━━ chapter 13

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ɪ'ᴍ ɴᴏᴛ sᴄᴀʀᴇᴅ
ᴛᴏ sᴀʏ ᴛʜᴏsᴇ ᴡᴏʀᴅs
ᴡɪᴛʜ ʏᴏᴜ ɪ'ᴍ sᴀғᴇ,
ᴡᴇ'ʀᴇ ғᴀʟʟɪɴɢ ʟɪᴋᴇ ᴛʜᴇ sᴛᴀʀs,
ᴡᴇ'ʀᴇ ғᴀʟʟɪɴɢ ɪɴ ʟᴏᴠᴇ

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La vieja fábrica Hastings se encontraba ubicada en el otro extremo del pequeño pueblo de Greenvale, a solo unos veinticinco kilómetros de Beacon Hills.

Era un sitio abandonado, al cual no le habían dado uso desde el año 1987 cuando el dueño de la textilera cayó en bancarrota, y desde entonces, se convirtió en la zona fantasma de los alrededores. Muchos habitantes del pueblo ya ni siquiera iban allí, y si lo hacían, preferían quedarse mirando desde el otro lado de la balla.

Quietud, soledad y silencio. Definitivamente el lugar perfecto si querían esconder a todo un pelotón.

Argent paseó su mirada por cada uno de sus hombres. Uno de ellos escondido detrás de un tráiler.

— ¿Estás seguro de querer hacer esto, Chris? —cuestionó el más joven de todos, Jared, mientras lo veía recargar su pistola— Va a ser como si quisiéramos iniciar una guerra entre todos ¿En serio lo haremos?

Él le dedicó una mirada de soslayo, diciendo:

— Nosotros somos cazadores. Ellos solo son un montón de idiotas creyendo ser Dios.

Hacía mucho tiempo que había dejado de pensar en lo que esa palabra significaba de verdad.

Su visión en cuanto a su trabajo cambió desde el momento que vió morir a su hija, y esa era una herida que nunca se cerraría del todo. Allison le mostró que no todo lo que formaba parte del mundo sobrenatural era malo, que siempre era importante conocer una historia desde su inicio para luego juzgar, y fue esa mente suya la que lo llevó a ser el nuevo hombre que era actualmente.

Le debía mucho por ser ella quien le mostrara el verdadero sentido de su vida, y por tanto, no iniciaría otra una guerra. Porque él no era como ellos.

El objetivo de la caza ya no se basaba en matar solo porque una persona fuera diferente, sino en proteger a aquellos que no podían protegerse a sí mismos. De lo contrario ¿Serían más o menos pecadores que los nazis? Con esa estúpida ideología de destruir todo lo que era distinto por considerarlo una aberración.

El mal existía en el mundo, pero también el bien, y se entremezclaban entre sí como un nudo sin sentido, y eso, era algo que nada ni nadie tenía el poder para cambiar.

— Avancen.

No sabía qué se encontrarían allí cuando atravesaran el portón de atrás, tampoco se cuestionaron si un ejército de diez hombres sería suficiente para enfrentarse al Movimiento de la Flor de Liz. Pues poco sabían de ellos más allá de la gravedad de sus crímenes, pero tenían la astucia suficiente como para planear un buen ataque.

Sin embargo, estos habían sido mucho más rápidos.

El almacén estaba vacío, sin ninguna muestra de vida o indicio de que hubiera sido habitado recientemente.

El grupo de cazadores sujetó con fuerza las armas y comenzaron a inspeccionar el lugar bajo su orden. Era extraño pensar que todas las pistas habían dado precisamente con aquel sitio, cerca de Beacon Hills, lugar donde el verdadero alfa se encontraba.

No sabía por qué, pero todo se le hacía demasiado extraño.

Argent frunció levemente el entrecejo cuando sus ojos divisaron un rastro rojo que daba directamente con una mesa llena de instrumentos de distinto uso: Jeringas, frascos, probetas, tubos de ensayo, pinzas... como si hubieran montado su propio laboratorio dentro de aquel edificio.

Y todos, absolutamente todos los recipientes, contenían el mismo líquido rojo.

— Chris tienes que ver esto —avisó una cazadora, e inmediatamente él guardó un cuentagotas que encontró dentro del bolsillo de su chaqueta.

Cuando se reunió con los demás, todos se quedaron paralizados delante del cuerpo.

Nadie quería acercarse, a pesar de que sabían que estaba muerto y sujeto a una columna con cadenas de hierro. Lo extraño, era que lo había hecho en medio de su transformación, por tanto, parte de su rostro todavía conservaba los rasgos de un lobo.

Los dedos de Argent tocaron la sangre que se esparcía en el suelo, notando que estaba fresca. Raro. Porque el cadáver no olía mal y tampoco estaba descomponiéndose.

— ¿Por qué no sanó?

Si tan solo Jared supiera que él se estaba haciendo la misma pregunta.

Desde un inicio se habían estado equivocando al creer que estaban solos, porque no era así. Ese lugar era la base central de la creación del nuevo veneno para seres sobrenaturales.

El Movimiento guardaba cuidado en cada uno de sus pasos, y si no se equivocaba, Scott podría haber sido ese chico de allí.

En conclusión, estaban dentro del territorio enemigo.

Chris se reincorporó rápidamente, pero no pudo llegar muy lejos porque alguien gritó que se tiraran al suelo de inmediato.

Y entonces, el sonido de un disparo atravesó el aire.

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— Así que... —jadeó Peter, esquivando un golpe seco que vendría a parar directamente a su rostro— ¡Encontraste un nuevo empleo!

Laurel levantó ambos puños, rodeándolo con pasos cortos mientras intentaba estar completamente centrada en la lucha.

Suponía que lo decía por el hecho de que esa tarde había llegado algo atrasada a su encuentro, y usando nada más y nada menos que su uniforme de camarera, aunque a esas alturas ya estuviera muy sucio y lleno de tierra. También se había recogido el pelo en una trenza francesa, facilitándole la tarea de mantenerse atenta ante su oponente.

— Pues sí, no es la gran cosa, pero al menos me puedo pagar las cuentas —respondió, lanzando otro puñetazo que quedó en el aire.

— ¿Qué solías hacer antes cuando vivías en Louisiana?

— Trabajar en la pensión de la abuela y a veces asistir en los banquetes de bodas. Llegué incluso a preparar una cuando la decoradora se accidentó.

El de apellido Hale la frenó de repente, sujetando sus muñecas y doblándolas tras su espalda. Pero la castaña fue más ingeniosa, y le propinó un fuerte pisotón que lo hizo flaquear, permitiéndole empujarlo lejos.

— Más cuidado —advirtió, viéndolo soportar el dolor mientras intentaba no desviarse de su tema de conversación.

— Entonces ¿Sí tienes experiencia en esto de las fiestas populares?

— Podría decirse —se encogió de hombros— ¿Por qué lo preguntas?

— Porque... —tuvo que echarse para atrás de un salto cuando esta le lanzó una patada— ¡Joder! Ve más despacio.

— Nadie va a ir despacio conmigo cuando me enfrente cara a cara con un cazador.

— Buen punto —dijo en medio de otro jadeo— Vale. Recibí una llamada de la alcaldía hace dos días.

— ¿Para darte el certificado del hogar de ancianos?

— Muy graciosa, pero no. Me han pedido que sea el nuevo patrocinador del Baile por el Noventa Aniversario de Beacon Hills.

Laurel frenó el descenso de sus garras, y seguidamente, le aventó un rodillazo en las costillas

— Suena a que tienes mucho de lo que encargarte entre manos.

— Algo así —masculló Peter sin aliento— Querían que fuera en el campus del instituto, pero ahora mismo me lo estoy pensando seriamente debido a que mis zapatos de marca no pueden ensuciarse con el césped mojado. Pero lo que quería era preguntarte una cosa... o más bien hacerte una propuesta.

Sintió que alguien tiraba de su tobillo, y en un solo pestañazo, estaba tirado en el suelo otra vez.

— Te escucho, Hale —sonrió victoriosa, con su rostro lo suficientemente cerca para que él pudiera notar lo orgullosa que estaba de eso.

Peter nunca había notado lo bonitos que se veían sus ojos ámbar cuando cambiaban a amarillo, y en esos momentos, eran como dos gemas.

— ¿Me ayudarías con la preparación? —dijo finalmente.

Laurel apoyó el mentón sobre su pecho y fingió como si realmente se lo estuviera pensando.

— ¿Puedo ayudar con los preparativos?

— Si.

— ¿Y escoger la decoración?

— Solo si yo lo superviso.

— ¿Echar hierba en el ponche?

— Definitivamente no.

— ¡Entonces acepto!

Ambos rieron al unísono y ella se dejó caer contra su pecho, vencida por el cansancio de la pelea. No le había bastado con tener un día ajetreado en la cafetería, también terminó con los huesos hechos polvo después del entrenamiento.

Acto seguido, volvió a alzar los ojos y su mirada conectó con la del hombre lobo, de una manera tan poco simulada que ninguno de los dos hizo el ademán de apartarse.

Los labios de la castaña se curvaron ligeramente, con algo de gracia, y él suspiró.

Nunca lo diría en voz alta, pero amaba verla sonreír. También a su forma de actuar, como si realmente pudiera dominar al mundo, o lo impertinente que podía ser a veces, cuando lo cierto era que no había nada más increíble que una mujer dispuesta a todo por ayudar a los suyos.

— WOW WOW WOW ¿De qué me he perdido? ¿Qué es todo esto? —los dos se estremecieron y se reincorporaron de golpe cuando escucharon llegar a Malia. Quien en ese instante se mantenía observándolos, extrañada, y con una expresión de notable horror.

Sí claro, no estaban haciendo nada malo, pero la imagen de su progenitor abrazando a su compañera en el suelo no era nada que pudiera olvidarse de la noche a la mañana.

— Emmm, Peter acaba de pedirme que lo ayude con la fiesta del aniversario del pueblo —dijo la de apellido Jones, con intención de que Malia borrara aquella cara— ¿Acaso no es genial?

— Para morir de estrés, claro, seguro.

— Ambas tienen que comprarse un nuevo vestido, no las quiero ver llegar en vaqueros, ni botas o zapatillas —aclaró el de apellido Hale, girándose hacia su hija que lo escrutaba con los brazos cruzados contra su pecho— ¿Malia crees que...

— ¡No! —lo interrumpió antes de que pudiera seguir— Sé lo que vas a pedirme, y mi respuesta definitiva es no, no y no. Llama a Lydia, ella seguro estará encantada de ayudar.

— Aún no te he pedido nada, querida.

— Pero sé lo que quieres, y cualquier excusa te es válida para mandarme un día entero al centro comercial. La última vez que acepté ir terminé en un salón, con extensiones y un montón de faldas, así que no, no pienso hacer algo así otra vez.

Peter negó, completamente decepcionado de que aquella fuese su descendiente.

— ¿De dónde has sacado esa tozudez tan odiosa?

— Pues de ti, obviamente.

— Oh no. No me culpes a mí de ese desperfecto porque me esforcé muchísimo haciéndote.

Laurel habría querido decirles que dejaran de discutir, puesto que los dos se parecían en más de una cosa, pero prefirió mantenerse al margen. Después de todo, era hasta gracioso.

— Malia ¿Qué estás haciendo aquí? —terminó por decir Peter, provocando que esta resoplara.

— Pasaba para avisar que Scott y Deaton están con Argent. Al parecer, logró encontrar el escondite del Movimiento y se llevó una muestra del veneno. Lo están estudiando ahora.

— ¿Y eso me interesa por...

— Porque Chris me dijo que necesitaba hablar contigo —dijo, logrando cortar lo que sea que fuese a decir— ... urgente.

El entrecejo de Peter se arrugó, y entre él y Laurel intercambiaron una mirada sin entender.

— ¿A qué debo el honor de ser solicitado en la sagrada corte de Chris Argent?

— Nos habló sobre algo relacionado con un tal Bill Foster —dijo Malia, como si acabara de presionar un botón de alerta, provocando que la expresión de su padre se alarmara— Dijo que vosotros los Hale, sabían demasiado sobre él.













TACHÁN. I am back !!!

Y sí, básicamente antes de que el huracán Elsa llegue a las costas de mi país y arrase con todo, quería comenzar con el Acto 2 de esta historia.

En caso de que algo me suceda, que sepan que los quiero a todos, y espero me recuerden como la loca que quería drogar y secuestrar a Tyler Posey jjj. Okno, pero ojalá les haya gustado este capítulo. No aparecen más que solo cuatro personajes de los principales, pero igual tenía que escribir esa escena de Chris Argent porque venía deseando verlo en su modo de cazador.

Además ¿Se preguntan quién puede ser Bill Foster?

Seguramente lo sabremos próximamente...

Besos y saludos a todos,

Debbie 💙

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