Capítulo 57

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Mil gracias por pasaros por aquí y mil gracias a Angela-MG por este edit hermoso de Ron. Nos vemos abajo.


Capítulo 57


And it feels like I am just too close to love you.

Siento que estoy demasiado cerca de amarte.

Alex Clare – Too Close


RON

Su corazón latía a mil por hora.

Nunca en toda su vida había estado tan nervioso ni tan asustado. Todo estaba en juego en ese momento y tenía tantas posibilidades de salir ganando como de salir perdiendo.

Escuchaba el rumor de las decenas de invitados a esa boda, todos y cada uno de ellos se fijaban en ese jovencito pelirrojo y despeinado que había llegado hasta allí con evidentes ojeras en el rostro y unos pantalones vaqueros desgastados. Ron había pensado en ponerse un traje ese día, pero había desechado la idea de inmediato: él era así, un Weasley, humilde y sencillo. Así era como quería mostrarse ante ella.

Ron observó a Astoria por primera vez y ese corazón agitado se detuvo de pronto. Estaba tan hermosa que quitaba el aliento. Todo en ella parecía una aparición mágica, un hada o una ninfa. Le parecía increíble saber que él había sido tan tonto como para negárselo a sí mismo durante todo ese tiempo: Astoria Greengrass lo hechizaba, lo hacía sin siquiera pretenderlo.

—Por favor, ¿se puede saber qué es esto? —preguntó Chay, alzando la voz—, ¡qué alguien lo expulse de aquí!

Ron solamente tuvo que lanzar un par de miradas a su alrededor para que nadie se atreviera a adelantarse. Al fin y al cabo, Ron era auror y todo el mundo allí lo sabía. No querían problemas, sino que preferían saber qué demonios estaba sucediendo antes de interceder.

—Astoria —dijo él.

Y el murmullo del público se cortó. Se confirmaban las sospechas, poco a poco.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella en un hilo de voz.

Ron se adelantó un par de pasos más, intentando llegar a ella. Chay se interpuso entre Astoria y él sin dudarlo un instante.

—Lárgate de aquí, Weasley —siseó Nott—, más te vale no causar ningún problema. Te recuerdo que esta es mi boda.

—No estoy aquí por ti, Nott. Aparta —advirtió Ron.

Chay Nott no dudó un instante antes de alzar su varita y apuntar con ella a Ron. Sus ojos verdes parecían estar tan tranquilos como si esa situación le sucediera todos los días. Ron, al contrario, sentía que estaba a punto de desmayarse... o explotar. O ambas cosas a la vez.

—Si yo fuera tú, me pensaría dos veces lo que tienes que decirle a mi esposa...

—No es tu esposa. Aún no.

Astoria gruñó, a su espalda, como si de pronto comprendiera que Ron había aparecido allí de verdad.

—¿Se puede saber por qué habláis sobre mí como si yo no estuviera aquí?

Ron balbuceó.

—Tenemos... tenemos que... hay algo que quiero decirte.

—¿Ahora? —preguntó la madre de Astoria, a unos metros de su hija. Los observaba con los ojos muy abiertos—, ¿tiene que ser en este momento?

—Sí, señora, ¡ahora! —respondió Ron.

—¿Quién es este joven? —preguntó el abuelo de Astoria, sentado en una silla situada a pocos metros del altar. Se ajustó sus anteojos, como si no alcanzara a distinguir esa figura alta de brillantes cabellos rojos.

El mago bicentenario que oficiaba la boda quiso contestarle al anciano.

—Se trata de uno de los hijos de los Weasley, señor Greengrass, es Ronald, el pequeño —dijo, alzando mucho la voz para que el anciano lo escuchara—, trabaja como auror en el Ministerio. Creo que quiere impedir la boda.

Ron se centró una vez más en Astoria, ignorando el discurso sobre él que el oficiante de la boda parecía dispuesto a dar. No había tiempo que perder.

—Me he comportado muy mal, Astoria. La he... la he cagado mil veces, ¡todas las veces! —le dedicó—, pero, por favor, déjame hablar contigo.

Astoria negó con la cabeza.

—No quiero escucharte Ron. Ya está todo hablado, sabemos que tú y yo no... no estamos hechos para estar juntos. Ha quedado más que claro.

Chay se giró hacia su esposa, estupefacto. Esas palabras lo pillaron desprevenido, al parecer, como si Chay nunca se enterara de nada que no estuviera relacionado con sus propios asuntos.

—¿Qué demonios me estoy perdiendo aquí? ¿Qué quieres decir con eso, Astoria?

Ron estuvo a punto de gritarle a Chay que ella no lo quería, que nunca lo haría. Que, a pesar de que ninguno de los dos lo hubiera dicho nunca en voz alta, había algo entre Astoria y Ron, algo mucho más poderoso y especial de lo que ellos habían planeado alguna vez. Pero supo que, si él decía algo como eso en voz alta, estaría robándole a Astoria la oportunidad de elegir, de hacer lo que ella verdaderamente quería hacer.

El pelirrojo dio un paso atrás y, con decisión, le tendió su mano derecha a Astoria.

—Astoria... si aún quieres hacerlo, vámonos. Vámonos juntos.

Y el silencio fue tan intenso que, por un momento, pareció ensordecedor. Ron temblaba, sabía que había muchas posibilidades de que esa mujer negara con la cabeza y se quedara allí mismo donde estaba. Solamente tenía que moverse unos centímetros para tocar a su prometido, para permanecer con Chay.

Ron la miró a los ojos. Le prometía, en esa mirada, que todo sería diferente a partir de ese momento. Para él también había sido muy complicado, casi impensable, pero acababa de admitir delante de TODA la Sociedad Mágica que sentía algo por Astoria Greengrass, sin importarle lo que la familia de ella significaba para él y para el resto de los Weasley. Acababa de admitir que para él Astoria era solo Astoria y nada más.

Si ella lo rechazaba, al día siguiente sería la portada de todas las revistas. «Ron Weasley intenta detener la boda de los Greengrass Nott y es humillado en público», pues al abrir la puerta, toda la marabunta de personas no invitadas a la boda había entrado también a la mansión. Pero a él le daba igual lo que pensara el resto del mundo. Si Astoria lo quería, sería feliz marchándose con ella. Si ella lo rechazaba... tendría que vivir con ello.

—Weasley, no...

—¡Cállate, Nott! —gritó Ron.

No se movió un ápice. Su mano seguía alzada, esperando a que Astoria decidiera tomarla. Y ella, tan hermosa como siempre, lo observaba y se debatía respecto a qué decisión tomar.

Ron supo que si ella dudaba era porque, al menos, barajaba la posibilidad de irse con él.

La joven suspiró.

Después agarró el velo, enganchado en su peinado, y se deshizo de él con rapidez. Dejó que cayera al suelo.

Un instante después, estrechó la mano de Ron.

—Astoria, ni se te ocurr...

—¡Cállate, Nott! —gruñó ella, exasperada.

Tomó la larguísima cola de su vestido blanco entre sus dedos y la alzó tanto como pudo, evitando pisarla. Ron notó su piel fría sobre la suya, pero apretó su mano con tanta fuerza como pudo. Una extraña felicidad se apostó en su corazón y tuvo ganas de gritar de pronto. Gritar mucho, gritar muy alto. Le dirigió una enorme sonrisa a Astoria.

—Voy a matarte —juró ella—, te lo digo de verdad.

Pero eso estaba bien. Al menos moriría feliz.

Ante las miradas sorprendidas de todo su público, Astoria Greengrass y Ron Weasley salieron corriendo de la mano, abandonando la mansión sin mirar atrás.

***

Se sentaron sobre la arena en esa playa de Plymouth. Estaban solos y la ciudad se encontraba a un par de kilómetros de la costa. Ofrecían una imagen casi risible: Astoria aún estaba vestida de novia y él, despeinado y con aspecto desaliñado, parecía haber salido de una guerra y no de una ceremonia. Ambos se quedaron mirando unos segundos y, al mismo tiempo, dejaron escapar una carcajada de sus labios.

—¿De verdad tenías que esperar al último segundo? —preguntó ella—. Ha sido demasiado dramático.

—He intentado entrar antes, te lo juro. Pero ha resultado muy difícil.

—Pobre Hermione, la has puesto en un aprieto.

Ron sonrió.

—Se librará de eso —susurró con cariño hacia su amiga—, si no hubiera sido por ella... te habría visto salir del brazo de Chay siendo la nueva señora Nott.

Astoria desvió la vista y la clavó en las olas espumosas. El cielo estaba despejado ese día, aunque hacía frío y el viento los golpeaba. Ella suspiró, guardando silencio durante unos segundos.

—Mis padres van a odiarme.

—No es verdad, Astoria. No lo harán. Tus padres te quieren y tú... tienes derecho a ser feliz.

—Sí, imagino que sí. —La realidad era que Astoria no sonaba convencida del todo.

Ron se acercó a ella y posó su mano en el hombro de la chica. Los brazos de Astoria estaban descubiertos y él se dio cuenta de que tenía frío. Joder, ¿por qué no lo había pensado antes? Ron no era un perfecto caballero, tenía que reconocerlo. Le tomaría un tiempo conseguir acercarse al tipo de hombre que sería capaz de tratar a Astoria como ella se merecía, pero lo intentaría. El pelirrojo se deshizo de su chaqueta gruesa y oscura y recubrió los hombros de Astoria con ella, la rubia se giró hacia él.

—Gracias —murmuró, después dirigió una mirada a su vaporoso vestido—. Si Chay viera lo que estoy haciendo con el vestido...

Hablaba de que nadie en su sano juicio se sentaría en una playa llena de barro con ese atuendo, pero, siendo sinceros... el vestido era lo último de lo que debían preocuparse.

—¿Y ahora qué? —preguntó Astoria de pronto.

Ron se encogió de hombros.

—No lo sé. Ahora... lo que queramos hacer, imagino.

—Me dijiste que esto no significaba que estaríamos juntos, o algo así, que solo íbamos a escaparnos. —Astoria hizo una pequeña pausa antes de clavar sus ojos azules en Ron—, ¿aún vamos a hacerlo?

Si algo había aprendido Ron con esa mujer era que no dudaría nunca más. Siempre tendría una respuesta segura para ofrecerle, lo que su corazón le dijera, pero no volvería a quedarse en silencio cuando ella le hacía una pregunta de ese tipo.

—Sí. Hagámoslo. Vámonos a algún sitio.

Pudo distinguir la felicidad en esos preciosos ojos.

—¿Y nuestros trabajos?

—Pedimos vacaciones.

—¿Hoy?

—Mandaremos una carta desde donde quiera que nos vayamos... ¿qué es lo peor que puede sucedernos?

—Que nos despidan, Ron.

—Pues buscaremos otro trabajo, entonces.

Ella se rio ante esa ocurrencia. En realidad, Ron esperaba que no lo despidiera, le gustaba ser auror. Pero, si lo hacían... bueno, encontraría otra opción, hallaría otro camino para seguir.

Ron acarició la mejilla de Astoria. Era suave y blanca, era la piel con la que llevaba meses soñando. Todos los días.

—Ron... —comenzó ella—, mi hermano...

—No, no, Astoria —la interrumpió él—, tú hermano es... no importa, ¿vale? —afirmó—, tú eres quien me interesa. Solo tú.

—No quiero que eso se interponga entre nosotros. Al fin y al cabo, Paul ha causado mucho sufrimiento en tu familia. No podemos ignorar quién soy.

Y él sonrió, comprendiendo que eso era algo que la atormentaba. Ron se había escudado mil veces en eso como la razón de que Astoria no fuera de fiar, que no mereciera la pena... ahora se daba cuenta de que Paul Greengrass era una excusa para no aceptar que quería estar con ella. Que Astoria Greengrass le había robado el corazón y un poco de su cordura.

—Sé quién eres. —La tranquilizó Ron—. Lo sé tan bien que he entrado a tu casa y te he convencido de que te fueras conmigo delante de doscientas personas.

—Sí, bueno. No he sido difícil de convencer...

Sentía mucho no haberse decidido antes, pero al menos lo había hecho a tiempo. Ron se inclinó hacia ella y posó sus labios en la mejilla de ella durante un instante.

—¿Estarías dispuesta a reconsiderar eso de salir juntos? —preguntó.

Astoria se fingió ofendida.

—¿Cómo? —preguntó, casi escandalizada—, señor Weasley, creía que solo seríamos compañeros de viaje. ¿Insinúa que le gustaría ir más allá conmigo?

—Compañeros de viaje es... bueno, suena bien. Pero ya sabes, de vez en cuando también podríamos...

Astoria lo golpeó en el hombro y tuvo que sujetarse la chaqueta de él para que no se le cayera mientras su pecho se movía de arriba abajo en una incesante carcajada.

—Me lo voy a pensar, ¿de acuerdo? Pero, antes que nada, decidamos a dónde ir.

—De acuerdo.

Ron posó sus manos sobre sus rodillas, y se puso en pie, después sacudió la arena mojada de sus pantalones y le tendió una mano a Astoria. Ella se levantó con dificultad, pues su vestido era de lo más aparatoso.

—¿Alguna preferencia, señora? —preguntó Ron.

—Podríamos empezar por algún lugar cercano...

—¿Londres?

—No tan cercano, Ron.

Él asintió con la cabeza.

—¿Alguna vez has ido a España?

—No, ¿y tú?

—Yo tampoco.

Ambos se miraron y juntaron sus manos, entrelazando sus dedos. Durante un instante, Ron solo la contempló. Había tomado la decisión correcta, si Astoria se hubiera llegado a casar con Chay Nott, él habría pasado toda su vida arrepintiéndose.

—¿Vamos?

Ron enarcó una ceja y ella contestó con una brillante sonrisa.

—Vamos.

Un momento después, desaparecieron.


AYYYYY, SECTAAAAA!!! Bueno, llevo meses sufriendo un montón por esta pareja y muerta de ganas de compartir la boda con vosotras. Hace mucho tiempo, desde los primeros días en los que Astoria y Ron comenzaron a tener "algo", ya hubo algunas personas que dijeron "ayy, espero que Ron impida la boda" y yo solo podía pensar: AAAYYY TE VA A ENCANTAAAAAR.

Así que bueno, aquí está la historia de nuestro Rostoria. ¿Os ha conquistado tanto el corazón como a mí? ¡Dejadmelo saber en los comentarios/reviews!

Estoy muuuuuerta de sueño, así que lo dejo aquí. Me muero de ganas de comentar lo que ha sucedido con vosotras, ¡por fin puedo ponerme a cotorrear!

Mil besos y nos seguimos leyendo, ¡hasta el martes!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro