~Capítulo 10~

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Harry

Harry no vio venir el empujón. Cayó al suelo con un golpe sordo y antes de que pudiera procesar su caída, Wendolyn le arrancó la espada de un movimiento tan bruto que le hizo daño en la muñeca. La pequeña bandida lo inmovilizó sin miramientos.

Sabía que sus ojos eran azules, pero tan cerca como estaban pudo distinguir con claridad el color. Wendolyn tenía los ojos azules, de un color azul tan profundo como el cielo despejado o el mar en calma.

Era un color sereno, brillante, fuerte pero suave.

Eran preciosos.

Harry sólo pensaba en eso mientras los dos se quedaban allí, mirándose el uno al otro sin saber qué hacer.

Respiraba con dificultad debido a la pelea. Los dos lo hacían. Pero no pensaba nada más en esos ojos que lo miraban confundidos. No había nada más aparte de ellos. El silencio sólo roto por sus respiraciones ahora que el ruido de metal contra metal había parado.

Podría estar así todo el tiempo que hiciera falta...

Pero Uma rompió el mágico momento aplaudiendo.

—Felicidades, Wendolyn, bienvenida a mi tripulación.

Wendolyn parecía que por fin despertaba de un sueño. Lo liberó de su pisada; Harry se levantó lentamente.

—Parece que no exagerabas sobre tus habilidades —dijo Uma—. Y ya que parece que os habéis caído muy bien, estarás bajo el mando directo de Harry hasta nuevo aviso. Él te dirá qué hacer mientras esperamos a que vuelva la traidora de Mal.

Dicho lo cual, Uma se fue de vuelta a sus tareas bajo cubierta. Había cumplido su palabra de aceptar a Wendolyn en su banda. Aunque era difícil negarse después de tal demostración de poder.

—¡Harry! —gritó Squeamy mientras bajaba a toda prisa acompañado de su hermano—. ¡Lo hemos visto todo desde el timón!

—¡Te ha ganado, Harry, te ha ganado! —acompañó Squirmy—. ¡Te ha ganado!

Harry era el mejor espadachín de toda la tripulación. Entrenado por su padre cuando estaba un poco lúcido, había pocos que le aguantarán un cara a cara durante demasiado tiempo. Incluso Uma no podía seguirle el ritmo.

Wendolyn no sólo había aguantado bien: le había ganado.

—¿Nos enseñarías a luchar como tú? —le preguntó uno de los gemelos a Wendolyn—. ¡Por favor!

—¡Por favor! ¡Por favor! ¡Enséñanos! —gritó el otro.

Harry rio al ver que Wendolyn se veía superada por dos niños de diez años.

—Vaya espectáculo —notó que Gil llegaba también—. La última vez que te vi perder un duelo fue contra tu padre. ¿Te has dejado ganar para que Uma la aceptara?

—Por supuesto que no, siempre juego para ganar, y Uma se hubiera dado cuenta.

—¡Por favor!

—¡Eres mucho mejor que Harry!

—Ey, ey, grumetillos, eso me ha dolido —dijo Harry—. Dejad de atosigar a Wendolyn y presentaros como es debido.

—Yo soy Squeamy.

—Y yo Squirmy.

—Estos chavalillos son hijos del Señor Smee —agregó Harry mientras daba un cariñoso apretón de hombros a los dos niños—. Son los miembros más jóvenes de nuestra tripulación. Hacen sobre todo tareas pequeñas como vigilar y limpiar.

—Y yo soy Gil, hijo de Gaston —se presentó Gil.

—Chicos, nuestra nueva compañera —dijo Harry—. Wendolyn... —. No sabía su apellido.

—Wendolyn Trent.

Nunca había oído hablar de ningún Trent. El padre de Wendolyn sí que debía de ser un don nadie caído en desgracia.

—¿Entonces nos enseñaras a...?

—Ya basta, piratillas, vais a asustar a Wendolyn en su primer día —cortó Harry—. Idos ya a vuestro escondite, Mal puede volver en cualquier momento.

Y la mirada que les echó no dejaba lugar a discutir. Gil se llevó a las niños fuera del barco.

—No dejamos que se estén involucrados en las peleas —le explicó Harry a Wendolyn—. Son demasiados pequeños. Si alguna vez se ponen demasiado pesados contigo, solo tienes que mirarlos con mucha seriedad para que te hagan caso.

—Tomaré nota de ello —respondió Wendolyn.

Harry miró su propio reloj. Casi habían pasado dos horas desde el encuentro entre Uma y Mal. Volvió a guardar su reloj en el bolsillo

—Bien, Wendolyn, dado que Uma me ha dado la ardua tarea de cuidar de ti, vendrás conmigo a cumplir mis tareas. Vamos, te enseñaré a la mascota que hemos rescatado de la calle.



✩ ─── 「💫」─── ✩

Whitney

No se había esperado que Uma aceptase niños en su banda.

Tampoco se había esperado que esos niños fueran hijos del señor Smee.

Y sobre todo no se había esperado el trato fraternal de Harry hacia ellos

Siempre había supuesto que habría una especie de edad predefinida para que los hijos de los villanos siguieran los pasos de sus padres, pero los gemelos debían de tener aproximadamente la edad de Minglin.

Eran sólo unos niños.

Nunca había oído que el señor Smee tuviera hijos, pero claro tampoco sabía que el capitán Hook también tenía uno.

Y Harry los había tratado como... un hermano mayor.

El hecho de que pudiera mostrar cariño hacia alguien la sorprendió.

Cuando los chicos llegaron por primera vez a Auradon parecían un grupo sorprendentemente unido, pero que no sabían mucho de relaciones cariñosas con otros. Habían mencionado muchas carencias, sobre todo paternales.

Pero había visto que Cruella se preocupaba un poco por su hijo.

Había visto a Harry darles una palma de afecto genuino a los gemelos mientras sonreía. Su sonrisa fue justo igual a la de Grace cuando su hermano pequeño Dylan lograba hacer un buen partido. O a la de su propia madre cuando reía con sus tíos en las reuniones familiares.

Toda su vida se había cansado de oír decir en Auradon que los villanos eran seres sin corazón y que merecían ser encerrados para siempre. Lo mismo para sus vástagos: la sangre maligna corría espesa.

¿Entonces qué eran esas mínimas muestras de afecto?

—Bien, Wendolyn, dado que Uma me ha dado la ardua tarea de cuidar de ti...

«Por desgracia para los dos». Debía aguantar con él hasta que Mal y los chicos volvieran a rescatar a Ben

—.. vendrás conmigo a cumplir mis tareas. Vamos, te enseñaré a la mascota que hemos rescatado de la calle.

«Ben. Harry antes dijo que Mal había perdido a su mascota. Es Ben; va a llevarme a donde sea que lo tengan encerrado».

Whitney esperó que Harry volviera a bajar a la bodega o tal vez a un camarote, pero bajaron del barco.

—Buena pelea, por cierto —le dijo Harry una vez de nuevo en tierra firme.

—Gracias, tú tampoco lo has hecho mal.

—Pero no lo suficiente para ganar. Si mi padre se entera me lo recordará durante meses.

—El capitán Hook —murmuró Whitney sin poder evitarlo. «Tengo que pensar más bajo».

Harry hizo una mueca nada disimulada.

—Él mismo; me diría algo así como "los Hook nunca pierden" o algo por el estilo... Pensé que no me conocías.

—Es uno de los grandes villanos, como tú mismo los llamaste. Cuando me dijiste tu nombre tuve que tirar muy poco de cuentas para saber quién eras.

—Chica lista —contestó Harry, y Whitney sintió que no iba por buen camino en esa conversación.

—Supongo que fue él quien te enseño a luchar —preguntó Whitney llevada por la curiosidad antes de que en su cabeza la idea fuera procesada.

—Supones bien. ¿Y a ti?

—El hermano de una amiga —respondió Whitney; los mejores mentiras tenían algo de verdad

—¿Quién?

«Maldición».

—Ya no importa —respondió Whitney, maldiciendo por dentro no haber preparado tan bien su historia como creía—. Murieron los dos por una enfermedad.

«Cada día me sorprende más mi incapacidad de improvisación. Seguramente la próxima vez mencionaré que mi padre se llama Peter».

—¿La epidemia de varicela de hace tres años? —preguntó Harry.

—Sí —dijo Whitney, sin nada más que decir. Los chicos nunca habían mencionado ninguna epidemia en la Isla.

—Oh, lo siento. Fue una verdadera porquería. Nosotros encerramos a los gemelos en su casa durante un mes para que se contagiaran. Gil la cogió, pero solo estuvo mal durante dos semanas. ¿Es por eso que no tenías banda, verdad?

No respondió a eso.

Whitney pensó debía preguntarle a los chicos al respecto. Si era verdad, no se podía permitir semejante barbaridad desde Auradon. Recordaba la gran campaña de prevención que se había montado cuando ella era pequeña por la gripe A; en todos los medios (en el colegio, programas infantiles, campamentos...) les enseñaban lo importante que era lavarse bien las manos y otras medidas de seguridad.

Por lo visto en la Isla no tenían esa suerte.

—Cuando Uma consiga lo que quiere hoy de la traidora, no dejaremos que vuelva a pasar esto —dijo Harry—. Vamos a deshacernos de la barrera y se acabaron los privilegios de Auradon. No más niños de la Isla sufriendo mientras esperan una oportunidad que nunca va a llegar. Cada uno podrá ir donde quiera y ser libre de hacer lo que quiera.

—¿Qué vas a hacer tú si rompes la barrera?

«¿Conquistar el mundo con Uma? ¿Dedicarte a la piratería como tu padre?»

—Una pregunta muy personal, monada, y tampoco nos conocemos tanto. Primero dime que harías tú con libertad absoluta.

Y Whitney lo tenía muy claro sin necesidad de pensar.

—Sería yo misma sin necesidad de aparentar por lo que la gente haya asumido de mí por quienes son mis padres.

—Ja, muy buena respuesta; es sincera, así que te mereces la mía: cuando se rompa la barrera yo iré a buscar el sitio que es mío por derecho. Te advierto que como se lo cuentes alguien te lo haré pagar caro.

—¿El barco de tu padre?

—No —respondió Harry.

Reconoció parte del camino que estaban haciendo. Volvieron de nuevo al Fish and Chips y entraron al local por una puerta de servicio, en una calle bastante desierta, y bajaron a lo que Whitney supuso que era la despensa.

—Ahora que eres miembro de la banda y estamos aquí —le dijo Harry mientras bajaban a lo supuso que eran despensa—, tengo que darte un par de consejos de obligatorio cumplimientos. El primero, si comes aquí, que sepas que a Úrsula no le gustan los morosos y puedes acabar pasando la noche en el sitio que vamos ver ahora. En segunda lugar, no se le lleva la contraria a Uma.

—Nunca se me hubiera ocurrido lo contrario —asintió Whitney.

—Bien, y ahora...

Harry rebuscó entre estanterías y sacó algo que dejó a Whitney sin aliento.

Un garfio.

—Lo deje aquí cuando tuve que amarrar al perro —dijo Harry mientras se lo ponía en su brazo derecho. Debió de ver su asombro porque añadió—: la familia es la familia y el espectáculo es el espectáculo.

Abrió otra puerta del almacén que llevaba a una habitación-celda.

«Úrsula sí se toma en serio a los morosos».

Entró después de Harry. Ben estaba encerrado y atado a uno de los barrotes y abrió mucho los ojos al verlos entrar, al verla a ella. Whitney le guiñó un ojo y suplicó internamente porque hubiera entendido el mensaje y no la pusiera en evidencia.

—Su majestad. —Harry hizo una reverencia muy exagerada—. Uma desea que ese un paseo y yo soy el indicado para acompañarlo, junto con mi compañera, Wendolyn Trent.

Ben miró entonces para ella como pidiendo explicaciones.

Iba a ser una historia curiosa cuando todo aquello acabara.



✩ ─── 「💫」─── ✩

Dante

Dante no notó nada raro ni fuera de lo esperado cuando volvió a la guarida.

Lo recibió Cruella quien, con su gran y más que conocida simpatía, le dijo sin levantar la vista de su revista que la mocosa de Peter Pan estaba en la habitación de Mal durmiendo porque le dolía la cabeza.

Hasta ahí nada raro. Cruella siendo Cruella, bien. Que a Whitney le doliese la cabeza y descansase para estar lista para lo que pudiera pasar era normal.

Empezó a sospechar que algo no estaba bien cuando Mal y Evie volvieron con las bombas de humo. Mal era prácticamente su hermana de otra familia, así que solo tuvo que mirarla a la cara para saber que ocultaba algo. Evie no era muy buena en esconder sus emociones, y como parecía tranquila dedujo que estaba fuera del ajo.

«Ay, Mali, Mali, Mali. ¿Qué hiciste ahora, Mali? Le prometí a papá que no íbamos a explotar media Isla».

Carlos y Jay volvieron con la varita falsa, una chica nueva y una bolsa de deporte que había visto tiempos mejores.

—Bien, ya me puedo ir. —Cruella se levantó, recogió sus cosas y salió despidiéndose solo de su hijo—. Tu amiga me lo ha contado, Carlos, me tranquiliza saber que por fin has encontrado tu lugar en Auradon.

Carlos balbuceo un «gracias, mamá» que Dante apenas pudo oír, y eos que tenía muy buen oído.

—Hasta luego, señora de Vil —se despidió Dante para rebajar la tensión en el ambiente—. Mi padre espera verla el próximo jueves durante la reunión de la banda.

—Muchacho agradable empedernido, justo como su padre. Encantador.

Y se fue dando un portazo considerable.

—¿Lonnie, qué haces aquí? —preguntó Evie una vez estuvieron solos.

Cruella había preferido ignorar a la nueva chica que habían traído.

—Me encontré con estos dos y los oí hablar. Y no podía quedarme de brazos cruzados.

—Tenemos que darnos prisa, alguien más os ha podido...

—Chad nos vio también aunque no sabe nada —cortó Jay—. Y tenemos otra sorpresa más...

Abrió la bolsa que llevaba y un perro salió de un salto.

—Uf, uf, esa bolsa hace meses que no se lava. ¡Carlos! ¿Por qué dejarse que me metiera ahí?

Todos menos Mal y Carlos miraron sorprendidos para el perro.

—¿El perro habla desde siempre o...? —intentó preguntar Dante.

—Se llama Colega —respondió Mal, cansada de tantas interrupciones—, y no. Tuve una accidente con una poción hace poco y por eso habla. Buena idea por traerlo, chicos.

—En realidad fue sin querer —contestó Carlos.

—Se nos coló en el coche de polizón como Lonnie —dijo Jay.

—Pero ya que está aquí podemos usarlo para engañar a Uma con la varita.

—Qué genia eres cuando quieres, Mali —dijo Dante, y como nadie parecía querer. presentarle a la nueva se presentó él mismo—: Dante Raven, hijo de Diaval.

—Lonnie Li, hija de Mulan.

—Entonces doy por supuesto que sabes luchar. La historia de tu madre es increíble.

—Ya hemos perdido demasiados tiempo —dijo Mal—. Nos vamos.

—¿Y Whitney? —preguntó Carlos.

Evie abrió la puerta de la habitación de Mal. Allí no había nadie...

—¿Dónde está Whitney, Mal? —Evie miró a Mal como si planease de comer una manzana envenenada.

Si Mal se iba sin Whitney entonces ella sabía que...

—Hice lo que tenía que hacer —se defendió Mal—. No la obligué, Whitney eligió hacerlo por voluntad propia.

—¿Dónde está? —volvió a repetir Evie.

—Se ha infiltrado en la banda de Uma como si fuera otra hija de villano. Cuando me acompañó al Fish and Chips alguien se le acercó por casualidad. Para no le narra sospechas Whit habló mal de mi y le siguió el juego; al final le cayó bien y la invitó a unirse a ellos

—¿Quién la invitó? —preguntó Jay—. Uma no acepta a nadie en su banda así como así.

—Nadie importante. Si no conseguía entrar le dije que volviera, y como no está aquí significa que lo ha conseguido. Vámonos.

—No, no, Mali —interrumpió Dante en esta ocasión—. Jay tiene razón. Si la han invitado a formar parte de la banda, esa persona tuvo que ser alguien de confianza de Gambita. Puede que vuestra amiga esté en peligro si...

—Dinos ya quien fue —dijo Evie, tajante, postura en tensión.

Dante conocía ese tono y era el tono de «o empiezas a hablar ya, o te metes en problemas». Él había sido el destinatario en varias ocasiones. No era una que se diga agradable.

—Fue Harry —respondió Mal.

Todos, excepto la hija de Mulan y el perro, se tensaron de golpe.

—Estás loca, ¡tiraste a Whitney a las fauces de la bestia sin miramientos! —Evie dijo lo que todos pensaban—. ¡Sabes perfectamente quién es Harry!

—Y Whitney también, se lo dije mientras volvíamos. Aceptó el plan con pleno conocimiento de la situación.

—Como Harry la reconozca...

—No creo, ya la hubieran atrapad...

—¡Eso no lo sabes! —gritó Evie—. ¡No sabes todo, Mal! Harry pudo haberla reconocido e invitarla para así tener dos rehenes.

—¿Quién es ese Harry? —preguntó el perro—. ¿Es un niño mágico?

—Es el hijo del Capitán Hook —respondió Evie—. Y como se entere de que la hija del archienemigo de su padre...

—No lo hará porque vamos a llegar allí, rescatar a Ben e irnos —cortó Mal—. Y ahora en marcha, ya hemos perdido mucho tiempo.

«Bueno, con tal de que no se entere el loco de Hook senior no deberíamos tener problemas».

O al menos eso esperaba Dante. Le estaban apareciendo problemas por encima de sus posibilidades y estaba intentando ponerse a dieta de ellos.

✩ ─── 「💫」─── ✩

Whitney

Llevaron a Ben devuelta al barco con las manos atadas. Harry iba delante, encabezando la marcha con aires amenazadores que no invitaban a buscar problemas con él. Whitney iba detrás de Ben y lo obligaba a andar, evitando que se escapase.

No pudieron hablar entre ellos por miedo a que Harry los escuchase. Whitney evitó dirigirle las palabras que algunas ocasionales para decirle que se moviese. Ben de vez en cuando la miraba y Whitney podía notar que su amigo estaba muy nervioso.

A saber qué le habrían hecho o dicho aquella panda, pero por lo menos no parecía herido.

Whitney quiso calmarlo o darle alguna pista de que Mal y los chicos tenían un plan. No podía hacer ni una cosa ni la otra sin desvelar su tapadera. Así que solo pudo fingir que lo trataba mal, cuando en realidad los empujones que le daba para que avanzas no habrían ni derribado a una hoja de papel.

Si alguna vez le hubieran dicho que estaría en esa situación, Whitney se habría reído mucho. Sola, en la Isla de los Perdidos, "aliada" con el hijo del archienemigo de su padre y con su amigo de la infancia como rehén.

Una escena surrealista que era justo que estaba ocurriendo.

Cuando llegaron al barco había más movimiento en cubierta que cuando se habían ido. Uma seguía dando órdenes; a un gesto suyo, apareció Gil para llevarse a Ben bajo cubierta, para fingir que siempre había estado ahí.

—Baja a que te den una espada —le dijo Harry—. Durante la pelea te mantienes cerca de mí y no te hagas la valiente. Haz lo que yo o Uma te digamos.

Whitney asintió y bajó a la bodega para que le diera su espada. El chico que las repartía debía de haber oído sobre si encuentro con Harry, porque la saludó por su nombre falso y le pidió que le diera algunas lecciones algún día.

Whitney volvió a subir pasados no más de cinco minutos. Vio a Harry, quien otra vez se había quitado su garfio falso que hora estaba sobre la borda, en una esquina del barco.

Miraba algo, pero hasta que se acercó no lo vio bien: un reloj de bolsillo de plata.

—Es un reloj muy bonito —comentó Whitney mientras se ponía a su lado—. No sabía qué te iban los accesorios bonitos.

Y más sabiendo de la repulsión de su padre por los relojes.

—Era de mi madre —respondió Harry.

Su madre fallecida.

«He metido la pata otra vez».

—Lo... siento lo de tu madre.

—¿Acaso también sabes su historia? La gente cree saber mucho sobre ella por...

—Eres una figura pública, te guste o no —respondió Whitney—. Y aunque no la haya conocido, sé lo que es perder a un ser querido. Así que solo puedo decir que lo siento, y es en serio.

Y no mentía. A Whitney se le rompía el alma sólo de pensar que su tío Michael podría estar ya muerto. Tal vez a Harry le doliese igual o incluso más; cuando duele el corazón, lo hace siempre.

Nunca se olvida el dolor de perder a un ser querido, simplemente se aprende a vivir sin él.

—No quería enfadarte —respondió Harry—. Yo también siento de verdad lo de tus amigos.

Whitney se fijó en el reloj. La tapa tenía unas iniciales grabadas por dentro.

M. E. S.

—¿Cómo se llamaba?

Harry la miró sorprendido; no debía de mucho de ella con los demás o nadie se había tomado la molestia de preocuparse por el tema.

—Margaret Emma Swan —dijo Harry.

Quedaron un rato en silencio, Whitney no sabía qué decir.

—Antes cuando te dije que iba el sitio que es mío por derecho cuando la barrera se rompiese no mentía —musitó Harry mientras volvía a mirar el reloj—. Voy a recuperar la casa de los Hook, la Isla de Nunca Jamás, mi casa.

Por su edad, Harry no debería haber pisado nunca Nunca Jamás. Whitney había vivido allí durante mucho tiempo antes de mudarse a la capital definitivamente por el trabajo de su madre, pero aún tenían su casa allí e iban de vacaciones.

Nunca Jamás era su casa mucho más de lo que pudiera decir ese pirata que nunca la había visto.

Lucharía por ella si la barrera caía.

El odio de sus pensamientos la asustó. Una cosa era tener miedo como su madre de que su viejo némesis volviera, pero en su cabeza había sonado justo como Chad o Audrey: odio, sólo odio, sin importar nada más.

Whitney corrigió a sí misma: No dejaría que los piratas pusieran un pie en ella, muchos menos un Hook después de todo el daño que habían causado.

—La amenaza sigue en pie —dijo Harry mientras cerraba el reloj y lo guardaba, su momento sentimental había acabado—. Ni se contar nada de esto a nadie o te las verás conmigo.

—Que recuerde te metí una paliza hace nada —contestó Whitney, intentando bajar la tensión.

Harry se rio, pero rápidamente volvió a su semblante serio y se puso el garfio.

Mal y los chicos habían vuelto. 

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