━━ chapter 28

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ᴀɴᴅ ɪ ᴛᴏʀᴇ ᴛʜᴇ ғᴇᴀʀ
ғʀᴏᴍ ᴍʏ ʙᴏɴᴇs
ᴛʜᴀᴛ ʏᴏᴜ ᴘʀᴏʙᴀʙʟʏ ɴᴇᴠᴇʀ ʟᴏsᴛ
ʙᴜᴛ ɪ ᴡᴏᴜʟᴅ ғᴀᴋᴇ
ɪ ᴡᴏᴜʟᴅ ʜᴀᴛᴇ
ɪ ᴡᴏᴜʟᴅ ʙʀᴇᴀᴋ ᴇᴠᴇʀʏ ɪɴᴄʜ
ᴏғ ᴍʏ ʟᴏᴠᴇ

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El ambiente en el salón de los McCall nunca había estado tan tenso como esa noche. El silencio abundaba por cada espacio, sumiéndolos en su vacío, a pesar de que las personas que se encontraban allí adentro hacían su mayor esfuerzo para no decaer ante la angustia.

Preocupados, todos ellos, prefirieron esperar a recibir alguna advertencia antes de avisar al sheriff y tomar la situación entre sus manos para encontrar al Movimiento de la Flor de Liz. Sabían a la perfección que no podían caminar con las manos y los pies atados, porque de ellos dependía salvar a sus amigas.

Argent todavía continuaba con la mano de Melissa entre las suyas, los dos intercambiando una mirada nerviosa, la cual les era imposible borrar. Aunque a diferencia de Peter, ellos estaban más calmados.

El hombre lobo tenía la cabeza gacha, con las manos juntas y los codos apoyados en las rodillas. Había encontrado su propio rincón en las escaleras, y de allí no se apartó ni un solo segundo desde su llegada.

Malia apoyó la cabeza en el hombro de Scott, y él hizo lo mismo, respirando pausadamente sobre su frente.

Ambos observaron los moviles que habían juntado sobre la mesa ratona de la salita, como si esperaran que en cualquier momento fueran a sonar todos a la vez.

- A la mierda, yo mismo llamaré...

- ¡No lo hagas! -saltó Malia, frenando a Stiles de lo que estuvo a punto de hacer- Espera a que den un último aviso

- Stiles tienes que calmarte -espetó el cazador, recibiendo una mala mirada por parte del aludido.

- Es a mi novia a la que tienen esos cabrones. No puedes pedirme que esté calmado porque calma es lo último que siento en estos momentos.

La mujer coyote inhaló entrecortadamente:

- Me habían dicho que irían al centro comercial, y yo lo olvidé por completo.

- No es tu culpa, Malia. No habrías podido protegerlas tu sola -espetó Scott, volteando su rostro hacia donde su mejor amigo parecía estar a punto de colapsar- Tranquilo, todo irá bien.

Los dos se miraron mutuamente, y ante la expresión serena del alfa, al humano no le quedó de otra que asentir y continuar esperando con algo de impaciencia.

Varios minutos después, uno de los celulares volvió a sonar

- Dejemos que conteste Scott -advirtió Argent ante la reacción de todos, dirigiéndose al chico- Pon el altavoz.

Scott asintió, y seguidamente, tomó el trasto entre sus manos para contestar la llamada. Presionando el ícono para que los demás también pudieran escuchar lo que se hablara en aquella conversación

- ¿Foster? -cuestionó, y la voz del líder del Movimiento de la Flor de Liz no tardó en escucharse por la pequeña bocina.

- McCall, me emociona escuchar tu voz finalmente ¿Cómo has estado? ¿Ya no te duele tanto la cabeza?

- ¿Dónde están?

- Aquí conmigo, a salvo ¿Dónde más podrían estar? -contestó con naturalidad- ¿Quieres oírlas?

De repente, se oyó una voz femenina de fondo. No era la de Lydia ni la de Laurel, pero estaba aterrada, gritando un montón, y eso los alarmó tremendamente.

- ¡No! ¡Quítenme las manos de encima! ¡Lydia!

- Esa es Cassie -Malia se cubrió la boca con la palma de la mano.

Stiles y Scott se miraron entre sí.

- Eso ha sido suficiente show por una noche -les cortó Bill con un leve carraspeo- A lo que iba. Espero que las aclaraciones de mi hija hayan sido lo bastante entendibles esta mañana.

- ¿Qué es lo que tengo que hacer?

- Presentarte en el instituto de Beacon Hills mañana sábado, a las 7:45 AM... solo, sin ninguno de los miembros de tu manada.

- ¿Y qué hay de mis amigas? ¿Cómo sé que las dejarán vivas?

- No matamos personas a menos que sea estrictamente necesario. Solo criaturas que como tú, son un daño severo para la sociedad -hizo una breve pausa, y luego continuó- Tienes mi palabra de que no les tocaremos ni un solo pelo, y cuando te hayas entregado, ellas serán liberadas sin correr riesgo alguno.

El alfa asintió.

- Tenemos un trato.

- Más te vale, Scott McCall.

Cuando la llamada finalizó, Peter fue el primero en alzar la voz de los presentes.

- Si la otra persona a la que tienen es Cassie ¿Dónde está Laurel?

- Aquí.

La puerta de la casa se abrió de par en par, y por ella entraron Derek y Liam sosteniendo a la beta por los hombros. Laurel elevó el semblante cansado, arrastrando la pierna vendada por la superficie del felpudo.

- Dejé diez llamadas en su buzón y no contestaba. Así que la rastreé y la encontré tirada en el aparcamiento del centro -dijo el joven Dunbar, dejando que su compañera se apoyara en el hombro del alfa- Fuimos con Deaton, él le sacó la bala que tenía en la pierna.

- ¿Qué estás haciendo aquí?

Liam titubeó:

- Tenía un mal presentimiento, por eso decidí volver.

- Necesitamos sacarlas de allí -murmuró Laurel entre dientes- ellos... se las llevaron.

- Lo sabemos.

- Tienen a Cassandra -Derek contuvo la respiración, mirando directamente a Scott.

Este, sin embargo, no se dejó amedrentar y le dedicó un corto asentimiento, demostrándole que haría todo lo que fuera necesario para salvarlas a las dos.

●●●

- ¿Estás bien? -cuestionó el alfa, mostrando preocupación por el estado de su mejor amigo, e internamente pensando en cómo solucionar el lío que les quedaba ahora para salvar a Lydia y Cassie.

Stiles y él se encontraban sentados en el porche de la casa, hombro con hombro, mirando hacia la calle como si no hubiera nada mejor a lo que prestar atención por los alrededores.

- La fallé, Scott. Le fallé a la chica que he amado toda mi vida -murmuró Stiles, sin poder creer aún que hubiera podido caer tanto- Ella solo quería hacerme abrir los ojos, y yo simplemente elegí mi oficio antes que a nosotros.

- Stiles lo que sucedió no es tu culpa.

- ¿Ah no? ¿Entonces de quién es?

- No sabíamos que El Movimiento atacaría. Pudo habernos tomado por sorpresa a todos.

- Tendría que haberla protegido, como prometí hacer desde que comenzamos a salir. Antes no me habría atrevido a perderla por nada, y mírame ahora... -sollozó- No sé qué puede estarle sucediendo en este momento.

Scott puso una mano en su hombro, en señal de apoyo. Porque eso es lo que habían hecho siempre, apoyarse el uno al otro.

- Todo estará bien -le dijo- Porque iremos juntos y las sacaremos de allí. Te lo prometo.

Un hecho que había aceptado desde años atrás, era que él no era nada sin su mejor amigo. Porque incluso cuando nadie sabía la verdad y ni siquiera él mismo era capaz de lidiar con ello, Stiles estuvo ahí para ayudarlo a afrontar cada obstáculo. No solo recordándole quién era cuando la situación se hacía más difícil de soportar, sino demostrando que a pesar de todo, siempre estaría ahí para ayudarlo a limpiar el desastre.

Y eso, era lo que haría ahora por él.

Malia, quien los había estado escuchando todo el rato desde el interior de la casa, resopló con fuerza después de la última frase y subió a la habitación del alfa para esperarlo de brazos cruzados junto a la cama.

Entonces, cuando este llegó y la vió tan inquieta, casi que pudo hacerse una idea de a qué se debía todo su enojo. Sin embargo, cuando quiso hablar ella no se lo permitió:

- No -Scott la miraba con ojos nobles, pero ella solo repetía la misma palabra- No, no, no...

- Malia.

- Estás claro de que no voy a dejarte hacerlo ¿Verdad? -cuestionó- No voy a dejar que te sacrifiques otra vez, Scott McCall.

- Es la única forma que hay para salvarlos a todos.

- Al carajo con todos ¿Qué hay de mí?

Ahora estaba llorando de nuevo, y todo por su culpa. Porque no podía dejar de ser el héroe ni siquiera una vez, porque no quería que la primera noche juntos fuera la última, porque se negaba a dejarlo marchar de nuevo.

Había cometido ese error una vez. No estaba dispuesta hacerlo una segunda.

- Si no supiera que pueden vencerlos sin mi ayuda...

- ¡No estoy hablando de eso! -alzó la voz de pronto, sorprendiéndolo- No puedo perderte ahora cuando apenas acabo de recuperarte. Por favor, no me hagas pasar por eso otra vez.

Incapaz de decir otra cosa, el alfa cerró el espacio que los separaba en tres grandes zancadas, y la besó. Besó sus labios, su nariz, sus pestañas, hasta finalmente dejar un largo y cándido beso en su frente. Abrazándola cuando ella se aferró con fuerza a su pecho.

- Te quiero -susurró contra su rostro-, y no vas a perderme.

- Júramelo.

Él le acarició la mejilla tiernamente, sin dejar de mirarla a los ojos. Esos que nunca se habían ido de su cabeza, y los cuales odiaba ver llorar.

- Lo juro.

●●●

Estaba tan exhausta, que poco le importó cuando Peter abrió la puerta trasera de su coche y la sacó en brazos sin recibir ninguna queja de su parte.

La herida de su muslo aún le dolía un poco, pero no tanto como recordar los gritos de sus amigas taladrándole la cabeza con fuerza. De tan solo pensar que no había sido capaz de protegerlas, la culpa volvía para hacerla sollozar en silencio, deseando que las cosas hubieran sido diferentes.

El hombre lobo entró con ella a su habitación y prendió la lámpara de noche al tiempo que se agachaba para dejarla sobre la cama.

Laurel, simplemente, no reaccionó. Era como una muñeca rota, traumada por el miedo de perder a su familia.

- Peter... -lo llamó cuando él estuvo a punto de irse- no te vayas.

El de apellido Hale se volteó con lentitud. Ella aún le daba la espalda desde la cama, probablemente para que no pudiera notar sus lágrimas.

- Estaré en el piso de abajo.

- Quédate, por favor -insistió, esta vez volteándose en su dirección- ¿Crees que puedas abrazarme?

¿Y cómo podría negarse? Si es que cualquier petición suya él estaría dispuesto a cumplirla por muy arriesgada que fuera.

Suavemente, apartó el cobertor que la cubría y se acostó a su lado, abrazándola desde atrás. Por instinto, Laurel buscó el calor de su cuerpo para calmarse y sentirse más protegida. Porque cada vez que estaba en sus brazos, extrañamente, todo parecía menos doloroso.

- Estoy demasiado preocupada de lo que pueda ocurrir mañana -murmuró, escondiendo la cara en su pecho para ocultar sus lágrimas.

- Shhh... tranquila -él le acarició la espalda con mimo, buscando su mirada- No voy a dejar que nadie les haga daño.

La castaña elevó una mano para delinear sus facciones con la punta de los dedos, cada una de ellas, desde la línea sus cejas hasta la curvatura de su rostro. Pensando que no era posible querer tanto a una persona.

- Te echo de menos.

Él le regaló una media sonrisa. Amarga, pero genuina. Acercándose a su cara hasta juntar sus labios en una leve caricia que se hizo más duradera cuando ella lo abrazó con mayor fuerza, y terminó suspirando cuando ambos se separaron.

- Yo no debí... yo... ¿Crees que alguna vez puedas perdonarme por todo lo que dije?

- Ya lo hice desde hace mucho tiempo -Peter dejó un corto beso en su frente, y la mujer lobo se sintió liviana, tranquila y querida- Ahora ven, duerme. Cuando despiertes estaré justo aquí para abrazarte.












Cada vez menos 😢

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