Capítulo 50

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Pues aquí estamos, capítulo 50 (no me lo puedo creer OMG). Después de más de 50.000 visitas, más de 3500 comentarios y reviews, 4200 votos... -sumando ff y Wattpad-.

Estoy super orgullosa de lo que hemos conseguido juntas, en serio. Os quiero ahogar a besos a todas. ¡Muchas gracias!

¡Y bueno, hoy por fin llega uno de esos momentos que llevamos 50 capítulos esperando!


Capítulo 50

'Cause if you let me, here's what I'll do / I'll take care of you.

Porque si me dejas, esto es lo que haré: voy a cuidar de ti.

Drake & Rihanna – Take care

HERMIONE

Harry miró en ambas direcciones en ese pasillo, la sombra de la sospecha se dibujaba en su expresión. No quería que nadie lo escuchara hablar de eso, le daba miedo pensar que lo estuvieran vigilando.

—He hecho algunas averiguaciones —le susurró a Hermione—, he hablado con otros antiguos presos de Azkaban, pero me temo que no he podido acercarme a los prisioneros actuales y ellos son los testigos relevantes para este caso.

Se encontraban en el Ministerio de Magia, el día 19 de enero, el mismo día que Draco tenía que ser liberado por fin.

—Te escucho.

—No puedo decírtelo aquí. Pero tenemos que ser precavidos, ¿vale? —Bajó la voz aún más—. Estamos cerca de meternos en algo muy sucio. Scholz no puede enterarse.

Ella entornó los ojos.

—¿Él está implicado? ¿Lo sabemos seguro? —preguntó.

Su amigo apretó la mandíbula. Harry tenía mala pinta, parecía cansado y preocupado. Asintió con la cabeza imperceptiblemente y un escalofrío recorrió a Hermione por completo. Ella había imaginado que Scholz escondía algo, que existía una razón por la que su jefe quería entorpecer esa investigación, pero... ¿que él mismo estuviera implicado? ¿Qué él pudiera ser culpable?

Un temblor incontrolable acusó sus dedos, así que Hermione juntó sus manos y las apretó para aparentar tranquilidad.

—Hermione, tienes que preguntarle a Malfoy. Pregúntale cuándo comenzaron a hacerle daño, necesitamos ver si él recuerda algo.

—De acuerdo.

Le faltaba el aliento, comprendía lo que Harry quería decir con eso. Hacía solo un año y unos meses que Scholz había sido trasladado al Ministerio inglés. Si las fechas coincidían, las torturas habrían comenzado cuando Scholz apareció. Y si eso era así...

—Y mantente lejos de Scholz, de momento. No podemos acusarle de nada todavía.

—Tienes razón, tenemos que esperar. —Hermione se mostró de acuerdo—. Pero necesitamos sacar a Drac... a Malfoy de la Residencia antes de hacer algo contra Scholz. Estoy segura de que está en peligro.

Algo en la mirada de Harry le comunicó que se olía algo extraño. Hermione apretó los labios y no quiso disimular. De todas formas, sus amigos se enterarían pronto, era cuestión de tiempo. Todo el mundo lo sabría, porque ella no pensaba alejarse de Draco Malfoy. Iba a protegerlo y haría lo que tuviera que hacer para conseguirlo.

—No levantes sospechas —le pidió Harry—, no actúes de forma extraña con Scholz, ¿de acuerdo?

Un nuevo estremecimiento la recorrió. No podía comportarse de un modo distinto con su jefe... y, para colmo, había accedido a acudir con él a la boda de Astoria. Maldición. ¿Cómo se suponía que iba a aparentar normalidad? Pero si Scholz sospechaba, eso podría arruinarlo todo. Y si se les ocurría acusarle sin ninguna prueba, eran ellos mismos quienes podrían acabar con sus huesos en Azkaban por falsedades contra una persona tan importante como Scholz.

—Por Merlín, Harry...

—¿Qué pasa?

—Es solo que... —Hermione suspiró—. Nada, está bien. No levantaré sospechas. Lo trataré como siempre.

Los ojos verdes de Harry parecieron más tranquilos al escuchar eso.

—Asegúrate de que Malfoy está a salvo. Después actuaremos.

Apreció con todo su corazón la ayuda que Harry le estaba brindando, así como su discreción. Se estaba arriesgando mucho por ella y él ni siquiera había realizado ya la pregunta clave: «¿por qué te interesa tanto Draco Malfoy? ¿Por qué te jugarías tu puesto de trabajo por él?» Hermione podría contestar que el tratamiento que los mortífagos estaban recibiendo en Azkaban era inhumano e injusto, sí, pero tampoco podría negar la evidente realidad: se estaba enamorando de Draco y sentía un profundo dolor en el pecho cada vez que imaginaba que alguien le hacía daño. Ella no era violenta, nunca lo había sido, pero ahora sentía que era capaz de enfrentarse a cualquiera por él, que haría lo que fuera sin importar las consecuencias. Quería venganza.

—Gracias, Harry. De verdad.

Con un gesto lento, Hermione se acercó a su amigo y lo estrechó entre sus brazos. Aspiró el familiar aroma de Harry, olía a tela vaquera y a perfume masculino. Harry correspondió su abrazo.

—Cuídate, Hermione —le dijo cuando se separaron—, por favor. Estamos a un paso de meternos en problemas. Hoy me han comunicado que Scholz ha prohibido a los aurores entrar en Azkaban... oculta algo, algo oscuro. Podría haber más implicados y un paso en falso lo arruinaría todo.

—No te preocupes, saldremos de esta. Como hemos hecho siempre.

Hermione se dio la vuelta y siguió caminando por uno de los pasillos del Ministerio. Ese día era importante, no podía llegar tarde.

***

Se apareció en la Residencia y se sorprendió al ver a tanta gente en la planta baja del edificio. Avanzó con lentitud y se percató de que Pansy Parkinson, Theodore Nott y la propia Alcacia Williams habían acudido a recoger a Draco. En la misma sala también estaban Astoria, Miranda Ewing y uno de los doctores enviados por St. Mungo. Hermione se estremeció al verlos. Él también estaba allí, con su cabello rubio y más largo de la cuenta, hablando con sus amigos con una nota de nerviosismo reflejada en cómo sus largas piernas temblaban.

Quizás ella era lo suficientemente inocente para creer que nadie iría allí y que ella misma sería quien acompañara a Draco al número 28 de la calle Hollyhock.

«Bienvenida al mundo real, Hermione, un mundo en el que Draco no está solo y ya no depende de ti», se dijo a sí misma. En realidad, existía la posibilidad de que Draco Malfoy no volviera a dirigirle la palabra ahora que estaba a punto de recuperar su libertad...

Pero entonces él se dio la vuelta y la miró. Hermione olvidó respirar durante varios segundos mientras esos ojos grises la recorrían, la estudiaban. La castaña compuso una sonrisa, sin saber qué más hacer y él se la devolvió. Draco Malfoy no sonrió con los labios, sino con los ojos. Hermione supo en ese momento lo que ese gesto quería decir: era como cerrar un trato, uno que solo ellos conocían.

Seguirían juntos, continuarían con... lo que quiera que fuera eso que tenían.

Caminó hacia ellos y Zabini pareció alegrarse al verla.

—¡Llegó la tutora del año! —exclamó.

Astoria, con un rostro más pálido y delgado que de costumbre, también pareció animada. Se aproximó a ella y dejó entrever una brillante sonrisa en sus labios rosados, algo resecos.

—¡Hoy es el día!

Ahí acababan los casi cuatro meses de trabajo con Malfoy. Terapias, discusiones, peleas, sexo... habían sucedido tantas cosas que parecía imposible que el tiempo hubiera transcurrido tan rápido. Parecía ayer cuando ella se había aparecido en esa moqueta marrón con él por primera vez.

—Buenos días, Hermione —la saludó Alcacia, tan educada como siempre.

—Señora Williams.

Hermione mantuvo una distancia prudencial con Draco, más o menos medio metro. Alzó la cabeza para mirarlo a los ojos. Si no hubiera tanta gente mirándolos, lo habría abrazado... aunque ella ya sabía lo que pasaba cuando se tocaban, ninguno de los dos era capaz de detenerse.

—¿Cómo estás, Malfoy?

—Bien, gracias, Granger.

Astoria se adelantó hasta el mostrador de la recepción y sostuvo entre sus manos un montón de documentos. Durante unos segundos los alzó por encima de su cabeza para que todos pudieran verlos.

—Es el momento aburrido de la burocracia —comunicó—, necesito la firma de... —Astoria bajó los documentos al nivel de su vista una vez más y leyó lo que ponía en ellos, después enumeró—: tutora asignada por el PRASRO, Hermione Granger; terapeuta mágico asignado por el Ministerio, Blaise Zabini; doctor que acredite las condiciones físicas del individuo, Doctor Louis Posner...

Uno a uno, todos fueron firmando en ese sinfín de papeleo. De vez en cuando, Hermione y Draco compartían alguna mirada cómplice. Sabían que quedaba muy poco para que él fuera un hombre libre, para que su nueva vida comenzara. Ella, además, contaba los segundos para poder actuar contra Scholz.

Ante sus ojos, mientras aún sostenía la pluma entre los dedos y escribía su nombre en los lugares correspondientes de esos documentos, Hermione distinguió la figura de Miranda Ewing dirigiéndose a Draco con una cajita del tamaño de un libro grueso entre sus dedos.

—He hecho esto para ti —le dijo con voz tímida, tendiéndole el paquete—, son pasteles. Los he horneado yo misma.

Hermione apretó aún más la pluma y un nubarrón de tinta salió despedido de esta cuando posó la punta sobre el papel una vez más.

No le gustaba nada esa chica. ¿Estaba celosa? Sí, también. Pero no le gustaba. Recordaba que, solo unos días atrás, ella había ido tan lejos como para acercarse a ella y reprenderla por pasar demasiado tiempo dentro del cuarto de Draco. Hermione le lanzó una mirada asesina a Miranda Ewing, pero ella no la vio, estaba demasiado ocupada observando a Draco.

Una vocecita maligna en la cabeza de Hermione le dedicó unas palabras nada amables a Ewing en su cabeza: «ojalá hubieras visto por qué estuve tanto tiempo en su habitación el otro día». Seguro que, si Miranda hubiera visto cómo Draco enterraba la cabeza entre sus piernas el otro día, excitado y sudoroso, se le quitarían las ganas de hornearle malditos pasteles.

Se regañó al instante. Ella no era así, debía relajarse.

Plasmó su nombre una última vez y le entregó los papeles a Zabini, que los aceptó y comenzó a escribir su firma con una elegante caligrafía.

Con disimulo observó que Draco había aceptado los pasteles e incluso le había dedicado alguna palabra amable a Miranda. Trató de quitárselo de la cabeza; con un poco de suerte, Hermione no tendría que volver a verla en mucho tiempo. No se sentía preparada para participar en el PRASRO de nuevo próximamente, había cosas más importantes de las que preocuparse ahora.

Cuando los documentos volvieron a Astoria, la chica rubia los tomó y los depositó de nuevo tras el mostrador de la amplia sala. Después regresó junto a ellos y se quedó mirando a Draco.

—Ya está. Eres libre, Draco —susurró.

Sus amigos abrazaron al Slytherin y Alcacia acarició con cariño su barbilla. Hermione se mantuvo al margen durante unos minutos, sintiendo que sería una intrusa si se acercaba. De nuevo se miraron y Hermione sintió una corriente eléctrica recorriéndola.

Ya estaba hecho, Draco era libre.

Con pasos lentos, ella llegó hasta él. Frente a Malfoy, metió su mano en su bolso y sacó una caja estrecha de él. Después se la tendió a Draco.

—Aquí tienes.

Las manos de él se congelaron al reconocer lo que contenía esa caja. Tardó un poco en lograr agarrar el paquete, como si nunca hubiera imaginado que ese momento llegaría. El resto de las personas a su alrededor guardaron silencio. Astoria dejó escapar un pequeño grito de emoción cuando Draco abrió la caja.

Entonces él sostuvo su varita por primera vez en tres años. Sus dedos blancos y finos sujetaron la madera con cuidado. Quizás no estaba acostumbrado, quizás tenía miedo de que algo malo sucediera. Draco cerró los ojos un instante, sintiendo el tacto de su varita. Después la guardó en su bolsillo y unió la cajita vacía a las otras dos únicas pertenencias que tenía: los dos comics de Batman que Hermione le había regalado. No tenía nada más, después de tres años en Azkaban y casi cuatro meses allí, lo único que le quedaba eran dos comics.

—¿Nos vamos? —preguntó Pansy, emocionada.

—Sí, será lo mejor. Creo que voy a tardar tres horas en subir esas dichosas escaleras —se rio Alcacia, señalando las escaleras de piedra que conducían a la salida.

—Sí —convino Draco—, id subiendo. Dadme un segundo —pidió.

Pansy y Blaise se miraron el uno al otro, algo confundidos, pero decidieron hacerle caso a su amigo y se dirigieron a las escaleras junto a Alcacia, cuya falda negra y extremadamente elegante caía a su espalda, casi rozando el suelo.

Hermione se quedó parada y Draco se acercó a ella.

—Ya eres un hombre libre. No ha sido tan difícil, ¿no? —preguntó ella, bromeando.

Una sonrisa incómoda se instauró en su rostro, pero él permaneció serio.

—Gracias, Hermione —susurró—, estaría muerto si no fuera por ti. Varias veces, además.

Hermione negó con la cabeza, restándole importancia.

—No ha sido nada.

En realidad sí, había sido mucho. Había sido todo.

Draco alzó la mano y la posó justamente en el hueco entre la oreja derecha y el cuello de Hermione. Su pulso se aceleró al instante, como siempre que él la tocaba. Sabía que podían verlos, Miranda y Astoria los miraban desde la distancia. Astoria tuvo la decencia de fingir que estaba buscando algo en el techo, Alcacia también se giró en ese momento y distinguió el gesto de Draco.

Aun así, Hermione no se apartó. Él era libre. No había razón por la que Draco Malfoy no pudiera acercarse a su tutora del PRASRO. O eso es lo que se dijo a sí misma. Hermione separó los labios sin siquiera darse cuenta y por un momento creyó que él la besaría, que acortaría esa distancia que los separaba y posaría sus labios sobre los suyos. Se moría por sentirlo de nuevo.

Pero Draco no lo hizo.

—Ven a visitarme, ¿de acuerdo? —le pidió.

Ella asintió con la cabeza, luchando por tragar saliva. Draco se apartó tan rápido como había llegado hasta ella.

—Nos vemos, Granger —se despidió mientras caminaba hacia las escaleras de la Residencia.

—Buena suerte, Malfoy.

Después, con la respiración aún agitada, Hermione Granger desapareció con un chasquido en el aire.


¡Ya podemos respirar tranquilas... Draco es libre!

Parece mentira pensar en todo por lo que ha pasado el pobre.

Muchas gracias por vuestro apoyo con mi nueva novela! Sé que soy una pesada total, pero si os apetece leerla la encontraréis en Amazon (Kindle) y podéis tenerla gratis si tenéis Kindle Unlimited (o si conocéis a alguien que lo tenga y os preste el móvil un rato!). Se llama "La calma para su tormenta" y yo creo que es una historia bastante chula de magia, romance y guerreros escoceses.

En fin, no os molesto más por hoy. Nos vemos el viernes con la nueva vida de Draco Malfoy... ;)

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