11 de DICIEMBRE

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Sparkle Company

Era lunes de nuevo y como todo inicio de semana, costaba empezar otra vez después del fin de semana bastante productivo. El calor comenzaba a apretar a pesar de que todavía estaban en primavera y el aire acondicionado parecía que no daba abasto. La sensación térmica rondaba los treinta grados y la ropa por más ligera que era daba la impresión de pegarse en el cuerpo.

Jereth llegó al piso con un jean y una remera, poco típico en él, pero entendible con el calor que posiblemente estaba teniendo.

—Buenos días —se dijeron ambos.

—¿Con calor? —preguntó ella.

—Bastante —se estiró el cuello de la remera.

—Me imaginé porque es raro verte así vestido —le dijo refiriéndose al atuendo.

—¿Qué hace mi padre cuando hay un calor atroz como el de ahora?

—Nada, trabajamos igual, no estás acostumbrado a este calor me parece, algo que para nosotros es común.

—Error, estoy acostumbrado, el tema es que cuando está este calor, yo cierro la empresa porque caen vacaciones de verano.

—Entiendo, pero tu papá no cierra en fiestas porque no es época de vacaciones de verano.

—Pues hoy cerramos, por lo menos por hoy, manda a todos a sus casas, que hagan lo que quieran, vuelven mañana.

—De eso te tendrías que encargar vos —alzó las cejas quedándose un poco sorprendida—, yo solo soy la asistente, vos el jefe.

—De acuerdo, ¿cómo se maneja mi padre cuando tiene que reunir a todos?

—Yo les mando un correo general.

—Haz eso entonces. Los quiero a todos en la sala de reuniones en quince minutos.

—Bueno —se acomodó en la silla y comenzó a abrir la página del correo para redactar uno y enviarlo enseguida.

Veinte minutos más tarde se encontraban todos dentro de la sala de juntas.

—Necesito que entiendan que es solamente por hoy. Mañana volverán a trabajar, hace demasiado calor y prefiero que estén en sus casas o donde quieran.

—En mi casa se rompió el aire acondicionado hace una semana y el técnico recién la semana que viene estará disponible.

—En la zona donde vivo estamos sin luz y venir acá es un relajo con los sofocones de calor que hay.

—Entiendo, en ese caso, necesito saber qué quisieran hacer.

—Preferimos quedarnos.

—De acuerdo, quienes quieran quedarse, lo pueden hacer y quienes quieran irse por hoy a sus casas, lo pueden hacer también.

—A mí me gustaría retirarme, si se puede —comentó un chico del área de distribución.

—Sí, puedes —respondió Jereth.

—Gracias —le dijo y se puso de pie, los demás hicieron lo mismo.

Algunos volvieron a sus puestos de trabajo y otros se fueron de la empresa por aquel día.

Morela y su jefe temporal regresaron al piso donde trabajaban y fue ella quien le habló:

—Si querés volver a tu casa, podés hacerlo, yo puedo quedarme hasta las siete.

—Yo debería quedarme hasta las siete y tú volver a tu casa si quisieras, soy el jefe y se supone que eso es lo que hace un jefe, ¿no?

—Se supondría que sí, pero estás cansado de calor y no es bueno.

—Se me está pasando, fue breve, desde salir de casa hasta el estacionamiento y subir aquí, me encerraré en el despacho con el aire a 16 grados —rio.

—Si tengo que darte papeles para que leas y firmes, ¿tendré que ponerme una campera por llegar a la Antártida?

Jereth se carcajeó más ante su gracioso comentario.

—No, tranquila, lo pondré a una temperatura normal.

—Está bien —rio ella también.

El hombre entró al despacho y ella regresó a su escritorio para continuar trabajando.

Para las siete de la tarde Jereth salió de la oficina y se acercó a ella.

—¿Has terminado?

—Sí, ya casi —respondió y apagó la computadora y acomodó las cosas.

—¿Vamos a tomar algo?

Morela quedó sorprendida ante su invitación.

—¿No tenés que hacer otra cosa?

—No, por eso te lo pregunto.

—Bueno, voy a avisar a mi mamá para que no se preocupe.

—De acuerdo. —Asintió con la cabeza.

🎄

Palermo Hollywood

Mamba bar

—¿Dónde quieres sentarte? ¿En la barra o la mesa?

—Donde quieras, no tengo drama.

—En la barra.

—Bueno.

Los minutos iban pasando, ellos pidieron un cóctel cada uno para compartir algunos aperitivos que acompañaran las bebidas y, a medida que la charla fluía entre ellos, todo se hacía más agradable y a los dos les estaba complicando la situación. Para Morela era el hijo del jefe y para Jereth era algo peor, tenía novia y todavía no se lo había dicho a ella. La razón era sencilla, cada vez que la tenía frente a él o la tenía cerca, todo se le iba de la mente. No lo dejaba pensar con claridad porque le gustaba mucho más de lo que hubiera imaginado.

Él se excusó para ir al sanitario y dejó a la joven por unos minutos a solas, mientras que el hombre se encontraba dentro, otro hombre aprovechó para acercarse a Morela y hablar con ella.

—Hola, me llamaste la atención, ¿te puedo invitar a tomar un cóctel o lo que quieras?

Morela se quedó más que sorprendida, en sus veinticinco años, ningún hombre se le había acercado tanto como aquel sujeto y la invitaba a tomar algo con él, porque siempre creyó que no llamaba la atención para el sexo opuesto.

No estaba disconforme con la vida de soltera que tenía, pero en su interior sí anhelaba tener un compañero con quien compartir cosas. Principalmente cuando había fechas claves como las fiestas navideñas.

El hombre frente a ella no parecía mal tipo, pero podía estar engañándola también y las apariencias en su mayoría lo hacían.

—Te agradezco la invitación, pero vine con alguien —le dijo con amabilidad la chica.

—Vino conmigo —Jereth se puso al lado de ella, luego de haber presenciado de lejos un poco la escena entre ellos dos.

—Lo siento, no quiero problemas, pensé que estaba sola.

—Tranquilo, no pasa nada, gracias igual por la invitación —le contestó Morela para que no se sintiera incómodo el hombre.

—De nada, bueno, volveré a la mesa —les comentó—, buenas noches.

—Buenas noches —le respondieron ambos.

Luego de la pequeña escena rara que tuvieron, regresaron a la conversación que habían dejado y tiempo más tarde, él pidió la cuenta.

—Vamos a pagarla mitad cada uno.

—No, yo te invité.

—Lo sé, pero vamos a medias.

—Me has dicho que no tenías más dinero para poder pagar algo de nuevo.

Morela le sonrió con picardía.

—Te mentí un poquito, solo para saber si aflojabas con tu actitud arrogante y te hacías cargo de lo que te estaba diciendo, aparte de ver si te atrevías a pagar por mí.

—El jefe fue engañado por la asistente.

—Como te dije antes, tu papá me paga muy bien y por eso ahorro también, y cuando son fechas festivas, da a cada empleado un porcentaje más del sueldo, el aguinaldo le decimos acá y eso para nosotros es muy bueno porque podemos comprar cosas un poco más «delicadas» para probar en la mesa navideña.

—Entiendo.

—Aunque también les dije a mis padres que me dejaste carbonizada la tarjeta de crédito.

—¿En serio?

—Sí, me reí en ese momento si te soy sincera, ellos también, pero es mentira, fue una suma bastante grande que me hiciste gastar y de la cual no estoy acostumbrada, pero puedo recuperarla y pagar lo que hace falta.

—Ya veo —le expresó y no pudo evitar reírse también ante la situación y lo que le había confesado—. No puedo creer que fui engañado de esa manera. Nunca me pasó.

—Y yo no soy de mentir, pero la situación me llevó a serlo con vos porque ya no sabía cómo hacerte entender lo que estabas haciendo que a mi criterio estaba mal.

—Y sí que estaba mal lo que te estaba haciendo.

—Pero bueno, ya está, por lo menos te lo dije.

—Te lo agradezco.

El barman les acercó la cuenta y ambos pagaron mitad cada uno. Cuando salieron del bar, ella se despidió de él.

—Nos vemos mañana, buenas noches.

—Te acompaño hasta tu casa y después regreso.

—No, tranquilo, estás más cerca de tu casa, vas a hacer un viaje que no te corresponde.

Jereth frenó en seco ante su respuesta y no le insistió más, estaba creyendo que lo hacía por algo más el tener que evitarle el viaje para acompañarla.

—De acuerdo, nos vemos mañana, avísame cuando llegues, por favor.

—Está bien, hasta mañana.

Morela se metió en el auto y él también, los dos encendieron los motores y cada uno se fue a su casa luego de un par de bocinazos. En menos de media hora, la chica llegó a su casa y le mandó un mensaje de texto cuando ya estaba dentro de la cama.

«Ya estoy en casa, le metí un poco de pata para llegar rapidito»

«Me alegro, yo también llegué hace bastante. Buenas noches»

«Me alegro también, buenas noches»


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¡Hola, pronto subiré más capítulos de la historia! Espero que les siga gustando 💜🦋🍁✨

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