Capítulo 01

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Lo que comenzó como una enfermedad inofensiva, se desarrolló y expandió hasta el punto de convertirse en una pandemia.

La enfermedad apodada "Óbito Z" provoca efectos peores que la muerte. Como si la mencionada no fuese ya terrible.

La infección es propagada por contacto directo con la saliva o sangre de los infectados, el medio más común es una mordida.

Una vez infectado, las primeras veinticuatro horas serán las más dolorosas.

Cumplido el tiempo, la enfermedad tardará en manifestarse completamente y alcanzar su máximo punto.

Algunas veces en horas, otras en días, meses... incluso años. 

Durante el periodo de espera, la enfermedad seguirá siendo infecciosa al contacto de la saliva o sangre del infectado.

Además, el paciente puede sufrir convulsiones o desmayos frecuentes que deben ser tratados.

Momentos antes de alcanzar el completo desarrollo de la enfermedad en el organismo existirá un leve sangrado de nariz y/o boca, además de una temperatura elevada.

Si la enfermedad llega a su máximo punto de efecto entonces se perderá cualquier conciencia acerca de sus acciones, así como la capacidad de hablar, leer o pensar y desarrollará conductas agresivas.

En ese periodo de tiempo, por cada infectado vivo existen 11,4 infectados por el mismo.

[...]

Zona delantera principal, sitio de vigilancia

—Todo aquí dentro luce tan seguro —afirmó el pelinegro con su vista puesta en el exterior— ya ni siquiera recuerdo cómo era estar allá, luchando por seguir vivo. 

El mayor a su lado que jugaba con una cadenita plateada en la que tenía grabada su inicial, giró a verlo mientras se la volvía a colocar.

—Desde que el grupo se fue por suministros no has quitado tu vista de allá afuera, Jungkook —contestó Jung Hyun quien también estaba realizando la vigilancia.

—Ya sabes que me preocupo por el grupo, es peligroso allá afuera.

—Y con grupo, te refieres a Kim Taehyung —el joven decidió lanzar la broma que provocaba un sonrojo por parte de su hermano.

Recibió un golpe en la nuca como respuesta de un Jungkook sonrojado. 

—Ya te dije que no molestes con eso —insistió— de todos modos, es mayor, no estoy en su círculo de amigos. 

—Parece que tendré que cambiar de tema si no quiero que te deprimas de nuevo por tu no correspondido amor.

—Solo lo dices porque todas las chicas con las que has salido te corresponden de inmediato —renegó.

—Qué puedo decir, es un don natural que tengo. Soy el hermano atractivo.

El menor quería responderle, pero no tuvo opción, los vehículos con las personas que fueron a buscar suministros habían llegado y entre ellos estaba su admirado Taehyung. 

Ambos jóvenes se hicieron a un lado para que las personas de rangos más altos recibieran a los que estaban de regreso. Los encargados de manejar armas ya estaban listos para dispararle a cualquier amenaza.

Aunque el refugio se encontrara fuera de la ciudad, era mejor tomar precauciones. El lugar había resistido cinco años desde que todo comenzó gracias a las precauciones, era mejor seguir así.

Los vehículos ingresaron, las puertas se cerraron y no existió necesidad de disparar. Otro día exitoso.

Los que habían llegado debían acercarse a la señorita responsable de la prueba de sangre para eliminar dudas de infección.

Jeon levantó su vista cuando Taehyung pasó por su costado, un chico fuerte y alto de cara bonita que podría ser fácilmente el amor a primera vista de cualquiera. 

Por lo que había notado, también era un chico reservado. Jungkook solo anhelaba el día en el que pudiesen mantener una conversación.

Hasta entonces seguiría suspirando como tonto cuando veía al joven.

Taehyung fue el primero en hacerse el examen, estando sentado comenzó una conversación con la señorita encargada. Al parecer una amiga muy cercana con la que, junto a otro joven, siempre compartía asiento para la hora de almuerzo. 

Jeon habría seguido mirando a Taehyung de no haber sido porque el cuerpo de alguien golpeo bruscamente el cuerpo del chico haciendo que saliera de su burbuja. 

El jefe del lugar había pasado a paso veloz con su hijo siguiéndolo.

—Debo hacerles el examen de sangre correspondiente, no pueden pasar antes, señor —interrumpió la señorita.

—Nadie fue infectado —replicó serio.

—Pero son las reglas, señor es obligatorio 

—Dije, que nadie fue infectado —respondió con enojo antes de tomar a su hijo por el hombro e ingresar.

—Pero señor... —la chica notó cómo el jefe no se detendría, al tener que pasar el examen de manera obligatoria giró su vista en busca de alguien— tú

La señorita había señalado a Jeon y este la miró confundido.

—Ven aquí, cubre la zona pinchada —señaló a Taehyung— y no dejes que nadie entre, debo buscar al jefe.

La señorita dejó todo a un lado y se puso de pie, siguió a paso rápido a los hombres que ingresaron sin autorización. Por otro lado Jeon se acercó a Taehyung. 

Con nerviosismo tomó un poco de algodón y rompió un trocito de cinta. Sus manos temblorosas se acercaron al brazo de Taehyung. 

[...]

Zona de infectados en observación

Cincuenta y siete personas infectadas, dos fallecidas en las últimas veinticuatro horas.

—Y así como te digo, es posible la búsqueda de medicamentos en Daegu. Aunque no sabemos con qué tipo de gente lidiaremos hay que estar preparados para todo —terminó de contar lo averiguado.

—Entiendo, quizá sí nos ayuden. La fabricación de inyecciones es complicada con nuestros recursos limitados.

—Ahora prosiga con su informe, por favor —ordenó el jefe. 

—Seo young-eun y Kim kyung-nam —uno de los trabajadores nombraba a aquellos infectados que habían llegado al punto máximo—fueron ejecutados con inyecciones frente a su condición el día de hoy.

Mientras tanto el rubio al lado de ellos se encargaba de monitorear las habitaciones de los demás. Aquellos que lamentablemente debido a su infección solo aguardaban la muerte.

—¿Qué hay de Min Yoongi y Park Jae-sang? Esos pacientes llevan muchos meses sin alcanzar el máximo punto ¿Siguen estables?

Al escuchar el nombre de "Min Yoongi", el rubio giró su mirada inmediatamente para escuchar mejor lo que decían.

—Park Jae-sang tuvo convulsiones hoy, pero ya se encuentra estable. Min Yoongi sigue con una condición técnicamente buena.

Jimin, el rubio, ya sabía de esas notificaciones. Él mismo atendía Min Yoongi, un joven apuesto y agradable que conocía hace un año y siete meses.

El rubio ya trabajaba en el área de infectados en observación cuando Yoongi llegó acompañado de un grupo de dos personas. El chico había sido recientemente mordido y agonizaba de dolor.

El primer día fue un infierno para Yoongi, Jimin como trabajador asignado lo acompañó todas esas horas y desde entonces lo comenzó a atender.

—Es sorprendente la resistencia de ambos. Bien, asegúrate de supervisar a todos y que el personal mantenga la distancia respetando las medidas de seguridad.

—Claro señor, con permiso.

El rubio terminó de escuchar la conversación y cargando el carrito con comida saludable e insípida, ingresó a la habitación del paciente de su preferencia.

—Buenos días —saludó con una sonrisa a su paciente.

—Buenos días Jimin —respondió Yoongi tranquilo.

—Siempre es un placer verte, por lo que veo tu condición es estable.

—Diría lo mismo de verte, pero cada que te veo es porque la fea comida de hospital llegó o porque debes colocarme inyecciones para mis convulsiones—respondió dando una sonrisa.

—Oye, los cocineros ponen de su parte. Y esta fea comida de hospital la consiguen personas arriesgando su vida.

—Es irónico pensar que, esas personas arriesgan su largo tiempo de vida por personas cuyo tiempo de vida ya está por expirar —aquella sonrisa había desaparecido— cuyo tiempo está contado...

Jimin suspiró ante las sinceras palabras del contrario. Pero no dejó su actitud positiva y colocó la bandeja sobre las piernas de Yoongi. 

—El tiempo de vida de todos, está contado. Ustedes no son los únicos que no saben cuándo morirán, nos pasa a todos. 

—Tienes razón, a veces digo tonterías, ya lo sabes —retomó su compostura y miró la bandeja de comida. 

—Está bien, no te preocupes. Esperaré aquí hasta que termines de comer —dijo el rubio sentándose.

—Por mí siempre terminas tarde tus turnos, me esperas y te atrasas con los demás pacientes.

El rubio estaba dispuesto a eso y más por ver feliz a Min Yoongi.

Lo que comenzó como hacer feliz a un paciente que podría morir en cualquier momento, ya no era lo mismo, el sentimiento había evolucionado de una manera impensable.

—En realidad, hoy es mi día libre.

—¿Y eso? —cuestionó el pelinegro sorprendido-

—Mi cumpleaños

El chico dejó de comer y miró confundido al rubio.

—Si es tu cumpleaños, ¿qué haces trabajando? Deberías estar con tus amigos y no con un infectado.

—No te llames así Yoongi, estoy aquí porque quiero estarlo. Puedo celebrar más tarde, solo.

—¿Solo? ¿Y tus colegas?

—No soy muy cercano a ellos, prefiero estar aquí para conversar contigo y esas cosas.

—Sabes que no soy muy bueno conversando —recalcó llevando una fruta de conserva a su boca.

—Lo sé, de todas formas deberías felicitarme —sus labios formaron una sonrisa ladeada— te dejaré pasar el regalo.

Yoongi colocó su mano en el hombro del menor lo que puso nervioso a Jimin, su sonrisa desapareció y un rostro sonrojado era todo lo que se apreciaba por parte de Jimin.

—Feliz cumpleaños —soltó mirándolo a los ojos.

Jimin no aguantó más su nerviosismo y se alejó torpemente.

—Bueno, gracias —emitió llevando una de sus manos a su nuca.

—Siento haberlo olvidado, hace tiempo que dejé de contar los días —continuó Yoongi.

Jimin asintió. Yoongi tenia razón, en su habitación no había ningún calendario pues solo unos pocos eran elaborados a mano.

Pero aquellos objetos solo estaban en las paredes de las demás áreas del refugio.

—Puedo preguntar... ¿Hace cuánto venció esto? —cuestionó el mayor al encontrar un sabor extraño en su comida.

—Como tres semanas, quizás un mes —respondió el rubio.

El pelinegro dejó de masticar y miró con susto a Jimin. Parecía que escupiría en cualquier momento, por otro lado el rubio contenía las risas.

—Debiste haber visto tu cara —dijo ya riendo— solo bromeaba, la fruta está bien. Solo que eres muy quisquilloso, ex jovencito millonario.

—Cómo te atreves a llamarme así  —Yoongi achinó sus ojos volviendo a masticar.

Park Jimin estaba por responder cuando una alarma comenzó a sonar. La alarma que nunca había sonado, la que nunca debía sonar, lo estaba haciendo.

No era posible, debía ser un error.

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