Capítulo 26

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Los preparativos estaban casi listos, solamente faltan los toques finales.

—¿Dónde pongo esto? —preguntó Subaru a Celeste.

Observando el cartelón que tenía Subaru en ese momento, Celeste contestó:

—Quizá deba de ir en esa pared... ¿¡Qué dices tú, Val!?

—¡No me preguntes nada! ¡Estoy tratando de desenredar a Azuza de las serpentinas! –Obtuvo como respuesta-. ¡Solamente no rompan las paredes!... ¡Subaru, lo digo por ti!

Celeste rió por lo bajo al ver el ceño fruncido de Subaru.

—¿Quién se cree para decirme eso? —Murmuró el vampiro.

—Tu novia, tontito —Celeste apretó con fuerza una de las mejillas del chico—. Pon el cartelón donde dije, ¿sí? Después necesito que ayudes a Ayato con los globos...

—¿Y tú qué estás haciendo?

—¡Supervisando! —contestó Celeste con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

¨¿Es que no puede dejar de sonreír?¨ Se dijo Subaru, confundido. ¨Es raro...¨

—¡No, no! ¡Ayato, espera! —Celeste corrió hacia el chico-. ¡No lo infles tanto! Luego...

¡POF!

—Reventará... —murmuró al final antes de suspirar—. De por sí no tenemos tantos globos, Ayato...

—¿Qué querías que hiciera? Kou me dijo... que tenían que... ser grandes... —habló entrecortado, a causa del aire perdido, al inflar el globo.

—¡Pero qué estupidez! Si los inflas de más, podrán estallar en cualquier...

¡POF!

¡POF!

—Momento... —haciendo una mueca, Celeste continuó—: Tres globos menos... Eso nos deja un total de 14... ¿Cómo le haremos sí faltan espacios por cubrir?

Observando los nervios y desesperación que demostraba Celeste en aquel momento, Ayato rió.

—¿Pero qué tienes ahora? ¡Deja de reírte! —Replicó en ese momento la joven—. Ponte a inflar los demás globos, Subaru luego te ayudará... ¡Valeria, quítale ésas serpentinas a Azuza! ¡Por Dios!

¨¿Que no pueden hacer algo bien?¨ Celeste se dijo.

—¿Por qué estas así, Chichinashi? –Ayato sonrió.

—Creí que habíamos dejado lo de los apodos...

—Nunca.

—¡Entonces tendré que buscarte uno! Algún día tendré un apodo para ti...

—Tienes toda la eternidad para escoger... —Sonrió—. Será difícil buscarle un apodo a Ore-sama... Además...

—¡Ore-baka! —Pensó rápido Celeste—. Será ése tu apodo.

¨Mejor me hubiera quedado callado...¨ Admitió Ayato.


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