Capítulo 14

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Si tenéis alguna idea o sugerencia en cuanto a canciones que os recuerden a Dramione o que creáis que puedan encajar con la historia, ¡no dudéis en decírmelo!


Capítulo 12

Feels like we're on the edge right now / I wish that I could say I'm proud.

Siento que estamos en el borde, / me gustaría poder decir que estoy orgullosa.

NF – Let you down


HERMIONE

Habría preferido estar en cualquier otro lugar un viernes por la noche, cenar con su jefe no era el mejor plan que podía imaginar, en realidad. Pero allí estaba ella: Hermione Granger no había podido negarse a cenar con Scholz y se encontró a sí misma enfundada en un vestido negro que le resultaba un poco incómodo. Se planteó mil veces si debía utilizar tacones ese día o no, pero terminó decantándose por unas botas planas que le llegaban hasta las rodillas.

Apenas había salido de su casa, Hermione Granger ya deseaba que la cena terminara pronto.

Scholz ya la esperaba en la puerta del restaurante de Charing Cross cuando ella apareció, a pesar de que no llegaba ni un solo minuto tarde. Estaba muy guapo, con el cabello rubio peinado a la moda, a ambos lados de la cabeza con una raya en medio. Lo primero que pensó fue que, a diferencia de Scholz, Malfoy ya no parecía poner mucha intención en peinarse. Aun así, el cabello del Slytherin —ahora largo— parecía estar siempre en su sitio, tal y como debía. Draco Malfoy la crispaba, conseguía molestarla más de lo que ella misma podía imaginarse y.... ¡maldición! Estaba pensando en él en ese mismo instante.

Su jefe la saludó con un beso en la mejilla, Hermione no se apartó, aunque se sintió ligeramente incómoda con el contacto físico.

No era tonta, ¿vale? Sabía que debía de gustarle a Scholz, si no... ¿por qué él se habría mostrado tan insistente en quedar con ella? Pero, si algo tenía claro Hermione era que ella no sobrepasaría ese límite, no iba a salir con su jefe, de ninguna manera.

Durante más de una hora, cenaron juntos y charlaron amigablemente. Scholz era todo un caballero: amable, inteligente... y tenía decenas de anécdotas para contarle de sus años como agente mágico en Alemania.

—Pero me imagino que todas estas historias son aburridas para ti, Hermione —dijo él al cabo de un momento.

—¿Aburridas? —se extrañó ella—. ¿Por qué iban a serlo?

John Scholz bajó la mirada, como si de pronto estuviera avergonzado.

—Ya sabes. Al fin y al cabo, tú... eres toda una heroína en el Reino Unido. Potter, Weasley y tú sois auténticas eminencias en la lucha contra magos tenebrosos.

Este comentario la hizo enrojecer y Hermione dejó de comer su pedazo de pastel de zanahoria por unos momentos. El hecho de que su jefe la halagara de ese modo era...

—No, no es para tanto —contestó ella humildemente—. Nosotros solo hicimos lo que... lo único que podíamos haber hecho. Y salió bien.

Se refería a la guerra, su actuación contra Voldemort y cómo su participación en la última batalla había sido decisiva para la posterior paz en el Mundo Mágico. El final de la época Tenebrosa que Voldemort y los mortífagos habían creado.

—Hay que ser muy valiente para enfrentarse a esos monstruos —comentó Scholz.

Y eso captó la atención de Hermione. Acababa de llamar «monstruos» a los mortífagos y, no nos engañemos, habían cometido monstruosidades en el pasado y muchos de ellos eran irreparables, pero... ¿hasta qué punto era correcto referirse a ellos como «monstruos» ahora que se había firmado la paz?

—¿Puedo hacerte una pregunta, John?

—Por supuesto.

Hermione tomó aire.

—¿En Azkaban se realiza algún tipo de tortura contra los antiguos mortífagos?

La sonrisa de John Scholz no se alteró ni un ápice cuando contestó.

—¿Qué quieres decir con «antiguos mortífagos», Hermione? No hay mortífagos «antiguos» en Azkaban, si están allí es precisamente porque no han dejado de ser simpatizantes del Régimen Tenebroso, creía que eso estaba bastante claro en la formación de aurores y tú... tú has sido auror durante dos años, una de las mejores, de hecho.

Hermione se aclaró la garganta. No le gustaba el modo en el que él había evadido su pregunta y, de hecho, tampoco le gustaba cómo había articulado esa respuesta. Como si hubiera algo más allá, dentro de su mente.

—Disculpa, creo que no me he expresado bien. Pero sigo interesada... ¿se realizan torturas en Azkaban?

Y Scholz lamió ligeramente un pedazo de chocolate de su cuchara antes de levantar la vista hacia Hermione, manteniendo su ligera sonrisa.

—¿Quién te ha dicho eso?

La situación se había tornado tan incómoda que de pronto tenía frío. Lamentó no poder colocarse su chaqueta encima de ese estúpido vestido demasiado revelador. Su piel se había puesto de gallina y por un instante valoró la opción de decirle a Scholz que quería marcharse y escapar de allí, volver a su acogedor apartamento junto a Crookshanks.

—Nadie —mintió—. Es solo que... Malfoy tiene cicatrices.

—¿Ah sí? ¿Qué clase de cicatrices?

—Por todo el cuerpo.

La mirada de Scholz se intensificó cuando volvió a mirarla.

—¿Y cuándo has visto tú esas cicatrices, Hermione? ¿Te las ha enseñado él?

Maldición. No sabía qué contestar, así que permaneció callada hasta que Scholz volvió a hablar.

—No, no se realizan ningún tipo de torturas en Azkaban, Hermione. Los funcionarios solo acuden a la prisión cuando deben trasladar a alguno de los presos y los dementores tienen órdenes explícitas de no acercarse a los presos, tan solo los guardan, así que si Malfoy te ha dicho...

—Malfoy no me ha dicho nada —se apresuró a repetir ella.

Scholz apretó los labios ligeramente. Después siguió hablando.

—De acuerdo. Entonces... si aún sigues teniendo dudas del tratamiento que se les da a los presos en la prisión de Azkaban, ¿por qué no piensas, mejor, en el tratamiento que Voldemort les daba a sus seguidores? —Scholz alzó las palmas de las manos hacia arriba, como si expresara que no tenía nada que ocultar—. Yo nunca he sido mortífago, pero apuesto a que, si lo fuera y alguien me torturara, ese sería mi propio líder. Voldemort era cruel y despiadado, recuerda que incluso le cortó la mano a uno de sus más fieles seguidores: Peter Pettigrew. ¿Qué te hace pensar que no torturó a Malfoy él mismo por... a saber qué razón?

A decir verdad, sus argumentos tenían sentido. Voldemort había sido un mago oscuro y cruel. Seguro que no habría tenido ningún tipo de reparo en quemar vivo a Malfoy o a cualquier otro de sus seguidores. Pero, entonces, ¿por qué Malfoy le había dicho que esas heridas se habían producido en Azkaban?

—Entiendo —susurró Hermione.

Una sonrisa se extendió en el apuesto rostro de Scholz tras escuchar esa respuesta.

—¿Por qué no dejamos de hablar de trabajo de una vez? No me gustaría que recordaras esta noche como una cena aburrida con tu jefe.

La castaña se forzó a sí misma a fingir una sonrisa y cambió de tema de inmediato. En realidad, tampoco ella quería pasarse la noche hablando de Azkaban, le daba escalofríos pensar en ese lugar.

—Desde luego.

—¿Te gusta el quidditch? —preguntó Scholz.

Y, acto seguido, él mismo se enfrascó en una animada conversación acerca de ese deporte en la que Hermione participó de forma ocasional, apuntando detalles que conocía gracias a Ginny. A ella no le interesaba mucho el Quidditch, nunca lo había hecho. Scholz pareció impresionado cuando ella mencionó de forma casual que había tenido cierto romance con el famosísimo Viktor Krum unos años atrás y eso solamente incrementó su interés en ella.

Al final de la noche, Hermione agradeció poder marcharse de allí, tras rechazar una copa con Scholz y despedirse de él con un ligero abrazo.

Era extraño, pero, a decir verdad... Hermione no confiaba en John Scholz.


Aquí tenemos un nuevo capítulo con John Scholz, ¿qué opináis? Ha negado que existan torturas en Azkaban, pero nosotras creemos a Draco... ¿no?

¡¡Gracias por leer y comentar!! Os prometo que más adelante los capítulos serán bastante más largos, pero ahora mismo estoy posicionando todas las piezas para que empiece la acción!! Vuestras palabras me animan un montón y me hacen muy feliz <3

Nos vemos mañana en otro capítulo de Draco ;)

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