Capítulo 55

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Me han dicho que teníamos que ir a una boda, ¿no?


Capítulo 55


I'm jealous of the way / You're happy without me

Estoy celoso de [que] seas feliz sin mí.

Labrinth – Jealous


DRACO

Llevaba varios minutos esperando en esa sala de la mansión de Plymouth. Daphne Greengrass entraba y salía, trasladando adornos y hablando con los elfos domésticos para asegurarse de que todo iba bien en el salón principal de la mansión, donde se celebraría la boda.

Draco miró a su alrededor: un sinfín de pociones, maquillaje y regalos se encontraban en esa sala. A su espalda, un ventanal inmenso le permitía observar la hermosa vista de los jardines de la mansión de los Greengrass.

La puerta se abrió, de nuevo. Él creyó que sería Daphne, pero se quedó congelado cuando la vio. Draco se puso de pie, abriendo mucho los ojos.

—Joder —susurró.

Ante sus ojos, Astoria Greengrass parecía un ángel. Su vestido dejaba al descubierto sus hombros y su espalda y un corsé blanco envolvía su figura cuidadosamente, cayendo sobre sus piernas en una vaporosa tela inmaculada. La falda se extendía a su espalda y arrastraba por el suelo.

—¿Qué tal estoy? —preguntó ella en voz baja.

Su cabello rubio estaba recogido en un elaborado moño sobre su nuca, tan apretado que su rostro en forma de diamante parecía más anguloso aún. Astoria parecía haber sufrido una decena de hechizos para eliminar ojeras, alisar su piel, alargar sus pestañas...

—Si Nott no se casa contigo y Weasley tampoco... lo haré yo —bromeó Draco.

Ella puso los ojos en blanco. Estaba claro que él no sabía hacer los comentarios adecuados en los momentos correctos. Astoria caminó hacia él y alzó un larguísimo velo blanco que llevaba en sus manos.

—¿Me lo pones? —pidió.

Draco lo tomó entre sus dedos y se situó a la espalda de su amiga. Con cuidado, colocó ese velo en la parte alta del moño. No tenía muy claro haberlo puesto bien, pero a él le parecía que quedaba perfecto.

—¿Cómo estás?

—Estoy... bueno... —susurró ella—. Estoy.

Astoria aún estaba a tiempo de hacer algo, de cancelar todo ese circo. Pero el temor a decepcionar a sus padres era más fuerte que las ganas de salir corriendo, al parecer. La muchacha caminó hasta uno de los tocadores oscuros de la sala y agarró una cajita negra, después regresó hasta él.

—Mi padre me ha dado esto —comunicó—, eran de tu abuelo. Dice que te hará ilusión tenerlos.

—¿Mi abuelo Abraxas? —preguntó él.

—No —contestó Astoria, abriendo la cajita—, eran del padre de tu madre: Cygnus.

Dentro de la delicada cajita, Draco contempló en silencio un par de gemelos negros. Justo en el centro de las joyas distinguió el diseño de una estrella plateada. Eran preciosos.

—Se supone que tendría que ser yo quien te regalara algo, la que se casa eres tú.

—Considéralo un gesto de amistad.

—Gracias, Astoria —dijo él—, sé que no te lo digo mucho, pero... eres una persona muy importante para mí.

Astoria lo abrazó y, por primera vez, la joven por fin sonrió. Draco supo en ese momento que Astoria Greengrass siempre sería su mejor amiga.

—¿Te los pongo?

—De acuerdo.

Las manos de Astoria temblaban, probablemente estaba teniendo uno de los peores días de su vida. Tomó uno de los gemelos entre sus dedos y lo abrió con dificultad. Después tomó la manga del traje negro de Draco. Alcacia le había sorprendido esa mañana con ese traje que había comprado especialmente para él. Le sentaba como un guante: elegante y negro.

Colocó uno de los gemelos y el otro cayó al suelo. Astoria ahogó una palabrota cuando lo recogió y trató de ponérselo.

—Mierda —susurró Astoria.

Sus dedos temblaban tanto que acababa de clavarle la punta del gemelo a su amigo en la piel. Ella gimió, horrorizada, cuando la sangre empezó a brotar del brazo de Draco.

—Ay, ¡Merlín! —exclamó Astoria—, perdona, Draco, perdona...

Draco se apartó de ella.

—No te preocupes. No te acerques, no queremos que tu vestido se manche de san... —Draco se quedó callado un instante, comprendiendo lo que estaba a punto de decir—... gre.

Estaba sangrando.

Su cerebro se quedó parado, como si no entendiera qué estaba sucediendo. ¿Habría acabado ya el hechizo preventivo de la Residencia? Tenía sentido, ya no estaba allí, o también... Draco observó a Astoria. Había sido ella quien le había provocado ese pequeño corte, no él mismo.

¿Podría ser que alguien pudiera herirlo pero él mismo no pudiera hacerlo? ¿Habría sido eso todo ese tiempo? Draco dio un paso más atrás y durante un instante, solo uno, un recuerdo llegó a su cabeza: la primera vez que había besado a Granger. Ella había mordido su labio y él... había sangrado. ¿Cómo no lo había pensado hasta ese momento?

—¿Estás bien? —preguntó Astoria, preocupada—. Lo lamento, Draco, estoy algo nerviosa.

Él se volvió hacia ella, tomando aire.

—No te preocupes, no es nada.

Él mismo tomó el gemelo y lo cerró en la solapa de su manga. Después estiró la chaqueta de su traje, como si no hubiera pasado nada.

—Creo que ya es hora de que salgamos. —La voz de Astoria era triste y apagada.

—¿Estás segura? —preguntó él.

—Vamos.

No podía detenerla si ni siquiera ella misma le pedía que lo hiciera. Draco se colocó a su lado en el mismo momento en el que la señora Greengrass abría la puerta. Estaba muy elegante, con un sombrero enorme cubriendo su cabello castaño.

—Ya es tarde, Astoria. —Se giró hacia Draco y le dedicó una discreta sonrisa—Draco. Estás muy guapo.

—Gracias, señora Greengrass. Usted también.

—Venid ya, por favor. Los invitados están esperando.

Astoria lo miró una vez más. Su mano temblaba y Draco se la estrechó sin dudar. Después, ambos salieron de esa habitación.

—Daphne, cierra toda las puertas. ¡Todas! —pidió la señora Greengrass, llevándose un dedo a su sien—. La prensa me está provocando dolor de cabeza, llevan toda la mañana intentando colarse en la casa.

—Pero, madre... —dijo Daphne, enarcando una ceja morena—. Si cierro las puertas, nadie más podrá entrar. Aún quedan invi...

—¡Cierra la puerta, por Merlín! ¿Cuántas veces tengo que decir las cosas? Daphne, ¿entiendes qué estrés ha conllevado celebrar esta boda? Llevo meses preparando cada detalle, ¡todos y cada uno!

Astoria pareció sobresaltarse con el grito de su madre y observó cómo su hermana tomaba su varita entre sus dedos y procedía a cumplir las órdenes que acababan de dirigirle sin discutir más. Miró a Draco una última vez y apretó su mano un poco más fuerte.

—Vete —le dijo—, no te preocupes por mí.

Él asintió, sabía que ya era hora de que acudiera a la enorme sala donde esperaban todos los invitados. Probablemente Hermione ya estuviera allí, con su novio oficial. La rabia que le provocó ese pensamiento le hizo apretar los dientes. Draco se alejó de Astoria un par de pasos, en la distancia se dirigió una vez más a ella.

—Hagas lo que hagas, Astoria, estará bien. Estoy seguro.

Y ese optimismo lo sorprendió hasta a él mismo. Después, Draco Malfoy se dio la vuelta y dejó ahí a su amiga, con expresión desolada y vestida de blanco.


AAAAAAYYYY Estoy emocionada. Creo que es un capítulo importante por varias razones, entre ellas que Draco acaba de hacer un descubrimiento interesante respecto la sangre. Al parecer, él no puede hacerse daño pero otra persona sí podría hacerlo... Esto suena peligroso, ¿no?

¡¡Muchas gracias por leerme!! Nos vemos el martes en el capítulo nuevo y... bueno, la cosa está que arde jaja. Mil besos, muchas gracias por los reviews, comentarios y votos, me animan muchísimo!!

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