17. ATRAPADOS

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Selena y Draco caminaban por los pasillos de Hogwarts, sus pasos resonando en el antiguo suelo de piedra, mientras se dirigían a su siguiente clase con el profesor Quirrell, quien, cada vez que lo veían, parecía estar más pálido y nervioso. De repente, Draco se detuvo en seco, tomando el brazo de Selena con firmeza para que no avanzara más. A unos metros de ellos, Harry, Ron y Hermione estaban en animada conversación.

— Hermione, ¿cuántas veces en nuestras vidas vamos a ver un dragón saliendo de su huevo? —preguntó Ron, su voz llena de emoción, gesticulando con las manos como si intentara ilustrar la escena.

— ¡Tenemos clases! —replicó Hermione, frunciendo el ceño—. Nos vamos a meter en problemas y no podremos hacer nada cuando alguien descubra lo que Hagrid está haciendo...

— ¡Cállate! —interrumpió Harry, su mirada fija en Draco y Selena, con una mezcla de sorpresa y desdén.

Draco, al notar que el azabache había captado su presencia, comenzó a caminar nuevamente, una sonrisa maliciosa dibujándose en su rostro mientras pasaba junto a Harry. Su expresión era de desafío, como si disfrutara de la incomodidad que causaba.

— ¿Has oído lo que dijeron? —preguntó Draco, una vez que se sintieron lo suficientemente lejos del trío, su voz baja y conspiradora.

— Sí, los escuché —respondió Selena, arqueando una ceja, intrigada.

— ¿Será cierto? No sé si creer en Potter —dijo Draco, abriendo la puerta del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras con un gesto despreocupado, pero su mirada era intensa, como si cada palabra pesara.

— Jamás he visto uno. ¿Tú sí? —preguntó Selena, su curiosidad evidente mientras cruzaban el umbral del aula. Draco negó con la cabeza, su expresión ahora más seria, como si la idea de un dragón despertara en él tanto fascinación como temor.

Ambos entraron al aula, el murmullo de sus compañeros llenando el aire, pero la conversación sobre dragones seguía resonando en sus mentes.

La sala común de Slytherin estaba llena de murmullos y risas cuando Selena conversaba animadamente con Tracey. De repente, la puerta se abrió de golpe y Draco entró corriendo, su rostro iluminado por una mezcla de emoción y urgencia. Sin pensarlo dos veces, tomó del brazo a Selena y la llevó a un rincón apartado, donde la conversación se tornó más privada.

— ¡No sabes lo que acabo de descubrir! —exclamó Draco, sus ojos brillando con entusiasmo.

— Mmm... no lo sé —murmuró Selena, arqueando una ceja, intrigada pero cautelosa.

— ¿Recuerdas la conversación que escuchamos sobre esos zopencos? —dijo Draco, su voz baja y conspiradora. Selena lo miró con severidad, frunciendo el ceño; no le gustaba que hablara así de Hermione.

— Sí, ¿qué hay con eso? —preguntó, sin comprender del todo a dónde quería llegar.

— ¡Lo he visto! Hagrid tiene un dragón —anunció Draco, su voz llena de emoción.

— ¿Estás seguro? —Selena lo miró con incredulidad, su corazón latiendo más rápido.

— Sí, cuando se entere mi padre... —dijo, sonriendo malicia.

— No me gusta esa sonrisa que pones. ¿Qué tramas? —preguntó, cruzando los brazos y mirándolo con desconfianza.

— Pienso atraparlos y, cuando sea oportuno, los acusaré —respondió Draco, su sonrisa ampliándose mientras se inclinaba hacia ella, como si compartiera un secreto oscuro.

— ¿No podrían expulsarlos por eso? —Selena frunció el ceño, preocupada.

— Sí, ¿no es excelente? —dijo Draco, su entusiasmo palpable.

— No estoy segura de eso... —dijo Selena, haciendo una mueca. Lo que más le preocupaba era Hermione; si se metía en problemas, probablemente le daría un ataque de nervios.

— Vamos, Lena, será divertido —insistió Draco, sonriéndole con picardía—. ¡Tenemos que atraparlos con el dragón!

— No, no quiero —respondió Selena, sacudiendo la cabeza. Draco frunció el entrecejo, claramente molesto por su negativa.

— Sería más divertido escaparnos en la noche e ir a las cocinas o buscar los pasadizos secretos —propuso, su voz llena de emoción.

— Me lo pensaré —dijo el, dudando.

— ¿En serio prefieres ir detrás de Potter y Weasley en lugar de explorar el castillo conmigo? —le reprochó, cruzándose de brazos y mirándola con desdén.

— Claro que no, prefiero estar contigo... pero quiero atraparlos y que los expulsen —respondió Draco, su voz firme pero con un toque de frustración.

Selena dio un gran suspiro, sintiendo que la conversación se alejaba de lo que realmente quería. Sin más, se volvió hacia Tracey, dejándolo atrás mientras se alejaba, ignorando lo que Draco intentaba decirle.

Selena se debatía internamente, sintiendo un nudo en el estómago. «¿Debería decirle a Hermione que Draco sabía todo?» No le importaba mucho lo que pasara con Weasley y Potter, pero si expulsaban a Hermione, se sentiría terriblemente culpable. Al día siguiente, se encontró con Hermione en la biblioteca, un lugar tranquilo y apartado, ideal para una conversación delicada. Se sentaron en una mesa en la esquina, asegurándose de que nadie pudiera oírlos.

— Draco vio el dragón en la cabaña de Hagrid —dijo Selena en voz baja, su mirada fija en la mesa, como si las palabras pudieran volar lejos si no las controlaba.

Hermione abrió los ojos, sorprendida, su expresión, cambiando rápidamente de curiosidad a preocupación.

— Oh no, nos meteremos en grandes problemas —respondió Hermione su voz temblando ligeramente mientras se pasaba una mano por el cabello enmarañado, como si intentara despejar sus pensamientos.

— Creo que será mejor que devuelvan al dragón a su hábitat natural —sugirió Selena, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de Hermione, que asintió lentamente, comprendiendo la urgencia de la situación.

— ¿Ya nos ha acusado con la profesora? —preguntó Hermione, su expresión llena de inquietud, como si cada palabra pudiera ser un paso hacia el desastre.

— No, pero quiere hacerlo —respondió Selena, sintiendo que el peso de la verdad se hacía más pesado.

— Gracias —dijo Hermione, esbozando una sonrisa que, aunque pequeña, iluminó su rostro. Era un gesto de alivio.

Selena sintió un gran alivio al advertirle a Hermione ellas habían solucionado sus diferencias y habían comenzado a llevarse bien como siempre lo habían hecho y no quería que ella se metiera en problemas por la culpa de Potter y Weasley.

Draco había estado actuando de manera extraña ese día. Selena no sabía exactamente por qué, pero algo tramaba. No quería meterse en problemas, así que decidió que era mejor no saber nada.

Esa misma noche, mientras la luna iluminaba los pasillos de Hogwarts, Selena salió sigilosamente de su habitación. Al llegar a la sala común, se encontró con Draco que estaba por salir de la sala comun.

— ¿Qué haces fuera de tu cama? —preguntó Selena, elevando una ceja y cruzando los brazos, intentando parecer más seria de lo que realmente se sentía.

— Yo me pregunto lo mismo —respondió Draco, con un tono desafiante, pero su mirada delataba su inquietud.

— Yo pregunté primero —dijo ella, esbozando una sonrisa traviesa.

Draco suspiró, rascándose la nuca. — Potter, Weasley y Granger intentarán sacar el Dragón esta noche. Tengo que avisarle a la profesora McGonagall.

Selena frunció el ceño, recordando las travesuras de los Gryffindor. — ¿Sigues con eso? Déjalos, siempre se meten en problemas solitos. No necesitan tu ayuda para que los castiguen.

— Lo sé, pero quiero atraparlos con el Dragón —dijo Draco, sonriendo de forma maliciosa, sus ojos brillando con emoción. — ¿Vendrás conmigo?

Selena dudó, mordiéndose el labio inferior. No quería ser la delatora. — Mejor vamos a buscar los pasadizos secretos —sugirió, moviendo las manos en un gesto entusiasta—. ¡Será más divertido!

— Podemos salir mañana a buscar pasadizos —propuso Draco, intentando complacerla—. Pero, ¿vendrás conmigo a buscar a McGonagall? —preguntó, extendiendo su mano hacia ella.

— No —respondió ella, sacudiendo la cabeza con firmeza.

— ¿Por qué? —preguntó él, decepcionado, sus ojos entrecerrándose.

— Hermione es mi amiga. No quiero que la castiguen —dijo Selena, con una mirada decidida.

— Esa... —Draco iba a soltar un insulto, pero se contuvo, recordando que eso molestaba a su amiga—. Esa Granger...

— También te castigarán por salir —le advirtió Selena, con un tono de voz que mezclaba preocupación y desafío.

— No lo creo —replicó Draco, encogiéndose de hombros—. Y si no quieres venir conmigo, iré solo de todas formas. —Dicho esto, comenzó a caminar hacia la entrada de la sala común, su expresión decidida.

Selena lo observó, sintiendo un nudo en el estómago. Cuando él le hizo una seña para que lo acompañara, ella simplemente negó con la cabeza.

Draco salió de la sala común, y su figura se desvaneció en la oscuridad del pasillo. Selena se quedó allí, en medio de la sala, debatiéndose entre seguirlo o regresar a su habitación. Finalmente, la preocupación por Hermione ganó la batalla. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo de la sala común, decidida a advertirle.

Corrió por los pasillos de Hogwarts, sus pasos resonando en la soledad de la noche, hasta llegar a la cabaña de Hagrid. Con el corazón latiendo con fuerza, tocó varias veces la puerta, su mano temblando de ansiedad. Finalmente, el hombre salió, con una expresión de sorpresa en su rostro.

— ¿Está Hermione aquí? —preguntó Selena, agitada, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Hagrid dudó unos segundos, frunciendo el ceño mientras pensaba. Finalmente, respondió con voz profunda: — Se acaba de ir con Harry y Ron.

— ¡Draco los acusará con McGonagall! —exclamó, su voz llena de urgencia—. Sabe lo del dragón.

Al escuchar la palabra "dragón", los ojos de Hagrid se abrieron como platos, sorprendidos. — Tienes que ayudarlos, los castigarán —dijo, su tono grave reflejando la seriedad de la situación.

— Ve a tu sala común, yo me encargaré de encontrarlo —ordenó el guardabosque, con un gesto firme. Selena asintió, sintiendo que el tiempo se le escapaba.

Obedeció, y juntos entraron nuevamente al colegio. Luego, cada uno tomó su camino. De camino a su sala común, se cruzó con Filch, que arrastraba a Neville del brazo. Por suerte, el celador no la vio. Esperó a que desaparecieran antes de continuar su camino.

Al llegar a la entrada sala común, se encontró con Draco, quien la miró sorprendido al verla fuera de su sala. — ¿Dónde fuiste? —preguntó, arqueando una ceja. Luego murmuró la contraseña—. "El triunfo es nuestro".

— A la cocina —mintió, intentando sonar despreocupada—. ¿Encontraste a McGonagall? —preguntó mientras ambos niños entraban a la sala común.

— Sí, pero no me creyó —dijo él, decepcionado, cruzando los brazos sobre el pecho—. Y me han castigado.

— Te lo dije —respondió Selena, sintiendo una satisfacción maliciosa al ver su frustración.

— No te burles, no es gracioso —bufó, su expresión oscureciéndose.

— ¿Lo ves? Hubiera sido más divertido ir a buscar los pasadizos secretos —dijo ella, riendo mientras se dirigía hacia el dormitorio de las chicas.

— ¿Podemos ir mañana? —preguntó Draco, sonriendo de nuevo.

— Ya no me dan ganas —contestó ella, con un tono de desdén. La sonrisa de Draco se desvaneció.

Ambos niños se fueron a sus habitaciones. A la mañana siguiente, al llegar al Gran Comedor con Tracey, se llevaron una gran sorpresa: los Gryffindor tenían muchos puntos menos. Todos estaban muy molestos, excepto los Slytherin, que parecían felices, disfrutando de su posición en primer lugar mientras Gryffindor había quedado en último.

Selena no sabía exactamente qué había pasado, pero tenía una leve sospecha de que Potter, Weasley, Hermione e incluso quizás Neville estaban involucrados. — ¿Cómo es posible? Ayer estaban en segundo lugar —murmuró Tracey, mirando el contador con incredulidad.

— Es fantástico —dijo Selena, con una enorme sonrisa en su rostro. No podía negar que se alegraba de que Slytherin estuviera en primer lugar, sin ninguna competencia para ganar la copa de las casas.

— ¿Pero qué sucedió? —preguntó Theodore, que acababa de entrar al Gran Comedor y se quedó parado, sorprendido, mirando el contador de las casas.

— No tengo idea —respondió Selena, encogiéndose de hombros, aunque una chispa de curiosidad brillaba en sus ojos.

Desde la mesa de Slytherin, observó a los Gryffindor, sintiendo una mezcla de emociones: tristeza, frustración y furia. El murmullo en el Gran Comedor era más intenso de lo habitual, todos preguntándose qué había sucedido.

Tenía clases dobles de pociones con los leones, lo que le daría la oportunidad de hablar con Hermione y preguntarle a Neville qué hacía fuera del dormitorio anoche. Sin embargo, el profesor Snape no dejó de hablar durante casi toda la clase, y cuando finalmente lo hizo, era para anunciar que debían realizar la poción de la cual tanto había hablado.

A Selena le pareció muy extraño que Hermione Granger no participara ni una sola vez en clase. Normalmente, ella levantaba la mano con entusiasmo, aunque el profesor Snape a menudo la ignorara. La tensión en el aula era palpable, y Snape no perdió la oportunidad de burlarse de los Gryffindor por los puntos perdidos, incluso agradeciendo a Harry por la inminente victoria de Slytherin con una sonrisa sarcástica.

Cuando finalmente salieron de clases, Selena tomó a Neville y Hermione del brazo, arrastrándolos hacia una esquina donde nadie pudiera oírlos. — ¿Qué ha sucedido anoche? —preguntó, su voz baja y urgente.

— McGonagall nos ha castigado y nos ha quitado puntos a Gryffindor —respondió Hermione, bajando la vista, su tono lleno de desánimo.

— ¿Pero por qué? ¡He visto a Neville siendo arrastrado por Filch! —confesó Selena, frunciendo el ceño.

— ¿Me has visto? ¿Tú también estabas fuera de la cama? —preguntó Neville, sorprendido, sus ojos abiertos como platos.

— Por supuesto, solo que a mí nadie me atrapó —dijo Selena, sonriendo con orgullo, aunque sabía que no era algo de lo que presumir.

— No deberías estar orgullosa por romper las reglas —se quejó Hermione, cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

— Las reglas están hechas para romperse —respondió Selena con una leve sonrisa—. Además, salí para advertirles que Draco los iba a acusar con McGonagall. Fui hasta la cabaña de Hagrid, pero ya no estaban.

— Cuando Hagrid nos encontró, ya estábamos con la profesora. Aunque gracias por intentarlo —dijo Hermione, haciendo una mueca de frustración.

— ¿Qué tan horrible es su castigo? —preguntó Selena, inclinándose hacia adelante, interesada.

— Aún no nos han dicho qué tenemos que hacer —contestó Neville, su voz llena de incertidumbre.

— Seguro los hará escribir "no debo escaparme por las noches" —dijo Selena, riendo con burla.

— No es gracioso —bufó Hermione, su voz temblando—. Los Gryffindor nos odian. —En cualquier momento, parecía que iba a llorar.

— Lo siento, ¿y tú cómo estás, Neville? —preguntó Selena, al notar que el niño tenía los ojos muy brillantes, como si estuviera a punto de llorar también.

— Mi abuela estará furiosa por lo que hice —murmuró con tristeza, mirando al suelo.

— Quizás aún puedan ganar algunos puntos para su casa —dijo Selena, tratando de darle ánimo, aunque sabía que la situación era complicada.

Sin embargo, los Gryffindor solo podían ganar la copa de las casas si ocurría un milagro. Era prácticamente imposible conseguir tantos puntos en tan poco tiempo.

— Si les sirve de consuelo, Draco también fue castigado —dijo Selena, intentando sonreír.

— Eso me alegra un poco —respondió Neville, sonriendo de lado, sintiendo que al menos había algo de justicia en todo esto.

Cuando Draco Malfoy volvió de su castigo con los Gryffindor, su rostro era una mezcla de pálido y asustado, como si hubiera visto un fantasma. Buscó a Selena al ingresar a la sala común y, al encontrarla sola en uno de los sofás negros, corrió hacia ella, su respiración entrecortada por la adrenalina.

— ¡Tienes que escuchar lo que pasó en el bosque prohibido! —exclamó, sus ojos brillando con emoción y miedo—. Desde el susto que le di a Neville hasta el unicornio muerto y aquel ser encapuchado bebiendo su sangre.

Selena lo miró con curiosidad, pero también con una pizca de escepticismo. — Mi padre se enterará de esto —se quejó Draco, cruzando los brazos con dramatismo—. El bosque prohibido tiene ese nombre por algo. ¡Casi muero hoy!

— No seas tan dramático —replicó ella, arqueando una ceja—. Has venido sin ni un rasguño.

— Porque me defendió lanzando hechizos a ese ser encapuchado. ¡Potter salió corriendo! —dijo el rubio, dejando escapar una risa burlona, su sonrisa llena de suficiencia.

— Vaya que valiente —dijo Selena con sarcasmo, sin creer del todo en su historia—. Tendrías que haber sido un Gryffindor.

— Eso es un insulto horrible —bufó Draco, frunciendo el ceño y haciendo un gesto de desdén.

— No es tan malo —respondió ella, riendo al ver el rostro de disgusto de Draco, que parecía estar a punto de explotar.

— Y tú debiste ser una Hufflepuff —dijo él, con una sonrisa burlona.

— Me hubiera tocado con Diggory —dijo Selena, sonriendo mientras sus mejillas se sonrojaban. La mención de Cedric hizo que Draco borrara la sonrisa de su rostro.

Cedric Diggory se había convertido en su crush, al igual que en el de muchas niñas. Era mayor que Selena y, aunque no habían hablado mucho, en las pocas ocasiones que habían cruzado palabras, él siempre había sido muy amable y simpático. Siempre estaba rodeado de amigos y se le veía sonriendo.

— Ese idiota —arrugó la nariz Draco—. No creo que tengas el perfil de Hufflepuff.

— ¿Por qué no? Ellos son todos muy amables —replicó Selena, recordando las clases que compartían con Hufflepuff, que eran siempre pacíficas. Ellos habían sido amables con ella a pesar de ser Slytherin y de la mala reputación que su casa tenía.

— Por eso, son amables —sonrió Draco, burlándose.

— Oye, ¡sí soy amable! —dijo ella, lanzándole un almohadón con un gesto juguetón.

— Claro, todo un encanto —respondió él, con sarcasmo, mientras atrapaba el almohadón en el aire.

Ambos rieron

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SOLO FALTAN 2 CAPITULOS PARA FIN DEL LIBRO 1

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