━━ chapter O4

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ᴛʜᴇ sᴋʏ ʙᴜʀɴs ʀᴇᴅ
ᴀɢᴀɪɴsᴛ ʏᴏᴜʀ sᴋɪɴ
ᴛʜᴇ ᴡᴏʀʟᴅ ᴡᴇ ᴋɴᴏᴡ
ᴛᴜʀɴs ɪɴ ᴛʜᴇ ᴡɪɴᴅ
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Muchos habían estado imaginando cómo sería el tener de vuelta a su líder por lo que fueron todas aquellas semanas en las que la incertidumbre y la desesperación por encontrarlo se hacía cada vez más latente. Pero lo que ni siquiera pasó por sus cabezas, fue que después de lograrlo la gran mayoría todavía siguiera afectada por lo que pudo haber sucedido en ese tiempo.

Lydia Martin ya lo había visto en su cabeza y sentido en sus propios huesos. Todo el dolor que el alfa tenía grabado en cada parte de su cuerpo debido a las torturas diarias, el envenenamiento y los golpes... ahora también formarían parte de sus demonios y los de toda la manada.

Liam perdió la cuenta de la cantidad de minutos que Melissa había pasado llorando en su hombro, y él, comprendiendo su sufrimiento, luchaba contra su propia aflicción para no mostrarse conmovido delante de ella en esos momentos donde debía ser su fortaleza.

Argent, por su parte, se mantuvo sentado en la mesa del comedor, mirando su pistola con lo que parecía ser una expresión desolada, como si el hecho de saber utilizarla no fuera suficiente para proteger a las personas que amaba, y la vida se encargaba de demostrárselo cada vez que tenía oportunidad.

Y si eso era para él ¿Qué quedaba para el resto?

Lydia se aferró al brazo del sheriff Stilinski mientras los dos esperaban en silencio cerca del portón, sintiéndose más insignificantes que nunca ahora que aguardar por una noticia era lo único que podían hacer.

Malia había subido unas horas atrás, mostrándose negativa a la sola idea de volver a apartarse de su lado, justo después de que Stiles se marchara a la comisaría en busca de toda la información que se había puesto a recopilar sobre quienes creía que habían sido los principales causantes de aquel desastre.

- Se hacen llamar el Movimiento de la Flor de Liz -anunció apenas puso un pie de regreso en el felpudo de la entrada, llevándose la atención de cada uno de los presentes- los que secuestraron a Scott. Son un grupo de cazadores que todavía se mueven por toda California cometiendo asesinatos, y da la casualidad que sus víctimas son todos seres sobrenaturales.

Automáticamente, Chris y Lydia se reincorporaron de sus lugares.

- ¿Estás seguro?

- Completamente -asintió con seguridad, liberando un suspiro seguidamente- ...después de que el FBI capturó a los demás cazadores, este grupo es el único que se ha mantenido activo últimamente. Son astutos, nos han burlado tantas veces que no me es posible contarlas.

- Pero ¿Por qué dejarían vivo a Scott? -cuestionó la apellidada Martin todavía confundida- Se supone que los matan directamente, ya lo has dicho ¿Por qué no lo mataron?

- No lo sé, Lyds. Tu viste cómo lo torturaban, algo debían querer de él y no lo lograron.

- Fue solo una visión, no es como si pudiese escuchar algo más allá de sus gritos -espetó- yo no lo controlo.

- ¿Se han puesto a pensar que quizás no lo dejaron ir? -Noah Stilinski caminó hasta unirse al círculo que habían formado, asegurándose de que Melissa no los estuviese escuchando. No quería atormentarla más de lo que ya.

Su hijo arrugó los labios y se tocó el mentón con la yema de los dedos, allí donde una barba de varios días había comenzado a salirle.

- Con eso te refieres a...

- Scott pudo haber escapado por su cuenta. Llevaba más de un mes allí dentro, quizás pudo encontrar una salida, crearse un plan mental o no lo sé. Hay muchas suposiciones.

- Eso no descarta el hecho de que el Movimiento quería algo suyo que no sabemos.

- Muy bien, esos son muy buenos argumentos, pero no es momento para cuestionarse las cosas. Scott está aquí, y eso es lo más importante en lo que tenemos que pensar ahora -aclaró Lydia, paseando su mirada por cada uno hasta asegurarse de que todos estaban de acuerdo con lo que decía- Todas esas dudas serán aclaradas cuando despierte ¿Vale?

Mientras tanto, arriba en la habitación, la mujer coyote había luchado contra su propio cansancio hasta que no pudo sostenerse más y acabó dormida con la cabeza apoyada en el borde de la cama.

Después de haber recorrido casi todos los alrededores del pueblo desde la mañana hasta el atardecer, una parte suya todavía continuaba fatigada debido al esfuerzo y puede que un poco porque su corazón no había dejado de latir ferozmente en ningún momento hasta que lo encontró cerca de la mansión que una vez perteneció a los Hale.

Moribundo y tendido en el suelo como si realmente estuviera muerto.

Un nudo se había instalado en el fondo de su garganta al tiempo que trataba desesperadamente de quitar su dolor, sin éxito alguno porque este no volvió a recobrar su conciencia después de todo. Cosa que logró afligirla más, llevándola a buscar consuelo sosteniéndolo sobre su regazo y aferrándose a él hasta que Liam y Argent los encontraron.

Malia estaba segura que nunca antes había sufrido por el dolor de otros de forma tan cruda y real, porque ver a Scott en ese estado, fue absolutamente devastador. Una sensación que no deseaba volver a sentir nunca más en su vida.

- St- Stiles... -los labios de Scott se movieron ligeramente, con un murmullo que apenas ella alcanzó a escuchar.

Pronto, la castaña abrió sus ojos cuando lo sintió moverse con incomodidad sobre la cama, levantándose con efusividad de su lugar para tomar asiento a su lado y acariciar su mano mientras intentaba tranquilizarlo.

- ¿Scott? -su voz fue apenas un susurro- Está bien. Estás a salvo.

El alfa gimió por lo bajo cuando trató de ajustar su visión al entorno que le rodeaba, topándose con aquellos ojos oscuros que lo miraban con preocupación, y una presencia ajena que llegó a extrañarlo de tal forma que no ocultó su desconcierto cuando la vió sosteniendo su mano cálida contra la suya.

- Yo... -trató de decir, pero juraría que su garganta estaba demasiado seca como para pronunciar una sola palabra.

Malia curvó sus labios en una sonrisa, que no duró demasiado porque un ligero sollozo de alivio se había colado por su boca. Nunca había sido una creyente, pero a esas horas daría gracias a todas las religiones por haberlo traído de vuelta.

- Tranquilo, estás en casa -le dijo, notando lo confundido que se mostraba mirando todo a su alrededor- Estábamos todos tan preocupados...

El alfa volvió a posar sus ojos expectantes sobre ella, esta vez echándose para atrás sobre sus codos mientras la estudiaba de forma reparadora e insegura. Una expresión que inspiraba desconfianza, y que la hizo darse cuenta de que algo no estaba bien desde el instante en el que sintió que el agarre sobre su mano se tornaba frío, y no tan cálido como antes solía ser.

Algo en su mirada había cambiado, estaba segura de ello. Era como si... él no pudiera reconocerla.

- ¿Scott?

- Disculpa, yo... -comenzó decir- ¿Te conozco?

La coyote tragó grueso, intentando asimilar el eco de sus palabras dentro de su cabeza.

No mentía. Podía verlo. Ella conocía lo suficiente a su Scott como para saber que era un muy mal mentiroso. De los peores. Por eso, cuando notó ese brillo apagado dentro de su pupila, supo que estaba muy lejos de tratarse del mismo que semanas atrás le había jurado que regresaría para pasar el fin de semana con ella.

No, no podía ser.

Automáticamente, se separó de su lado como si su presencia la estuviera quemando. Y de hecho, lo estaba haciendo.

- ¡Melissa! ¡Stiles! -gritó deteniéndose al inicio de las escaleras, provocando que todos en el piso de abajo se levantaran como resortes de sus asientos para ver que el chico volvía a estar consciente.

Más no como muchos creían.

La señora McCall llegó hasta donde estaba su hijo, y sin pararse a revisar su estado, lo abrazó con efusividad. Dejó un beso casto en su cabeza y le acunó el rostro entre sus temblorosas manos bajo la mirada de todos.

A un lado, Malia se mantenía callada mientras esto sucedía, tomando profundas respiraciones sin saber cómo reaccionar o qué decir. No se había percatado de que Lydia y Stiles la observaban con confusión, preguntándose qué estaba pasando en realidad.

- Cariño, estaba tan desesperada. No sabíamos qué hacer para encontrarte... -habló Melissa, viéndose afectada por las lágrimas- Gracias a Dios que estás aquí.

Stiles, al notar que todavía le costaba asimilar muchas cosas a su alrededor, se posicionó al lado de su mejor amigo, y tocándole el hombro, preguntó:

- ¿Te encuentras bien?

- Supongo -respondió con extrañeza- Es que no recuerdo haber llegado hasta aquí ¿Dónde están los demás?

- Scott. Estos son los demás -Lydia caminó hasta colocarse delante de la cama- Esta es tu manada...

- ¿Cómo? -su rostro se desfiguró en una mueca cuando quiso reincorporarse- ¿Dónde están Isaac? ¿O Derek? ¿Y Allison?

Todos tuvieron que contener una exclamación ahogada muy dentro de sus pechos. Algunos mucho más que otros. Creyendo en un principio que se trataba de algún tipo de broma, lo descartaron en el momento que vieron el rostro asustadizo del apellidado McCall cuando no recibió respuestas de ninguno de ellos.

- Tenéis que dejar de mirarme así ¿Qué es lo que está pasando? -su vista chocó inmediatamente con el otro desconocido de la habitación- ¿Quién es él?

Liam se echó para atrás. Sus labios estaban ligeramente abiertos, complementando una expresión de absoluta amargura.

El sheriff intercambió una mirada con Argent, y luego ambos volvieron su atención hacia el chico. Scott mostraba todos las señales que denotaban una amnesia parcial, pero era algo muy extraño tratándose de un hombre lobo.

Solo había alguien que podría ayudarles a obtener respuestas.

- Llamaré a Deaton -anunció el cazador, casi al mismo tiempo en el que la mujer coyote atravesaba la puerta de la habitación.

- Malia -Melissa intentó detenerla, pero ya era demasiado tarde. Algo en su interior se había roto de solo pensar en lo que estaría sintiendo ella con toda esa situación, que al parecer, solo empeoraba segundo a segundo.

Ninguno estaba muy seguro de cuál iba a ser su siguiente paso para resolver aquel lío, y la angustia era palpable en cualquiera dirección a la que podían mirar. Solo les quedaba hacer lo posible por no quebrar esa mente delicada ahora que debían intentar arreglarla por su propia cuenta, o por lo menos, hacer el intento.

Sin embargo, eso no lo hacía menos doloroso.

- Mal ¿A dónde vas? -Lydia logró interceptarla en frente de la puerta que daba al exterior, percibiendo la desesperación que sentía la castaña por escapar de ese lugar.

Malia se limpió las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos con algo de brusquedad.

- Necesito salir de aquí. No puedo lidiar con esto.

- ¿Y vas a dejarle?

- Él no nos recuerda, Lydia -sollozó- Ni a Liam o a mí, ni nada de lo que ha sucedido estos últimos seis años.

- Malia, solo... ten calma. Has sido uno de los pilares más fuertes de la manada desde que te conocí, necesitas serlo ahora.

- Bueno, en estos momentos no me estoy sintiendo muy fuerte que digamos.

Y diciendo esto, se marchó en busca de un lugar donde nadie la pudiera ver mientras lloraba en silencio. Abandonando a una entristecida banshee, que al voltearse se encontró con el menor integrante de su manada, el cual solo pudo dedicarle una mueca lastimera antes de ir hacia el salón y quedarse sentado en uno de los sillones con la certeza de que allí podría afrontar por sí solo la idea de haber fallado en su intento por ser un buen beta.

Pero lo cierto, es que todos sentían que habían fallado en esa guerra.

La de apellido Martin alzó el semblante pálido hacia arriba otra vez, enfrentándose directamente a la mirada cristalizada de su novio, quien sin siquiera decir una sola palabra, se vió siendo reconfortado por su cálido abrazo mientras los dos se apoyaban en el otro para no caer después de la tormenta.

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El sonido de las llaves fue el único tintineo que se escuchó cuando Peter ingresó al interior de su apartamento luego de tener un día algo pesado del bosque al hospital, y de este al supermercado.

Sin duda tendría que hacer una lista si no quería pasar más de dos horas intentando recordar qué cosas faltaban en su frigorífico, pero ya que no le quedaba nada más por hacer, quizás debía ir a la casa de los McCall más tarde para hacerle una visita al recién salido del bosque.

Todavía le había quedado pendiente ese punto en su memoria desde la llamada de Argent esa tarde, avisándole que ya el joven alfa se encontraba en casa.

De seguro todos sus cachorros estarían muy cerca suyo, en espera de que volviera en sí. El hijo del sheriff incluído. Porque vaya que ese chico se había estado quemando los sesos con el FBI solo por encontrarlo.

El hombre dejó las bolsas a un lado, quitándose el abrigo para dejarlo encima de una silla del comedor, dispuesto a darse un merecido baño de espuma cuando algo más captó su atención.

El extraño, y a la vez, silencioso sonido de alguien más dentro de aquellas paredes. Alguien que él reconocería por su olor en cualquier sitio.

- ¿Malia?

La sorprendió sentada en el sofá, esquivándole la mirada para que no pudiera notar lo que había estado haciendo.

- ¿Tú aquí? A estas alturas creí que estarías plantada en la casa de los McCall sin separarte de tu adorado Scott. -dijo bromista, pero al instante, supo que algo andaba mal- ¿Estás bien?

No, claro que no lo etsaba.

En cuanto descubrió su rostro, sintió que su corazón se le estrujaba dolorosamente.

No se esperó verla con los ojos rojos de tanto llorar. Tampoco dejándose mostrar así de conmovida o débil delante suyo, sosteniendo el móvil con ambas manos como si fuera la única cosa a la que pudiera aferrarse.

- Él despertó hace unas horas y... no nos reconoció -pronunció en un hilo de voz- Deaton dijo que podía ser producto a alguno de los golpes que recibió en la cabeza cuando se encontraba indefenso a causa del envenenamiento. El caso es que olvidó seis años de su vida y eso nos incluye a mí y a Liam como los únicos a los que no recuerda para nada...

Entonces, algo dentro de ella se volvió a quebrar en miles de pedazos, y no pudo evitar echarse llorar a pesar de que eso no le gustaba para nada.

Odiaba sentirse débil.

- Malia, cuánto lo siento -Peter se sentó a su lado, de forma que ambos estuvieron cerca y ella inmediatamente lo abrazó por los hombros en busca de apoyo- No tenía idea, yo... realmente lo siento.

No pudo hacer otra cosa que sostenerla entre sus brazos, aún sorprendido, y conmovido porque nunca antes la había visto así.

- Él ya no sabe quién soy -sollozó sobre la tela de su camisa, y Peter le acarició el cabello mientras la acunaba contra sí.

No se había esperado esa reacción por su parte, sobretodo viendo lo complicada que podía llegar a ser su relación, pero al sentir sus lágrimas salpicándole la camisa y verla dejándose llevar por el dolor sin ninguna barrera. Peter reconoció lo que verdaderamente era sufrir por otra persona.

Porque ver llorar a su hija fue la peor experiencia que pudo tener en su jodida vida.

La peor de todas.










Un capítulo sad como la canción del inicio, pero necesario 😭🤧 Lo siento tanto por mis bebés Liam y Malia.

Y Scott ¿Cómo reaccionará ahora al enterarse de que ha olvidado seis años de su vida?

Ya veremos cómo se desarrollará todo a continuación, espero que no dejen de leer la historia por eso. Realmente estoy muy emocionada con cada capítulo que escribo, y lo prometo, vendrán tiempos mejores.

Capítulo dedicado a mi amiga Stilinski_Girl32, porque prácticamente me mataría de no actualizar. Espero que te haya gustado, linda. 😉💙 (¿Reconociste la canción? La saqué de la banda sonora de Shadowhunters jajaja)

Nos leemos próximamente chicos. Hasta entonces déjenme su voto si les gustó y no olviden recomendarla para que más puedan leer. Me alegraría mucho.

Besitos,

Debbie

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