y puede tener a la chica perfecta a su lado —contestó. Su voz se quebró—. Yo no soy popular, no soy buena en los deportes. No soy hermosa...

—Alto ahí —ordené enojada—. Eres hermosa, Savannah. Eres perfecta tal y como eres. Y si él no nota eso, que se joda.

—Yo no soy para nada...

—Marilyn Monroe una vez dijo que la imperfección es belleza, la locura es un genio —cité, mientras que las últimas palabras que estaba a punto de decir, me recordaban a Harry—. Y es mejor ser absolutamente ridículo a ser absolutamente aburrido.

—¿Sabes que eres la mejor?

—Lo sé. —Ambas reíamos—. Dile lo que sientes, antes de que sea tarde.

—Lo haré —indicó—, y tú, deberías hacer lo mismo con Harry.

—Tal vez lo haga.

—Deja que el pasado, solo sea el pasado, Addi —susurró—. No te ates a aquellos recuerdos que te hirieron, puedes comenzar de nuevo. A veces es necesario errar, para avanzar

Savannah salió por la puerta dejándome en algún tipo de trance por las palabras que había dicho.

Sabía que le gustaba a Harry, y él me gustaba a mí. Cada vez que estaba a su lado me sentía completa, conforme conmigo misma.

Sabía que él no me gustaba...yo lo amaba.

Ese era el gran problema.

El amor puede otorgarte muchas cosas, pero para saber y sentir lo que es el amor, antes debes saber y sentir lo que es el dolor. No quería que nuestro amor tuviera un final trágico, o doloroso.

Quería ser feliz con él, incluso si las cosas no resultaban como nosotros queríamos. No podía esperar a que las cosas resultaran perfectas, porque esa no es la forma en la que se maneja el mundo.

Lo amaba como nunca amé a nadie en este mundo y por esa misma razón tenía miedo. Era imposible no pensar que algo pudiera pasarle.

¿Cómo viviría con eso?

Me negaba a perderlo.

Tenía tanto miedo.

Miedo a que salga herido, miedo a que las cosas no terminen bien. Tenía miedo de que lo nuestro no funcionara, pero sobre toda las cosas, tenía miedo de perderlo.

~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~

¡¡Hola hermosuras!!

¿Cómo están?

1. Conocimos a la Addison celosa.

2. Momento calenton entre Harry y Addison.

3. ¡¡NOAH Y SAV SE BESARON!! KHEEEEE

Espero que le haya gustado el capítulo.

No se olviden de votar o deja un comentario que es gratis JAJAJAJA y me alegran el día.

Bueno, pronto estaré subiendo el próximo capítulo.

Nos leemos prontos.

Besos 💞

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